Advertencia: este no es un artículo para que escriba su opinión sobre su partido político de preferencia o el que más odia, sino para un debate racional sobre por qué razones piensa que ese partido es el mejor o el peor.
Llevo unas semanas pensando qué escribir para este artículo que pueda aportarles algo que no se diga ya en las pláticas de la chamba, en la mesa familiar o en la reunión con amigos cada que sale el tema de las elecciones en nuestro país dentro de unas pocas semanas. También estaba pensando en qué conclusión podría llegar, que no fuera igual a las dos anteriores veces que he comentado en tiempos de campaña presidencial en 2018 y 2012. Yo sé que he comentado en otras partes lo mucho que el enfoque escéptico puede aportar a las cuestiones políticas, y aún creo que así es, pero a casi nada de las elecciones y con un tercer debate de candidatos por suceder esta noche, me doy cuenta que no hay mucho que decir que no haya sido dicho ya en sexenios anteriores.
Eso es lo que he corroborado, a nivel personal, con compañeros de trabajo, amigos y familiares. Con todo, parece que muchas personas se sorprenden de las conclusiones que he sostenido años atrás, y que hoy todo indica que siguen siendo válidas.