sábado, 12 de febrero de 2022

#DíaDeDarwin: E. O. Wilson, la biología y el racismo científico (parte I)

Un día como hoy, pero de hace 213 años, nacía Charles Darwin, quien fuera uno de los más grandes científicos (sino es que el más grande) de todos los tiempos. Usualmente, el Día de Darwin sirve como un homenaje al padre de la biología evolutiva, así como una excusa para la promoción de la biología evolutiva, con un número considerable de eventos divulgativos para explicar cosas como qué es la selección natural, la evolución humana o cómo la teoría evolutiva entra en el complejos conflictos epistemológicos, como los de creación vs evolución, ciencia vs religión, razón vs fe o materialismo vs espiritualismo. Pero creo que también es un buen momento para recordar algunas lecciones espinosas de la historia de la biología, y para comentar controversias recientes relacionadas. Una de esas espinosas lecciones es el racismo científico

Es por eso que hoy aprovecharemos para comentar en extenso sobre la última controversia del recientemente fallecido entomólogo Edward O. Wilson, uno de los autores más controvertidos en la biología de la segunda mitad del siglo XX, tanto por sus diversas reflexiones (por ejemplo, su idea que los buenos científicos deben ser semianalfabetas matemáticos), como por ser el fundador de la sociobiología, una disciplina que encendió las alarmas contra el determinismo biológico allá por los 70's y 80's. Siendo el entomólogo más prestigioso del mundo, uno de los más hábiles divulgadores científicos y un gran activista ambiental, Wilson se ganó el respeto y admiración de millones de amantes de la ciencia, entre ellos, muchos escépticos científicos. Sin embargo, luego de su fallecimiento en diciembre pasado, a la edad de 92 años, la polémica revivió por un artículo en Scientific American (SciAm) que invitaba a evaluar su "complicado legado" por sus ideas presuntamente racistas.

El artículo fue mal recibido, calificado de estúpido, indignó a científicos destacados, e incluso fue la gota que colmó el vaso para muchos, quienes incluso llamaron a la comunidad científica para no volver escribir en SciAm. Ciertamente, el artículo fue muy malo (hoy el artículo solo lo pueden ver quienes están suscritos a la revista), pero una nueva investigación parece aportar pruebas de una de las partes más oscuras del legado de Wilson: su apoyo a conocidos "realistas raciales" y el papel que tuvo este entomólogo en el ascenso de ese tipo de autores.

jueves, 10 de febrero de 2022

La "enfermedad del Nobel", ¿un problema de inteligencia o de humildad intelectual?

Luc Montagnier, premio Nobel de Medicina en 2008, dedicó el resto de su vida a promover una cantidad vergonzosa de pseudociencia y teorías de la conspiración, incluso en tiempos de pandemia.

La enfermedad del Nobel, según el creador de este curioso término, el Dr. David Gorski, es "una tendencia entre los ganadores del Premio Nobel de ciencias a enamorarse de ideas extrañas o incluso de una pseudociencia absoluta en sus últimos años." ¿Por qué (algunos de) los premios Nobel creen en cosas raras? Definitivamente, este fenómeno rompe con la creencia tan difundida entre el escepticismo de redes sociales, que las personas que creen irracionalidades es porque son ignorantes o tontas. Nadie podría decir que un Nobel es un ignorante o un tonto. Tal vez esto sí podría ser una señal de dejar de lado el uso de cualquier reconocimiento académico como un signo de autoridad infalible (un error que, aunque denunciado en divulgación científica, son muchos los divulgadores que lo siguen empleando. Puede ver un ejemplo aquí y otro más acá). 

En una muestra de estudio de caso, presentada en la portada de Skeptical Inquirer, a mediados del 2020, Candice Basterfield y colaboradores, se cuestionaron sobre si los premios Nobel de ciencias terminan adoptando creencias irracionales más seguido que el resto de científicos. Estos investigadores reconocen que hay muy poca evidencia para respaldar esta hipótesis, y se necesitarían más investigaciones, pero su análisis puede aportar algunos puntos importantes para futuros estudios.

viernes, 4 de febrero de 2022

"No miren arriba" y el triunfo del negacionismo climático

 

Ya se tranquilizó el mar de comentarios y reseñas que generó la nueva película  de Netflix No Miren Arriba (Don't Look Up), donde estrellas de Hollywood, como Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, nos invitan a reflexionar sobre la indiferencia, el mercadeo de la duda, la conspiranoia y el negacionismo más apático de una catástrofe inminente en la que los científicos hacen sus mejores esfuerzos por advertir a la humanidad y asesorar a los políticos con pocos resultados favorables. Así que es el momento perfecto para compartir mis reflexiones personales. En la película se reflejan una serie de variables de enorme importancia en las controversias sociales del mundo real: la influencia de las redes sociales, el populismo del que se alimentan políticos de todo el espectro ideológico (aunque en la película se concentran en una evidente parodia muy realista de la alt-rigth), el papel de la posverdad en el manejo de los discursos (¿por qué quieres sonar a que todos morirán con una catástrofe inminente confirmada fuera de toda duda científicamente razonable? Eso no vende ni ayuda en campaña electoral), y claro, los pequeños triunfos de la razón (el lado de nuestros protagonistas) que al final sirven para nada y para lo mismo.

Debo admitir que no había publicado tanto sobre una película, primero porque no soy un conocedor del cine y segundo porque me gusta disfrutar la ficción más entre cercanos que uniéndome al mame de la opinología del momento. Pero esta película me ha hecho pensar en tantos asuntos de relevancia sobre filosofía, divulgación científica, política y crítica social.

Es a todas luces una brillante sátira de nuestra situación actual con el calentamiento global. Aunque éste tiene una serie de diferencias con un impacto de meteorito, podríamos decir que se trata de un problema aún peor en cierto sentido. Como ya dije, hay unas cuantas cosas sobre esta película que me han hecho pensar (y quiero creer que no soy el único), y las principales son tres: primero, la forma en que ha sido acogida por los científicos (especialmente por climatólogos), que podríamos decir, incluso, que la han adoptado como un homenaje a sus esfuerzos en la lucha contra el cambio climático; segundo, aunque es asombrosamente fácil retratar el panorama social actual en una sátira (desde la manera en que los activistas que exclaman que escuchemos a los científicos terminan ridiculizados, hasta lo aborrecibles que son los políticos y los ideólogos detrás de ellos que se empeñan en negar la realidad), aún existen muchas personas que no lo han comprendido, razón por la que creo a más de uno se le hizo aburrida la película; y tercero, aunque no creo que esto haya sido un objetivo de sus creadores, el futuro escalofriante que podría aguardar a la humanidad con el triunfo de los negacionistas climáticos: la destrucción del mundo como lo conocemos, tal vez no con la velocidad con la que lo haría un impacto de meteorito, pero sí de un modo fulminante e irreversible si no actuamos. Es una noticia aterradora, y tenemos derecho (y toda la razón) para aterrarse, y por lo mismo debemos actuar si no queremos que la realidad termine igual que una sátira hollywoodense.

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