lunes, 30 de abril de 2018

Top 10: los mitos sobre Hitler, parte II

Ha pasado un año desde la primera parte de nuestro top 10 sobre los mitos de Hitler. Con todo, parece que me he emocionado un poco con este tema, ya que un año después de haberlo iniciado soy incapaz de terminarlo, presentándoles en esta ocasión dos mitos alrededor de este dictador. Uno que tiene que ver con la ciencia, y otro con sus gustos por lo paranormal. Cabe destacar una diferencia importante entre los que siguen y los ya presentados: en nuestra primera parte conocimos algunos mitos pop, estilo chisme, sobre la vida de Hitler. Pero existen otros tipos de mitos que giran entorno a la figura del hombre más detestado del siglo XX.

Esperando disfruten de su lectura tanto como yo disfruté escribiendo e investigando sobre el tema, agradezco su paciencia y aprovecho para pedir disculpas por no poder terminar con varias series que aún tengo pendientes entre mis borradores. No quería dejar pasar el aniversario luctuoso de Hitler sin haber publicado algo sobre su oscura historia, así que aquí va:


miércoles, 18 de abril de 2018

Una más sobre políticos, digo, política

Tengo muchas cosas en mi cabeza, y en mis borradores para este blog y otros sitios. Se supone que debería estar escribiendo mi tesis sobre la Filosofía de la pseudociencia como nueva rama legítima de la epistemología. Debería estar preparando un par de conferencias que daré en el Museo de la Ciudad de Guadalajara y en el Instituto de Astronomía y Meteorología de la U de G, sobre ufología y cientificismo respectivamente. Tengo un mes que no termino un artículo sobre las teorías especulativas del multiverso y su papel en la argumentación del nuevo ateísmo. También se acerca el aniversario luctuoso de Adolf Hitler, y desde el año pasado tengo una deuda con los lectores de este blog sobre mitos históricos detrás de esta oscura figura histórica.

Y a pesar de todo lo anterior (mezclado con una serie de asuntos personales que no expondré aquí), hay otro tema que a donde quiera que voy lo tengo presente: las próximas elecciones presidenciales en este país. Cuando era adolescente me había dicho a mí mismo que no perdería mi tiempo pensando en política. Después de todo, si existe un grupo de personas que menos piensan en mí y en mi sociedad, es el de los políticos mismos. Pero es evidente que, si al menos uno intenta ser coherente con llevar una vida de ciudadano medianamente decente (lo que incluye no solo preocuparse por uno mismo, sino por la sociedad de la que formo parte), no puede ignorar la situación política y económica de México; más aún, si uno intenta llevar una filosofía de vida que mezcla una perspectiva científica (lo que algunos llaman cientificismo) alimentada con el escepticismo racionalista, resultará imposible no posicionarse sobre algunas de las afirmaciones más que extraordinarias de los candidatos a la presidencia y sus respectivos seguidores. En 2012 mostré una breve reflexión sobre por qué no me gusta hablar de política mexicana: sencillamente porque no se habla de política, sino de políticos y de lo que hacen en contraste con lo que dicen, lo que usualmente suele ser mezquino y contradictorio.