Ayer fue la Marcha por la Ciencia en Guadalajara y en el resto del globo, con una participación de más de 500 ciudades alrededor del mundo, protestando y exigiendo una mejora en la financiación de la ciencia y en la integración de las políticas públicas basadas en la ciencia. Asistí a ésta, la tercer marcha que se ha realizado desde que el movimiento inició en EEUU en 2017; me la he pasado estupendo, pues no solo conté con la oportunidad de observar el entusiasmo por la ciencia y el aplauso de los peatones que nos miraban y apoyaban, sino que además pude escuchar las dudas de algunas personas que me identificaron entre todos los que íbamos (lo que me sonroja y agradezco enormemente, pues es justo para estas personas que buscan informarse y cambiar sus puntos de vista, por las que hago esto sin ningún beneficio más allá de la satisfacción personal de compartir conocimiento y reflexiones).
La marcha me ha dejado satisfecho, pero a la vez preocupado por varios puntos. Los discursos de algunos de los organizadores, los gritos de la manifestación y el mensaje de algunos divulgadores me han dado material para hacer algunas reflexiones sobre el objetivo de la Marcha por la Ciencia, su influencia y el futuro.