lunes, 9 de septiembre de 2024

Ateísmo stratoniano vs apologética medievalista

 Reseña de ¿Existe Dios? El debate entre un creyente y un ateo, de Terry Miethe y Antony Flew




¿Vale la pena seguir planteándonos el debate sobre la cuestión de Dios? Hace un par de meses, cuando conseguí el ¿Existe Dios? (1994), el debate del teólogo Terry Miethe y el (entonces) ateo analítico Antony Flew, justo me plantearon con un "otra vez la burra al trigo" esta pregunta. Hoy en día, a prácticamente 20 años del surgimiento nuevo ateísmo (con El fin de la fe, de Sam Harris), la cuestión de Dios parece ser algo que, como la astrología y la parapsicología, aburre a muchos quienes se pasaron este último par de décadas cuestionando a otros sus creencias religiosas. Otros más pueden creer, con justas razones quizás, que en nuestros tiempos hay problemáticas más interesantes, productivas y/o urgentes que argumentar otra vez en favor del ateísmo.

No puedo negar la verdad de esa última afirmación, pero también debo señalar que, aunque claro que hay decenas de temas más importantes, la cuestión de Dios (y todo lo que se deriva de ella) es un asunto que debe seguirse tratando en los espacios de escepticismo por una sencilla razón: sigue habiendo evangelización, sigue habiendo predicadores y apologistas, sigue habiendo misioneros yendo cada domingo en la mañana a tocar puerta por puerta y la religión sigue siendo una parte fundamental de la vida de miles de millones de personas. Puesto así el asunto, y considerando el tamaño de su influencia, hay realmente pocos temas que tengan ese alcance con el que se le pueda comparar.

Así fue que decidí leer un debate sobre esta cuestión. A diferencia del show de entretenimiento de vacaciones de verano, Miethe y Flew eran dos personas con formación de sobra en la filosofía de la religión, con posturas contrarias, pero capaces de comprender lo que dice su adversario. El libro además cuenta con un prólogo del teólogo Hans Küng, así como apéndices escritos por el filósofo Alfred J. Ayer, y los teólogos Richard Swinburne y Hermann Häring (exponiendo la propuesta de Küng).  

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