domingo, 30 de abril de 2017

Top 10: los mitos sobre Hitler, parte I

"Tanto decir que Hitler no hizo nada bueno. Pues el 30 de abril de 1945 se pegó un tiro. ¿Y eso qué es?" Fernando Cuartero.


Un día como hoy, pero de 1945, dejaba de existir Adolf Hitler, con mucha seguridad la persona más odiada de toda la historia de la humanidad (persona real; si usted estaba pensando en Judas Iscariote, le tengo noticias: no hay pruebas de su existencia, así que no puede contar como el más odiado). Hitler, arruinado y rodeado por los aliados, en el momento en que Berlín estaba a punto de caer ante los rusos, decidió no enfrentarse al juicio de la historia para pagar por sus crímenes contra la humanidad. Prefirió suicidarse en su búnker junto a su esposa Eva Braun. Otros líderes nazis, como Heinrich Himmler y Joseph Goebbels hicieron lo mismo, mientras que unos más, como el infame médico sádico Joseph Mengele, huyeron para nunca ser capturados.

Si usted piensa en cualquier figura histórica prominente, podrá confirmar una hipótesis que he estado pensando durante un tiempo (a veces creo que solo es una intuición más o menos obvia): entre más popular sea un personaje de la historia, más mitos se crearán a su alrededor. Elvis, Mahatma Gandhi, Albert Einstein, Nelson Mandela, The Beatles... Y claro, Hitler nunca ha sido la excepción. Prácticamente, desde que se encontraba en el poder ya circulaban algunos mitos, tal como lo demuestra el libro The Strange Death of Adolf Hitler, publicado en marzo de 1939 de forma anónima. En el libro se asegura que Hitler en realidad murió en 1938, y que el Hitler que conocemos hoy como iniciador de la Segunda Guerra Mundial (SGM), en realidad era uno de sus dobles. ¡Hitler no inició la guerra! Los mitos sobre Hitler son tan variados, que uno puede elegir sus mitos preferidos. Éstos abarcan su dieta, sus preferencias sexuales, su infancia, sus influencias, su religiosidad (o su falta de ésta), así como su conexión con la ciencia, con la Iglesia católica, con Nostradamus, o teorías de la conspiración, como que en realidad era judío, o que nunca se enteró de los campos de concentración, o que escapó y vivió en Brasil, o que escapó y vive en la Antártida junto a sus platillos voladores creados a partir de tecnología extraterrestre. Si uno quiere hacerse una idea de todo lo que se ha dicho sobre Hitler, visite la página Snopes.com. Aquí me limitaré solo a desmontar 10 mitos, según yo, de los más populares.




10. Hitler era vegetariano. Como de seguro sabrán (y sino, entérense) soy todo lo contrario a ser vegetariano. Pero algo que no me gusta, y que trato de evitar en la medida de lo humanamente posible, es usar argumentos falaces. Lastimosamente las falacias o errores de razonamiento son cosa de todos los días. Todo mundo los comete, y más cuando se está en una charla informal a la hora de la comida. Algo común en toda plática acalorada que demora mucho (sea virtual o en persona), es que termine saliendo alguna referencia a Hitler o el nazismo. Esto es conocido como la ley de Godwin. Cuando Hitler sale en alguna conversación, casi siempre es debido a una falacia ad Hitlerum en algún comentario. Algunos han ido un poco más allá de las falacias en una conversación común en un tema que, por lo demás, me parece criticable a todas luces: la tendencia del vegetarianismo.

Aunque considero que hay muchas críticas razonables al vegetarianismo (como esta), me opongo a las críticas basadas en falacias. Algo que señala Carry Poppy (una escéptica vegetariana) en su artículo "Myth Check: Was Hitler a Vegetarian?", es que algo común entre algunos detractores del vegetarianismo es señalar que Hitler era vegetariano. Por supuesto, muchos vegetarianos también caen en falacias a la hora de asegurar que tal o cual figura respetada, fuera Gandhi, Einstein o Paul McCartney, era o es vegetariana y que eso demuestra que hay que seguir su ejemplo. Pero volviendo al vegetarianismo de Hitler, ¿lo era en verdad? Bueno, históricamente, la respuesta no es tan fácil. Dejando de lado el hecho de las políticas nazis contra el maltrato animal, podríamos decir que sí y no, o que tal vez Hitler no fue un vegetariano tan bueno. Pero lo más importante, a la hora de debatir sobre vegetarianismo, sería responder un "¿qué importa?"

Carry Poppy cita en su artículo el librito de Dione Lucas, Gourmet Cooking School Cookbook, de 1982. Lucas fue una cocinera inglesa que trabajó en grandes hoteles de Hamburgo poco antes de iniciar la SGM. En su libro, Lucas relata haberle servido a Hitler pichón relleno, platillo que, nos dice, "era un gran favorita de Mr. Hitler, quien estuvo en el hotel a menudo." Pero otras fuentes sugieren que tal vez Hitler había cambiado de opinión respecto a la comida. En el diario de Goebbels se encuentra lo siguiente:
El Führer es un vegetariano convencido, por principio. Sus argumentos no pueden ser refutados por ningún motivo serio. Son totalmente irrefutables.
También se cuenta con el testimonio de Margot Woelk, una de las mujeres catadoras que se aseguraban que la comida de Hitler no estuviera envenenada. De acuerdo a Woelk, el Führer comía solo frutas y verduras; ni siquiera recuerda haber visto algún pez en la mesa. Por su parte, el especialista en psicología comparada, Hal Herzog, en su artículo "Was Hitler a Vegetarian? The Paradox of the Nazi Animal Protection Movement", señala, entre otras cosas que, aunque Hitler sí defendía el vegetarianismo e incluso parece ser que Hitler sí tenía en mente imponerlo en Alemania una vez terminara la guerra, lo cierto es que el Führer de vez en cuando llegaba a "caer en la tentación" de la carne.

Entonces, tal vez Hitler era un mal vegetariano en la práctica. Como curiosidad histórica no está de más, pero si para fines argumentativos en el debate actual sobre el vegetarianismo, si Hitler era o no vegetariano, viene valiendo un cacahuate.

Véase más: "Myth Check: Was Hitler a Vegetarian?", artículo de Carry Poppy en el CSI; "Was Hitler a Vegetarian? The Paradox of the Nazi Animal Protection Movement", artículo de Hal Herzog en Psychology Today, traducido en parte en el blog de David Osorio.

Ludwig Wittgenstein.
9. Wittgenstein, culpable del antisemitismo de Hitler. Una de las vacas sagradas en las escuelas de filosofía es el austriaco Ludwig Wittgenstein. Alumno de Bertrand Russell, inspirador del positivismo lógico, la filosofía analítica y creador de la filosofía del lenguaje común, Wittgenstein es por mucho una de las grandes figuras de la historia de la filosofía del siglo XX, y ha inspirado la carrera de cientos de filósofos profesionales, incluyendo algunos grandes nombres, como Gilbert Ryle, Peter StrawsonIan Hacking, Daniel Dennett, A. C. GraylingMassimo Pigliucci o Alejandro Tomasini Bassols. También ha sido duramente criticado ya que la filosofía de Wittgenstein (del primero y el segundo) es básicamente antifilosofía, pues busca reducir todos los problemas filosóficos a problemas del lenguaje, como si cualquier problema general de ontología, ética o axiología, no fuera más que un conjunto de malentendidos lingüísticos que deben dilucidarse. Así, algunos de sus seguidores llegaron asegurar cosas como que la visión es un tema de semántica solamente, o que el tiempo no existe en realidad. Para peor, otros, inspirados en la filosofía wittgensteniana, aseguran que todo problema social en realidad es un problema del lenguaje. Muchos ven la influencia de Wittgenstein como un enorme retroceso en el progreso de la filosofía científica. El segundo Wittgenstein es el único filósofo analítico que conozco que continentales y posmodernos llegan a citar como referencia. Otro dato curioso: Wittgenstein es el único filósofo analítico que llegó a elogiar Ser y tiempo, de Martin Heidegger.

Podríamos pasar mucho tiempo discutiendo los aportes de Wittgenstein a la filosofía sobre el lenguaje, la ciencia, la política, la percepción, las matemáticas, la mente, la mística y la religión, o su influencia en otras disciplinas como la lingüística, la sociología, la antropología o la psicología, pero eso tal vez lo podamos hacer en otro momento. Si usted quiere introducirse en la obra de Wittgenstein, consulte el enlace de la Stanford Encyclopedia of Philosophy que compartí al inicio del párrafo anterior, o busque Wittgenstein y sus críticos (editado por Tomasini Bassols y Grajales Porras); o los libros Wittgenstein, de A. J. Ayer y Estudios sobre las filosofías de Wittgenstein, de Tomasini Bassols. Tal vez podríamos concluir que Wittgenstein fue muy influyente en la historia de la filosofía (para bien o para mal), pero, ¿y si Wittgenstein también influyó en el desarrollo de la civilización (o su retroceso) en el siglo XX?

Un libro de 1998 así lo afirma. Lo que es más, no solo fue influyente, sino que Wittgenstein sería directamente culpable del antisemitismo del propio Hitler. Según The Jew of Linz, de Kimberley Cornish, Wittgenstein y Hitler asistieron a la misma escuela cuando eran niños, y lo que es más, se llegaron a conocer, se cayeron mal y terminaron peleando. Cornish asegura que esta pelea marcaría el odio a los judíos que Hitler desarrollaría con el paso del tiempo (Wittgenstein tenía descendencia judía). Por si fuera poco, Cornish también afirma que Wittgenstein, siendo adulto durante la SGM, estuvo involucrado con los "cinco de Cambridge", un grupo de espías en Reino Unido que pasaba información estratégica a la URSS. Por más que parezca una emocionante novela policíaca, por el momento no analizaremos los supuestos enlaces entre Wittgenstein y los comunistas (después de todo, se supone que este no es un artículo sobre Wittgenstein, ¿recuerdan?).

Cornish señala que, a principios de 1900's, el filósofo y el Führer asistieron al colegio Realschule, en Linz. Es ahí donde Wittgenstein se cruzó con el joven Hitler, tal como demostraría esta fotografía:

¿Estaban Ludwig Wittgenstein y Adolf Hitler en el mismo salón?
Si las conclusiones de Cornish son correctas, estaríamos hablando de que Wittgenstein es el responsable del surgimiento del antisemitismo de Hitler, del Tercer Reich y de la Segunda Guerra Mundial, ¿o no? Bueno, en realidad no. Aunque los biógrafos serios sí coinciden en que Wittgenstein y Hitler fueron a la misma escuela, también lo hacen al afirmar que, lo más seguro, es que estos dos personajes nunca se llegaron a cruzar. Ray Monk, probablemente el mayor especialista sobre la vida de Wittgenstein, ha sido categórico en que el relato de Cornish carece de la más mínima prueba. Lo que es más, de acuerdo a los Archivos Federales de Alemania, Hitler estuvo en Realschule de 1901 a 1904, mientras que Wittgenstein ingresó a esa misma escuela en 1903. De haberse cruzado Wittgenstein con Hitler, habría sido entre 1903 y 1904, año en que Hitler fue expulsado por ser un "niño problema". ¿Y qué hay de la foto donde los muestran a ambos? ¿Es un fraude? Resulta que tal foto es auténtica, pero no muestra a Wittgenstein. La fotografía fue tomada en 1901, y en efecto, muestra al joven Hitler, pero Wittgenstein estaba a dos años de siquiera ingresar en la escuela, por lo que no hay manera que este filósofo apareciera ahí.

Aunque ha sido usual que se relacione a algunos filósofos como las influencias directas en el pensamiento de Hitler (incluyendo también a Hegel y Nietzsche, autores que el Führer sí llegó a leer), resulta demasiado simplista suponer que la lectura de alguno, o el confrontamiento infantil con otro, fuera el detonante de las ideas de odio de este oscuro personaje. Los biógrafos de Hitler coinciden en que sus ideas fueron desarrollándose con el tiempo a raíz de sucesos tanto familiares como por sus intereses en las ideas conspiracionistas que culpaban a judíos y comunistas de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial. En Mi lucha, Hitler así lo afirma, diciendo que fue la derrota de Alemania lo que le hizo pensar en que los responsables habían sido los judíos, traidores de la patria. Y no, Wittgenstein no aparece mencionado en tal libro.

Tal vez Cornish hizo que la vida de Wittgenstein resultara más emocionante para los no-filósofos (en general, la vida de los filósofos suele ser algo aburrida para aquellos que no están interesados en esta disciplina.. y los entiendo perfectamente), pero tal emoción no parece coincidir con la realidad.

Véase más: "Wittgenstein and Hitler Attended the Same School in Austria, at the Same Time (1904)", artículo de Dan Colman en Open Culture; "Ludwig Wittgenstein" entrada en la RationalWiki.

8. El bebé Hitler. Siguiendo con la infancia de Hitler, en 1933 (año en que el partido nazi toma el poder en Alemania) circuló una curiosa fotografía donde aparecía un bebé bastante grotesco. El niño parecía amenazador, con el ceño fruncido, ojos pequeños y oscuros, y un peinado que curiosamente se estaba haciendo bastante popular gracias a cierto personaje autonombrado Führer. Se afirmaba que ese bebé no era otro que el mismísimo Adolf Hitler:


La imagen, según nos cuenta la información del Museum of Hoaxes, fue distribuida por Acme Newspicture Inc., y publicada en varios periódicos y revistas. En ese mismo año, el Chicago Tribune publicó la fotografía junto a otra de Hitler, siendo adulto, posando junto a 500, 000 agricultores y tropas de asalto, con el encabezado célebre: "Two Pictures of Hitler." La fotografía llegó hasta el consulado de Alemania, quienes escribieron a Chicago Tribune, aclarando que tal fotografía era una falsificación y que Hitler no era tan feo de bebé. El consulado de Alemania incluso le mandó una foto auténtica de Hitler al diario. Hitler se veía así de bebé:


Nada aterrador, ¿cierto? Pero si el bebé aterrador no era Hitler, entonces, ¿quién era? En 1938, la señora Harriet Downs, de Ohio, descubrió la supuesta fotografía del bebé Hitler y de inmediato reconoció al niño: ¡se trataba de su propio hijo de un matrimonio anterior! El niño se llamaba John May Warren, y no era un monstruo, sino un niño normal. La sra. Downs se contactó con Acme Newspicture para aclarar este malentendido. La fotografía que la señora Downs mostró, es la foto de un bebé común, lindo, frunciendo el ceño:


Al parecer, alguien había retocado la imagen, ensombreciendo la cara del bebé y modificando los gestos. Si a esto le añadimos que la primera imagen venía acompañada con la asociación de uno de los personajes que más preocupaciones daba en aquella época, no es tan difícil imaginar cómo alguien podría llegar a creerse esta broma. John May Warren tuvo un breve tiempo de popularidad. Su rostro, ya como un niño normal de 8 años (que en nada se parecía a Hitler), apareció en los periódicos desmontando la falsa fotografía. Lastimosamente John murió poco después de esto, al caer de su bicicleta y atravesarse el pecho con una botella de leche.

John May Warren junto a la falsificación del bebé Hitler, y su fotografía de bebé original.
Las investigaciones de Acme Newspicture sobre cómo se originó esta falsa fotografía desconcertaron a muchos. Al parecer la foto salió de las oficinas del sindicato de Londres, que a su vez la recibió desde Austria, país natal de Hitler. ¿Qué hacía la foto de un bebé de Ohio en Austria? Es todavía un misterio, al igual que la identidad del falsificador (o falsificadores).

Véase más: "Baby Adolf", entrada en el Museum of Hoaxes, por Alex Boese.

7. Los diarios de Hitler. Así como pasa con cualquier otro personaje histórico, los objetos que se asegura pertenecen a Hitler son invaluables en el mercado negro. Las falsificaciones son la norma y no la excepción cuando se trata de Hitler. En 1983 no solo ese mercado, sino que medio mundo, se volvieron locos por lo que se aseguraba era "el acontecimiento histórico más grande de los últimos diez años". La revista alemana Stern anunciaba, con artículo de portada, que se habían descubierto los diarios personales de Hitler que abarcaban los años de 1932-1945. Los 62 volúmenes del diario escrito por Hitler causó gran revuelo de inmediato. Medios de comunicación, historiadores y aficionados a la SGM esperaban con ansias el contenido de tan impresionantes textos. Una minoría de escépticos se mantenían cautos; para estas personas, los diarios no podían ser otra cosa más que un vil fraude. Este caso es un excelente ejemplo de la necesidad de constatar afirmaciones extraordinarias con evidencias extraordinarias, ya que, de otro modo, tal como aprendió la revista Stern, tragarse afirmaciones extraordinarias sin corroborarlas puede salir muy, muy, muy caro. El Museum of Hoaxes explica toda la historia de este engaño.

Portada de la revista Stern que presentó
a los Diarios de Hitler como
el más grande hallazgo histórico de la
década.
Todo comenzó con el entusiasmo ingenuo del reportero estrella de Stern, Gerd Heidemann, un coleccionista de objetos nazis. Su más valiosa adquisición era el barco Carin II, perteneciente al comandante de la Ludwaffen, Hermann Göring. Heidemann compró el barco en 1973 con la esperanza de reconstruirlo y venderlo, recuperando su inversión y obteniendo ganancias extras. Pero las reparaciones fueron más costosas de lo que esperaba este periodista. Lo peor, no encontraba un comprador, y después de siete años se encontraba en una difícil situación endeudado. Fue así que en enero de 1980 Heidemann visitó a Fritz Steifel, un coleccionista rico de objetos nazis que vivía en Stuttgart, para ver si se interesaba por el Carin II. Pero Steifel no se interesó. Durante su visita, Steifel le mostró a Heidemann un artículo que recién había adquirido: un cuaderno de pasta negra que, al parecer, tenía una parte del diario de Hitler que abarcaba de enero a junio de 1935. El cuaderno intrigó a Heidemann, que de inmediato le pidió a Steifel que le dijera dónde lo había adquirido y con quién, pero este último se negó a dar mucha información, por el temor a exponer a su proveedor de antigüedades nazis.

Como periodista, Heidemann sabía que encontrar el diario de Hitler significaría el más grande hallazgo de su carrera, de modo que comunicó a sus compañeros en Stern sobre el posible descubrimiento. Casi todos lo ignoraron y tacharon la idea como una locura, excepto Thomas Walde, jefe de la división de investigación histórica de la revista. De acuerdo a la poca información que le dio Steifel, el diario era uno de los documentos encontrados de un avión accidentado al este de Alemania el último año de la guerra. El avión llevaba los documentos privados de Hitler, bajo el nombre de "Operación Seraglio". En vista de la inminente derrota, los nazis buscaban esconder y destruir sus documentos más importantes con tal de evitar que cayeran en manos enemigas. La historia del avión era verdad, por lo tanto, ¿por qué no serían verdaderos los diarios?

Utilizando sus contactos del mercado negro de antigüedades, Heidemann identificó a un tal "Herr Fischer" como el vendedor del volumen que Steifel tenía. Heidemann y Walde contactaron a Fischer, asegurándole que le darían dos millones de marcos a cambio de la colección completa de los diarios. Fischer se mostró interesado. Les aseguró a sus compradores que los diarios se los daba su hermano, quien era general en el ejército de Alemania Oriental, por lo que era de vital importancia guardar el secreto. En Alemania Oriental estaba prohibido el tráfico de objetos nazis, de modo que si era descubierto, el hermano de Fischer podía incluso llegar a pagar este crimen con su vida. Fischer también pidió negociar única y exclusivamente con Heidemann y con nadie más. En un inicio, la oferta de Heidemann y Walde no estaba autorizada por la revista Stern, pero luego de hablarles del descubrimiento a altos mandos de la empresa matriz, consiguieron la aprobación para comprar cada tomo de los diarios en 85,000 marcos, aunque después Fischer aumentaría el precio a más de 200,000 marcos por volumen, los cuales fueron entregados uno por uno a lo largo de dos años exclusivamente a Heidemann.

Heidemann por su parte había convencido a Stern que se le concediera un lucrativo contrato por su papel en la adquisición de los diarios. Heidemann, al verse con buen dinero, continúo con gastos excesivos. Compró cruceros de primera clase, departamentos, autos nuevos, y grandes cantidades de objetos nazis (la mayoría falsos). Aunque su extraño enriquecimiento con todo esto atrajo sospechas dentro de la revista, los directivos de Stern las desecharon ya que, después de todo, Heidemann era su periodista estrella. Para inicios de 1983, la revista Stern ya había gastado más de 9 millones de marcos en todo lo relacionado con los diarios, y sin embargo, éstos no habían sido sometidos a análisis de autentificación. Una razón de esto fue porque la revista buscaba llevar a cabo todo el proceso en secreto, cuidando que la competencia no se enterara del descubrimiento histórico.

Los únicos análisis a los que se habían sometido los diarios era al análisis de la escritura. Se analizaron muestras de la escritura de tres volúmenes del diario. Sin embargo, no sabían que dos de los documentos con los que se estaban comparando provenían de la misma fuente: Herr Fischer. Una tercera muestra se le comparó con un documento que se sabía estaba realmente escrito por Hitler, pero sorprendentemente, el diario analizado fue declarado auténtico (dando evidencia de la poca rigurosidad de dicho análisis). Stern también había enviado una página del diario a la policía alemana para su análisis, pero los resultados de las pruebas se recibieron después de la publicación de los diarios. Los estudios forenses daban un mal indicio de la autenticidad, pero tampoco eran resultados concluyentes, de modo que Stern continúo con su noticia. Además, no se le indicó a la policía qué era lo que estaban analizando; de haberlo hecho probablemente se le hubiera dado mayor importancia al análisis.

Así fue que Stern anunció la existencia de los diarios el 22 de abril de 1983, y tres días más tarde salió la revista con los diarios en portada. Este número fue el más grande en la historia de la revista, con un suplemento de 48 páginas sobre los diarios, y un tiraje de 2.3 millones de copias. Newsweek dedicó trece páginas a los diarios de Hitler, y The New York Times publicó artículos sobre los diarios en su portada durante cuatro días seguidos. La noticia de los diarios le dio la vuelta al mundo. La alegría para la revista Stern comenzó a declinar el 25 de abril, cuando se anunció una conferencia de prensa, en conjunción con la edición especial de la revista,  para presentar los diarios a los medios internacionales. Para esto se había preparado una película y se había invitado al historiador británico Hugh Trevor-Roper para responder las preguntas de la prensa; Trevor-Roper, autor del best-seller The Last Days of Hitler (1947) y reconocido especialista en la vida del Führer, en un inicio, bajo encargo de Newsweek, había certificado que los diarios eran auténticos, pero con algo de escepticismo a primera vista, ya que se sabía que a Hitler siempre le desagradó escribir por su cuenta. Trevor-Roper se terminó convenciendo de la autenticidad de los diarios. Esto le costaría su reputación en gran medida.

La rueda de prensa, contrario a lo que esperaban los organizadores, fue un desastre. Los reporteros, en vez de mostrarse contentos y felicitando a Stern por el hallazgo, se mostraron bastante críticos y cuestionaron la autenticidad de los diario de manera feroz. No ayudó mucho que, para el día de la conferencia, Trevor-Roper ya estuviera dudando también de la autenticidad de los documentos, respondiendo a la prensa internacional, con algo de vergüenza, que tal vez el método normal para la verificación histórica "había sido sacrificado en cierta medida a las exigencias de una primicia periodística." Ante esto, la revista Stern se vio obligada a autentificar los diarios, mandando en un inicio tres volúmenes completos a los Archivos Federales de Alemania Occidental (Bundesarchiv). Los resultados fueron el inicio de las terribles noticias para la revista: el 1 de mayo el Bundesarchiv presentó su informe, donde decía que "los tres volúmenes contenían rastros de poliamida 6, un material textil sintético inventado en 1938 pero no fabricado al por mayor hasta 1943." El informe pues, concluía que los tres libros eran falsos.

Impactados, la revista entonces mandó a analizar otros 15 volúmenes al Bundesarchiv, con la esperanza de que solo algunos diarios fueran falsos. Para el 6 de mayo del 83, se dieron los informes finales: todos los diarios eran falsos. Los resultados eran devastadores. Bundesarchiv demostró que el blanqueador y las fibras en el papel habían sido fabricados en los tiempos de posguerra, no antes ni durante la guerra. Los análisis fueron tan precisos que incluso se pudo datar la antigüedad de cada escrito. El diario que hablaba sobre Rudolf Hess, por ejemplo, tenía una antigüedad de solo dos años, y el diario fechado en 1943 tenía doce meses de haber sido creado.

Konrad Kujau.
Así como su publicación original, el anuncio de que los diarios eran falsos dio la vuelta al mundo rápidamente. Ahora se buscaba a los responsables. Herr Fischer, el vendedor secreto de antigüedades, era solo el alías de un falsificador de arte, célebre después de este fraude: Konrad Kujau. Kujau había sido el creador de todos y cada uno de los diarios. El diario que Steifel tenía había sido solo una de muchas falsificaciones que Kujau hacía para ganarse la vida. Pero luego de que Heidemann y Walde le ofrecieron dos millones de marcos, de inmediato se puso a crear más. Mientras recibía el pago de los diarios, que entregaba uno por uno conforme terminaba de escribirlos, escribía otros diciendo que su hermano (que sí estaba en Alemania Oriental, pero que era mozo, no militar) "descubría" nuevos volúmenes que se mantenían ocultos. La revista Stern se tragó todo el cuento y llegó a pagar más de 200,000 marcos por cada volumen. Cuando se descubrió el fraude, Kujau huyó a Austria mientras detenían a Heidemann.

Luego de enterarse que Stern había gastado 9 millones de marcos, y que él solo había recibido 2 millones, Kujau, furioso, se entregó a las autoridades y confesó que el fraude fue orquestado por él y que Heidemann sabía del engaño desde el principio. Heidemann fue acusado de fraude y de robar más de 1.7 millones de marcos de Stern, y Kujau de haber recibido 1.5 millones, lo que dejó desaparecido más de 5 millones que nunca fueron encontrados. En total, se piensa que la revista Stern perdió algo así como 19 millones de marcos (más de 6 millones de dólares actuales) a causa del fraude, incluyendo el pago por los diarios, las bonificaciones que se le dieron Heidemann, la compensación a los editores despedidos luego del escándalo del engaño, los gastos de cancelación de números especiales posteriores dedicados a los diarios y otros gastos diversos.

Kujau, luego de tres años en prisión, se volvió un artista famoso que vendía falsificaciones famosas, no solo de obras de arte firmadas como Hitler, sino también de Dalí, Van Gogh y otros artistas famosos. Murió en septiembre de 2000. Para 2006, su nieta, Petra Kujau fue acusada de vender falsificaciones de las falsificaciones de Kujau. Petra compraba algunas piezas de arte barato por (el equivalente de) unos pares de dólares, las firmaba como Konrad Kujau y las revendía por varios miles de dólares (eso de la estafa lo lleva en la sangre). Heidemann permaneció en prisión por cuatro años. Hoy en día es un anciano que, de acuerdo a él mismo, recibe una pensión de 280 euros al mes, viviendo modestamente en la pobreza.

Los diarios de Hitler están catalogados hoy día como uno de los engaños más grandes de la historia, y en palabras de la revista Stern es "la más cara colección de papel viejo de la historia".

Véase más: "The Hitler Diaries", entrada en el Museum of Hoaxes, por Alex Boese.

6. El arma maravilla. Una de las teorías de la conspiración favorita de, bueno, los conspiracionistas, es aquella que afirma que Hitler tenía un arma con la que pondría fin a la guerra. La Wunderwaffen o "arma maravilla" fue el nombre con el que los nazis nombraron a varias armas que se encontraban creando hacia el final de la guerra y que, suponían, les terminaría por darles la victoria en el campo de batalla. Entre estas armas se incluían aviones extravagantes, tanques descomunales (como Landkreuzer P.1000 Ratte o el P.1500 Monster) y cañones gigantes, e incluso se hablaba de un arma solar, una clase de satélite o espejo parabólico en órbita diseñado para enfocar la luz del sol en un lugar específico de la Tierra. La mayoría de estos proyectos eran delirantes fantasías. Algo importante es que algunos de estos ambiciosos proyectos tuvieron éxito, como el misil V2, lanzado en los bombardeos de Londres y Amberes. Los científicos e ingenieros nazis que trabajaban en estos proyectos, al final de la guerra, fueron enviados en secreto a EEUU y la URSS, principalmente, para proyectos militares de estas potencias. Proyectos encubiertos como la Operación Piperclip (donde científicos nazis de alto rango, como Wernher von Braunterminaron en suelo americano), que terminaron dando espectaculares programas y máquinas espaciales, como el Saturno V (el cohete que propulsó a las misiones Apolo), son ejemplos de auténticas conspiraciones de posguerra, donde se les perdonó la vida a varios cientos de nazis.

Pero esto o no suele interesar a los conspiracionistas o suelen verlo solo como "la punta del iceberg" de una conspiración mayor. Algunos teóricos de la conspiración aseguran que la auténtica arma maravilla logró ser construida por los nazis gracias a la ayuda de inteligencia extraterrestre, creando así platillos voladores de guerra. Tan disparatado como pueda sonar, el ovni nazi es hoy día una de las historias favoritas de los vendedores de misterio. Los nazis, se dice, trabajaban en varios proyectos de aviones con forma de disco basados en ingeniería inversa. Uno de estos, el más famoso en la actualidad, es Die Glocke (la campana) , era (dependiendo del ufólogo con el que se hable) una nave para viajar en el tiempo, o una máquina anti-gravedad. Se supone que se trataba de un platillo volador con dos cilindros de contra-rotación que utilizaban "mercurio rojo" como combustible nombrado en clave como Xerum 525. Aunque nunca se ha encontrado evidencia física o documental que corrobore estas afirmaciones, se suele asegurar que una estructura que actualmente se encuentra en ruinas, cerca de la mina de Wenceslao (conocido como"El Henge") era el sitio de fabricación de esta peculiar nave. Algunos piensan que los nazis siguen fabricando estas armas y fueron los responsables de los avistamientos de ovnis de las últimas décadas. De acuerdo a algunas personas, se supone que aún existe una base nazi en la Antártida, llamada "Nueva Suabia", pero esto ya es demasiada conspiranoia. Tal vez hablemos de Nueva Suabia en alguna otra ocasión.

Como expliqué en una entrada anterior, los teóricos de la conspiración aseguran que fue el general de la SS Hans Kammler, ingeniero y líder de proyectos secretos de la Alemania nazi (supervisor del programa de los misiles V-2 y los programas de aviones privados) quien estuvo a cargo de la creación de naves antigravedad como Die Glocke en la mina de Wenceslao. Prueba de ello es la extraña construcción en forma circular (como si su arquitectura, dicen, hubiera sido planeada para guardar un objeto en forma de platillo). Se dice también que Kammler entregó el proyecto del platillo volador a sus nuevos "jefes" una vez transportado a los EEUU como parte del proyecto Paperclip (aunque la historia oficial nos sugiere que lo más probable es que se haya suicidado en 1945) y que en una prueba en diciembre de 1965 con un prototipo estadounidense de Die Glocke se accidentó en Kecksburg, Pennsylvania.

Este acontecimiento marcaría el comienzo de uno de los casos de incidente ovni más extraños en la historia estadounidense: el incidente de Kecksburg. Todo esto suena por demás fantástico, pues conspiración, suspenso, ciencia ficción e historia se combinan. Pero, ¿cuánta historia y cuánta ficción están inmersas en los relatos de ovnis nazis? ¿Cuánto es un hecho histórico y cuánto es solo una ilusión de novela ficticia? Aunque los primeros reportes y teorías sobre naves secretas nazis datan de los avistamientos de los foo fighters, para decepción de muchos, la fuente de las historias de platillos voladores nazis no está en el archivo histórico de ninguna potencia, ni en los vestigios de algún prototipo de los años 40, ni en ningún documento desclasificado con las firmas de Kammler o de algún nazi involucrado, sino de un libro publicado en el año 2000.

The Truth About of the Wunderwaffen, del historiador militar polaco Igor Witkowski, apareció en el 2000 con una historia increíble que relatar: en 1997 Witkowski tuvo acceso a un interrogatorio clasificado (desde luego, no se le permitió copiar archivos ni tener una sola prueba de que en verdad fue testigo de datos secretos) al oficial de la SS Jakob Sporrenberg, en la cuál el oficial interrogado confiesa ser testigo de una serie de proyectos de alta tecnología. Sporrenberg menciona un proyecto de una nave antigravedad llamada Die Glocke. Esta historia se popularizó en 2002 en The Hunt for Zero Point de Nick Cook. A partir de aquí es que la fiebre ovni-nazi se desata, y qué mejor lugar para desencadenar un mito de esta magnitud sino es en internet. Los sitios web que hablan de conspiraciones y encubrimientos extraterrestres se deleitaron con estos relatos sin antes verificar su autenticidad.

Si Witkowski vio realmente una entrevista a Sporrenberg o simplemente lo inventó es algo que probablemente nunca lo lleguemos a saber con absoluta certeza. Lo que sí sabemos con certeza es que Sporrenberg fue un oficial nazi condenado a muerte en los años 50s que nunca tuvo nada que ver con ciencia o proyectos tecnológicos de la SS. Él fue un oficial de campo de lucha contra los partisanos, pero nunca tuvo que ver con proyectos de aeronáutica o tecnología alguna.

El satélite Kosmos 96,
increíblemente similar a la
descripción del ovni de
Kecksburg y a Die Glocke.
Si la historia de los ovnis nazis son un invento del siglo XXI, ¿qué pasa con "El Henge"? La misteriosa estructura de la mina de Wenceslao fue utilizada para la fabricación de tanques, y no existe registro (o razón) que haga pensar que era un taller de platillos voladores. ¿Y qué hay de Kammler, el proyecto Paperclip y el incidente de Kecksburg? Tal y como se señaló desde un principio, no hay nada que indique que Kammler perteneciera al proyecto Paperclip o que entregara los planos de Die Glocke a los Estados Unidos, porque para cuando comenzó el Proyecto Paperclip Kammler estaba presumiblemente muerto.

En cuanto al incidente de Kecksburg, aunque se trata de un caso misterioso y se barajaron varias hipótesis que iban desde un meteorito hasta una nave extraterrestre, lo más probable es que se haya tratado de restos de desechos quemados de la sonda soviética Kosmos 96. Aunque han existido ciertas irregularidades en el manejo de la investigación por parte de la NASA y la Fuerza Aérea de EEUU, los hechos básicos se siguen sosteniendo. Y el hecho es que incluso parecen haber sido analizados pedazos de la sonda. Era lógico que en aquel entonces se encubriera y desinformara debido a la paranoia existente con relación a un posible ataque ruso a los Estados Unidos durante el periodo de Guerra Fría. Encubrir el caso fue un asunto de seguridad nacional, no de contactos extraterrestres y tampoco de proyectos nazis recreados en EEUU.

Las especulaciones sobre el incidente de Kecksburg y Die Glocke recobraron popularidad en tiempos recientes gracias a la promoción especulativa de programas transmitidos en canales "serios" como The History Channel y Discovery. Tristemente, las series dedicadas a estos temas no han podido mostrar evidencias nuevas que sugieran algo verdadero sobre los platillos voladores nazis. Solo la misma especulación de siempre.

Véase más: "Retos UFO-Ilógicos II: El ovni nazi", artículo de mi autoría del que tomé algunas partes para crear este apartado;  "Wunderwaffen: Nazi Wonder Weapons", artículo de Brian Dunning en Skeptoid.

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