Hoy en día, tristemente, se tienen muchos licenciados o maestros en filosofía, pero pocos filósofos propiamente dichos. O por lo menos esa es mi apreciación subjetiva y humilde. Tal vez me equivoco (eso me encantaría sin duda). Saber que me equivoco, saber que hay más que solo licenciados en filosofía enajenados con libros de autores de hace dos siglos (o más); filósofos sinceros y claros, que se manejen con un respeto por los hechos y lo que los hechos nos dicen sobre el mundo. En fin, esta ya será reflexión para otro momento, por ahora, los dejo con mis filósofos favoritos del mundo antiguo (y los que mejor conozco).
Espero disfruten de estas brevísimas "biografías" (si es que así se me permite llamarles). Si usted esperaba ver aquí a Parménides, Zenón de Elea, Protágoras, Pitágoras o Platón, será mejor que busque en Google, por aquí solo perderá su tiempo buscándolos.
Demócrito. Según Enciclopedia Biográfica Universal. Doce Mil Grandes, Demócrito (460-370 a.n.e) es uno de los filósofos más importantes de la antigüedad, puesto que comparte junto a Platón y Aristóteles. La verdad es que para mi, Demócrito debería ser visto con mayor importancia que Platón, pero en fin. Demócrito, junto a su maestro Leucipo, es el fundador de una de las primeras doctrinas materialistas en la historia, conocida como atomismo.
Aunque en su época fue muy famoso (algo así como el Richard Dawkins de hoy en día, pero multiplicado a la tercera potencia), son pocos los escritos que sobreviven de él, de modo que la mayor fuente que se tiene son las obras en que Diógenes Laercio y Aristóteles lo mencionan. Demócrito fue uno de las grandes mentes que buscaba entender el Cosmos en el que vivía. Según nos ha llegado hasta el día de hoy, una frase resume el grado de compromiso de este pensador con conocer la verdad: "prefiero entender una sola causa que ser el rey de Persia". Aunque Leucipo se le considera el creador de la doctrina atomista, lo cierto es que fue el genio de Demócrito el que defendería y completaría dicha doctrina, asegurando que lo que existe es la materia, la cual puede dividirse de forma finita hasta llegar a una unidad elemental indivisible, conocida en griego como átomo.
Los átomos, decía Demócrito, son las partes más esenciales de la materia, imposible de seguir dividiéndolos hasta el infinito. Las distintas formas o manifestaciones de la materia (ya sea la forma de una montaña, el color de un edificio o la figura humana) son distintas porque los átomos que las componen son de diferentes formas, e incluso estos átomos puede agruparse de cierta manera. Todo esto, sin duda alguna nos parece exageradamente familiar, pareciera que se habla de la teoría atómica de la química moderna, con todo y la noción de molécula. Cabe recordar que este modelo era totalmente especulativo, y un modelo así en nuestros días sería tachado de charlatanería. Sin embargo, esta corriente filosófica ya presenta las nociones básicas de lo que siglos más tarde constituiría una de las ciencias duras, la química.
Desde luego que la noción de átomo como partícula elemental de la materia, de acuerdo al atomismo expuesto por Demócrito, es radicalmente distinta de la noción de átomo que se tiene en química y física de partículas hoy en día. Por ejemplo, Demócrito señalaba que la forma de los átomos es lo que daba las propiedades de la materia. Si algo era salado era porque sus átomos son irregularmente grandes y puntiagudos; la capacidad del fuego para penetrar los cuerpos se debe, según esta idea, a que los átomos del fuego son pequeños y esféricos, y se encuentran en un movimiento increíblemente rápido.
Demócrito postula que existe el vacío en el Cosmos (idea contraria a la que sostendría Aristóteles), y el movimiento, la forma, el tamaño y la impenetrabilidad son propiedades únicas de los átomos. También fue conocido Demócrito, como una clase de adivino, pues ya que se sabía que tenía conocimiento sobre fenómenos naturales y del clima, solía hacer predicciones sobre éste último (no sabría decirles si en verdad acertaba). La doctrina atomista también es una de las primeras en identificarse por su reduccionismo físico, en el que cuestiones como la consciencia y la conducta no eran producto de otra cosa más que el resultado del movimiento específico de los átomos.
Con todo y sus errores, justificables dado que estamos hablando casi de nociones de ciencia moderna en el siglo V antes de nuestra era, la filosofía de Demócrito es sin duda una de las más importantes de todos los tiempos. La idea de que los dioses son solo el producto de la necesidad humana por entender las causas naturales (se cuenta que a Demócrito se le llamaba "el filósofo de la risa" porque a en su vida privada se ría de la religión y el mito de su época), la noción de que los cambios observados en la materia (como los estados de la materia) pueden ser explicados por procesos que tienen lugar a un nivel "atómico" o de organización más elemental, se atribuyen igualmente a la mente de Demócrito. Un naturalista que realizó experimentos usando sus conocimientos en plantas curativas, que defendía la matematización de las teorías para explicar el Cosmos (herencia directa de Pitágoras, de quien también aprendió); un hombre de conocimientos enciclopédicos y algo excéntrico, pues teniendo la capacidad y todo lo necesario para volverse tan famosos como Sócrates, incluyendo la oportunidad de entrar en la política, prefirió la vida contemplativa. Fue odiado por más de uno debido a su materialismo y ateísmo (se cuenta que Platón sugirió quemar las obras atomistas de Demócrito). En fin, hablar sobre Demócrito es, en mi opinión, diez veces más interesante que hablar de Parménides o de Platón. Es una lástima que los profesores de filosofía (tanto de bachillerato como de licenciatura) usualmente no piensen lo mismo. Ellos se lo pierden.
Véase más: "Democritus", entra de la Stanford Encyclopedia of Philosophy; "Ancient Atomism", entrada de la Stanford Encyclopedia of Philosophy; "Democritus", entrada de la Internet Encyclopedia of Philosophy; Introducción Histórica a la Filosofía de la Ciencia, de John Losee, Alianza Editorial; Diferencia de la Filosofía de la Naturaleza en Demócrito y en Epicuro, de Karl Marx, Editorial Ayuso.
Sócrates. Probablemente el más elogiado filósofo de todos los tiempos y también del que menos cosas sabemos con certeza, sea Sócrates (470- 399 a.n.e.), quien ha pasado a la historia como el padre de la filosofía occidental, al dejar en segundo plano las reflexiones tanto sobre la naturaleza como sobre los mitos, y poner en un lugar privilegiado la reflexión sobre ser humano, tomando siempre la razón como principio (esto haría que pensadores como Nietzsche dijeran que fue Sócrates quien arruinó la filosofía. Yo pienso que sin Sócrates, Nietzsche nunca hubiera existido... pensándolo bien, creo que sí hubiera sido mejor que Sócrates no existiera para que Nietzsche no existiera, ¿no creen?). Todo lo anterior es reconocido por aquellos que saben algo más que su popular frase (probablemente la más famosa en toda la filosofía): "yo solo sé que no sé nada". Y ciertamente, lo que podemos asegurar sobre lo que sabemos de la vida de Sócrates es que "no sabemos nada" con total certeza. Y este hecho justamente es lo que hace de esta figura algo fascinante.
Tradicionalmente se usan tres autores para crear un perfil del Sócrates histórico, aunque estas fuentes tengan discrepancias entre sí. Estas fuentes no son otras más que las obras de Aristófanes, Jenofonte y Platón. El problema principal es que la figura de Sócrates, su pensamiento y sus acciones, son distintas en cada uno de estos autores. La razón por la que estos autores no suelen concordar en todo, se debe a que estos, más que buscar hacer biografía, trataban de hacer poética o filosofía, de modo que en sus obras, Sócrates aparece como personaje principal, siendo el defensor de las doctrinas de los mismos autores mencionados. Los historiadores miran con un poco más de credulidad a Aristófanes, al ser el único que conocería a Sócrates desde su juventud (cuando Jenofonte y Platón aun eran bebés).
"La muerte de Sócrates" (1787), de Jacques-Louis David. |
Aristófanes pinta a un Sócrates siendo una clase de sofista cínico que se burlaba de los dioses y las creencias humanas, en su comedia Las Nubes. El Sócrates de Aristófanes es un hombre dañino para la juventud, ya que se trata de alguien que enseña la desobediencia y desprecia a los poetas (grupo al que pertenecía Aristófanes). Por su parte, el historiador Jenofonte pinta a Sócrates con una personalidad, si bien pragmática (hablando sobre temas económicos como hacer dinero y el manejo de inmuebles), bastante cercana a la que Platón muestra en sus Diálogos. Jenofonte, aunque era historiador, es poco probable que el Sócrates del que habla tenga total correspondencia con el Sócrates histórico, primeramente porque es poco probable que Jenofonte conviviera con Sócrates mismo. Otro punto importante es que hay una diferencia entre sus escritos socráticos y sus escritos históricos. Por último, tenemos al Sócrates mostrado por Platón en sus mencionados Diálogos. Algo curioso en este, es que en su diálogo Apología de Sócrates, se mira a Aristófanes como uno de los personajes más dañinos para las mentes de los ciudadanos, quienes crecieron creyendo sus mentiras sobre Sócrates. De todas las fuentes, la más popular sin duda es la obra platónica, pero puede que sea tan poco exacta como la de Jenofonte. Sócrates fue acusado de herejía cuando Platón tenía 25 años, lo que significa que él no pasó mucho tiempo al lado de su maestro. Usualmente los diálogos Ion, Lisis, Menón, Menéxeno, Teeteto, Eutifrón, Simposio, Apología, Critón, Fedón y Parménides, son los más cercanos a los periodos históricos en que Sócrates vivió, los que se desenvuelven sus respectivas enseñanzas, con Sócrates mismo como protagonista principal de cada uno de ellos. Algunos historiadores de la filosofía también suelen citar a autores menos conocidos como los socráticos menores para reconstruir al Sócrates histórico, pero se trata de fuentes provenientes de filósofos de los cuales se conserva poco o nada de sus trabajos.
Lo que se nos presenta como las enseñanzas de Sócrates son, pues, las interpretaciones que las referencias ya mencionadas dieron sobre la filosofía de este pensador. Sócrates debió pensar en las futuras generaciones, escribiendo aunque sea una autobiografía para así no quedarnos tan a medias con lo que sabemos sobre su vida. Lo que por lo general se nos dice, es que Sócrates es el fundador de la técnica de la mayéutica, una técnica que presupone que para llegar a un conocimiento es necesario entablar un diálogo en el que se pone en entredicho los conocimientos previos o que se creía tener, demostrando que no son tal cosa. Se presupone que el conocimiento de algo se tiene dentro de la mente de uno, pero el debate es necesario para que el individuo encuentre en su interior dicho conocimiento y que llegue a reconocerlo. La idea de que el conocimiento de la verdad ya está dentro de nuestras mentes, pero que es necesario un proceso dialéctico como el mayéutico, parece más una concepción platónica. De hecho, la única fuente que le atribuye a Sócrates la invención de la mayéutica son los diálogos del Banquete y el Teeteto, de Platón. Aristófanes y Jenofonte mencionan que Sócrates era alguien que le gustaba debatir con sus vecinos y con quien fuera tan desafortunado de topárselo, pero no nos dicen nada sobre si creía que el conocimiento yace en el interior del alma de cada uno. Aunque es romántico decir que Sócrates inventó la mayéutica, y con esta, el método dialéctico, lo cierto es que no hay razones para suponer que esta idea se corresponde con la realidad.
Entonces, no sabemos quién era, qué pensaba, ni cuál fue su aportación real a la filosofía. ¿Cómo poder admirar a un personaje del que casi no sabemos nada? Bueno, para mi es digno de admirar porque fue lo bastante genial como para volverse la admiración de aquellos pensadores antiguos de los que más de veinte siglos después, cientos de personas admiran. Y lo hizo sin escribir una sola palabra. Para mí es suficiente para considerarlo digno de admirar.
Véase más: Socrates, entrada en la Stanford Encyclopedia of Philosophy.
Aristóteles. Otro de los más elogiados de la filosofía tradicional es Aristóteles (384-322 a.n.e.), y con mucha razón. Alumno de Platón, Aristóteles superó por mucho a su maestro para pasar a la historia como un auténtico todólogo al contribuir a la lógica, poética, retórica, dialéctica, política, economía, historia natural, antropología, psicología, física, danza y teatro de su época. Se le considera el padre de la lógica y la filosofía de la ciencia. Con excepción de la medicina, la historia y las matemáticas, Aristóteles logró ser un maestro en básicamente todas las disciplinas importantes de su tiempo. A pesar de esto, no son pocos los que han criticado duramente a este genio.
Entre los anti-aristotélicos memorables se cuentan grandes mentes como la del todólogo y (entre su todología) director de la Biblioteca de Alejandría, Eratóstenes (contemporáneo de Aristóteles); el matemático y padre de la ciencia moderna Galileo Galilei; el gran lógico y filósofo del siglo XX, Bertrand Russell; y el astrónomo y genial divulgador de la ciencia Carl Sagan. Todos estos grandes mentes de sus respectivas épocas, genios admirados por muchos (y por mi también). Ya que biografías narrativas de Aristóteles existen a morir, considero que será más didáctico introducir el pensamiento aristotélico desde sus críticos, siendo los principales los ya mencionados Eratóstenes, Galileo, Russell y Sagan, representando cada uno una crítica distinta a distintos puntos de la filosofía aristotélica.
Aristóteles era un gran pensador, pero también un acomodado en una sociedad con muchos defectos. Sin embargo, Aristóteles pensaba que no había sociedad más perfecta y racional que la griega. Dividía a la humanidad en griegos y todos los demás, a los que llamaba "bárbaros", los cuales, debían sentirse honrados que alguien como Alejandro Magno (alumno del mismo Aristóteles) se ocupara de conquistarlos. Aristóteles pensaba que si existe algo que diferencia al ser humano del resto de los animales, es la política, la cual hace que el hombre sea un animal político. La conquista y la guerra son también parte de la política, además de que, como todo tiene un fin (o una causa final, de la que hablaremos más adelante), el fin de los griegos es culturizar a los demás. Eratóstenes no creía en este "griegocentrismo", y denunciaba a Aristóteles por chovinista. Eratóstenes pensaba que existían puntos buenos y malos, virtudes y vicios en cada civilización, y la griega no era una excepción a este punto. El chovinismo aristotélico puede verse reflejado siglos más tarde cuando las naciones europeas comienzan su periodo de colonización del mundo, conquistando zonas de África, Asia, Oceanía y, más adelante, del entonces recién descubierto continente americano. La idea ahora era que el mundo se dividía en europeos y todos los demás, bárbaros y herejes que debían ser evangelizados de acuerdo a la verdadera religión, la católica, la adoptada por los conquistadores desde hacia bastante siglos, fuertemente fundamentada en la filosofía aristotélica, reflejada en la escolástica.
Por su parte, Galileo (junto a otros grandes del Renacimiento como Francis Bacon) critica la física aristotélica, demostrando que esta no se salvó de la ideología platónica que consideraba los experimentos como un montón de ejercicios inútiles. Aunque Aristóteles fue un gran crítico de Platón, defendiendo lo que muchos identifican como la primer postura realista ingenua (pues para Aristóteles, las percepciones del ser humano son el reflejo directo de los objetos percibidos), lo cierto es que con Galileo se iniciaría un proceso de desmitificación del aristotelismo, denunciándolo como una filosofía especulativa, no experimentalista, errando hasta en datos básicos que cualquiera hubiera verificado con tan solo hacer experimentos simples de campo.
Aristóteles, tal como explica John Losee, afirmaba que un conocimiento científico genuino tiene el rango de verdad necesaria, ya que los primeros principios de las ciencias reflejan relaciones de la naturaleza que no podrían ser otras que las que son, por lo que estos principios no pueden ser falsos. Según esto, los primeros principios de una ciencia no están sujetos a deducción de otros principios básicos. Además de este punto sostenido por siglos como requisito de una verdad científica, Aristóteles consideraba que una explicación adecuada debe especificar cuatro aspectos de lo que constituye su causa. Estos cuatro aspectos o cuatro causas son, en orden, la causa formal, la causa material, la causa eficiente y la causa final. La primera hace referencia a "la forma propia de cada cosa"; la siguiente, la causa material, se refiere a la esencia del objeto o del ser, la cual determina la materia; la causa eficiente es el agente que produce el cambio y el movimiento. Por último, la causa final se refiere a la finalidad o "razón de ser" del objeto. Todo objeto o ser, tiene un fin último que tiende a cumplir.
Por medio de estos principios, Aristóteles promueve sus ideas de la física sub y supra-lunar como dos formas distintas de la naturaleza, siendo la sub-lunar la que ocupa las esferas de los cuatro elementos, tierra, agua, aire y fuego, mientras que en el mundo supra-lunar, un universo perfecto sin espacio vacío, se encuentra el éter, el quinto elemento. Como ya mencioné, contrario a Demócrito, Aristóteles piensa que el vacío no existe, pues todo en el universo tiene un fin, un lugar al que pertenece; el ser ocupa todos los espacios. El universo sub-lunar al estar formado por los cuatro elementos sometidos a la generación y la corrupción, o sea, al cambio y el movimiento, es imperfecto. Mientras que el universo supra-lunar es perfecto, pues está conformado de éter, el elemento de las esferas celestes. Estas fueron las ideas que adormecieron al mundo científico y filosófico occidental, y la razón de que Aristóteles se ganara tantos críticos a lo largo de la historia.
Galileo demostraría que las ideas de las cuatro causas y la separación de la naturaleza de la Tierra y los cielos eran ideas equivocadas, los grandes errores que se convertirían en dogmas de fe por más de mil años para la escolástica, condenando a todo aquel que no creyera en esta cuestión de fe, tal como en los casos de Giordano Bruno y el mismo Galileo.
Bertrand Russell, por su parte,se ocuparía de criticar la lógica aristotélica. La lógica matemática actual tiene su origen en la lógica aristotélica, la cual no es más que lógica silogística, y aunque Russell hace que suene a poca cosa, fue un gran aporte para la historia de la humanidad. Dice Russell que en la actualidad, la silogística aristotélica está sobrevalorada y que solo conduce a una "mala metafísica". La crítica de Russell concluye diciéndonos que "las doctrinas aristotélicas con la que nos hemos ocupado... son totalmente falsas, con la excepción de la teoría formal del silogismo, que no es importante. Cualquier persona en el día de hoy que desea aprender la lógica estará malgastando su tiempo si lee Aristóteles o alguno de sus discípulos." Russell es también un duro crítico de la ética, la política, la física y la metafísica aristotélica. Russell, junto a Galileo, puede ser considerado uno de los más grandes anti-aristotélicos de todos los tiempos.
Para ponerle el último clavo al ataúd de Aristóteles, Carl Sagan critica, igual que Eratóstenes, el chovinismo tan cómodo del ya apuntalado filósofo. Metiéndolo al mismo saco que los místicos pitagóricos y el negacionista del mundo real Platón, Sagan asegura que Aristóteles con su idea de universos separados y de que todo en el universo tenía un fin, justificaba el sistema esclavista de la polis griega, pues el fin de hombres no griegos no podía ser otro más que el de servir a griegos puros, y el fin de estos era tener esclavos corpulentos que trabajaran para ellos, pues la corpulencia de los esclavos tenía un fin, que era el de servir y trabajar. Estas ideas, como ya se dijo, serían adoptadas por los pensadores medievales, perpetuando la superioridad racial, la esclavitud y los sistemas políticos basados en fines, solo que esta vez, en el mundo medieval se incluía la justificación de Dios para la teocracia y la denuncia de la herejía. Este mismo punto también fue denunciado por los marxistas.
Si el pensamiento aristotélico fue tan nocivo tal como estos autores refieren, ¿por qué agregar a Aristóteles a mi lista de filósofos que admiro? Porque Aristóteles, aun con el nocivo desarrollo de su pensamiento, fue el iniciador de la propia caída del dogmatismo de la escolástica. Aristóteles marcaría el punto de partida de la lógica, sin la cual el desarrollado nivel de abstracción como al que llegó Russell (y sus sucesores) sencillamente no se hubiera dado, o por lo menos, no de la forma en la que se dio. Aristóteles fue el primero en tener un interés filosófico por la actividad científica y sobre cómo funcionaba la ciencia de su época, su método y sus principios de validez. Con todo y sus errores, Aristóteles es bastante claro en lo que quería dar a entender, lo que hace que sea una lectura más fluida e interesante, mucho mejor que la de los Diálogos de Platón. Aunque el aristotelismo desarrollado por la filosofía medieval fue sin duda un cáncer en el pensamiento occidental, soy de los que piensan que, si Aristóteles hubiera vivido hasta conocer a Galileo, él también se hubiera declarado anti-aristotélico al darse cuenta que hicieron de su obra un dogma más de la teología cristiana. Aristóteles presentaba una mente lo bastante clara como para haber entendido las críticas de Galileo y de Russell, reconociendo sus errores y lamentando su legado. Aristóteles, al ser claro y tratar de entender el mundo en que vivía de forma sincera (aunque no libre de prejuicios y chovinismo), es, en mi opinión, una mente que merece ser estudiada.
Véase más: Aristotle, artículo de la Internet Encyclopedia of Philosophy; Introducción Histórica a la Filosofía de la Ciencia, de John Losee, Editorial Alianza; El Desarrollo de la Lógica Matemática, de P.H. Nidditch, Editorial Cátedra; Bertrand Russell on Plato and Aristotle, artículo del blog Tigerpapers.