El filósofo de la ciencia, Maarten Boudry, cuenta que durante un curso de pensamiento crítico impartido por él, a modo de actividad, mostraba primero la lista común de falacias lógicas y acto seguido, dejaba a sus alumnos algunas notas del periódico para que identificaran las falacias en las que caían tales escritos.
El problema, según dice, es que todos empezaron a ver falacias por todas partes... incluso donde no había alguna. Entonces, recurrió a un "viejo confiable" del escepticismo: El mundo y sus demonios, por Carl Sagan (1996), "quizás el trabajo más celebrado en la biblioteca escéptica, tiene una sección especial sobre falacias de razonamiento, como muchos otros libros en el género. Pero aunque Sagan enumera debidamente a todos los sospechosos habituales, nunca los pone a trabajar en el resto del libro. Su tratamiento se presenta como superficial, y apenas da ejemplos de la pseudociencia de la vida real. Al igual que muchos otros escépticos, Sagan inventa algunos ejemplos de juguetes, que son fáciles de derribar pero que en realidad no corresponden a argumentos de la vida real. Parece que Sagan está prestando atención a la teoría de la falacia, pero no le sirve en su trabajo de desacreditación."
¿Qué fue entonces lo que descubrió Boudry sobre la teoría de las falacias? "Ahora he llegado a creer que toda esta idea debería arrojarse por la borda", escribe. Antes de decirme las falacias en las que incurre Boudry, según tu sofisticado kit para detectar tonterías, lo más justo es dejar que Boudry se explique mejor: