viernes, 19 de diciembre de 2014

Día del escepticismo: una alianza entre ciencia y religión

"Hacia el primer día, todos señalábamos a nuestros países. Hacia el tercero o cuarto, señalábamos a nuestros continentes. Para el quinto día, ya éramos conscientes de que sólo hay una Tierra."
Príncipe sultán Bin Salmon Al-Suad.

"La actual crisis medioambiental no constituye un desastre, al menos por el momento. Como otras crisis, esconde un potencial para la manifestación de poderes de cooperación, talento y dedicación hasta ahora no explotados y ni siquiera imaginados. Es posible que la ciencia y la religión difieran acerca del origen de la Tierra, pero cabe coincidir en que su protección merece nuestra profunda atención y nuestros afanes más entusiastas."
Carl Sagan.

Este es el punto azul pálido en el cual habitamos todos. La mota de polvo que llamamos hogar, nuestro único hogar, el cual, merece nuestro respeto y cuidado.



Esta es ya la quinta celebración del Día del escepticismo contra el avance de la pseudociencia en este humilde blog (con excepción del primero, que por ahora está eliminado, puedes ver las entradas anteriores aquí, aquí y aquí). Como ya es tradición, cada año nos concentramos en alguna reflexión sobre la vida y obra del maestro de maestros: el considerado por muchos, mejor divulgador científico del siglo XX (y tal vez, el mejor divulgador en la historia contemporánea), Carl Sagan.

Este año no será distinto, pues nos concentraremos en un tema polémico que prende las señales de alarma de los ateos militantes en nuestros días: la unión entre religión y ciencia. Como es sabido, Carl era un defensor de la educación científica y promotor del pensamiento crítico. Con una combinación virtuosa entre escepticismo y asombro, nos enseñó a cuestionar toda aquella afirmación extraordinaria carente de evidencias extraordinarias que la apoyasen. Utilizando el conocimiento científico y el escepticismo ante las posturas de autoridad, Carl cuestionó ampliamente afirmaciones pseudocientíficas de contenido religioso, tales como las del creacionismo del diseño inteligente que desde hace bastante tiempo, amenaza las aulas de ciencias naturales en distintas escuelas del mundo.

Carl mostró que las ideas de Copérnico y Galileo sobre el lugar de la Tierra en el Cosmos, y las de Darwin sobre el lugar del ser humano en el árbol de la vida, minaban la arrogante idea de que el ser humano era una creación especial hecha a "imagen y semejanza" de un Dios que parece ajeno al sufrimiento de su "obra maestra." El astrónomo nunca creyó en la vida después de la muerte, la existencia del alma o los contactos con los espíritus. Las lecciones de escepticismo teológico que podemos tomar de Carl Sagan son variadas y bastante enriquecedoras, pero el día de hoy utilizaremos esas lecciones para cuestionar una vieja idea, casi sagrada para muchos ateos: hoy miramos con escepticismo la afirmación de que ciencia y religión no pueden aliarse en ningún sentido.

En su obra póstuma, Miles de millones (1997), Carl Sagan dedica un capítulo a esta cuestión, titulándolo "Religión y Ciencia: Una Alianza". Carl es consciente de las contradicciones entre los dogmas religiosos y las teorías científicas modernas, pero también fue realista y un gran observador de la sociedad. Carl, al igual que un grupo de científicos y políticos responsables de los años 90, se dio cuenta que en la lucha por frenar la amenaza del calentamiento global no hay que fijarnos en raza, etnia, ideología o religión. Basta con que sea un humano consciente y responsable para unirse en esta lucha. Los líderes religiosos y sus seguidores entran en este tipo de seres.

En su escrito, Carl recuerda las conferencias, en Oxford en abril de 1988 y en Moscú en enero de 1990, del Foro Global de Líderes Espirituales y Parlamentarios (eventos a los que asistieron, entre muchos otros, el Dalai Lama, el entonces presidente de la URSS Mikhail Gorbachov, la madre Teresa de Calcuta, y el entonces vicepresidente de EEUU Al Gore), y el cómo en Moscú unos cuantos científicos notables formaron un documento que presentaron a los líderes religiosos mundiales que estuvieron presentes. El manifiesto se tituló "Preservar y amar la Tierra: Una llamada para el establecimiento de una comisión conjunta de ciencia y religión", conocido popularmente como El llamamiento.

El llamamiento, entre otras cosas, nos señala que:
Como científicos, muchos de nosotros tenemos experiencias profundas de asombro y reverencia ante el universo. Entendemos que es más probable que sea tratado con respeto por aquello que se considera sagrado. Es preciso infundir sacralidad en los esfuerzos por salvaguardar y respetar el medio ambiente. Al mismo tiempo, se requiere un conocimiento más amplio y profundo de la ciencia y la tecnología. Si no comprendemos el problema, es improbable que seamos capaces de solucionarlo. Tanto la religión como la ciencia tienen, pues, un papel vital que desempeñar.
La respuesta al llamamiento de los científicos acerca del medio ambiente fue pronto firmada por centenares de líderes espirituales de 83 países, incluyendo 37 jefes de organizaciones religiosas nacionales e internacionales, según informa Sagan en su libro.

Carl Sagan no solo mostraba preocupación como ciudadano en cuestiones de educación científica y la denuncia de la irracionalidad, sino que miraba al calentamiento global como lo es, el mayor problema y el mayor reto que ha enfrentado la humanidad en toda su historia. Un problema en el que nos metimos nosotros mismos, en medio de una increíble arrogancia en la que nos consideramos los "dueños del mundo." Carl nos muestra la ironía detrás de esto:
Durante 4,000 millones de años la vida en la Tierra se las arregló bastante bien sin «celadores». Trilobites y dinosaurios, que permanecieron aquí durante más de 100 millones de años, tal vez encontrarían graciosa la idea de que una especie que sólo lleva aquí una milésima de ese tiempo decida autoerigirse en guardiana de la vida en la Tierra. Esa especie se encuentra en peligro. Se necesitan celadores humanos para proteger a la Tierra de los hombres.

Pero no todo está perdido. La solución humana para este problema desde luego, no es nuestra auto-aniquilación, sino la de preservar la vida y preservarnos a nosotros mismos. Es aquí donde entra la religión, la cual, si bien no mueve montañas (para eso, la dinamita es mejor), sí mueve la mente de millones en el mundo. Si esta, junto a la educación escolar y familiar, las políticas públicas y el compromiso personal, se usan en beneficio de la misma humanidad, salvándonos a nosotros mismos del enredo medioambiental en el que nos metimos, acatando los consejos sustentados en el conocimiento científico, tal vez y solo tal vez, podríamos disfrutar de lo que en términos religiosos llamamos "la creación."

Tal vez no nos vendría mal, a todos aquellos que nos encontramos en la militancia contra la irracionalidad y la charlatanería, recordar que el activismo escéptico, como bien nos mostró Sagan, no se trata de una lucha de "nosotros vs ellos", sino de una lucha de nosotros con ellos. Por el deseo de preservar a nuestra especie y este mundo, que es el único que tenemos. Nuestra mota de polvo en el océano cósmico. Esto es algo que se puede lograr con un respeto (sagrado, si se quiere) por la naturaleza, el uso responsable del conocimiento científico (que es responsabilidad de todos), y con una pizca de escepticismo para mantener la coherencia ante todo.





10 comentarios:

  1. Yo sí soy de la opinión de que ciencia y religión no pueden aliarse en ningún sentido.

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    1. Pues entonces no eres tan realista como tal vez piensas que eres. Una alianza en pro de la humanidad, de tipo política y humanitaria (sin dejar de lado la crítica y la denuncia de lo irracional) es perfectamente posible, y así se ha hecho, tal como lo demostró El llamamiento de los años 90.

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    2. Eso sería traicionar las ideas de uno: aliarse con el "enemigo"; eso sí sería no ser realista. El propio Sagan manifestó cosas contrarias a esa posición. A mí me daría vergüenza aliarme con lo irracional, que nada tiene que ver con conocimiento, sólo para conseguir... ¿qué? Bajo mi punto de vista Sagan, en esta ocasión, se equivocó: no se puede sentenciar contra la religión, la creencia, la fe, etc., y después aliarse con ellas.

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    3. ¿Aliarse con el enemigo? ¿Cuál enemigo? ¿De verdad no se ha entendido que el movimiento escéptico no es una guerra contra las personas? No se trata de aliarse con "lo irracional", sino con seres humanos con las mismas facultades mentales a las tuyas y las mías. Se trata de aliarse con seres humanos, los cuales tienen (al igual que nosotros) responsabilidad de cuidar el planeta y ayudar a cambiar la situación que se enfrenta con el calentamiento global.

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    4. ¿? ¿Cuál enemigo? Mal asunto si lo tengo que explicar con pelos y señales: "el día del escepticismo" pide relaciones con la religión. De risa y patético, como si la ciencia necesitase de lo irracional o tuviese que ver algo con él, como si la ciencia necesitase reconocimiento de la religión cuando es esta la que se arrastra a medida que la ciencia va descubriendo cosas, como si a los "seres humanos" no se les pudiese enseñar, educar, de otra manera que haciendo pactos con lo incongruente, mitológico, supersticioso, fabuloso e inventado, con un fraude que no admite reconocimiento de errores pues viene de "Dios". La ciencia no necesita de religiones en cuanto al problema del calentamiento global. ¿Qué hicieron o qué harán “los dogmas religiosos”? ¿Rezar?
      ¿Quién habló de personas?
      Lee a Karlheinz Deschner, entre otros (me parece que aún no has tenido tiempo), y te enterarás de las relaciones entre "seres humanos", ciencia y lo irracional a lo extenso y largo de la Historia. Entonces entenderás (o aún no) que "al enemigo, al que ha retrasado la ciencia y el conocimiento por siglos, ni agua".
      Por cierto, mi única intención al escribir el primer post era hacer ver que tu frase "... pero el día de hoy utilizaremos esas lecciones para cuestionar una vieja idea, casi sagrada para muchos ateos: hoy miramos con escepticismo la afirmación de que ciencia y religión no pueden aliarse en ningún sentido" es falsa; la podrán firmar algunos pero no todos, ni mucho menos.
      Bueno, lo dejo; no vale la pena insistir tras tu respuesta: está claro que no tienes idea de ciencia ni de religión relacionándose entre ellas a lo largo de la Historia, ni siquiera de otros datos del propio Sagan ni supiste entender que se equivocó, ni de pensamiento crítico pues si el “escepticismo actual”, o una parte del mismo, va en esa dirección pidiendo alianzas entre ciencia y quimeras, estamos arreglados. Tantos años transcurridos para terminar con alianzas antinatura.

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    5. Bueno, después de esas lindas especulaciones sin sentido, salirse por la tangente del tema, acusarme de tonterías y decir obviedades, respondo.

      Insistes en utilizar "lo irracional" como un enemigo, como si "lo irracional" fuera un sujeto que hay que derrocar (sea o no de forma intencionada, la forma en que te expresas es propia de un principiante en escritura). Nadie, en ningún momento ha dicho que "la ciencia" (¿es algún otro señor también?) ocupe de lo irracional para nada. Sí, a los seres humanos se les puede enseñar y educar basándose en el conocimiento científico y el pensamiento crítico (otro punto obvio que nadie nunca está negando, por cierto), y la alianza de la que se habla, más que aceptar las afirmaciones religiosas o tratarlas de unir con el conocimiento científico, busca educar científicamente a las congregaciones religiosas para que éstas, basadas en el conocimiento científico, ayuden a paliar el problema del calentamiento global. Si tú no estás hablando de personas, pues lo siento, estamos hablando de temas diferentes entonces (con lo que te recomiendo hagas una relectura detenida y de comprensión).

      Sí, conozco bien la historia de las religiones, ¿quién la ha negado? ¿Quién ha dicho que no debe denunciarse como irracionalidad? (ojo, denunciar las afirmaciones religiosas, no ponerse en contra de las personas religiosas, que justamente son el objetivo a enseñar a dialogar y a llegar a acuerdos racionales). Gracias por la recomendación, pero sí lo conozco, conozco su libro, al igual que los de Barker, Ehrman, Loftus, Blackford, Harris...

      Desde luego que mi frase tiene sentido siempre y cuando se sepa a qué me estoy refiriendo. Así sacada de contexto, hasta parece que la dice un evangélico. No tiene sentido si no se ofrece también a qué se está refiriendo.

      Pero bueno, lo dejo hasta aquí, ya que no estoy tan seguro que un sujeto que ve como entes a "la ciencia" y "lo irracional", realmente comprende el punto al que me estoy refiriendo, si hasta parece que cree que está hablando con alguien que ocupa que le enseñen sobre ateísmo militante.

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    6. Se entiende que debas defender tu escrito, a pesar del ridículo: "denunciar como irracionalidad", dices, pero también "aliarse con ella". De risa de nuevo, insistiendo en el disparate.
      Pero deberías defenderlo de otra manera. Por ejemplo: tú sabrás el punto al que te estás refiriendo. ¿Qué quieres que entiendan los lectores si empiezas diciendo "ALIANZA entre ciencia y religión"?
      Qué pena como ha terminado una parte del escepticismo.

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    7. ¿Qué quiero que entiendan? Oh muy simple. Que así como no se puede "juzgar un libro por su portada", tampoco juzguen un artículo por su título. ¿Es tan difícil entender eso?

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Lo primero para cuidar el planeta es una buena teoría económica. Antes que foros de líderes, sabios, genios y santos, lo primero que tenemos que entender es dos cosas de sentido común, dos cosas que las sabe todo el mundo (aunque no haya ido a la escuela... o quizá, gracias a que no fue a la escuela): 1) que lo que pertenece a todos, nadie lo cuida; y 2) el dueño de algo es el que mejor lo cuida ("al ojo del amo engorda el caballo"). La propiedad privada es la mejor institución ecológica. Cualquier teoría, doctrina o religión que atente contra ella (que la elimine o la reprima) está cometiendo un crimen contra la ecología.

    Y, por desgracia, la inmensa mayoría de esos líderes, sabios, genios y santos están contra ella, y son partidarios del intervencionismo estatal o de ingenierías sociales.

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