martes, 15 de julio de 2014

Los filósofos de la pseudociencia

"¿Qué distingue el conocimiento de la superstición, la ideología o la pseudociencia? La Iglesia Católica excomulgó a los copernicanos, el partido comunista persiguió a los mendelianos por entender que sus doctrinas eran pseudocientíficas. La demarcación entre ciencia y pseudociencia no es un mero problema de filosofía de salón; tiene una importancia social y política vital." Imre Lakatos.

"Primero, la superstición, la pseudociencia y la anticiencia no son basura que pueda ser reciclada con el fin de transformarla en algo útil: se trata de virus intelectuales que pueden atacar a cualquiera —lego o científico— hasta el extremo de hacer enfermar toda una cultura y volverla contra la investigación científica.
Segundo, el surgimiento y la difusión de la superstición, la pseudociencia y la anticiencia son fenómenos psicosociales importantes, dignos de ser investigados de forma científica y, tal vez, hasta de ser utilizados como indicadores del estado de salud de una cultura." Mario Bunge.




La pseudociencia es una parte de la cultura tan nociva como fascinante. Es justamente por los peligros a la integridad individual y social, así como lo que estas nos dicen sobre la naturaleza humana lo que motivó algunos científicos, historiadores y filósofos (contrarios a las corrientes dominantes de sus respectivas áreas) a estudiar, comprender y denunciar las prácticas pseudocientíficas.

Los primeros proyectos que se encuentran sobre la comprensión de las pseudociencias, en cuanto que se consideran ciertas disciplinas como pseudocientíficas, se encuentran en los debates epistemológicos desencadenados por los problemas tratados en el círculo de Viena. Los positivistas lógicos buscaban establecer cuáles eran las diferencias entre conocimiento científico y no científico (destacando a la metafísica como su ejemplo principal), iniciando así con el problema de demarcación de la ciencia, un problema filosófico que mantiene, hasta la actualidad, a muchas mentes ocupadas. Los miembros del círculo de Viena aseguraban que el conocimiento científico era aquel conocimiento de tipo inductivo, empíricamente verificable.
Karl Popper.
  Sin embargo, el principio de verificabilidad no parecía satisfacer como criterio, ya que un gran conjunto de teorías que se identificaban como conocimientos científicos no podían ser verificadas empíricamente, y por el contrario, algunas formas de conocimiento no científico sí lo eran. Resultaba ser que la idea de la ciencia inductiva resultaba inconsistente. Fue así que el filósofo Karl Popper comenzó a demostrar que la inducción no era en modo alguno el criterio de cientificidad. Lo que es más, el problema derivado de la inducción, el problema de demarcación es más general de lo que se pensaba. Para Popper era igualmente cierto que conocimiento científico y metafísica eran opuestos, pero también existía otra forma de conocimiento no científico que se hacía pasar por ciencia: las pseudociencias. Así empezó el problema de demarcación ciencia-pseudociencia.

Popper mostraba tres ejemplos típicos de prácticas pseudocientíficas: el materialismo histórico, el psicoanálisis freudiano y la astrología. Popper aseguraba que estas disciplinas tienen algo en común, a saber, que son infalsables, lo opuesto del criterio de cientificidad que Popper defendía. O sea, el principio de falsabilidad. Tal como nos narra en La lógica de la investigación científica, es el hecho de que una teoría pueda ser lógicamente refutable lo que le da su estatus científico. Si una disciplina es infalsable, es decir, que por más intentos que se trate de refutar sencillamente no se pueda ofrecer un solo contraejemplo, entonces es una disciplina no científica. El falsacionismo destrozaba la errónea idea, sostenida desde Hume hasta los positivistas lógicos, de que el conocimiento científico es de tipo inductivo, demostrando que el conocimiento científico es más que nada conocimiento derivado del razonamiento deductivo.

Bajo este criterio, Popper desarrolla el problema de demarcación comparando las tesis de Freud contenida en la obra Interpretación de los Sueños (posiblemente, la obra que marca el inicio del psicoanálisis) y la teoría de la relatividad de Einstein. La conclusión de Popper es que las tesis de Freud, en comparación con las de Einstein, son infalsables, ya que no hay forma de corroborarlas, además que en todo el texto, según afirma, Freud muestra una negativa a escuchar las críticas que se le llegaron hacer. Así, dice, el psicoanálisis es una disciplina anquilosada e inmune a cualquier crítica ya que esta solo puede acabar confirmando las especulaciones del psicoanalista. Pueden encontrarse mil y un razonamientos para "verificar" el psicoanálisis, pero, dice Popper, no hay un solo contra-ejemplo que pueda usarse para refutar a Freud.

Karl Popper representa el punto de partida para el estudio filosófico de las pseudociencias con el problema de la inducción y el problema de demarcación ciencia-pseudociencia como sus principales temas de discusión a lo largo de su prolífica obra. Sin embargo, el que sea un punto de partida no significa que debamos casarnos con sus tesis. El criterio de falsación, en realidad, resulta ser insuficiente. Mientras que algunas pseudociencias resultan ser falsables, también existen teorías e hipótesis científicas infalsables, pero no por esto es que esas pseudociencias puedan considerarse ciencias o que esas teorías científicas puedan catalogarse de pseudociencias. Por ejemplo, muchas de las afirmaciones del creacionismo científico son refutadas por la geología, la cosmología y la biología evolutiva. El que el creacionismo sea falsable no lo hace una ciencia (ni siquiera, una ciencia fallida); por otro lado, teorías científicas como la heliocéntrica de Copérnico eran infalsables en sus inicios. No sería sino hasta los trabajos posteriores de Kepler y Galileo que se tendría el reforzamiento matemático y las evidencias suficientes que darían la posibilidad de refutar empíricamente la teoría copernicana, y no por eso el heliocentrismo fue una pseudociencia en sus inicios.

El trabajo de Popper representa un ejemplo de progreso en filosofía. El debate sobre el tema  de la inducción y la demarcación llevaron a descartar un conjunto de doctrinas y teorías, quedándose con las partes válidas y útiles que tenían correspondencia real y acoplando nuevos planteamientos para debatir en un nuevo nivel. A este debate entrarían tres autores relevantes en la historia de la epistemología en general: Thomas Kuhn, Imre Lakatos y Larry Laudan. Estos autores buscarían rebatir las ideas de Popper con resultados distintos.

Thomas Kuhn.
Kuhn, el epistemólogo que marca el inicio de la fase historicista en filosofía de la ciencia, asegura que no puede identificarse la cientificidad de una disciplina o una teoría con el principio de falsación ni con el de verificación. Kuhn asegura que el desarrollo de la actividad científica se divide (principalmente) en ciencia normal y revoluciones científicas. Durante la fase de ciencia normal los investigadores se dedican a la resolución de "enigmas" (o anomalías) a la luz de un paradigma ya establecido. Así que, si existe un criterio de demarcación, este se encuentra en el que una disciplina será científica si y solo si es una disciplina que capaz de resolver enigmas, característica esencial de la ciencia normal. Kuhn pone de ejemplo la astronomía y la astrología: según nos dice, la astronomía ha sido desde sus orígenes una actividad de resolución de enigmas. Por tanto, la astronomía es una ciencia; por otra parte, la astrología no presenta un programa de resolución de enigmas. Los fracasos particulares en astrología no dan lugar a programas de investigación para resolver dichas "anomalías" dentro de la disciplina. Por tanto, dice Kuhn, la astrología no es ciencia. 

Las críticas a esta propuesta no se hicieron esperar. Bajo este criterio, disciplinas como la parapsicología, la criptozoología, la ufología y la homeopatía bien podrían ser consideradas científicas, ya que se supone, buscan ofrecer explicaciones a fenómenos que se supone existen (pero que no han demostrado su existencia). Es decir, son disciplinas encaminadas a resolver enigmas. Popper, uno de los primeros críticos a la propuesta de Kuhn, también aclara que en astrología también se lleva acabo programas de "resolución de enigmas", y siguiendo el razonamiento kuhniano, estaríamos forzados a admitir la cientificidad de todas estas disciplinas. Popper llegó afirmar que la propuesta de Kuhn resulta ser "la mayor catástrofe" de una "sustitución de un criterio racional de la ciencia por uno sociológico." Hoy en día, sabemos que hablar de una investigación filosófica en base a estas ideas es practicar pseudoepistemología (tema que veremos en otra ocasión).

Por su parte, Imre Lakatos, quien fue discípulo tanto de Popper como de Kuhn, además de ser gran amigo del pseudofilósofo Paul Feyerabend (para quien no existe problema de demarcación, pues "todo vale" igual, sea biología o creacionismo, medicina o brujería, astronomía o astrología. Para este showman todas estas disciplinas tienen igual validez), busca extender la propuesta popperiana. Según Lakatos, el falsacionismo solo se aplica a hipótesis o teorías particulares aisladas, cuando en realidad debería ser aplicado a un conjunto de programas de investigación, los cuales se caracterizan por poseer una serie de teorías que son reemplazadas sucesivamente entre sí. Lakatos llama a esta ampliación "falsacionismo sofisticado (o metodológico)." Aunque la propuesta de Lakatos es expuesta de forma completa en su obra célebre La metodología de los programas de investigación científica, su tesis se hizo popular en su conferencia titulada "Ciencia y pseudociencia", expuesta a principios de 1973 a través de la transmisión de radio de Open University (el breve ensayo fue puesto a modo de introducción en la obra ya citada). 
Imre Lakatos.

Lakatos concluye que la cientificidad de un programa de investigación puede evidenciarse a la luz de las predicciones que cumpla. El progreso en dicho programa solo será posible si cada teoría que desarrolla tiene un contenido empírico más grande que las teorías predecesoras. Podemos decir entonces que una disciplina será científica si y solo si ésta progresa como programa de investigación. Si la disciplina no genera nuevo conocimiento y no progresa, entonces estamos hablando de una disciplina no científica. Si hablamos de una disciplina que no genera nuevo conocimiento, que no progresa y que además se hace ver como si en verdad cumpliera este requisito, hablamos de una pseudociencia.

La propuesta de los programas de investigación mostró tener gran influencia en los trabajos posteriores de autores como Paul Thagard, Daniel Rothbart y George Reisch. Los trabajos de Lakatos y los demás que siguieron la misma línea, ayudaron a formular y aclarar un punto clave en los conceptos de ciencia y pseudociencia: la ciencia es una actividad que progresa, que continúa en proceso y las disciplinas que se identifican como ciencias se complementan mutuamente con conocimientos ya obtenidos. En cambio, las pseudociencias son disciplinas estancadas que no producen nuevos conocimientos, métodos o proyectos de investigación, además que son actividades aisladas que no se sirven del conocimiento de ninguna disciplina real. La propuesta de Lakatos de su criterio de demarcación de los programas de investigación se trató de aplicar, llegando asegurar que disciplinas como el monetarismo de Milton Friedman (contenido en la teoría económica neoclásica) resultan ser pseudociencias (opinión que suele sostenerse hasta nuestros días). Pero Lakatos, al igual que su maestro Popper, llegó a meter la pata asegurando (a manera de reto) que nadie había sido capaz de encontrar un criterio de demarcación según el cual la teoría darwiniana de selección natural pudiera ser identificada como una teoría científica.

Hasta aquí, el debate sobre el problema de demarcación había consistido en establecer el criterio específico que separa la ciencia de la pseudociencia. Pero esto cambió cuando en 1983 Larry Laudan escribió un ensayo aparentemente fulminante: "The Demise of the Demarcation Problem" (La Desaparición del Problema de Demarcación). En su ensayo, Laudan declara muerto al problema de demarcación, asegura que el concepto "pseudociencia" es un concepto pernicioso e inútil, y que los filósofos dedicados a este tema no han hecho más que perder el tiempo en un proyecto fracasado. Laudan sostiene estos puntos con el argumento de que, a pesar que el problema de demarcación lleva casi un siglo de existencia, los filósofos han sido incapaces de encontrar de forma precisa los criterios correctos para diferenciar la ciencia de la pseudociencia. Además, dice, el término pseudociencia no es ni siquiera un término científico o filosófico que solo se encuentra con una gran carga emotiva (claramente siempre usado de forma peyorativa para denigrar alguna práctica). De acuerdo a Laudan, el verdadero problema está en evaluar la justificación epistémica detrás de cada reclamación individual al conocimiento, sin importar si esta se hace desde dentro de la física o desde la astrología.

Larry Laudan.
Como no es difícil adivinar, Laudan ha sido rebatido en repetidas ocasiones por diversos autores como Martin Mahner, James Ladyman, Sven Oven Hansson, Maarten Boudry y Massimo Pigliucci. En su sistemática respuesta, titulada "The Demarcation Problem. A (Belated) Response to Laudan" (El problema de demarcación. Una (tardía) respuesta a Laudan), Massimo Pigliucci expone los errores de Laudan. Pigliucci nos dice que las justificaciones epistémicas que van acompañadas de revisiones específicas individuales y no de esfuerzos generales, resulta ser bastante impráctico y muy restrictivo. Es decir, cuando una disciplina ha demostrado a lo largo de mucho tiempo el carecer de sentido y ser inútil, demostrando la incapacidad de progresar en dicha área, parece que el tiempo mismo justifica el por qué archivar esta disciplina para dejarla de lado, sin concentrarse en nuevos intentos de investigación dentro de ésta (Pigliucci utiliza a la astrología como un ejemplo de este tipo de disciplinas). En cambio, dentro de una disciplina científica que ha demostrado ser exitosa y dinámica, el consejo de analizar cada reclamación tiene sentido, precisamente porque la ciencia ha establecido métodos y un fondo de conocimientos contra el cual la justificación epistémica de cualquier nuevo alegato puede evaluarse razonablemente. Así, etiquetar algo de pseudociencia ayuda a identificar las disciplinas en las que es inútil llevar acabo este tipo de ejercicios y que además evita invertir tiempo y/o dinero en algo que no tiene posibilidad de validez o éxito.

Massimo Pigliucci.
Sobre el supuesto fracaso filosófico del problema de demarcación, Pigliucci explica que la historia demuestra que se tiene un progreso y no un fracaso en este caso. Si bien Popper estuvo equivocado al creer que había resuelto los problemas de inducción y demarcación, lo cierto es que la propuesta popperiana que reemplazaba el razonamiento inductivo por el deductivo resultó ser una "buena jugada" que tuvo que ser analizada y debatida antes de considerar propuestas más sofisticadas. La búsqueda conjunta de criterios necesarios y suficientes para definir la ciencia y la pseudociencia buscando entender estas actividades humanas representa un avance, no un retroceso. Pigliucci aclara que el problema de demarcación tiene gran relevancia ya que distinguir ciencia y pseudociencia trae consigo consecuencias de tipo intelectual, personal y monetaria. Distinguir entre ciencia y pseudociencia marca la diferencia entre crear políticas públicas que regulen las emisiones de efecto invernadero y las que hacen caso omiso a las alertas de cambio climático; se marca la diferencia entre establecer conductas que benefician a la sociedad entera como el vacunarse y los actos que van en contra del conocimiento bien sustentado, asegurando que las vacunas causan autismo; marca la diferencia entre aceptar un diagnóstico y tratamiento basado en la evidencia, y la utilización de píldoras que solo tienen agua y azúcar. 

Con todo esto, se vuelve evidente que el único fracaso filosófico que se ve en este tema, es el de la afirmación de que el problema de demarcación ha fracasado. En las últimas dos décadas el creciente interés tanto por filósofos y científicos, así como también por parte de divulgadores y activistas, en el problema de demarcación, es notable. En este tiempo en que se debatieron las propuestas que se presentaron de Popper hasta Laudan, es posible notar una característica común en todos los autores: todos manejaban una actitud monocriterial, es decir, solo consideran un único criterio de demarcación como razón necesaria y suficiente. Esto cambiaría luego de que el sociólogo Robert K. Merton (padre de la sociología de la ciencia moderna) afirmara que la ciencia se compone de un ethos o espíritu de investigación, que se puede resumir en cuatro conjuntos de imperativos institucionales o normas epistémicas. O sea, cuatro criterios distintos:
Robert K. Merton.

1. El universalismo, que afirma que cualesquiera que sean sus orígenes, las pretensiones de verdad deben ser sometidos a criterios impersonales preestablecidos. Esto implica que el rechazo o aceptación de una reclamación no depende de las condiciones personales o sociales de sus protagonistas.

2. El comunismo epistemológico dice que los resultados sustantivos de la ciencia son producto de la colaboración social y por tanto, pertenecen a la comunidad, en lugar de pertenecer a personas o grupos particulares. Este punto es incompatible con las patentes que reservan los derechos exclusivos a inventores o empresas.

3. El desinterés impone un patrón de control institucional que tiene la intención de frenar los efectos de los motivos personales o ideológicos que los científicos puedan tener.

4. El escepticismo organizado implica que la ciencia permite un escrutinio independiente de las creencias que están profundamente en poder de otras instituciones.

Aunque es posible encontrar enfoques bicriteriales (como el de Thagard) junto a algunos que combinan las tesis de Popper, Lakatos y otros autores, lo cierto es que hoy en día se da por hecho que para un enfoque sistemático preciso, es necesaria una propuesta multicriterial, con lo que se deja atrás el problema que Popper y sus contemporáneos se encontraron: la deficiencia en su enfoque debido a que abarcaban muy poco en lo que se refiere a ciencia y pseudociencia. Este es justamente el camino que estudiosos como Michael Ruse, John Dupré, Martin Mahner, Massimo Pigliucci, Maarten Boudry, A. A. Derksen, Steven Dutch, Sven Oven Hansson, Joseph Agassi y Mario Bunge (entre otros) han seguido. 

Usualmente, tanto desde la filosofía de la ciencia como desde la divulgación científica, se está acostumbrado a escuchar definiciones más o menos complejas del concepto mismo de ciencia con varios criterios que identifican una disciplina científica, como el que toda ciencia posee un fondo de conocimientos (que incluye hipótesis, teorías y leyes), que tienen una metodología bien definida, que se centran en un objeto de estudio particular (sea el cosmos, el medio ambiente, la anatomía de una especie, la conducta individual o social, etc), que son disciplinas que se complementan en conocimientos y metodologías, que se tienen controversias que por lo regular fascinan a propios y extraños por igual... Hablamos de disciplinas científicas que poseen una serie de características que las vuelven la inspiración para muchos. Pero, ¿qué pasa cuando se habla de pseudociencia?

Cuando en divulgación científica o en alguna nota de pie en un ensayo epistemológico se habla de pseudociencia, se suele decir que por esta se entiende a la disciplina que se hace pasar por ciencia (es decir, que posee todas las características de una ciencia) cuando en realidad no lo es, y punto. Hacer esto, es ignorar por completo las décadas invertidas en el estudio, análisis y debates interminables sobre qué son las pseudociencias. Si bien es cierto que al tener ya una definición establecida de ciencia básicamente podemos definir a la pseudociencia como una disciplina que no cumple con los criterios de la ciencia y que sin embargo, se hace pasar como tal, lo cierto es que esta vendría a ser una definición negativa, tan insatisfactoria como la de “un soltero es un no casado.” Las propiedades de un objeto son las que posee efectivamente. El que un objeto x no tenga una propiedad P puede ser cierto y puede ayudar a identificarlo, pero no ayuda a describirlo, ni mucho menos a definirlo y estudiarlo.

La definición de pseudociencia, igual que la de ciencia, sigue siendo un tema vivo, bastante rico en controversia. Pero este problema no es exclusivo de esta área. Existen un montón de conceptos "difusos" para admitir agudas y claras definiciones. Este punto expuesto por Massimo Pigliucci en su artículo "Pseudoscience" en la Encyclopedia of Philosophy and Social Sciences, no es nuevo. De hecho, es explicado por un autor que no muy a menudo es citado a la hora de hablar de pseudociencias: Ludwig Wittgenstein. Para Wittegenstein existen un conjunto de conceptos que pueden identificarse como "aires de familia", los cuales en un primer principio parecen tener una definición obvia, pero resultan ser bastante problemáticos (en filosofía de la ciencia, el estudio de estos conceptos difusos son el pan de cada día: conceptos como los de especie biológica, tiempo, espacio, materia, mente, cultura... son excelentes ejemplos). 

El ejemplo que Wittgenstein solía dar era el de "juego." Probablemente usted piensa que sabe sin lugar a dudas qué es un juego (como el ajedrez, el fútbol o Resident Evil 6) y qué no lo es (fumar, tener sexo o filosofar), así como seguramente estará consciente de ejemplos que podríamos llamar como "casos límite." Pero resulta fácil demostrar lo difícil que es establecer qué es un juego estableciendo un número de criterios (entre menos sean, la dificultad aumenta con probabilidad). Si usted define juego como un "hecho competitivo entre dos o más personas", bien se podría topar con ejemplos de juegos que no cumplen con su criterio y aún así se definen como juegos (en este caso, el solitario sería el contraejemplo a la definición adoptada), al mismo tiempo que existen actividades que cumplen con la definición sin ser juegos (como las transacciones comerciales). Con esto en mente, debería ser fácil el ver por qué el proceso para definir la ciencia y la pseudociencia ha llegado a ser tan problemático, y sin embargo, ambos conceptos todavía se refieren a dos tipos distintos de actividades humanas. 

Mario Bunge.
El que ciencia y pseudociencia sean conceptos de "aires de familia" es la razón por la que las propuestas de Popper, Kuhn, Lakatos y cualquier otro con un enfoque monocriterial fracasara en su intento de definir de forma precisa estos conceptos. Así es como podemos afirmar con seguridad que, si queremos establecer de la manera más precisa posible qué es la pseudociencia, debemos adoptar un enfoque multicriterial, y claro, no dejar de debatir sobre el tema. Uno de los enfoques multicriteriales más precisos, que además ha inspirado a otros (como los presentados por Agassi y Mahner) es el expuesto por el epistemólogo Mario Bunge, quien procede a definir la disciplina pseudocientífica SC como un campo de estudio compuesto de la siguiente forma:


SC = <C, S, D, G, F, E, P, A, O, M>

Tal que:

1. C es la comunidad de creyentes, no de investigadores.

2. S es la sociedad anfitriona que apoya a C por motivos prácticos (SC es un buen negocio o refuerza la ideología imperante) o tolera a C, aunque la exilia de la cultura oficial.

3. El dominio o universo del discurso D contiene entes imaginarios, o por lo menos, entidades cuya existencia no se puede justificar, tales como un diseñador inteligente, la influencia de los astros, los pensamientos incorpóreos, los superyoes, platillos voladores, memoria del agua y cosas parecidas, a los que C les asigna existencia real.

4. La concepción general o filosofía G incluye:

    a) Una ontología que admite la existencia real de entes o procesos inmateriales, tales como fantasmas, percepción extrasensorial, etc, o

   b) Una gnoseología que admite argumentos de autoridad, o modos paranormales de conocimiento accesibles solo a los iniciados, o los entrenados para interpretar ciertos textos canónicos, o

   c) Un ethos que lejos de ser el de la libre búsqueda de la verdad, de la profundidad y la sistematicidad, es el de la defensa obstinada del dogma (ejemplos de este tipo abundan, aunque en tiempos recientes se presentó un escándalo luego de que psicoanalistas lacanianos censuraran una película sobre el autismo y cómo esta pseudociencia sale malparada al respecto), si es necesario con ayuda del engaño o de la violencia.

5. El fondo formal F es increíblemente modesto. SC no siempre respeta la lógica, y los modelos matemáticos son la excepción y, cuando han sido propuestos, han sido incomprobables o falsos.

6. El fondo específico E es muy pequeño cuando no vacío. Una pseudociencia aprende poco o nada de otros campos de conocimiento, y contribuye poco o nada a ellos.

7. La problemática P incluye problemas mal planteados (por tener supuestos falsos) y típicamente (aunque no siempre) prácticos más que cognoscitivos.

8. El fondo de conocimientos acumulado A es pequeño, está estancado y contiene numerosas hipótesis incontrastables o incompatibles con hipótesis científicas bien confirmadas (leyes); en particular no contiene leyes propiamente dicho.

9. Los objetivos O de los miembros de C son, con frecuencia, prácticos en vez de cognitivos, en concordancia con su problemática P. Además, no incluyen objetivos científicos, a saber, el descubrimiento de leyes o su utilización para comprender o predecir hechos.

10. La metódica M contiene procedimientos que no son controlables por medio de procedimientos alternativos (especialmente, de procedimientos científicos) ni se los puede justificar mediante hipótesis adecuadamente confirmadas. En particular, los pseudocientíficos no aceptan bien la crítica.

11.  La composición de las ocho últimas componentes de la SC apenas cambian en el curso del tiempo y, cuando cambia, lo hace en forma limitada y de resultas de controversias o de presiones externas, no de investigaciones científicas.

12. SC no tiene parientes próximos, salvo quizá otra pseudociencia, con los que puede interactuar fructíferamente; o sea, SC está prácticamente aislada: no existe un sistema de pseudociencias paralelo a las ciencias.

Problematizar sobre la demarcación ciencia-pseudociencia, establecer los criterios que caracterizan la ciencia y la pseudociencia, sistematizar la definición de pseudociencia, analizar y debatir las propuestas dadas tanto por los autores "clásicos" como por los más actuales, establecer la importancia de afrontar la demarcación no solo como un problema de "filosofía de salón" sino como un problema que tiene repercusiones reales en el aquí y el ahora, son algunas de las actividades más apasionantes dentro de la epistemología (que es lo mismo que filosofía de la ciencia). Pero aquellos que dedican su carrera al estudio de estos problemas, además de ser reconocidos como estudiosos de la filosofía de la ciencia, podemos llamarlos, con justa razón: los filósofos de la pseudociencia.

Tal vez en el futuro (esperemos no muy lejano) se miren cursos, talleres y materias optativas en las carreras de filosofía y las de ciencia dedicadas a analizar las preguntas que se plantean al pensar el problema de demarcación. Puede ser que en el futuro exista algún espacio para su estudio como disciplina filosófica independiente, pero eso, el tiempo lo dirá.

SI TE INTERESA ESTE TEMA

* El artículo "Science and Pseudoscience ", escrito por Sven Oven Hansson en la Stanford Encyclopedia of Philosophy, resulta ser una referencia introductoria obligatoria al estudio filosófico de la pseudociencia.

*El artículo "What's the point of demarcation projects?", de Massimo Pigliucci, ofrece una breve pero excelente explicación de por qué es importante el problema de demarcación no solo para los filósofos, sino para todos nosotros.

*El artículo "Demarcating science from pseudoscience", de Massimo Pigliucci, responde a la pregunta "¿cuáles son las diferentes formas de tratar el problema de demarcación entre ciencia y pseudociencia?", en Ask a Philosopher.

*La entrada en la Wikipedia en inglés "Demarcation problem" ofrece contenido y referencias de gran calidad sobre la historia de los debates en torno al tema.

* La entrada " Pseudoscience "en The Skeptic's Dictionary , Por Robert Todd Carroll.

* "The Parameters of Pseudoscience ", revisión del libro The Pseudoscience Wars de Michael D. Gordin, por David Morrison en el CSI.

*El artículo "La filosofía tras la pseudociencia", de Mario Bunge, publicado originalmente en Skeptical Inquirer y traducido al español por la revista El Escéptico.

* La Lógica de la Investigación Científica , Karl Popper, Tecnos, 1980.

*La Metodología de los Programas de Investigación Científicas, de Imre Lakatos, Alianza, 1989.

*La Investigación Científica, de Mario Bunge, Ariel, 1979.

*Seudociencia e Ideología, de Mario Bunge, Alianza, 1985.

*Las Pseudociencias ¡Vaya Timo!, de Mario Bunge, Laetoli, 2010.

*Philosophy of Pseudoscience, editado por  Massimo Pigliucci y Maarten Boudry, University of Chicago Press, 2013. El libro presenta una colección de ensayos en los que se aborda la sociología, la psicología, la historia y la filosofía de la pseudociencia.

11 comentarios:

  1. Hombre tomate un respiro, es evidente que idolatras a Bunge y luego dices que no eres fanático...

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    1. Mi amigo zetetic, no confundas admiración con idolatría. Sí, admiro a Mario Bunge por su trayecto y sus aportes a la epistemología. No, no lo idolatro. En fin, como se que importa muy poco lo que diga y que seguirás con tus mismas ideas, tu prosigue solo...

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    2. Campeón, ya acudí con Daniel Zepeda sobre el reto de los $ 20 000 y no llegamos a nada. Te propongo algo, tú me das tus razones en contra de la homeopatía bien fundamentadas, utiliza todos los recursos que puedas y en no más de 10 páginas, las cotejamos, las dejas si gustas en un archivo en .doc o .pdf y me avisas a mi blog. Y respondo ¿va?

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    3. Ya me imagino cómo ha de haber acabado.

      Primero, te recuerdo un pequeño dato en caso de que lo hayas omitido: este no es un escrito sobre homeopatía, así que no sé ni siquiera a qué viene el tema (otra vez). En segundo lugar, no estoy interesado en tu propuesta, ya que la carga de la prueba (aunque no lo aceptes) recae en quien afirma, no en quien cuestiona. ¿Dices que la homeopatía funciona, que tiene fundamento científico y que los que no creen eso son pseudoescépticos? Adelante, demuéstralo, ponte a prueba bajo las condiciones que un retador te exige (no bajo las tuyas), gana el Nobel de medicina por demostrar que una práctica de los tiempos de las sangrías realmente funciona, y entonces sí que podemos hablar de algo bueno.

      Por el momento tengo otras tres series que tengo que publicar, una respuesta a los veganos, a Zugasti sobre racismo científico, una ensayo crítico al nuevo ateísmo, una crítica a los acomplejados antifilosofía que hacen divulgación científica... así que comprenderás por qué no tengo planeado publicar algo nuevo sobre homeopatía en un futuro cercano (y por cierto, mi top 7 de razones para no creer en la homeopatía sigue ahí).

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    4. Ok, totalmente de acuerdo en que quién debe demostrar es quien afirma. Sin embargo, si alguien dice una hipótesis negativa (p.e. que la homeopatía contradice todas las leyes de la ciencias naturales) también debe demostrarlo. La cuestión de la demostración de la homeopatía ya lo he intentando con Daniel Zepeda (el retador) por segunda vez y no llegamos a nada por inconsistencias en su reto (p.e. él pide que el experimento sea sobre la memoria del agua y que se haga al aire libre, lo cual es inadecuado en experimentos donde se requiere el control de variables físicas, ambientales (control de contaminación, presión atmosférica, etc) y psicológicas). Supongamos que alguien demuestra que la homeopatía es científica, eso no implica ganar un premio Nobel, una cosa no lleva a la otra, no hay causalidad en tal cosa.
      Sí, he leído tu contribución de las 7 razones y cada una se ha rebatido en mi blog. Se elaboró un borrador refutando puntualmente cada una de los argumentos que expones, pero al final se consideró irrelevante y repetitivo por ser puntos que han abordado a lo largo de la existencia del blog en diferente tiempo.

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    5. Sí bueno, si no te parece, entra directo al reto Randi o al Sisyphus a ver si te "parecen" más serios (no veo cómo el ambiente puede afectar un experimento de memoria del agua... ¿acaso adquiriría una memoria distinta?). Desde luego que un descubrimiento así valdría el Nobel, ya que desde la homeopatía se asegura que se puede tratar (y hasta curar) mil y un padecimientos que incluso la medicina científica no es capaz de curar o tratar de forma 100% efectiva.

      Qué bien que lo has leído, pero conociendo tus "respuestas", espero comprendas por qué no me tiene con mucho pendiente. En fin, saludos, y, sí quieres seguir comentando por aquí, más vale que sea_sobre_el_tema_principal, y no sobre algo que ni siquiera menciono.

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    6. Espero que se entienda el sarcasmo del Premio Noble y no Nobel.

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  2. Que no le caiga el homeópata que en su blog se victimiza pero acá hace y deshace, ahora dice que usted idolatra a Bunge pero no pone nada en evidencia, en el blog va a decir que usted lo maltrata psicológicamente, lo censura, mejor dicho el disidente, la víctima, el perseguido, la pobre criatura desamparada es él, pero acusar de idolatrar solo puede él, si usted le dice eso es un seudoescéptico pagado por las farmacéuticas maldito difamador censurador terrible...

    Lo bueno es aprender a invertir la carga de prueba, como lo hace siempre.

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    1. Pensaba que irías a retornar, pero no. Hablando de conspiraciones farmacéuticas.... claro me paga Boiron, el diablo, el tercer Reich, Madonna, Azov Batallon, El cartel de Sinaloa, el Ku Kux Klan, Bloods and Crips, las Triadas chinas, Tio Rico Mac Pato, Fidel Castro, Hamas, ISIS, Mauricio Schwarz....

      http://homeopatiayseudoescepticismo.wordpress.com/2014/08/07/chiste-del-mes-conspiraciones-seudoescepticas/

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