Luego de un muy largo descanso, sin saber qué escribir (y también sin muchas ganas que digamos),por fin me regresé aquí con lo que creo y espero será una buena idea.
Continuando con el clásico tema principal de conversación en este espacio, la pseudociencia, decidí crear un nuevo top 10, solo que esta vez, adentrándonos al interesante mundo de la historia pseudocientífica.
Hacer algo así como historia de la pseudociencia no es tan fácil como uno cree, ya que el concepto es relativamente nuevo. La ciencia moderna logra definirse de forma satisfactoria (mas o menos) hasta el siglo XVIII, y antes de eso, es común encontrar conceptos y disciplinas como la teología, la filosofía y la metafísica, que son nombradas ciencias.
Luego de la Ilustración y el auge de las ciencias experimentales, variados grupos de charlatanes bautizaban a sus pócimas, métodos y afirmaciones como "científicas" o demostradas científicamente. Es en este periodo cuando nace el término pseudociencia.
Uno de los registros mas antiguos que se tienen sobre alguien hablando de una pseudociencia (de acuerdo a Rational Wiki) y refieriendose a ella como tal, se encuentra en "Northern Journal Medicine" en 1844:
...Ese tipo opuesto de la innovación que pronuncia lo que ha sido reconocido como una rama de la ciencia, que ha sido una 'pseudo-ciencia', compuesta únicamente de los llamados hechos, conectados entre sí por malentendidos bajo el disfraz de principios...
Antes de los siglos XVIII y XIX, es raro encontrar referencias a disciplinas que se les llame pseudociencias. De este modo, afirmaciones milenarias como la astrología, la acupuntura, el exorcismo, entre otros, no podían ser considerados pseudociencias ya que en ese entonces no existía tal concepto.
El concepto de pseudociencia nace solo cuando el concepto de ciencia es claro y definido: cuando la ciencia adquiere ese poder de ser verificable y de demostrar lo que afirma, es decir, cuando se entiende lo que es el método científico.
De modo que este artículo (y su posible segunda parte, que tal vez haga después), será algo anacrónico, juzgando de pseudociencias a ciertos estudios que jamás adquirieron esa denominación. Pero solo serán algunos, ya que los dos últimos siglos han visto nacer y morir disciplinas que desde el comienzo fueron tachadas de pseudociencias.
Sin mas aclaraciones por el momento, comencemos con nuestro conteo.
10. Dracología. La Edad Media, contrario a lo que muchos pensamos, fue una época con abundantes reflexiones filosóficas sobre nuestro lugar en el universo y el lugar de los seres con los que compartimos nuestra existencia. Sí, fue una era rica en reflexión, análisis y debate, lo malo es que todas estas cosas giraban al rededor de dos ideas dogmáticas incuestionables: la mitología llamada cristianismo y la escolástica aristotélica que de Aristóteles poco tenía que ver ya.
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San Jorge y el Dragón, de Rafael Sanzio, 1504. |
Las principales discusiones sobre cuestiones fundamentales como el lugar del hombre, la naturaleza, la vida, la sociedad, el cosmos, etc, terminaban siempre en reflexiones encaminadas hacia concepciones teológicas y argumentadas apologías que defendían la unión de la fe con la razón. Hablar de filosofía era hablar de teología; simplemente no había gran diferencia.
Así, los teológos medievales se encargaron de reflexionar sobre todos los aspectos, narraciones, anécdotas y hechos que se podían encontrar en la Biblia. Preguntas como "¿Adán y Eva tuvieron ombligo?" fueron el centro de serias y acaloradas discusiones. La teología medieval se encargó de definir y establecer los dogmas que hoy día tenemos: cosas como la imagen de la familia sagrada, la virginidad de María como una virtud incuestionable, la santa Trinidad, el estatus de santos y beatos, los métodos de exorcismos, la apariencia del diablo, el matrimonio como institución sagrada... fueron teorizadas, debatidas y postuladas como verdades incuestionables durante este tiempo.
Una de las imágenes que ha caracterizado al mundo medieval es su aparente obsesión con los demonios, la brujería y la herejía. Los demonios y otras bestias mitológicas mencionadas en la Biblia fueron objeto de estudios profundos, a tal punto de tener sus propias ramas dedicadas de lleno al tema.
Así, basados en la bestia mencionada en el Apocalipsis, así como en viejas leyendas como la de san Jorge y el dragón, fue creada la dracología, rama de la teología encargada del estudio científico de los dragones.
Antes de proseguir, es necesario explicar cómo y por qué alguien llegó a llamar cosas de este tipo "estudios científicos". Como dije párrafos arriba, si nos basamos en la historia, la dracología no podría considerarse pseudociencia aunque en aquel entonces la llamaran ciencia y no tuviera nada que ver con la ciencia que hoy conocemos. El concepto de ciencia en esos tiempos, era el concepto que el primer filósofo de la ciencia, Aristóteles, había usado: un conocimiento "universal", es decir, fijo, estable, necesario y cierto de las cosas, que llega hasta sus esencias, las expresa en definiciones y las explica por sus causas. La ciencia entonces es un conjunto racional de preposiciones bien definidas y correctamente argumentadas, cuyas conclusiones no presentan contradicciones con sus premisas. Bajo esta definición, podríamos decir que la teología, la filosofía e incluso cosas como la astrología son ciencias, y es precisamente lo que se entendía por ciencia en aquellos siglos.
Hoy en día, si nos encontráramos con alguien que dice que estudia a los dragones, pensaríamos una de dos posibilidades: o estudia el mito del dragón mediante la antropología comparada, y así es capaz de conocer la descripción de cómo distintas culturas al rededor del mundo crearon mitos parecidos... o tal vez es una persona que con armadura y espada busca dragones, y en tal caso, lo mas razonable es que debería leer el ensayo de Carl Sagan: Un Dragón en el Garaje.
9. Alquimia. Si el numero 10 del top no les convenció como disciplina pseudocientífica antes de la invención de la palabra pseudociencia, seguramente será en esta en la que estarán de acuerdo que de pseudociencia tiene toda la cara.
Probablemente se trate de la primera pseudociencia experimental de la que se tenga registro: la alquimia, el conjunto de técnicas milenarias y ocultistas que cuyos objetivos (transformar metales comunes en metales preciosos, crear un elixir para curar todas las enfermedades y poder encontrar a la vez la clave para la inmortalidad; todo esto a partir de la mítica sustancia o compuesto conocido como piedra filosofal), se volvieron la obsesión de mentes tan geniales como la de Isaac Newton.
La alquimia se basaba en el principio griego de que toda la materia se conforma únicamente de cuatro elementos básicos (agua, aire, tierra y fuego) y tres esenciales (sal, azufre y mercurio).
Algunos historiadores aseguran que los orígenes de la alquimia medieval y renacentista europea, pueden ser rastreados hasta la antigua literatura china, así como también en un texto escrito supuestamente por el dios egipcio Thot, conocido en la Europa cristiana como Hermes Trimegistro (nombre del dios griego que servía de mensajero entre las almas mortales y el Hades): el Corpus Hermeticum, que comenzó a circular en Italia al rededor de 1455.
La combinación de la magia con la experimentación controlada que fue condenada como brujería por la iglesia, y que cobró varias vidas debido a la exposición de gases e intoxicación por metales pesados, sentaría las bases para poder construir la ciencia, y mas en específico, la química.
Una vez separada de la magia y el ocultismo, se deja la alquimia, y la química se vuelve una disciplina científica enfocada en el estudio de la materia desde sus unidades mas elementales. En 1661 el célebre escrito de Robert Boyle, The Sceptical Chymist (El químico escéptico) marcaría dicha separación entre ciencia y magia.
Hoy en dia, los movimientos de la new age reviven viejos mitos y métodos obsoletos como los de la alquimia, combinándolos con pseudomedicinas y otras creencias esotéricas, que de validez y de científicas no tienen nada.
Véase mas: Alquimia, artículo del Diccionario Escéptico.
8. Mesmerismo y magnetismo animal. La Edad Media y el Renacimiento fueron dejados atrás, pero parece ser que la superstición y el mito enmascarados en verdad nunca pasan de moda. Entre los siglos XVIII y XIX surgieron un conjunto de nuevas disciplinas enfocadas supuestamente a dar respuestas a las preguntas que los científicos de ese entonces aún no podían responder. Por supuesto, olvidándose de la rigurosidad científica y especulando sin bases sólidas reales.
Un ejemplo genial de lo que hablo, es el mesmerismo, creado por el médico alemán Franz Anton Mesmer. En 1766 en su tesis De Planetarum influxu en el corpus humanum ( Sobre la influencia de los planetas en el cuerpo humano ) sostuvo que los astros afectan la salud humana:
el sol, la luna y las estrellas fijas se afectan mutuamente en sus órbitas, que causan y dirigen en nuestra tierra un flujo y reflujo, no sólo en el mar, pero en la atmósfera, y afectan en de manera similar todos los cuerpos organizados por medio de un fluido sutil y móvil, que impregna el universo y sus asociados todas las cosas juntas en una relación mutua y la armonía.
Aseguraba que muchas personas (entre ellas, él incluido) poseían un "animales magnétisme", hoy traducido como magnetismo animal (nada que ver con el concepto moderno, que hace referencia al atractivo sexual) una supuesta fuerza que (según imaginaba) solía usar con sus pacientes; hoy sabemos que eso que llamaba magnetismo animal, en realidad no era mas que buenas técnicas en una sesión de hipnosis.
Aunque el magnetismo animal es solo fruto de la imaginación de Mesmer, creía firmemente en que éste podría afectar el flujo de un fluido universal que penetra todas las cosas que le permitiría curar a los enfermos y ciegos. Desde luego, nunca curó a nadie. En una ocasión, tratando de curar a un músico ciego. El quedar en ridículo fue suficiente para expulsarlo de Viena en 1777.
Luego de algunas acusaciones de charlatán, Mesmer continúo con sus "terapias". Pronto comenzó a usar imanes, volviéndose un sanador de objetos magnéticos. Colocaba imanes en el cuerpo de un paciente mientras que éste se acostaban o sentaban en "agua magnética". Al parecer, el curador magnético obtuvo cierta fama; luego de un tiempo se daría cuenta que obtenía los mismos resultados de aparentes sanaciones sin usar imanes.
Según parece, Mesmer creía a pies juntillas que existía un flujo energético que atravesaba todo el universo (el magnetismo animal) y que él, sabía cómo manipularlo. Por supuesto, afirmaba que esto era real, ya que sus sesiones de curación "funcionaban". ¿En verdad existía este flujo energético del que Mesmer y sus pacientes eran testigos?
El mesmerismo alcanzó tanta fama, que un comité de científicos (entre los que destacaba Ben Franklin) investigó de cerca los "show's" de Mesmer para averiguar la verdad detrás del magnetismo animal. ¿Los resultados? Franklin y el resto de investigadores concluyeron que la combinación del auto-engaño y el curso natural de vida de las enfermedades, junto algo de euforia por el espectáculo (esta mezcla hoy conocida como efecto placebo) era una mejor explicación a lo que sucedía. No existían razones para pensar en nada parecido al magnetismo animal como una explicación plausible.
El poder de la sugestión, la carpa del teatro, la túnica de Mesmer, la fe impulsada por participantes entusiastas y la esperanza o desesperación por ser curado de terribles enfermedades en el siglo XVIII y no una fuerza invisible universal, fueron los componentes que dieron éxito a esta pseudoterapia hoy día extinta.
7. Frenología. Los siglos XVIII y XIX vieron nacer grandes
ideas y revoluciones intelectuales tales como lasideas de Democracia de J. J. Rousseau, las críticas filosóficas de Voltaire, el método desistematización y las leyes del movimiento
de Newton, el esquema cosmológico de Pierre Laplace
(todo esto en siglo XVIII); y la selección natural de Darwin, el utilitarismo de John Stuart Mill o el pensamiento marxista expuesto en el Manifiesto Comunista de Marx y Engels (durante
el siglo XIX). Estos serían los siglos de repensar el lugar del hombre como
especie, como sociedad y como individuo.
Sin embargo, así como se vislumbraron grandes
descubrimientos científicos y revoluciones filosóficas durante el citado siglo,
también tuvieron nuevas teorías que más
tarde serian consideradas teorías pseudocientíficas. Mejor ejemplo de esto no
puedo recordar que no sea la frenología.
Todo comenzó cuando el médico vienes Franz Joseph Gall
afirmó que existen 26 “órganos” en la superficie del cerebro que afectan el
contorno del cráneo. La frenología entonces, se ocupaba de “estudiar” la
estructura del cráneo para así determinar la conducta, carácter y capacidad
mental de una persona.
Las protuberancias y hendiduras craneales,
afirmaba Gall, reflejan las áreas específicas del cerebro que determinan las
funciones intelectuales y emocionales del individuo. Los órganos del cerebro
que se utilizan más se hacen más grandes, mientras que aquellos que no eran
utilizados se encogían, y de este modo el cráneo obtenía una deformación
medible.
El pupilo de Gall, Johan Kaspar Spurzheim, se ocupó de divulgar
las afirmaciones de su maestro por todo Estados Unidos, haciendo de estas ideas
tan famosas como lo sería el antidarwinismo varias décadas más adelante. En
1815 Thomas Foster llamó al conjunto de afirmaciones de Gall y Spurzheim
“frenología”, utilizando como etimología una palabra griega (phrenos) que significa mente. Así la
frenología nace buscando “revolucionar”
la investigación psicológica y los perfiles conductuales.
La frenología bien podría ser vista como un
intento anterior a las neurociencias y las ciencias cognitivas de poder
identificar las causas de la personalidad e inteligencia del individuo. Por un
lado, comenzó con las nociones acertadas que identifican al cerebro como sede de la conducta, la personalidad,
las emociones, la inteligencia y la mente en general, y que diferentes partes
del cerebro son responsables de diferentes funciones mentales; por el otro, los
frenólogos ubicaron la localización de las facultades mentales de forma arbitraria
y basados en ninguna evidencia.
Aunque la frenología fue desacreditada a
mediados del siglo XIX como una farsa, lo cierto es que siguió contando con
seguidores e importantes defensores. Entre las personalidades que creían y
apoyaban la frenología es posible encontrar nombres como Thomas Edison y Alfred Russell Wallace, entre otros.
A mediados de 1800's y comienzos de 1900's aparecerían publicaciones de "prestigio" sobre frenología como American Phrenological Journal and Life Illustrated creada por los hermanos Fowler y Samuel Wells en 1838, y cerrando en 1911; en Edimburgo la Combe's Phrenological Journal vería la luz en 1823; otro ejemplo de esto fue el Combe's the Constitution of Man, la cual vendió mas de 300, 000 copias entre 1828 y 1868.
Los estudios en frenología darían origen a
otras pseudociencias actualmente extintas como la craneometría (que tal vez miremos en una segunda parte de este
artículo) y la antropometría (la cual veremos
más adelante).
Respecto a las predicciones hechas por la
perfilación psicológica basada en las afirmaciones de Gall y los frenólogos en
general, resultaron ser tan reales y útiles como las predicciones de la
personalidad basada en astrología. Si bien, existieron personas que afirmaron
que los perfiles frenológicos concordaban con su personalidad del mismo modo,
existieron (y aun existen) personas que aseguran que su horóscopo concuerda con
su personalidad. Para estos casos solo diré dos palabras: validación subjetiva.
Véase
más: Frenología, en El Diccionario Escéptico.
6.
Antropometría. Como ya mencioné, la frenología
ayudaría a la creación de nuevas corrientes pseudocientíficas. Quizás la más
llamativa de estas (tal vez porque ahora el nombre de esta pseudociencia hace
alusión a una disciplina científica actual) sea laantropometría.
Definida en
Antropología Criminal (1895)
de César Lombroso (padre de la criminología
moderna) como la disciplina que se encarga de clasificar las características
faciales y corporales de los criminales, la antropometría fue utilizada para
acusar de criminales a personas con ciertos rasgos faciales bruscos. Personas
que muy posiblemente eran culpables solo de ser feos o fornidos.
A diferencia de la frenología, las
afirmaciones de la antropometría aun cuentan con prestigio y validez en
Francia. La antropometría expuesta por Eugene Vidocq sigue siendo utilizada en
pleno siglo XXI para identificar delincuentes basados en sus rasgos faciales.
El uso más infame y triste de este falso
conocimiento se dio en la Alemania Nazi, donde la Oficina de la Ilustración sobre la Política de Población y
Bienestar Racial recomendó en la clasificación de arios y no arios la medición
del cráneo y otras características corporales. Los certificados antropométricos
y craneométricos fueron por ley obligatorios. No coincidir con las medidas
faciales establecidas significaba la negación del permiso de casarse o de
trabajo; en muchos casos, dicha negación del permiso significó ser llevado a un
campo de exterminio.
La afirmación de que las características
físicas determinan la conducta y forma de ser de la persona, carece de todo
sentido. Ser grande y feo no significa ser un asesino serial, mientras que ser
guapo y esbelto no significa ser una persona ejemplar. La antropometría fue
totalmente refutada con los tristes y célebres casos de asesinos como Ted Bundy. En el primero, un hombre bien parecido,
con un buen trabajo que asesinó sin piedad a mujeres jóvenes. Casos como estos
habrían hecho que Lombroso se replanteara toda su Antropología Criminal.
En la actualidad, los diccionarios entienden
por antropometría al estudio de la medición del cuerpo para su uso en la
clasificación de antropología comparada.
5.
Grafología. Como hemos visto, los esfuerzos por
explicar y describir la conducta humana han sido variados. Disciplinas y corrientes que buscaban
responder los enigmas de la mente fueron y vinieron; desde especulaciones
filosóficas como el dualismo cartesiano
hasta estudios de los rasgos físicos como lo hicieron la frenología y la
antropometría. Desafortunadamente, ofrecer una explicación del fenómeno
psicológico sin sustento como respuesta, solo terminó en convertirse en especulación
sin sentido, charlatanería y pseudociencia.
Otro caso de estos fue la grafología. Según la definición clásica de la Enciclopedia Hispánica, la grafología
constituye un área de estudios orientada a la determinación de rasgos
característicos de un sujeto, sobre todo de índole psicológica, a partir del
análisis de la forma de la escritura manuscrita de dicho sujeto.
Esta idea tiene su origen en los escritores
franceses del siglo XIX, Jean-Hyppolite Michon y Jules Crépieux-Jamin.
De acuerdo a los grafólogos, el estudio de la
escritura permite determinar el sexo, edad, personalidad, conducta,
inteligencia e incluso ideología del individuo. Basados en la forma de las
letras mayúsculas, los puntos en las “i” y “j”, la forma de las “o”, el ángulo
de las palabras, el alargamiento y curvatura de la letra, es posible decir que
una persona es mujer (alargamiento
exagerado de algunas letras mayúsculas) u hombre (letras nítidas, que muestran
seguridad y sobriedad), si es un niño (letras con trazado engrosado y lento,
con letras iguales cuya altura aumente progresivamente), un adolescente (un
trazado más expansivo y confiado con rasgos firmes y ligeros) o un adulto
(rasgos apoyados, ángulos, signo de duda, depresiones y fatiga en el caso de
adultos jóvenes; escritura descendente, líneas convexas o cóncavas, curvas
invertidas o transformadas en rectas, en la vejez).
Basados en principios similares, los
grafólogos, supuestamente podrían medir nuestra inteligencia y decirnos nuestro
carácter con tan solo mirar una hoja con algún escrito a mano. Por supuesto, no
es de sorprenderse que las predicciones grafológicas no superen las
predicciones ambiguas del horóscopo chino o de los almanaques de Walter
Mercado.
Algunos, como los “estudiosos” del
psicoanálisis asegurarían que las peculiaridades de la escritura del individuo
resultan ser expresiones de su inconsciente.
Tal vez “inconscientemente”, tanto grafólogos
como psicoanalistas “omitieron” el pequeño pero nada insignificante detalle de
que sus afirmaciones descansaban nada más y nada menos que en especulaciones
ambiguas y sin sustento. De la misma forma que la antropometría, la grafología
pseudocientífica pasaría al olvido, pero esta misma palabra sería usada mas
tarde para definir a la ciencia forense que se ocupa de la identificación y
comparación de las letras de un sospechoso (así como hacen la comparativa de
huellas de llanta en el lodo con llantas de un vehículo, del mismo modo la
letra de algún escrito que se sabe, fue creado por el autor de un crimen, puede
ser comparada con la escritura de algún sospechoso investigado).
4.
Ontogénesis y Teoría de la Recapitulación. Dejando de
lado las pseudociencias de la mente y poniendo atención a las pseudociencias
biológicas, es imposible no mencionar antes que nada, una de las doctrinas
científicas más influyentes de la historia: el darwinismo.
Pero el modelo teórico por excelencia, que
explica el mecanismo principal de la evolución, la selección natural, ha tenido
sus tropiezos y malinterpretaciones.
Por ejemplo, en El Origen de las Especies, Darwin
acepta su completa ignorancia sobre cómo es que los caracteres de los
individuos se heredan a las nuevas generaciones. Este punto flaco en la teoría
sería la base para la mayoría de los ataques científicos antidarwinistas de
verdadera consideración. El naturalista inglés, para salvar su teoría, especuló
sobre una clase "germen", recurriendo así a una vieja idea llamada la teoría de pangénesis, que sería el responsable de la herencia de los caracteres. Esta idea,
considerada la gran metida de pata de Darwin
representa solo uno de los variados episodios de falsas teorías para apoyar o
explicar la evolución. Metida de pata corregida con la ayuda de la genética
mendeliana, dando a la teoría su mayor sustento con lasíntesis moderna.
Pero no solo Darwin, tendría meteduras de
pata. El naturalista alemán Ernst Haeckel
sería uno de los principales defensores del darwinismo a finales del siglo XIX.
Considerado el padre de la ecología como ciencia, llevó a cabo valiosos
estudios sobre el equilibrio de los ecosistemas.
Sin embargo, Haekel sería creador también de especulaciones falsas sobre la evolución humana.
Al igual que muchos de los primeros paleontólogos, Haekel soñaba con encontrar
el fósil del animal que señalaba la separación del hombre del resto de los
primates. Debido a que Haekel nunca encontró un eslabón perdido, se le ocurrió
que podrá inventarlo. De este modo, Haekel incluyó a la entonces escaza línea
evolutiva del ser humano, al Pitecantropos,
una especie de hombre mono.
Unos años más tarde, se encontraría el fósil
de un nuevo homínido con apariencias más simiescas que los fósiles de homo
sapiens. Este sería bautizado al principio Pitecantropos, ya que muchos
creyeron que se trataba del hipotético eslabón perdido. Desafortunadamente,
tiempo después se vería que el fósil no pertenecía en lo más mínimo la especie
que separó a los homínidos de otros primates. Este fósil sería bautizado más
adelante homo erectus.
Haeckel suele ser citado por creacionistas
para demostrar las incoherencias de las teorías evolutivas, y así demostrar
(quien sabe cómo) la veracidad de la creación de dios. Los creacionistas lo que
hacen (sin saberlo) es repetir la refutación de una teoríaobsoleta y no una refutación de la evolución biológica: la teoría de la recapitulación.
Haeckel en su extraña interpretación de la
evolución, aseguraba que el desarrollo embrionario de los individuos de cada
especie emulaba el desarrollo evolutivo de su especie en general. Por ejemplo,
cada bebé que se está gestando en el vientre materno presenta todas las fases
de desarrollo evolutivo de la especie humana hasta su estado actual.
La teoría de recapitulación se construía en
dos conceptos importantes: por un lado, la
ontogénesis, es decir, el crecimiento y cambio de forma de los
organismos individuales; y la filogénesis o historia evolutiva de la especie.
De este modo Haeckel, aseguraba que “la ontogénesis es una recapitulación de la
filogénesis”.
Haeckel creó cientos de complejos dibujos de
comparativas de embriones de distintas especies (como peces y humanos),
buscando siempre señalar las semejanzas entre estas, y así “demostrando” la
existencia de ancestros comunes.
A finales del siglo XIX, las hipótesis de
Haeckel tuvieron un alto impacto en lo que entonces era el nacimiento lento de
la biología evolutiva, sin embargo, la teoría de la recapitulación y la idea de
ontogénesis quedaron refutadas con los
avances posteriores de la biología. Hoy se sabe que aunque las diferentes
especies comparten ancestros comunes en la historia evolutiva, su desarrollo
embrionario no es equivalente a los individuos adultos de éstos. Es decir, un
feto humano no pasa por su fase de pez, luego de anfibio, después de reptil y
por ultimo de primate.
Además de todo esto, se ha demostrado que los
experimentos, hipótesis e ilustraciones que Haeckel ofrecía como pruebas de sus
ideas, en realidad, fueron falseados y exagerados por el propio naturalista
alemán.
Hoy en día, los conceptos de ontogénesis y
teoría de la recapitulación solo los usan los creacionistas poco informados que
aseguran que el caso de Haeckel, ha sido escondido en todos estos años junto a
los casos del hombre
de Piltdown, la eugenesia y el darwinismo social, por los malvados
ateos darwinistas que ocultan la verdad al buen pueblo cristiano.
3.
Antropología Nazi. Las malas y falsas interpretaciones
de la ciencia han conducido a episodios oscuros, en los que una ideología
dogmática y autoritaria usa la investigación a conveniencia importando poco la
libre investigación y el conocimiento honesto, y buscando solamente legitimar
afirmaciones sin sustento.
El ejemplo más oscuro de esto, fue la ciencia
de la Alemania nazi. En esta ocasión, en la que revisamos las ideas
pseudocientíficas, no hablaré sobre los auténticos avances de la ciencia nazi
(refiriéndose a adelantos tecnológicos y algunas investigaciones medicas), sino
solamente en aquella idea de que la ciencia podía demostrar que la raza aria
era la raza humana superior por excelencia, y que por tanto, tenía todo el
derecho de oprimir al resto de la humanidad.
El objetivo de estudiar todas estas áreas
místicas, no era otra más que demostrarle a todo el mundo que la raza aria era
superior a todas las demás.
Los estudios de filosofía y antropología llevados
a cabo en el mundo nazi “demostraban” que los países arios eran la cuna de toda
la humanidad, que eran los herederos de los más grandes imperios y que la
contaminación judía había estado presente por mucho tiempo, y que era
inevitable exterminarlos.
Con base en pseudodisciplinas como la
antropometría y la craneometría se buscaba discriminar con precisión
“científica” y así separar a los auténticos hombres de raza pura.
Por supuesto, no es sorprendente (pero sí
irónico) que, mientras usaban ciertas concepciones evolucionistas (falsas), como el darwinismo social, los nazis se
mostraron totalmente antidarwinistas, llevando a las fogatas públicas al Origen
de las Especies, como amenazas contra la ideología nazi.
El que sus afirmaciones estuvieran o no acorde
con las evidencias importaba muy poco, siempre cuando se confirmaran las ideas
de Hitler y con esto se tuvieran “razones” para discriminar, toda idea era
bienvenida.
Hoy en día, los científicos saben que el
término raza es un concepto inexistente desde la biología, pues un negro es
genéticamente idéntico a un blanco, y este a su vez es idéntico a un latino o a
un chino, etc. El concepto raza solo tiene cierta validez etnológica para
distinguir los avances de cierta cultura, pero no debe confundirse con ideas de
superioridad o inferioridad.
Si bien es cierto que existen ciertas
capacidades que parecen darse mejor en algunos grupos humanos que en otros (por
ejemplo, los records de velocidad, casi siempre provienen de personas de “raza”
negra, mientras que en la natación los “blancos” sobresalen), sigue sin ser
prueba de una superioridad racial. Probablemente, dichas capacidades sean el
resultado de la adaptación a ciertos ambientes a través de generaciones, o lo
que algunos tal vez podrían llamar microevolución.
Algo que no solo decepcionaría a los nazis,
sino que también a cualquier tipo de antropocentrista,
es saber que ni siquiera los humanos como especie, somos superiores a otros
animales. Tal vez seamos buenos en crear abstracciones matemáticas, en teorizar
sobre el origen del Universo y en crear complejas canciones de piano, pero todo
esto sería inútil en medio de la selva. Los seres humanos se encuentran
adaptados a un ambiente determinado (el ambiente cultural), al igual que
animales como los cocodrilos, tiburones, hormigas o chimpancés se encuentran
adaptados a sus respectivos ambientes, siendo de este modo especies exitosas
desde el punto de vista evolutivo.
2.
Lysenkoismo. Otro caso en que la ideología política
contaminó las investigaciones científicas, fue el del Lysenkoismoo la genética comunista.
Pareciera ser que durante la Guerra Fría, el
estar diciendo lo opuesto de lo que decía el adversario era más importante
incluso para ciertos científicos. Tal fue el caso de TrofimDenisovich Lysenko.
Tal como nos narra Robert Todd Carroll, autor
del Skeptic´s Dictionary, Lysenko era el
principal defensor del Michurianismo durante
los años de Lenin-Stalin. Michurin, a su vez, era un autor del Lamarckismo. Lamarck por su parte, fue un
naturalista francés del siglo XVIII que abogó por una teoría de la evolución
anterior a la selección natural: el Lamarckismo pues.
La teoría lamarckista sin embargo, fue
rechazada por la ciencia, ya que no ofrece una explicación tan amplia, elegante
y sustentada en evidencia como la teoría evolutiva resultado de la combinación
de la selección natural y la genética mendeliana: la
síntesis neo darwiniana. Para Michurin como para Lysenko, dicha teoría
no era más que una idea absurda de lo que en la URSS se llamaba pseudociencia burguesa.
Lysenko llegó asegurar en un discurso
apasionado que la genética mendeliana era una idea “reaccionaria y decadente”,
declarando que cualquier defensor de tales ideas eran sin lugar a dudas
“enemigos del pueblo soviético”. También anunció con esto que su discurso había
sido aprobado por el Comité del Partido Comunista.
Gracias a las ideas de Lysenko (basadas en la
ideología del comunismo stalinista y no en la evidencia pública y verificable),
muchos verdaderos genetistas fueron despedidos, enviados a los campos de
concentración rusos (los famosos Gulags) o simplemente fueron desaparecidos.
Algo curioso en las bases del Lysenkoismo, es
que este tenía su fundamento en la vieja teoría del Lamarckismo, el cual,
parecería una teoría que podría encajar con las doctrinas capitalistas que con
las marxistas (mientras que el darwinismo, en la que considera que ninguna
especie es superior a otra, bien pudo haber encajado con el Manifiesto
Comunista). La razón por la que el régimen leninista-estalinista no elogiara al
darwinismo, tiene poco que ver tanto con la evidencia empírica como con la
ideología marxista. El régimen ya mencionado, no era marxista (en el sentido en
que el pensamiento de Marx quedó totalmente deformado con Lenin y Stalin) sino
que se encontraba sustentado en ideas dogmáticas creadas por sus dictadores, en
las que cualquier cosa que proviniera de “burgueses” tenía que ser falso.
El Lysenkoismo murió en la comunidad
científica rusa hasta 1965, más de diez años después de la muerte de Stalin.
El Lysenkoismo, junto a la antropología nazi
son ejemplos, no solo de pseudociencias, sino de un concepto poco escuchado,
pero bastante riesgoso para la investigación y la educación científica: la ciencia basura, o sumisión de la investigación
a la ideología política dominante. Estos casos son sin duda graves tropiezos en
la ciencia, y el no olvidarlos es clave para evitar que algo similar ocurra de
nuevo. En la actualidad, las ideas creacionistas antidarwinistas y de
superación racial están presentes en algunas de las figuras políticas más
importantes de los Estados Unidos, mientras que tanto en éste ultimo como en
los países europeos, comienzan a germinar ideasneonazis.
Estos
casos no deben ser ignorados, o podríamos encontrarnos con que la historia se
repite.
El Mundo y sus Demonios, de Carl Sagan.
1.
Darwinismo Social. Luego de recorrer desde el mundo
medieval hasta el siglo XX, podemos afirmar con un alto grado de certeza, que
la pseudociencia, así como los falsos conceptos de ciencia y la ideología
política, han representado un verdadero dolor de cabeza para la historia de la
ciencia. Sin embargo, bien se dice que no hay progreso sin tropiezos.
Muchas de estas ideas eran aceptadas como
auténticas teorías científicas en su momento, hasta que se encontró evidencias
que demostraban su equivocación, ineficacia o incompetencia para poder explicar
de forma crítica y objetiva la realidad. De este modo, las falsas nociones
fueron desechadas dando cabida a modelos más ordenados y correctamente
sustentados. Esto no significa que estemos en el culmen de la ciencia en la
actualidad.
El solo pensar cuántas de las actuales teorías
científicas quedaran arrumbadas en el mismo saco donde están ahora cosas como
la alquimia, la frenología o la ontogénesis, dentro de 100 o 200 años, llena de fascinación a cualquier aficionado de
la ciencia (como yo).
De este modo, termino el top 10 de las pseudociencias muertas con una de las
ideas más dañinas y que ha favorecido más a la malinterpretación de la
auténtica ciencia: el darwinismo social.
De acuerdo al concepto que ofrece la Wikipedia, por darwinismo social se entiende a la teoría que afirma que las leyes
sociales forman parte de las leyes naturales, y que pone en primer plano la
lucha entre individuos o grupos humanos como fuente de progreso social y biológico.
De este
modo, la ideología neoliberalista y consumista es justificada y reafirmada como
la mejor concepción económica que pueda existir. Beneficia solo a “los más aptos”, y de este modo, cosas
como la pobreza quedan claramente explicadas como algo “natural” que
necesariamente debe existir. No es sorprendente que estas ideas tengan tantos
detractores; sin embargo, algunos creacionistas mal informados (o mal
intencionados), suelen usar el concepto de darwinismo social para descalificar
las nociones evolucionistas de la biología actual.
A pesar
de esto, el darwinismo social no implica por sí mismo, una posición política.
De hecho, algunos darwinistas sociales proponen teorías del progreso social
basadas en la competencia, mientras
para otros lo principal es la solidaridad.
Así, el
darwinismo social como tal puede ser visto como un conjunto ecléctico de
propuestas -basadas en percepciones políticas anteriores- que proclaman basarse
(falsamente) en las leyes biológicas propuestas por Darwin. Se puede mostrar
fácilmente que, desde la publicación de su obra, existió un gran interés en
aplicar sus percepciones a teorías y concepciones sociales.
Aunque
suele ubicarse el origen del darwinismo social en las obras de Herbert Spencer (anteriores a las ideas del propio Darwin por cierto), el
término fue utilizado por primera vez
como tal, por Joseph Fisher en 1877, quien lo utiliza en el contexto de
expresar dudas que la propuesta de otro autor demuestre que haya existido
evolución en el campo del sistema de propiedad en la legislación anglosajona a partir de antecedentes célticos: "No puedo encontrar nada en
las leyes Brehon que avale esta teoría de
darwinismo social".
Ante
esto, la Rational Wiki nos informa que el término
"darwinismo social" en sí mismo fue ampliamente usado como un epíteto, especialmente
después de la Segunda Guerra Mundial, y fue popularizado en gran medida por el
historiador Richard Hofstadter, por
su Darwinismo Social en el Pensamiento Estadounidense.
A
partir de Hofstadter se delinearon dos formas de darwinismo social, "el Darwinismo laissez-faire" y el
"darwinismo colectivista". El primero podría ser representado
por la talla de los autores Spencer y Galton (a quien se le reconoce como el
autor origen de la eugenesia), mientras que el segundo por los biólogos nazis
influenciado por figuras como Ernst Haeckel.
Las
concepciones del darwinismo social van desde la justificación del sistema
capitalista hasta la explicación de la solidaridad y los movimientos de
izquierda.
Sin
embargo, lo más dañino de estas posturas es la confusión que traen consigo y la
aplicación de las teorías de Darwin. Lo cierto es que incluso el propio Spencer
encontró necesario aclarar, en la introducción a la cuarta edición de sus
“Principios Básicos”, que su propuesta
no era derivada de la de Darwin, sino que, por el contrario, la antecedía.
Es notable de hecho, la influencia del economista Malthus y del evolucionista Lamarck en
las obras de Spencer, pero no hay mención para Darwin.
Esto
parece importarles poco a los creacionistas, junto con el hecho que el propio
Darwin establece en sus obras que la teoría de la selección natural no puede
aplicarse a los fenómenos sociales, ya que la selección natural explica cómo
surgen las especies, no cómo un sistema económico se antepone.
Las
teorías del darwinismo social no tienen nada que ver con los modelos teóricos
de la biología evolutiva, sino que parece que se busca a la biología para
justificar ciertas ideas político-económicas (desde el neoliberalismo hasta a
la ayuda mutua). En otras palabras, el darwinismo social no es ciencia sino
ideología.
La pseudociencia es un fenómeno fascinante
desde los puntos de vista histórico, psicológico y social; es indudable que las
falsas ideas han permeado a la cultura casi tanto como las ideas científicas
verdaderas (tal vez, en algunos casos mucho más que las ideas científicas),
pero no debe ignorarse que todas estas son “sombras” de ideas que parecen
renacer como nuevas supercherías de los movimientos estilo new age.
La pseudociencia es un fenómeno cultural
importante, sí, pero hay que saber darle su lugar y no confundirlo con la
verdadera investigación científica.