Esta semana nos hemos enterado de una de las noticias más escandalosas, indignantes y repugnantes sobre la iglesia católica en este año: 300 sacerdotes fueron acusados de violar a más de 1000 niños, por lo menos desde 1963, en Pensilvania, EEUU. Como es bien sabido, una red tan asquerosa de crimen organizado no podría ser posible sin la complicidad de la institución a la que pertenecen, la iglesia. Esta institución que a día de hoy se sigue vendiendo como la auténtica iglesia de Dios, regidora de la moralidad y del bien en la sociedad occidental, supo de los casos de violación desde los años 60s y nunca hizo nada. Nunca se denunció a un solo sacerdote ante las autoridades por parte del Vaticano y ni siquiera se mostraron preocupados por dejar que sacerdotes con denuncias en su contra siguieran escalando en puestos dentro de la Santa Madre Iglesia.
La mayoría de los casos son ya viejos, los sacerdotes culpables están muertos o demasiado ancianos como para tener un juicio. Es así como la iglesia salvo a sus sacerdotes por décadas, evitando la justicia y dando un ejemplo más (como si de por sí hiciera falta) de por qué ésta no es ni santa, ni regidora de la moralidad, ni seguidora de Dios. Con todo, nunca han faltado los que defienden lo indefendible y se atreven a asegurar auténticas estupideces, como fue el caso del cardenal de Veracruz que dice que quienes denuncian a los sacerdotes por pederastia, deberían tener tantita pena.
No tener madre
El caso de Pensilvania ha destacado en los medios por el nivel de perversión por parte de los agresores así como de sus cómplices que no solo nunca denunciaron nada, sino que además se ocuparon de encubrir a los criminales que violaron niños, algunas veces usando alcohol o pornografía para manipularlos.
Para elaborar este enorme informe de más de 1000 páginas, según informa la BBC:
"...investigó y escuchó el testimonio de decenas de testigos y revisaron medio millón de páginas de documentos internos de las diferentes diócesis durante casi dos años.
Como resultado, las autoridades judiciales consideraron que se trata de la investigación más amplia realizada hasta el momento por una agencia gubernamental en Estados Unidos sobre abuso sexual infantil en la Iglesia católica.
Según el grupo de investigación y defensa BishopAccountability.org anteriormente, otros grandes jurados investigaron más de una decena de casos de abusos, pero se trataron de diócesis o condados en particular y no alcanzaron las dimensiones del actual informe."Este informe, según se cita en la misma nota "será un recordatorio de los graves defectos que la Iglesia debe reconocer y por los que debe buscar el perdón". La iglesia de EEUU ha reconocido la autenticidad del documento y ha pedido perdón a las víctimas y a la sociedad en general. ¿De qué debemos disculparlos? ¿Que hayan mantenido por décadas a depredadores sexuales impunes? ¿Que hayan entorpecido, denigrado y negado las acusaciones en el pasado, encubriendo así a verdaderos monstruos perpetradores de crímenes contra la humanidad? ¿O solo se refiere a que lamentan mucho que haya sacerdotes con tales conductas tan perversas?
Uno esperaría, como decimos en México, tantita madre por parte de la comunidad de sacerdotes y apologistas de la iglesia ante crímenes tan atroces. También esperaríamos tantita coherencia, pero no, no hemos visto marchas católicas contra los crímenes y los encubrimientos del Vaticano en contra de la vida de menores de edad, como sí vimos marchas de presión para evitar la despenalización del aborto. Tantita coherencia, y no la hubo.
Al contrario, sobran quienes todavía insisten en que esto es obra del pánico moral o el sensacionalismo de los medios. ¿300 sacerdotes pederastas y eso es obra del sensacionalismo? Así es como tenemos las declaraciones del nuevo cardenal de Veracruz, Sergio Obeso Rivera, quien con el cinismo distintivo de los cardenales mexicanos asegura lo siguiente:
"Pero mal de muchos consuelo de tontos; porque quienes nos acusan deberían de tener tantita pena, porque suelen tener una cola que les pisen muy larga."Cuanto cinismo, irracionalidad y estupidez puede encontrarse en una oración de este tamaño. Si nos basamos en la (i)lógica de este señor, supuestamente un hombre puesto por Dios en el puesto en el que está, todas aquellas personas que han denunciado alguna injusticia, algún crimen o algún agresor deberían sentirse apenadas porque, después de todo, no están libres tampoco de pecado. Si esto fuera así, entonces, por la pura pena nadie volvería a denunciar crimen alguno, ya que después de todo, todos somos pecadores. ¿Es eso lo que nos quiere decir señor cardenal? ¿Está hablando en serio?
Aún cuando lo que afirma tuviera algún sentido o alguna pizca de empatía honesta, dudo seriamente que cualquier persona viva en la actualidad tenga una cola más larga que la que arrastra la iglesia católica desde hace siglos. Muerte, guerra, adoctrinamiento, conquistas, defensa de la esclavitud, el antisemitismo, la misoginia, el racismo; protección de criminales, desde criminales de guerra hasta pederastas. Piense por un momento por qué hasta el día de hoy es que sabemos de los sacerdotes pederastas: porque antes, la iglesia tenía tanto poder que era imposible acusarla de semejante monstruosidad. Piense en las generaciones enteras de niños que seguramente pasaron por las manos de tan atroces criminales desde hace siglos, y nadie nunca fue capaz de decir algo porque se supone los sacerdotes son hombres de Dios, puestos por Dios, para servir a Dios en la tierra. Es realmente difícil imaginar una cola más larga que esa.
Por fortuna, el mundo moderno no funciona en base a lo que dice un ser tan despreciable como el cardenal Obeso Rivera o como cualquier otro apologista del crimen organizado de la iglesia. Hoy tenemos la oportunidad de defendernos y de defender a los niños de los monstruos que se disfrazan de guías de la moral, de la espiritualidad y la vida, monstruos que nunca han sido lo que dicen ser.
Otras noticias dignas de mención
* El diario El español nos muestra "el libro de recetas que te puede envenenar", refiriéndose al libro de recetas "basados en la naturaleza" de Johnna Holmgren recientemente retirado por la editorial. Libros que representan un peligro para la salud se cuentan por cientos en las librerías, pero saber que ahora hay uno menos es ya una buena noticia.
* Recientemente supimos de un predicador cristiano que golpeó a un trabajador de hotel por ser negro. Este sujeto, otro ejemplo del amor cristiano, ya fue detenido. En su declaración afirmó que padece una enfermedad que le causa mucho estrés y reacciona de forma violenta. Yo le creo. La enfermedad que padece se llama religiosidad, es muy, muy contagiosa.
* Netflix estrenó la nueva serie-documental Afflicted donde muestra enfermedades ficticias y pseudoterapias, como la electrosensibilidad, siendo supuestamente tratadas y tomadas en serio. La serie se ha llenado de críticas tanto de ciudadanos con cultura científica como por los defensores de algunas pseudoterapias citadas en la misma.
* En otras noticias que nos hacen pensar en el retroceso de México, el Saludiario informa que "aumenta la matriculación en métodos de medicina alternativa en Puebla". La incultura y el simplismo de las pseudoterapias, el negocio redondo detrás de ellas y la falta de una ética biomédica profesional y basada en la ciencia, pueden ser algunos de los factores que se deberían considerar ante fenómenos tan lamentables.
* Otro triunfo de la razón por encima de la ignorancia religiosa tan peligrosa se dio por decisión de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), pues ahora las autoridades sanitarias podrán ir contra la autonomía que tienen los padres para decidir sobre la salud de sus hijos cuando se impida por creencias religiosas, la aplicación de un tratamiento que pueda salvarle la vida. Así es como el Estado procurará salvar más vidas que de otro modo se perderían gracias al fundamentalismo religioso.
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