Así acabó el escándalo de la Revista de la Universidad de México: el artículo que defendía la cientificidad y utilidad de la astrología fue retirado. Al entrar al enlace escrito por el astrólogo y crítico de cine Javier Betancourt, se puede leer la aclaración:
A petición de algunos miembros de la comunidad científica, el Consejo Asesor de la revista se reunió y votó de manera no unánime por sustraer este artículo del número, ya que no cumplía de manera cabal con los principios de nuestra publicación.Para los que no estén al tanto del tema, parece que todo comenzó cuando el citado artículo fue compartido por el divulgador Martín Bonfil Olivera en el grupo No a la pseudociencia en la UNAM, desde donde una multitud nada despreciable de académicos y estudiantes de aquella universidad mostraron su indignación al enterarse que una revista de la máxima casa de estudios en México estaba dando espacio a una vulgar estafa.
Por favor, retracten el artículo, publiquen una disculpa y pídanle un texto en su lugar a alguno de nuestros distinguindísimos astróNOMOS, que habrán visto con desolación cómo su propia universidad traiciona sus décadas de estudio y dedicación científica. Por el honor de la UNAM y por nuestra deuda con personas como Arcadio Poveda, Manuel Peimbert, Julieta Fierro, Shahen Hacyan y muchísimos otros, les ruego que tomen medidas y que algo así nunca vuelva a ocurrir.
La petición de Change.org no ofrecía refutaciones ni críticas específicas al artículo, sino que se limita a expresar que su autor, como "universitario, me resisto a pensar que mi alma máter pueda dar cabida a semejantes despropósitos, totalmente refutados, como digo, hace siglos." Areán Álvarez hace una mención breve de dos fuentes para descartar a la astrología, la Stanford Encyclopedia of Philosophy y la Wikipedia (para cualquier interesado en mayor bibliografía sobre este punto, puede buscar en Bad Astronomy, SkepDic, FAQ Escéptico, el monográfico de ARP-SAPC o en la legendaria página Astrology and Science, con una recopilación completa de los estudios críticos de la astrología), por lo que queda en evidencia que esta petición no es una respuesta crítica ni una refutación al artículo de Betancourt, ni tampoco pretende serlo. Como bien se menciona en la misma, las críticas a la astrología llevan siglos siendo esgrimidas.
El debate sobre si debía ser retirado o no el artículo parecía casi irrelevante, dado que una mayoría de comentaristas de las redes sociales abogaban por el "sí". Una interesante excepción fue el físico y divulgador Sergio de Régules, cuya reflexión en redes sociales resultó bastante fructífera y útil para discutir el papel de las revistas de difusión cultural, así como el de los críticos de artículos como el de Betancourt. La postura de este divulgador de la ciencia no fue comprendida por muchos (yo incluido, lo admito) en un primer momento: la astrología, como otras pseudociencias, no debería tener espacio para su promoción en las revistas y demás medios de difusión cultural (a menos que sean usados de forma didáctica para enseñar historia de la ciencia, verdadera ciencia y/o pensamiento crítico), pero si algún artículo que la promueve abiertamente llega a publicarse en uno de estos espacios, lo mejor es que sea atacada con artículos bien argumentados en el siguiente número de la publicación. No debería pasar, ya que las revistas de divulgación (como las académicas) tienen que contar con criterios rigurosos para la selección y aceptación de artículos, proceso que debería descartar la promoción de cualquier tipo de charlatanería.
Mientras los comentarios en la publicación de Sergio de Régules continuaban, la Revista de la Universidad de México eliminó el artículo. Aunque inicialmente marcaba algo como "no encontrado" sin exponer ni el título de la entrada de Betancourt, posteriormente el enlace solo ofreció la breve explicación señalada al inicio de esta entrada, mostrando también el título original de "Astrología, hoy y mañana."
Hay varias preguntas que, creo yo, quedan sin responder en este caso. ¿Cómo fue posible que se llegara a publicar este escrito, siendo que su autor no oculta su desprestigiado oficio? ¿No fue revisado por todos los miembros del consejo asesor universitario y el consejo editorial (entre los que se encuentran el famoso físico teórico Miguel Alcubierre)? ¿Por qué tras la presión lo eliminaron sin ofrecer una explicación sobre cómo fue aceptado, así como cuáles criterios se usaron para borrarlo de la página? ¿Solo por la votación (o sea, fue una decisión subjetiva de gusto o apoyo), sin expresar los argumentos que los ayudaron a votar? ¿Cómo estar seguros que la revista no cometerá el mismo error de aceptar escritos pseudocientíficos si no existe criterio, aparentemente, más allá de la presión mediática que el consejo asesor pueda observar? Y es que parece ser ese el único criterio que se usó, dado que el mismo número de la revista tiene otro artículo tan magufo como el de Betancourt. ¿Por qué ese no fue eliminado?
El otro artículo magufo del que les hablo se titula "Algunas experiencias con la adivinación", que casualmente está siendo promovido en las redes sociales de la revista como si fuera crítico con los fenómenos paranormales, cuando en realidad leemos lo siguiente:
Hace unas cuantas semanas un amigo me recomendó a un astrólogo que le había trazado su carta astral y, después de varios meses de encierro y de entender que los virus constituyen una fuerza selectiva dentro de la evolución humana, decidí contactarlo. Para calcular la mía, el astrólogo necesita mi fecha, hora y lugar de nacimiento, de esta manera es posible identificar la ubicación de los planetas en el momento en que nací. Esta información la tiene que combinar con las doce casas astrológicas, que son divisiones celestes, y los doce signos del zodiaco, que están en constante movimiento en esas casas, con lo que puede deducir patrones energéticos. “Lo que hago es recrear la fotografía del cielo del momento en que naciste”, me explicó vía telefónica. Me envió un mapa y empezó a revelar detalles muy precisos de mi vida: que pesé mucho cuando nací —casi cinco kilos—; que antes de los cuatro años ya me había mudado varias veces de país; hizo una descripción muy precisa y acertada de las dinámicas de nuestra familia; me comentó que actualmente me dedico a la gestión cultural; hizo una sinopsis de mi historia sentimental. Durante la lectura, el astrólogo compartía detalles muy técnicos sobre la posición de los planetas, que yo no entendía, y ante mi desconcierto concluyó diciendo que “la astrología es una herramienta para tomar conciencia de la vida.”
Su autor, el guionista y director de cine panameño Papús von Saenger, parece estar convencido que la astrología tiene mayor sustento que las creencias paranormales y las otras técnicas de adivinación, tal como nos muestra la conclusión de su ensayo (subrayado es mío):
Es probable que las manifestaciones paranormales no sobrevivan a una rápida revisión del efecto ideomotor, fenómeno psicológico en el que un sujeto realiza movimientos inconscientes que erróneamente atribuye a una fuerza sobrenatural. Aunque es en el autoengaño que radica precisamente su interés y su enseñanza, hay que resistir a la posibilidad de que una manifestación no sea nada, establecer un pequeño ejercicio de fe donde nuestras habilidades para ficcionar ayuden a asimilar la experiencia. Por el contrario, la lectura astrológica —que no recurre a la adivinación sino a la aplicación de fórmulas matemáticas (ahora a cargo de un algoritmo) que derivan en hechos históricos— plantea retos teóricos mucho más estrafalarios. Si bien las cartas del tarot buscan predecir el futuro, y la ouija hurga en el pasado al contactar entidades no vivas, la información que deriva de los astros establece sobre todo la ausencia de un tiempo real: todo siempre estuvo ahí. La ciencia y la ficción se unen, como escribía Jorge Luis Borges en “El jardín de los senderos que se bifurcan”: “pensé en un laberinto de laberintos, en un sinuoso laberinto creciente que abarcara el pasado y el porvenir y que implicara de algún modo a los astros.” Pasamos de la superstición a la superación personal, de ésta a un panteísmo donde nos convertimos en un metabolismo energético que se enfrenta a varias dimensiones de decodificación de acuerdo con nuestro nivel de conciencia. Nos enfrentamos a un braille rizomático de repeticiones de estructuras, tramas donde un evento contiene la clave de otro evento ad infinitum. Finalmente llegamos a la materia oscura, ese primo lejano del fotón a cargo de la expansión universal, y en esta enorme opacidad silenciosa todo se acomoda para que se produzca el contacto: en alguna parte, un grupo de adolescentes alcoholizados saca una ouija y quiere saber quiénes somos y qué vemos.
Por favor, hasta parece una entrada creada con el generador automático de verborrea estilo Deepak Chopra. Es difícil creer que alguien pueda pensar que esto es un artículo crítico y académicamente serio. Pero sigue ahí en el portal de la revista dirigida por la escritora Guadalupe Nettel (quien, dicho sea de paso, también ha tenido sus coqueteos con la astrología por twitter). ¿Cómo fue que el criterio usado con Betancourt no se usó con von Saenger? ¿No es eso una injusticia para con el astrólogo?
Para concluir, si me lo preguntan, en mi muy humilde e ignorante opinión, parece evidente que la Revista de la Universidad de México no tiene claro qué es el administrar una revista de difusión cultural, tomando decisiones que no parecen ser compartidas por sus propios consejos de asesores, sin dar explicaciones a sus lectores y desapareciendo artículos no en base a criterios críticos y rigurosos, sino a la relativa presión social, dejando que continúen en sus páginas verdaderos insultos a las personas que piensan que se trata de una revista seria.
Interesante el punto, y creo que válido, que la revista deberįa tener criterios consistentes de publicación en vez de responder a presiones de change.org
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