domingo, 2 de junio de 2024

Carta a mis amigos amlovers

Fotografía: AFP. 

Querido amigo amlover:

Recibe primero un afectuoso saludo de mi parte. Yo sé que no es común que te escriba haciendo referencia a tu curiosa identidad política, pero la verdad es que tengo muchos meses pensando en enviarte esta carta, más que nada, porque me gustaría entenderte con sinceridad. Como tú sabes, nunca me he considerado un simpatizante del actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), aunque tampoco me identifico como parte del igualmente curioso club de odiadores que ha formado con los años, y que hoy tú y yo identificamos como el grupo de los anti-peje. Tengo amigos que identifico como "miembros" dedicados de ese club y espero poder mandarles una carta próximamente. Por el momento, me gustaría que reflexionemos juntos.

No soy lo bastante viejo como para hacer comparativas basadas en muchas experiencias, pero tampoco soy tan jóven como para no recordar la carrera en ascenso de AMLO desde que era jefe de gobierno del entonces DF, por lo que los datos, recuerdos y experiencias que tengo como ciudadano me hacen preguntarme muchas veces el por qué tanta gente cree en López Obrador. Notarás que hablo en tiempo presente y esto es debido a que, 1) AMLO sigue siendo el presidente de este país, aunque después de mañana muchos lo consideren con un pie fuera de Palacio, y 2) porque es evidente que seguirá siendo omnipresente en el sexenio que viene (aún cuando se retire a su rancho), que sus amlovers y anti-pejes notables seguirán perteneciendo (en su mayoría) a los mismos clubes o bandos, sin importar quién gane las elecciones de hoy ni qué tan bien o mal le vaya al país los próximos 6 años.

La primer razón no necesita mayor explicación, pero asumo que la segunda, aunque te parezca evidente, es también la más interesante. En lo que a mí respecta, cuando un presidente termina su mandato no debería haber más debate: fue el presidente, ahora no lo es y toca mirar qué hace el actual. Pero AMLO generalizó la costumbre de mirar a los sexenios pasados para comparar cuando conviene y aventar la bolita cuando la comparativa le perjudica, estrategia efectiva porque juega siempre con parte de la verdad, ya que los cambios positivos son de reconocer cuando se mira lo mal que se iba en otros tiempos, así como también es cierto que las problemáticas sistémicas no surgen de la noche a la mañana, sino que son la consecuencia de un sistema que las permitió, las toleró y las alimentó por décadas hasta que, como una bomba de tiempo, estalló en la cara del Estado. No creo que nadie pueda decir que esto sea mentira, pero cuando la estrategia se usa para evadir la responsabilidad propia, tal como lo vino haciendo estos últimos casi 6 años López Obrador, parece que se trata de un acto de demagogia y, por tanto, algo que se debe criticar, ¿no lo crees?.

Pero tú y los otros amlovers parece que han estado bastante cómodos con ese juego, limitándote a compartir y criticar las atrocidades, ineptitudes y promesas incumplidas de las administraciones pasadas, como si con eso la actual quedara exculpada de atrocidades, ineptitudes e incumplimiento de las propias promesas, o se vieran más "chiquitas" que las de otros. Ejemplos sobran, como que se regresaría a los militares a los cuarteles (luego "cambió de opinión" y ahora hasta se niega que hubiera dicho eso alguna vez), no se reduciría el presupuesto en ciencia y tecnología sino que se buscaría aumentarlo al 1% del PIB, se tendría un sistema de salud ejemplar (aunque se sigue aplazando indefinidamente), o que se daría un combate directo contra la corrupción y la impunidad en el gobierno. AMLO incluso llegó a postular fechas para más de una de esas promesas que nunca se cumplieron.   

Entiendo que, en ocasiones, has compartido algún material crítico de esos que aparecen ocasionalmente entre medios más afines al gobierno que aún gozan de alguna independencia intelectual, como Sin Embargo, La Octava o Astillero, o con casos como los escándalos de Alejandro Gertz Manero, el respaldo del ejecutivo al ejército en el caso Ayotzinapa, la implementación del "muro de Trump" con la ayuda del ejército mexicano y la recién creada Guardia Nacional en la frontera Sur del país o las críticas derivadas de las protestas feministas, pero, ¿alguna vez te has planteado por qué la mayoría de las investigaciones que han causado más escándalo no aparecen primero en estos medios? ¿Compartes sus críticas ocasionales porque los hechos y eventos que relatan son injustos o porque es conveniente criticar algunas injusticias? Yo sé que justo ahora debes estar pensando que soy un completo tonto (por decirlo de forma amable), porque obviamente llevas décadas denunciando injusticias similares en tantas otras ocasiones distintas, pero lo cierto es que estas dudas te las planteo porque, en casi 6 años de gobierno y de observar tus interacciones por internet o participaciones públicas, parece que es más importante para ti reclamar que la injusticia y la impunidad en el país se vuelven municiones para los partidos de oposición que, junto a su molesto club de (pseudo)intelectuales y periodistas (Reforma y LatinUs agrupan a la mayoría), disparan contra el prestigio del presidente, pasando por alto casi por completo el crimen o la injusticia que se denuncia legítimamente. 

Me tocó verlo cuando se hicieron tantos recortes en ciencia y tecnología, así como con la desintegración y persecución de los integrantes del Foro Consultivo Cientifico y Tecnológico (acusados de ser una "mafia de la ciencia" y cosas peores, que ni con denuncias elaboradas se lograron demostrar); me tocó verlo cuando el completo reemplazo del sistema de salud comenzó a causar una escasez de medicamentos (especialmente para niños con cáncer) que ni el propio AMLO se atrevía a negar, aunque algunos (como su sub-secretario de salud) nos aseguraron que todo era un intento por golpear al gobierno; me tocó mirarlo durante la época de pandemia, cuando el presidente (y algunos diputados memorables, como Fernández Noroña) insistían en negarse a dar el ejemplo en las medidas sanitarias más básicas, como el uso de cubrebocas (y no, no me refiero a los primeros meses de pandemia, cuando la OMS y la OPS mismas aseguraban en sus portales que no era necesario el uso de cubrebocas, sino a los tiempos posteriores en los que la polarización política se materializaba con los políticos que invocaban el cubrebocas y aquellos que se negaban a entrar a cualquier lugar si los obligaban a ponérselos); en esos mismos tiempos, me tocó mirar esa misma actitud cuando se supo que la Ciudad de México (al mando de la que seguro será nuestra nueva presidenta, Claudia Sheinbaum) se llevó a cabo un cuasi-experimento con los ciudadanos, sin su conocimiento, otorgándoles ivermectina para combatir la COVID-19, aunque desde hacía un año que se sabía que la ivermectina no era funcionaba contra el nuevo coronavirus y que ya figuraba como una pseudoterapia emergente (junto a la hidroxicloroquina como antiviral); o cuando la infame línea 12 del Metro de la Ciudad de México, cuya historia estaba plagada de tantas "anomalías" que la hacían la principal razón de sospecha por la que Marcelo Ebrard saliera del país en algún momento, terminó desplomándose. Recuerdo cómo la investigación independiente que responsabilizaba  tanto a administraciones pasadas como a los recortes y falta de mantenimiento durante el mandato de Sheinbaum, fue casi inmediatamente desprestigiada; lo vi cuando salieron a la luz casos de corrupción tan indignantes, como las casas del impresentable Manuel Bartlett, el caso del Sardinero (destapado inicialmente como una investigación especial por el pequeño grupo independiente del canal Mientras tanto en México) o el robo multimillonario en Segalmex (la "estafa maestra" de la 4T); lo miré con los escándalos de impunidad, opacidad y despilfarro en los proyectos faraónicos del Tren maya y la refinería Dos Bocas, y del primero lo veo seguido cada que alguien señala que se ha hecho un ecocidio del que aún no tenemos todos los datos del daño a varios ecosistemas de la zona (recurriendo a razonamientos tan malos como "pero dónde estabas cuando x causó daños en y zona", como si reconocer aquellos eventos y que en el pasado no se prestaba tanta atención al cuidado de la naturaleza negaran el actual ecocidio); lo veo también cada que se reclama que vivimos en un país violento que nada tiene que envidiarle a la situación que vivimos en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto donde tú, mi amigo, a pesar de las estadísticas, estrategias y retórica que se nos ofrecían desde el poder, cuestionabas y reclamabas que cada vez estábamos peor. Hoy pareces conforme cuando, desde "la mañanera", nos dicen que el número de asesinatos ha disminuido en el último par de años, comparado con los primeros tres de la actual administración, llegando a cifras tan horrorozas como las del 2018 que, sí, son menores que las de los años que le siguieron, pero ya en esos momentos eran números para espantar a cualquiera que posee algo de empatía. ¿Vale decir que "estamos mejor" cuando por años se empeoró, para luego llegar a donde estaban las cifras en un inicio? ¿Eso fue lo que nos prometieron, y lo que tú esperabas?

Yo sé que gastaste mucho tiempo en cada uno de esos casos, compartiendo enlaces, videos y tuits respondiendo, sobre todo en burla y denigrando a todos aquellos que, como no son especialistas en Derecho penal, Ecología, Ingeniería petrolífera, Economía, Epidemiología, Salud pública o Seguridad, sus preocupaciones y denuncias eran automáticamente inválidas. Como aquellos que cuestionaban esos casos que sí eran especialistas en esas áreas no tenían espacios para expresarse en los medios que consideraste confiables (y cuando sí lo hacían, como en Proceso o Aristegui Noticias, esos medios dejaron de ser confiables para ti), lo hacían en aquellos que son claramente medios anti-peje, fueron descartados como golpeadores conservadores, con intereses ocultos, comprados por una mafia del poder que, por cierto, este gobierno no persiguió nunca. 

Tampoco he sido capaz de comprender, querido amigo, cómo puedes aplaudir las ocurrencias. Quiero creer que estaremos de acuerdo en que todo lo anteriormente mencionado, junto a otro montón de casos que, de haber ocurrido con un gobierno que no fuera de Morena, habrías criticado duramente. También estamos de acuerdo que lo que dice un político (así sea el presidente) en conferencia de prensa no necesariamente se materializa en una propuesta o incluso algún decreto. Pero con AMLO sí ocurrió así, tal como recuerdo con el avión presidencial y su venta, que le causó seguro más de un dolor de cabeza a nuestro querido presidente. Aún recuerdo cuando anunció la "rifa del avión", y cómo algunos medios entrevistaron esa misma mañana políticos del gobierno que quedaron con cara de "wtf?" cuando el reportero les decía que el presidente había barajeado la posibilidad de rifar la lujosa aeronave. También recuerdo a más de un comentador de redes que nos decía que eso era una estrategia del presidente nada más, que nunca se recurriría a una rifa. Pero ocurrió. ¿Tengo que dar más ejemplos sobre lo que me refiero? ¿Tal vez con la creación apresurada de las universidades y el banco del Bienestar? ¿O a lo mejor la "mega-farmacia" que, a todas luces, no se le puede llamar de otro modo que no sea la de "ocurrencia"?

Puedo entender varios puntos, e incluso estar de acuerdo contigo en muchos de ellos, cuando hablamos de tu posición. Sé que, como yo, estuviste harto de la decepción, traición y completa ineptitud de los gobiernos panistas, que todos sabemos llegaron a través de fraude electoral y pactos que evitaron la llegada de los gobiernos de izquierda desde 1988, por lo menos. Sé bien que te pareció como si el país completo se realizara una lobotomía cuando el PRI regresó, tan cínico y corrupto como siempre, en 2012, presenciando atrocidades como las ocurridas en Ayotzinapa. Comprendo que, probablemente, formaste parte o simpatizabas con Morena desde antes que éste fuera un partido político, ya en ese entonces caracterizado por su fuerte oposición a los entonces partidos oficialistas, sintiéndote decepcionado del PRD después de su traición al sumarse al "Pacto por México" de Peña Nieto, y llevas años apoyando ese movimiento que, sabes tan bien como yo, que sigue teniendo buenas personas dentro que realmente se preocupan por el bienestar de los que somos los "fregados". 

Te reconozco que no creo que estés en un error cuando AMLO asegura que se preocupa por los más pobres (aunque tampoco podemos olvidar que él mismo los ha comparado con animalitos que debe cuidar y darles de comer; y que a su vez, si los necesita, sabe que los puede invocar para mostrar su popularidad. Aunque sean afirmaciones mezquinas, creo que no son opuestas a una sincera mirada hacia las necesidades de los pobres). Creo que no puede negarse que la 4T ha prestado atención a aquellos asuntos que para los prianistas se les hacía bien continuar justo como se hacía desde hace décadas. Un ejemplo: el salario mínimo. Por décadas, prianistas y sus amigos empresarios bloquearon todo intento por aumentar el salario mínimo. Yo solo viví los últimos años de ese salario mísero que no duraba ni tres días, cuando era estudiante y trabajaba en lugares que pagaban 3200 pesos al mes, una cantidad risible e inmunda que me servía para salir con alguna amiga un día a la quincena y el resto a dedicarlo a camiones y copias para hacer la tarea de la escuela. Si mi vida de universitario hubiera sido como la que pintan en películas gringas, donde los padres casi echan de la casa a los hijos a patadas en cuanto asisten a la universidad, creo que habría muerto de hambre. No me imagino que significaba mantener una familia con sueldos como ese o, muchas veces, menor. 

No creo que hoy se pueda decir que estamos todo lo mejor que se puede estar, pero puedo admitir que es palpable el cambio en este aspecto específico, donde el salario mínimo sigue siendo insuficiente, pero al menos llega a cubrir la quincena. El poder adquisitivo de los pobres no ha mejorado mucho, sobre todo debido a la inflación, pero se está yendo por un camino que, creo yo, gane quien gane no debe bloquear, sino impulsarlo para que cada vez sea más equitativa la redistribución de la riqueza. En materia laboral nuestro gobierno actual sigue siendo muy criticable por lento y porque es obvio que también le hace "favores" a los empresarios (como el apostar por el olvido a la reforma de 40 horas laborales que tantos trabajadores pedimos a gritos, por no mencionar una nula voluntad por incrementar impuestos a los más ricos), pero ha hecho reformas que deben reconocerse.

Por toda esa inversión de tiempo, esperanza y esfuerzo te entiendo, amigo amlover, así también por esto es comprensible tu entusiasmo cuando miras que hasta los que no somos amlovers reconocemos que hay cosas que se han hecho bien. Pero nada de esto es suficiente como para evitar ser sumamente críticos con el gobierno de la 4T. Descartar escándalos por completo, como el de los presuntos nexos con el narcotráfico y el actual gobierno, como politiquería electoral sin más, serían cosas impensables de estar en un gobierno distinto al de Morena. Y yo sé que has escuchado muchas veces esto, porque los anti-peje te lo llevan diciendo desde 2018.

Pero no podemos negar que, al menos en eso, tienen razón. Es obvio que la política funciona de manera muy distinta que la ciencia, y más si a la "ecuación" también incluimos la corrupción. Pocas veces tendremos pruebas indiscutibles para demostrar esto o aquello en política, pero sí es posible tener ciertos grados de verosimilitud en algunos casos, cuando el historial de investigaciones que revelan escándalos tras escándalos es bien conocido. Así, es fácil que admitamos junto contigo que no hay pruebas contundentes que demuestren los vínculos de los carteles y el gobierno actual, pero, ¿acaso las hubo de los gobiernos anteriores, o con los actuales políticos que siguen en el PRI y el PAN? ¿Por qué, entonces, tus dudas en esos casos son comparablemente menores? Porque me puedes decir que Julio Hernández "Astillero" le dio una una lección de periodismo a Anabel Hernández al hablar de la carga de la prueba, pero, ¿acaso Hernández no tuvo razón cuando le reprocha que esa no fue la vara con la que el mismo periodista abordó el juicio contra Genaro García Luna? ¿Podrías decir que en Astillero se vieron así extremadamente rigurosos con Ricardo Ravelo, quien usa más o menos el mismo tipo de fuentes, metodología y pruebas en El amo de Jalisco (2023)? No, y ciertamente no veo que los cuestionamientos contra García Luna o contra Enrique Alfaro no sean bien vistos por los amlovers como casos que deben ser profundamente investigados. 

Todo esto me ayuda a formular algunas hipótesis sobre por qué tú y tantos creen en López Obrador, en el mismo sentido que los escépticos se preguntan esto a la hora de hablar de fenómenos paranormales, pseudociencias, religiones, teorías de la conspiración y movimientos populistas. Mi hipótesis se resume bien en la afirmación categórica del monero Helguera:

¿Por qué voy a criticar a un gobierno con el que estoy de acuerdo? Cuando hay cagadas, lo critico. No me voy a poner a lo pendejo a criticar a un gobierno que esperé toda mi vida.
Ese compromiso ideológico con un político y un partido (que muestran más vaguedad ideológica que otra cosa) es, creo yo, lo que te motiva a mantener la esperanza en la 4T a pesar de todo lo criticable que puede ser y, sí, mi amigo, sí es mucho más criticable de lo que Helguera expresa. Estamos de acuerdo con él que no podemos ponernos "a lo pendejo a criticar", pero preguntarse por qué vas a criticar un gobierno con el que concuerdas es casi un pecado político, como también el pequeño grupito de los escépticos y ateos han aprendido con el tiempo.

No importa si concuerdas con los ideales de un movimiento, escuela, ideología o partido político. Si quieres evitar que se desarrolle el sectarismo dogmático y acrítico desde dentro, nunca debes de dejar de ser crítico; aún cuando uno de sus ideales sea ir contra el sectarismo dogmático, los mecanismos por los que se intentan cumplir ese tipo de ideales pueden terminar corrompidos o producir problemas que no se pensaron en un primer momento, por lo que la crítica activa es lo único que puede ayudar a depurar o resolver tales problemas. Sabemos que la política, como la religión, es uno de los campos donde con mayor facilidad puede brotar el dogmatismo, oxidando las mejores ideologías, los más admirables movimientos sociales o los partidos políticos más opositores a la política burguesa. Aún peor, ese movimiento, ideología o partido que pintaba con ser diferente, sin crítica interna suficiente, se vuelve en algo igual o peor de aquello a lo que se oponía, tal como se ha visto en muchas ocasiones de la historia. Tal vez concordamos en que son ridículas, por lo alejadas de la realidad, esos memes sensacionalistas que hablan de que México se volverá Venezuela, pero es cierto que el dogmatismo acrítico puede traer otros tipos de males: puede acabar por desencantar tanto, que promueva la creación de otro movimiento o de algún líder completamente contrario a los ideales defendibles, tal como actualmente pasa con la ultraderecha en varios países occidentales. Tampoco podemos obviar el hecho que, aunque Morena tiene entre sus filas a muchas personas con auténticos ideales, actualmente está llevando por líderes (diputados, senadores, alcaldes y jefes de estado) a viejos políticos reconocidos por su carrera de corrupción, impunidad y oportunismo. 

Mi hipótesis es esa y te pido, querido amigo, que la medites antes que se te ocurra responderme. Puede que mi hipótesis esté aún lejos de considerarse una hipótesis científica, y seguro faltaría precisarla aún más. Espero sepas disculparme si es así, pero la verdad es que no estoy escribiendo un paper para alguna revista de ciencias sociales o incluso de psicología. Estoy escribiéndote a ti una carta, esperando ser lo más claro posible, esperando que puedas dejar por un momento tu compromiso o esperanza en el actual partido oficial para pensar: ¿y si me estoy equivocando?

No espero que cambies de opinión con esta humilde carta, mi amigo, ni tampoco te diré que quiero que votes por alguien más que no sean los representantes de Morena. Solo espero que mi carta la puedas leer, la puedas pensar y después puedas conversar conmigo sin sentir superioridad moral, sin sentir lástima porque no soy obradorista ni que tampoco creas que soy un conservador o (peor) un tibio. Solo espero que sigas siendo un amigo mío y que, como tal, sepas tolerar mi escepticismo que, si me lleva a conclusiones equivocadas, no te olvides que siempre serán provisionales, esperando a que ofrezcas evidencias y argumentos que podamos comentar juntos. 

Atte: tu amigo escéptico.  

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