domingo, 20 de septiembre de 2020

El MMS y la contradictoria mercadotecnia de la medicina alternativa

"Diles que Jesús te sana mientras bebes esto." Mark Grenon.

A la izquierda, el líder de la secta 
Génesis II, Jim Humble; a la derecha,
su acólito principal en el mundo 
hispanoparlante, Andreas Kalcker.
En mi familia tuvimos que estar completamente aislados gracias a que nos enfermamos de COVID-19 (tal como confirmó una prueba del Hospital Civil), y hasta hace unas semanas regresamos a la "normalidad" (afortunadamente, nadie desarrolló complicaciones). Lo que me pareció más interesante en esos días en que, hasta estar sentado en computadora era un dolor de cabeza y ojos asegurado, fue la cantidad de remedios y terapias alternativas que se nos ofrecieron tanto familiares como conocidos. Desde el té de limón hervido, cebolla con miel y limón, vitamina C,  homeopatía, plata coloidal, hasta dióxido de cloro o CDS (y esa última fue una recomendación tanto de una dentista antivacunas como por un contacto de facebook que solía ser un seguidor de la filosofía científica y hoy es un bleach boy).

Esta última, según he podido observar, es una de las terapias alternativas que mayor popularidad ha ganado en los tiempos de pandemia, aún cuando su origen, composición y propuesta, no solo son contrarios a los conocimientos de medicina basada en la ciencia, sino que también son contrarios tanto a la pretendida secularidad de las pseudoterapias "clásicas" como a su también conocida quimiofobia. Usado antes de la pandemia como una panacea que cura desde el cáncer al autismo, el auge del CDS (también conocido como MMS o solución mineral milagrosa) como tratamiento al COVID-19 solo nos viene a demostrar (¡una vez más!) lo poco que se ha entendido el mensaje del pensamiento crítico cuando de salud se trata.

MMS/CDS/CIO2: el lucrativo origen de la solución milagrosa


No me enfocaré en la composición y peligrosidad de este compuesto para la salud, pues ya existe suficiente material al respecto (aquí, aquí, aquí, aquíaquí, aquí, aquí, aquíaquíaquí y aquí también); tampoco me ocuparé de mostrar a los charlatanes que lo promueven (como Kalcker, Pàmies o la madre Forcades, entre otros, que repasamos en mi última charla del Viernes de Ciencia en el IAM), pues de ellos también se han ocupado ampliamente en otras partes (acá, acá, acá, acá, acá y acá igual). Es un hecho que el CDS/MMS/CIO2 (o las siglas que prefiera) no es un medicamento, no cura nada de lo que dice curar y que sus promotores son el ejemplo típico de charlatán o curandero moderno que hace los mismos trucos retóricos de los que siempre se han valido los curanderos al vender aceite de víbora y otros productos milagro.

Lo particular del dióxido de cloro es su curioso origen y su retórica que entra en completo conflicto con los reclamos de las otras pseudoterapias de moda. Mientras que la homeopatía, el biomagnetismo o la descodificación biológicas se venden como terapias seculares (es decir, que no apelan a poderes sobrenaturales... explícitos), esta tóxica pseudoterapia comenzó a comercializarse desde la religión, y más en específico, desde una secta religiosa.

 Jim Humble, un hombre que asegura haber sido ingeniero aeroespacial de la NASA, afirma que en una estancia en Sudamérica creó una cura mágica contra la malaria, que luego bautizaría modestamente como "Solución Mineral Milagrosa" (MMS por sus siglas en inglés). Al "darse cuenta" que curaba la malaria, a base de testimonios que dice haber recabado y de su propia experiencia, en lugar de someter a pruebas clínicas su presunta solución milagrosa hizo algo aún más brillante: fundó su propia secta, la Iglesia Génesis II, para difundir el MMS como un sacramento y así poder burlar las leyes tan odiosas de medicamentos que ya le estaban prohibiendo su curanderismo; aunque imperfectas, dichas leyes suelen salvar vidas al evitar que tratamientos ineficaces y/o nocivos se vendan como cura para los peores padecimientos. Pero si aseguras que consumes un producto por convicción religiosa, la historia cambia, al ya no ser un producto que se patrocine como medicamento. 

Humble fue lo bastante cínico para admitir que la creación de su iglesia tenía el específico propósito de vender MMS:
"Miren a los católicos. Sus sacerdotes han abusado sexualmente de mujeres y niños durante siglos y los gobiernos no han podido detenerlos. Si se maneja adecuadamente, una iglesia puede protegernos de las vacunas que no queremos, de los seguros forzosos y de muchas cosas que un gobierno podría querer usar para oprimirnos."

Tal como Martin Robbins afirmaba en un viejo artículo para The Guardian, se necesita mucha imaginación para mirar el manejo del abuso infantil por parte de la iglesia católica como un ejemplo útil de cómo manejar tu negocio. Yo diría que más que imaginación, hay que ser algo (o bastante) hijo de puta. Pero la historia no termina aquí. 

Según Humble, luego de "descubrir" el MMS decidió "demostrar" su efectividad, yendo a varios países africanos a distribuir la cura milagrosa entre más de 100 mil habitantes afectados por malaria, o eso afirma. Humble cuenta que un par de misioneros comenzaron a decir que él era malvado, y al esparcir el rumor nadie quiso más su solución milagrosa. No se sabe si 100 mil habitantes es una cifra exacta, cercana o exagerada, por lo que solo podemos imaginar las víctimas de este curandero en Uganda, Kenia, Sierra Leona, Tanzania y Malawi, donde vendía su veneno. 

Después de un tiempo, Humble mágicamente descubrió que su producto también curaba el cáncer, así que comenzó una nueva campaña "evangelizadora" con MMS en México y el resto de América Latina, distribuyéndolo a pacientes con cáncer de páncreas y de pulmón, asegurando que los síntomas de intoxicación (como vómitos y diarrea) eran claras evidencias de cómo el tratamiento funcionaba al "oxidar" los patógenos y dejando intactas las células del cuerpo (no se fije usted en que el cáncer no lo causan patógenos, esas son pequeñeces),  administrándoles en repetidas ocasiones del día durante semanas o meses (!) su MMS, quedando impune después de cometer semejantes actos de tortura contra personas ya de por sí jodidas, un crimen contra la salud del que no sabemos las cifras exactas.   

En 2008, Humble publicó su obra cumbre The Miracle Mineral Supplement of the 21st Century en dos partes, autoproclamando que su trabajo es similar al que hizo en la Tierra Jesucristo al curar lo incurable. Y así, es como sus acólitos comenzaron a vender el veneno, que no tiene minerales, ni es milagroso, para curar autismo, sida, diabetes, ébola y como ya se imaginaran, la COVID-19. La iglesia de Humble también establece que el MMS es parte de una comunión mística que cura todos los males materiales y espirituales. A este sujeto y su secta, pues, solo les falta asegurar que el dióxido de cloro también revive a los muertos al tercer día.

Génesis II, por fortuna, hoy es una secta perseguida por cometer fraudes contra la salud y por intoxicar a más de uno de los incautos que han caído en sus garras. El mes pasado fue encontrado y arrestado en Colombia Mark Grenon, arzobispo de la secta de Humble, junto a sus hijos, quienes eran buscados por las autoridades estadounidenses desde hace tiempo. Grenon y su familia, tal como informa la nota de Univisión:

Los fiscales alegan que este ‘arzobispo’ y sus tres hijos ganaron en 2019 alrededor de $500,000 vendiendo el MMS en EEUU y otros países. Ellos siguieron comercializando su MMS a pesar de que el Distrito Sur de Florida del Departamento de Justicia (DOJ) presentó cargos en su contra el 8 de julio.
Se sabe que Grenon le escribió una carta al infumable Donald Trump, asegurando que el dióxido de cloro podía curar la COVID-19. Unos días después ya teníamos a Trump recomendando y preguntando si era posible hacer alguna clase de inyección de desinfectante, para asombro e indignación de la comunidad médica. Así el alcance y el éxito de ventas de la secta religiosa.

¿No que lo natural era lo bueno?


Que existan personas que defiendan el invento de una secta peligrosa no es lo único contradictorio en el mercado de las pseudoterapias. Tal vez lo que más me llama la atención es cómo los promotores del eslogan "lo natural es bueno; lo artificial perjudica", sean también quienes consumen y venden dióxido de cloro, un compuesto químico (sí, químico, o sea ¡el diablo!) fabricado por todo un sector industrial enorme. Para el bioquímico español José Miguel Mulet, esto también le pareció algo digno de notar, como lo muestra en Medicina sin engaños (2015):   

El representante del MMS para Europa es Andreas Ludwig Kalcker, asiduo de ferias esotéricas, ecológicas, de salud natural y de medicinas alternativas. Sus aliados para la difusión en España han sido sor Forcades y Josep Pàmies. La mediática monja benedictina le dedicó uno de sus famosos vídeos,  y Josep Pàmies lo defendió en su blog, diciendo que él también consumía MMS. Lo curioso es que ambos están a favor de la salud natural y en contra de las farmacéuticas que nos venden medicamentos químicos patentados, pero publicitan un fármaco que es un producto químico de uso industrial y que Humble vende con un margen comercial abusivo. 
No es que en el mercado de las pseudoterapias no existan otros productos y tratamientos químicos patentados con una enorme industria detrás de ellos. La reina de las pseudoterapias, la homeopatía, es preparada en laboratorios donde farmacéuticos y químicos con especialidad en homeopatía usan distintas sustancias para diluir y crear los populares chochos, siendo pagados por multinacionales asquerosamente poderosas, como Boiron y Hasler. Lo mismo para con la agricultura biodinámica, que hace uso de preparados homeopáticos de estiércol enterrado dentro cuernos y astrología, pero para usar sus métodos debes pagarle al banco Triodos de la secta de la Antroposofía. 

Tampoco es que su conexión con la religión sea novedoso entre las pseudoterapias. Las llamadas medicinas tradicionales se encuentran todas dentro de una cosmovisión que mezcla las creencias y mitos de antiguas culturas (sean mesoamericanas, indias, chinas, griegas o egipcias) con el vitalismo o el espiritualismo de los movimientos new age modernos, que no son más nuevas religiones o formas de religiosidad. Las cirugías psíquicas filipinas fueron un tratamiento alternativo muy popular en la segunda mitad del siglo pasado, tanto que el actor Peter Sellers, quien padeció de problemas cardíacos, puso su esperanza en este tipo de estafadores presuntamente ancestrales, muriendo a los 54 años de un ataque al corazón que pudo haber prevenido si tan solo se hubiese sometido a un bypass urgente. Y no hay que olvidar que las primeras formas de tratamiento, los exorcismos, que suponían la posesión demoníaca como origen y causa de las enfermedades  (y las epidemias) que aquejaban en la antigüedad, tienen un origen puro en el pensamiento mágico de las religiones.

Esperar que las pseudoterapias y sus consumidores presenten discursos coherentes, es tan imposible como esperar que presenten evidencias concretas e irrebatibles de sus reclamos. No debería extrañarnos que el antivacunas, el quimiofóbico o el denunciante de padecer "sensibilidad electromagnética" por culpa del wi-fi, sea también consumidor de alguna pseudoterapia patentada por una empresa igual o más lucrativa que Big Pharma y basada en procedimientos sintéticos que jamás podrían recrearse en la naturaleza.

Pero si de casualidad usted le muestra este artículo a un vecino pachamama o una tía feng shui, que prefieren aferrarse en serio a "lo natural", por favor, no le vaya a decir que ya existe otra cura milagrosa naturista: la oleandra, un nuevo aceite de víbora que también ha sido promocionado por algunas de las personalidades más allegadas de Trump, se vende como remedio natural, sus promotores dicen que cura el COVID-19 y sí, también es venenoso.

Lo mejor que puede hacer es evitar que estas personas caigan en las trampas de los curanderos, o si no, estudie de lejos cómo funcionan las disonancias cognitivas que presentan estas personas a la hora de reclamar que gobiernos y farmacias quieren envenenarnos, a la vez que consumen veneno que se vende como alternativa. 

Oh, y casi lo olvido: si se preguntan qué pasó con Jim Humble, sepa que no sabemos a dónde fue que huyó, aunque de acuerdo a un reportaje del 2016, es posible que Humble se encuentre aquí, en Guadalajara vendiendo impunemente su veneno a personas afectadas por la pandemia y por otras enfermedades. No sería nada sorprendente, dado que sabemos también que en Puerto Vallarta, Jalisco, operó por mucho tiempo su principal vendedora de MMS para niños con autismo, Kerri Rivera.

SI TE INTERESA ESTE TEMA

* Medicina sin engaños, por J. M. Mulet, Ediciones Destino, España, 2015.

* "El dióxido de cloro no cura el COVID-19", por Rodrigo Patiño, en la Red Mexicana de Periodistas de la Ciencia.


3 comentarios:

  1. Excelente artículo. Lo compartiré en redes sociales.

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  2. Un apunte, la delincuente Kerri Rivera reside actualmente en Alemania, tras casarse con un ciudadano de ese país https://fionaolearyblog.wordpress.com/2019/08/27/bleach-quack-still-experimenting-on-autistic-children-via-telegram-platform/
    Las autoridades alemanas parece que ven con buenos ojos que se envenene a niños, dada su inacción ante flagrantes delitos.

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    Respuestas
    1. Gracias, actualizaré mi entrada. Y pues, el problema está cuando aseguras que tu producto no es un medicamento ni lo sustituye, que solo es un complemento. Así, las flojas leyes no los tocan.

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