Es la base de las creencias
cristianas en el mundo. El mayor acontecimiento que dio origen al cristianismo
mismo. La “prueba” de la existencia de un Dios todopoderoso y bondadoso, el
cual, se preocupa por nuestra salvación.
La resurrección, y más en concreto la
resurrección de Jesús, es la creencia
base de la mayor religión del mundo: el cristianismo. Y así ha sido por más o menos 2000 años.
Según nos han contado
desde que éramos niños, Jesús, es el hijo de Dios, él es Dios hecho hombre. Es
el redentor prometido a Adán y Eva, luego de que éstos cometieron la letal
falta con el pecado original. Entonces, según nos cuentan, Jesús es la única
alternativa para la salvación de toda la humanidad.
Según la historia
tradicional, cuando Jesucristo llegó, se
dispuso a predicar por cerca de tres años (de sus 30 a
los 33 años de su vida); fue traicionado
por uno de sus discípulos, arrestado, mal enjuiciado y por último, crucificado.
Cuando el mundo estaba por olvidarse de él, al tercer día, sucedió algo “increíble”:
Se levantó de la tumba, se les apareció a sus más allegados y luego subió al
cielo.
Entre todas las historias del catecismo, ésta
es la más genial de todas las que escuché, y por mucho tiempo la creí fielmente
como todo buen católico. Sin embargo, con el paso del tiempo, me comencé a
interesar por la veracidad histórica de la biblia, de modo que comencé a buscar
en fuentes de historiadores y arqueólogos bíblicos, para saber qué tan real y
precisa era la biblia respecto a la historia y vida de Jesús. Lo que fuí
encontrando, en parte me decepcionó, pues creía que iba a encontrar abundantes pruebas que
demostrarían mis creencias religiosas. Aún con todo y a pesar de la
decepción, a la vez que me daba cuenta
que estaba equivocado, también me iba interesando cada vez más por la historia
de las religiones. Me di cuenta que cada religión cuenta con un propio sistema
de creencias, asegurando, cada una de ellas, ser poseedora de la verdad última.
Luego me propuse encontrar la veracidad
histórica de la existencia de Dios, encontrando un punto en el que se origina
dicha creencia; así fue como cada vez más me fuí convenciendo de que la creencia
en Dios, aunque pueda ser una creencia
reconfortante y esperanzadora, está equivocada desde un punto de vista
científico e histórico, pues dicha creencia carece de evidencias y de todo
sentido lógico.
Sin
embargo con frecuencia me topaba con
algo extraño: algunos autores e investigadores, que se preguntaban sobre la
historia de Jesús, afirmaban que la
resurrección era “el punto” en el que la
historia terminaba sus investigaciones y comenzaba la fe. La resurrección,
entonces, no es estudiada desde un punto de vista histórico, o es lo que
querían dar a entender estos autores. Y entonces la pregunta fundamental
que me venía a la cabeza era ¿qué es la historia?
Y me contestaba con más preguntas, ¿no es
acaso una ciencia? Y como tal ¿no tiene la obligación de buscar la
realidad de los hechos y fenómenos que estudia, sin importar las creencias propias?
Si aceptáramos el
alegato de estos autores, si no se
pudiera desmentir o autentificar un dogma cristiano, entonces tampoco es
posible desmitificar o autentificar los dogmas de otras religiones. Por
ejemplo, de ser así, no podríamos decir
que si o que no en cuanto se refiere a que el ser humano fue creado a partir del maíz, como lo afirmaban las
religiones prehispánicas; o que Mahoma se encontró con ángeles y de ahí creo el
Corán, para después subir al cielo, dejando la huella de su sandalia en una
roca; o que Joseph Smith se encontró en un bosque a Dios y a Jesús, y que éstos
a su vez le dijeron que encontraría unas placas de oro –las cuales, nadie jamás
ha visto- con las que escribiría el Libro
del Mormón, fundando así la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días (o mormones). Si la historia no se mete con lo que dicen las
creencias, entonces no es historia ni tampoco ciencia, sino fe y mala ciencia.
En busca de una prueba más allá de la fe
Entonces, ¿no es acaso
obligación de la historia como ciencia el buscar la realidad de estos supuestos hechos?
La respuesta, tanto por definición como por –prácticamente- obligación, es sí. Como
ciencia, tiene la obligación de investigar y profundizar en lo que se piensa
pudo ser un hecho histórico; dejando de lado prejuicios y creencias, tanto
personales como populares, siempre buscando la verdad sin importar si la verdad
es o no del agrado personal.
Y lo que encontró la
verdadera historia científica es en parte decepcionante para todos aquellos que
creen que Jesús resucitó.
En primer lugar, lo
que popularmente se conoce como “la principal evidencia” sobre la resurrección
de Jesús son los evangelios. Esto quiere decir que es un caso muy débil de
evidencias, pues los evangelios fueron escritos alrededor de 30, 40 o 100 años después de que el Jesús histórico
debió morir; por lo que los autores de dichos escritos nunca lo conocieron y,
por tanto, no pudieron haber confirmado con su testimonio la resurrección como
un hecho histórico. Los evangelios no son evidencia de nada entonces.
La segunda “evidencia”
son los documentos del predicador Pablo de Tarso, quien (presuntamente) murió por su fe, y –por
cierto- fue uno de los primeros mártires cristianos. Pablo fue el primero
en afirmar que Jesús fue crucificado por
nuestra salvación (siendo Jesús, supuestamente, la persona que más ha sufrido
en la historia) y luego resucitó dando prueba de su naturaleza divina. Sin
embargo, Pablo tiene un gran problema con la historia, pues al igual que los
autores de los evangelios, él nunca conoció a Jesús. Pablo, era de hecho, un
perseguidor de cristianos que, después de caerse de un risco, dijo haber visto
a Jesús, mientras estaba inconsciente. Fue
a partir de esta visión que se
volvió al cristianismo. De modo que Pablo tampoco puede ayudar a probar que
Jesús resucitó.
Otra “evidencia” que
cuentan los creyentes es el número de testigos mencionados en la Biblia. Si
juntamos los relatos bíblicos, Jesús, luego de resucitar, se apareció en más de once ocasiones a diferentes personas; desde la
aparición a María Magdalena en la entrada de la tumba, e incluso la escena en
que Santo Tomas – a quien hacen pasar como alguien escéptico- mete el dedo en
las llagas de la crucifixión. Pero, ¿Qué no ya se descartó la biblia como
fuente histórica confiable? Resulta ser
que con cada evangelio, se cuenta una historia diferente sobre los testigos de
la resurrección.
Contradicciones Bíblicas
Dependiendo del
evangelio del que se hable, se narra una historia distinta sobre cómo fue la
escena de la resurrección. Por ejemplo, en Mateo 28:1, se narra que al tercer
día después de la crucifixión, “fueron María
Magdalena y la otra María [según la Biblia Latinoamericana, la madre de
Santiago el menor] a visitar el sepulcro.
De repente se produjo un gran temblor: el Ángel del Señor bajó del cielo y,
llegando al sepulcro, hizo rodar la piedra que lo tapaba y se sentó encima.”
Luego de tan escalofriante acontecimiento, Mateo nos cuenta que los guardias (en
este evangelio había guardias en la tumba) quedaron paralizados del miedo “como muertos”.
El ángel les habló a
las mujeres para decirles que no temieran y que vieran con sus propios ojos que
el sepulcro estaba vacío. Jesús “ha resucitado tal como lo había anunciado”,
asegura el espíritu de luz. Luego de esto, las
mujeres corren hacia donde se encontraban los apóstoles para darles las “buenas
nuevas”. Entonces, Jesús se les aparece a las mujeres, anunciándoles que deben
ir con los apóstoles a Galilea, donde lo verán.
La escena que narra
Mateo tal vez sea bastante familiar a como lo retratan las películas de poca
calidad de semana santa, pero lo importante en este pasaje es distinguir las
características del supuesto hecho: primero, las personas que van y visitan la
tumba son solo dos mujeres (María Magdalena y la otra María); segundo, lo que sucede es un terremoto, un ángel baja
del cielo y mueve la piedra del sepulcro; en la tumba, había guardias romanos;
Jesús apareció a las mujeres antes de que éstas llegaran con los discípulos.
En cambio, el
evangelio de Marcos narra una historia distinta. En Marcos 16:1 se asegura que
María Magdalena, la otra María y Salomé fueron a la tumba temprano. Luego se
nos dice que la piedra de la tumba ya estaba movida; al entrar al sepulcro, las
mujeres vieron a un “joven sentado al lado derecho, vestido enteramente de
blanco…”, al parecer, se trata de un ángel que les dice que Jesús ya resucitó,
y que ellas tienen que avisar a los discípulos. Luego dice que por miedo, las
mujeres no dijeron nada. Al párrafo siguiente, Jesús se aparece solo a María
Magdalena para que ella informe a los apóstoles. Éstos no le creen.
Si bien el relato continúa, hasta aquí hagamos
comparaciones: en Mateo se dice que solo fueron dos mujeres las que visitaron
la tumba el domingo por la mañana. En Marcos, son tres; en Mateo, se narra que
había guardias, que ocurrió un gran temblor y que la piedra fue movida por un ángel
que bajó del cielo. En Marcos nada de esto ocurre; en Marcos, dentro de la
tumba se encontraba lo que parece ser un ángel (aunque el evangelio no lo dice)
que les dice a las tres mujeres que Jesús resucitó. En Mateo, las dos mujeres
ni siquiera entran a la tumba, pues el ángel que movió la piedra les dijo que
su maestro había resucitado; en Mateo, las dos mujeres van con los discípulos,
y ahí mismo Jesús se aparece. En Marcos, Jesús primero se le aparece solo a
María Magdalena.
Las anomalías y contradicciones son evidentes:
¿fueron dos o tres mujeres las que visitaron la tumba? ¿Fue un ángel que bajó
del cielo el que movió la piedra o la piedra ya estaba movida con un ángel
dentro de la tumba? ¿Había o no guardias romanos? ¿Hubo o no un gran temblor?
¿Jesús se apareció a todos al mismo tiempo, o primero a María Magdalena?
Si continuamos con la
comparación de la escena de la resurrección en los evangelios de Lucas y Juan,
encontraremos aún más anomalías. Lo mismo puede hacerse con cualquier escena bíblica: el nacimiento, la huida a Egipto, el periodo de prédica, los milagros
y sus testigos, la última cena, la traición, el juicio, el vía crucis… los
testimonios y la forma en las que “ocurrieron”, dependen del evangelio del que
se hable. ¿Qué cosa demuestran las contradicciones e historias distintas entre
los evangelios?
Teorías ¿alternativas?
Antes de responder a
esta pregunta, debemos recordar que todo en la Biblia fue escrito por personas
que nunca conocieron a sus protagonistas y, por tanto, gran parte de esto pudo ser
exagerado o simplemente inventado, para que más personas creyeran en esa época (plan que 2000 años después aun sigue resultando). Entonces, ¿qué pasó con Jesús
después de la crucifixión? Es algo que, debido a que no tenemos fuentes
confiables de esa misma fecha, probablemente nunca lo sepamos con certeza. Sin
embargo, historiadores, filósofos creyentes, agnósticos, ateos y escépticos
teológicos, autores de ciencia ficción y
otros, han sugerido varias teorías al respecto. Teorías que, por cierto, la Enciclopedia Católica se encarga de descartar sin mucha necesidad, para sorpresa de los ateos, de recurrir a
la explicación sobrenatural.
La primer teoría
expuesta afirma que Jesús fue dejado en la cruz hasta que las aves carroñeras
lo despedazaron. Esto lo harían los romanos con el objetivo de que sus
seguidores desistieran de toda esperanza que su mesías les había dado. Otra
variante de esta teoría dice que los romanos arrojaron el cuerpo de Jesús ya
muerto a una fosa común donde otros carroñeros lo devoraron. La teoría fue
ampliamente sostenida y defendida por filósofos de la Ilustración
anti-religiosos. La Enciclopedia Católica
dice que esta teoría no tiene sentido porque, el día en que crucificaron a Jesús
era el día antes del Sabbat y que los difuntos debían ser enterrados según la
ley judía. Este es un hecho que la historia corrobora.
Una teoría más dice
que Jesús simplemente era un farsante y todo su grupo de seguidores lo sabía.
Según esto, Jesús utilizó distintos trucos de magia para hacer creer que él era
el mesías salvador. Cuando fue crucificado, sus apóstoles escondieron el cuerpo
y luego afirmaron que éste había resucitado. Otra vertiente de la teoría afirma que no fueron los apóstoles, sino los
enemigos de Jesús (quizás los romanos o los sacerdotes judíos) quienes
escondieron el cuerpo para evitar disturbios. Los creyentes afirman que esto
carece de sentido, pues si la resurrección era un fraude perpetrado por los
apóstoles, entonces ¿por qué darían sus vidas por una mentira? También afirman
que los enemigos de Jesús no necesitaban para nada el cuerpo. Esta teoría,
junto a la primera, suelen ser sostenidas por grupos y autores anticatólicos,
haciendo que éstas tengan una carga ideológica, quizás comparable con la carga
ideológica de su lado opuesto que asegura el evento sobrenatural.
Otra teoría (mas
fantasiosa que las anteriores) dice que Jesús estaba todavía vivo cuando
lo bajaron de la cruz. El libro The Jesus
Conspiracy (1994), de Holger Kersten y Elmar Gruber, afirma que
las evidencias que ofrecen la Biblia e incluso el famoso sudario de Turín, apuntan a que Jesús sobrevivió y
después de la cruz vivió una larga vida. Esta misma idea suele ser sostenida
por tradiciones islámicas, las cuales afirman que Jesús sobrevivió a su tiempo
y huyó hacia alguna parte del Medio Oriente (tal vez hacia Cachemira, en la
India o incluso en Japón) para vivir una larga y tranquila vida. Sin embargo la Enciclopedia Católica dice, con mucha razón, que desde el punto de
vista forense, es improbable que Jesús haya sobrevivido a torturas y a una
crucifixión. Otro punto en contra son las fuentes que Kersten y Gruber utilizan para
sostener su hipótesis: la Biblia y el sudario de Turín, las cuales son fuente
de información poco confiable. De modo que esta también es descartada, tanto
por ser improbable (hay teorías más simples y con menos supuestos) como por
carecer de evidencias.
Por último, una
teoría propuesta por fanáticos de los ovnis, asegura que Jesús era en realidad
un extraterrestre y que se curó por sí solo; cuando subió al cielo, en realidad
volvía a su nave espacial. Esta idea descansa bajo interpretaciones sesgadas en
las que se intenta ver en un libro antiguo un fenómeno nuevo (los
ovnis). La teoría busca a como dé lugar una interpretación al estilo
astronautas del pasado. Esta idea es por
demás ridícula, carente de evidencias y de sentido común.
Un campo fértil para hacer teología llamarla
historia
Existen otras
teorías, pero debido a que muchas realmente rayan en lo absurdo, no serán
mencionadas en este escrito. Entonces, especula la Enciclopedia Católica, que debido
a que ya no hay evidencias para sostener que alguna de estas teorías sea la
correcta, tenemos que admitir, por
tanto, que Jesús resucitó en verdad, o por lo menos eso concluyen los
escritores de la citada fuente. Pero concluir este tipo de cosas no solo es
incorrecto, sino que además incoherente, pues el que haya ausencia de
evidencias que respalden otras teorías, no necesariamente significa que tenemos
evidencia de nuestra teoría sobrenatural favorita.
Dicho de otra manera, el ejercicio de descartar teorías que expliquen lo
que sucedió con Jesús después de su muerte, es excelente para el pensamiento
crítico, pero el que no haya pruebas de que alguna de estas teorías tampoco es evidencia de que Jesús haya resucitado. Lo cierto es que en
cuanto a la vida y verdaderas enseñanzas de Jesús se refiere, es poco probable
que algún día sepamos la verdad, pues como ya lo han expresado antes otros
investigadores: “la vida de Jesús es un
campo fértil para hacer teología y llamarla historia”. El Jesús histórico
es muy diferente del Cristo de la fe, es en lo único en que han concluido los
historiadores. Los científicos, rechazan por completo la idea de la
resurrección, pues esto es una violación total a las leyes de la física y una
imposibilidad desde la biología.
Existen, por supuesto, quienes están en contra de esta separación entre lo que los historiadores pueden considerar como parte de su campo y lo que queda relegado como cuestión de fe. Desde apologistas que hacen uso de la retórica y la pseudohistoria, hasta ateos que consideran dogmático cerrarse a la minúscula posibilidad de un hecho sobrenatural (pues si sucediera algo como la resurrección, eso formaría parte de la historia aún cuando fuera una violación a las leyes físicas). El científico social venezolano y autor de Jesucristo ¡vaya timo! (2015), Gabriel Andrade, asegura que, en teoría, la resurrección sí podría ser comprobable en algún momento:
Si mañana llega volando por los cielos un hombre, los científicos corroboran que no se trata de ningún truco y, además, ese hombre da unas coordenadas precisas para que se excave en un lugar del siglo I que indiscutiblemente debió pertenecer a Jesús de Nazaret, entonces, estaría dispuesto a aceptar todo ello como prueba de la resurrección o, al menos, de la continuidad de la existencia física de Jesús. Hasta ahora, por supuesto, no ha habido nada por el estilo, y las pruebas que los apologistas cristianos ofrecen para tratar de demostrar la resurrección de Jesús (el testimonio del sepulcro vacío y las apariciones) son lo suficientemente débiles como para dar más probabilidad a otras hipótesis. Pero, insisto, la resurrección podría ser demostrable; es una postura dogmática asumir que es imposible que haya ocurrido y que el historiador nunca podrá demostrarla. Ni siquiera Hume opinaba esto: la resurrección es altísimamente improbable, pero no imposible.
En esta misma línea argumentativa se coloca el más reciente video del canal de YouTube, Preguntas Incómodas, donde la también escéptica venezolana Sabrina Tortora, contrario a Andrade al principio, primero nos dice que:
Para nosotros, los escépticos, el mundo tiene unas reglas muy bien definidas que no se pueden alterar. Hoy en día, no hay nada que nos indique que resucitar sea posible. Los milagros, las voces que salen de las nubes y los hombrecitos con alas, pertenecen todos a mitos y leyendas del pasado remoto, pero, curiosamente, ya no se les ve por aquí en el mundo actual. Asumiendo esto, no hay manera de que creamos en la resurrección de Jesús, simplemente porque no hay pruebas actualmente de que la gente resucite.
Pero después continúa, coincidiendo con el científico social, en que sí habría una posibilidad de demostrar la resurrección:
Tendría que venir el mismísimo Jesús resucitado a decirme que le pateó el culo a la muerte, e incluso así veo dos problemas: en primera, que pensaré que me volví loca; y en segundo, que dudo que Jesús me ponga en su lista de "gente a la cual vamos a visitar para probar que sí resucité."
Como puede notarse, la diferencia entre postular "dogmáticamente" la imposibilidad de la resurrección y las formas de comprobarla por parte de Andrade y Preguntas Incómodas, es casi nula. Sin embargo, lo importante de esta postura es que resalta la razón por la que no se cree en un evento como la resurrección: porque no hay pruebas que lo respalden, no porque sea contrario al entendimiento y el fondo de conocimiento científico bien contrastado hasta ahora, que nos señala la imposibilidad física y biológica de tal suceso. Esta forma de "neoempirismo", aunque para fines prácticos es indistinguible de un materialismo o naturalismo que presupone como lógicamente imposible los eventos sobrenaturales, deja la puerta abierta a la existencia de entidades y sucesos sobrenaturales siempre que se presenten pruebas de ello (lo que sea que ello signifique, ya que el concepto de prueba solo tiene sentido como una demostración racional, en una comprobación matemática, o como un dato que sirve como evidencia para corroborar alguna predicción de una hipótesis o una teoría científica, siempre y cuando el dato y la hipótesis sean correferenciables. ¿Qué podríamos entender por una prueba de lo sobrenatural?). Por el momento, basta dejar hasta aquí esta controversia epistemológica a modo de objeción a la visión de ciertas propuestas ateas del debate, y volvamos nuevamente al sunto de la resurrección. Además, aceptar la imposibilidad de la resurrección no implica que no pueda ser estudiada histórica y científicamente, como una creencia común e influyente en la antigüedad y como una convicción con efectos reales en las personas y las sociedades que la aceptan como real.
A los que dicen, que mil millones de cristianos no pueden
estar equivocados, les recuerdo que ellos piensan que mil millones de musulmanes
están equivocados y que mil millones de hindúes y budistas están equivocados. Cada una de estas religiones piensa que los otros son engañados. Creo que están siendo
todos engañados… Los dos, ateos y teístas, creemos que miles de millones de
personas se engañan sobre los dioses y la religión; acabamos de estar en
desacuerdo sobre cuáles son los que se engañan.
Supongamos que Jesús resucitó en cuerpo y “alma”, ¿A
dónde fue al subir al cielo? ¿A la luna, al sol o quizás era en verdad un
extraterrestre? La realidad es que, ante la imposibilidad de
violar las leyes de la naturaleza, Jesús simplemente no resucitó.
Para aquellos que no deseen dejar de creer en los dogmas de fe, pero que a la
vez se den cuenta de la abundancia de evidencias
en contra de esta creencia, hay una alternativa intermedia: creer que Jesús
resucitó y subió al cielo en espíritu, así el cuerpo se queda en la Tierra y la fe en que era “hijo
de Dios” puede continuar sin que haya un
conflicto con los acontecimientos históricos que envuelven su vida.
Lo único malo con tu blog es que creo que solo lo leemos ateos :P
ResponderEliminarConcuerdo con Spike Valentine
ResponderEliminarInteresante artículo.
ResponderEliminarMás personas deberían de leer estas cosas, no necesariamente ateos, escépticos y relacionados. Lamentablemente, y como bien sabemos, los religiosos no se interesan por saber más (no generalizo), porque no les interesa y menos, desarrollar un pensamiento critico.
Me gustó mucho tu artículo. Estoy en un proceso en el que no sé si soy atea o agnóstica, solo sé que la religión no es lo que nos enseñaron de niños.
ResponderEliminarHola, un consejo: si tu quieres, podrías ser ambas, atea agnóstica.
EliminarRecuerda que ambas son respuestas distintas a distintas preguntas. La respuesta del ateísmo se da cuando se pregunta "¿Crees que existe Dios?"; mientras que la respuesta del agnosticismo se da cuando se pregunta "¿Hay algún modo de saber si existe un Dios?". La primera no se opone a la segunda, por lo menos no las versiones "estándar" de definición de ambas.
Saludos.