Continuando con el repaso de "mi filosofía" hasta el momento, hablemos un poco sobre uno de los temas que, para mí, son de los más interesantes e importantes: el conocimiento científico (y su imitación). Como comenté en la
primera parte de esta serie, y como cualquiera que lea mi perfil en la columna derecha de este blog, no soy un científico (aún) y ciertamente me faltan años para decir que lo soy. En la carrera de filosofía es posible cursar la especialidad en filosofía de la ciencia, la cual tomé. Aunque en general el contenido es bueno (pues abarca los problemas tradicionales de los fundamentos en lógica, matemáticas, física, cosmología y biología, principalmente), me parece insuficiente como para autonombrarme un filósofo de la ciencia.
Como también se explicó ya en la primera parte, para decir que alguien es un
verdadero filósofo de
x campo, hace falta una preparación multidisciplinar. Para ser un filósofo de la ciencia
competente hacen falta años de estudio de historia de la epistemología, estudios en lógica-matemática, en matemáticas propiamente dicho, conocimientos superiores a los básicos en sociología, psicología e historia de la ciencia, así como (de preferencia) tener también una carrera (y por tanto, experiencia) en alguna ciencia, para así poder hablar de primera mano cómo se hace una investigación científica y cuáles son los problemas a los que se enfrentan los científicos al hacerlo. Filósofos de la ciencia con todas esas características hay pocos, creo yo. Los conocedores de la filosofía de la ciencia, aunque saben que la disciplina tiene poco más de un siglo de existencia, saben reconocer también a los gigantes del pasado que también ayudaron a moldear las bases de esta bella profesión; la mayoría, hombres de ciencia y a la vez rigurosos analistas de los problemas generales de esta disciplina como práctica humana.
Por todo esto, no creo ser un (aún) un filósofo de la ciencia, si es que con tal etiqueta quiero decir que soy algo académicamente relevante. Pero eso no implica que en mis estudios hasta ahora no haya podido desarrollar ciertos análisis, cuestionamientos, críticas y conclusiones sobre la naturaleza de la ciencia y la pseudociencia. Desde luego, tales ideas que sostengo, critico o que estoy armando no son absolutas ni en modo alguno finales. El tiempo me dirá qué ideas continuarán sobreviviendo al avance de la autocrítica. Por el momento, aquí expongo algunas ideas sobre el tema esperando que al menos para alguien les sirva de introducción
ultra-básica sobre los complejos problemas de la epistemología actual.