lunes, 13 de mayo de 2024

¿Es peligrosa la criptozoología?

Como cualquiera que sigue el activismo escéptico sabe, las creencias falsas y contrarias al conocimiento científico son sin excepción potencialmente dañinas para el individuo o la sociedad que las adopta. Nunca será suficiente repetir este hecho. Esto es así porque una persona o una sociedad que actúa partiendo de supuestos falsos se acercará con mayor probabilidad a soluciones falsas para problemáticas reales. Pueden causar daños económicos, psicológicos, de salud, políticos y/o ambientales, según la pseudociencia de la que se hable. Para ejemplos concretos, puede consultarse el listado de tragedias pseudocientíficas y sobrenaturales del portal Whats the Harm? (curiosamente, el portal no ofrece casos de daños por la creencia, la promoción o la práctica de la criptozoología). También, próximamente, los astrofísicos argentinos Leandro Abaroa y Gustavo Esteban Romero, están por publicar un nuevo paper donde proponen una clasificación de pseudociencias según el riesgo para los valores humanos (con cuatro niveles), que comentaremos cuando se publique.

Pero suele hablarse de ciertas pseudociencias como poco dañinas e incluso inocuas. La ufología, la parapsicología, la astrología y, claro, la criptozoología, se les suele presentar como engaños poco riesgosos para sus practicantes, aunque se asegura que son falsas y que su promoción sea éticamente cuestionable. Pero estas pseudociencias sí presentan un riesgo muy real: el daño a la educación al promover creencias falsas, teorías irracionales y dogmáticas y ser la puerta de entrada a otras creencias irracionales potencialmente más dañinas.

Los autores de Abominable Science! (2012) Daniel Loxton y Donald Prothero hablaron sobre estos peligros muy reales (especialmente para la educación y la comprensión pública de la ciencia) de la criptozoología en una entrevista con Kyle Sturgess en el portal de Skeptical Inquirer en 2014 (yo sé que es algo vieja, pero sus advertencias siguen estando vigentes):

domingo, 28 de abril de 2024

Medicina indígena y la mediocridad de Muy Interesante

Ya lo he contado en varias ocasiones: mis hábitos de lectura, a diferencia de varios amigos míos, no se desarrollaron en la infancia, sino en mi adolescencia, y no gracias a literatura juvenil, sino a la revista de divulgación científica Muy Interesante y mi fascinación por lo paranormal. En 2007, recuerdo que iba con mi papá y mi abuela por el mercado cuando, al pasar al lado de un puesto de revistas, vi el número de abril con la portada "Contacto extraterrestre: ¿Qué opina la ciencia sobre las abducciones?". Le supliqué a mi abuela que me comprara esa revista, y ella accedió con la condición de leerla en realidad (yo nunca había sentido curiosidad por lecturas, fuera de las que me imponían en la escuela).

El artículo, escrito por el periodista Rafael Muñoz Saldaña, era un extenso artículo (de la pág. 28 a la 39) que explicaba de maravilla la historia de la ufología (desde cosas no identificadas en el cielo en la antigüedad hasta los célebres avistamientos de Kenneth Arnold en 1947), su contexto histórico con la influencia de fraudes decimonónicos y grandes obras de la ciencia-ficción, hasta los orígenes del fenómeno de las abducciones alienígenas con los "relatos fundacionales" de Antonio Villas Boas y del matrimonio de Betty y Barney Hill en 1957 y 1961, respectivamente. Era un artículo que explicaba igualmente la investigación psicológica sobre los falsos recuerdos, la personalidad esquizotípica y el negocio redondo que representaba el mercado de las abducciones para magufos, como John MackBudd Hopkins. También fue la primera vez que leí nombres escépticos, como Carl Sagan (teniendo entre sus páginas la primer mención que conocí de El mundo y sus demonios), Philip Klass, Susan Clancy, Richard McNally y Robert Todd Carroll (siendo aquí donde también me enteraría de la existencia del fabuloso Skeptic's Dictionary). 

En ese entonces, con casi 15 años de edad y siendo un verdadero creyente de misterios perdurables, pensaba que el artículo era poco convincente, pero fascinante. Al fin tenía una primer respuesta a una duda que siempre tuve como buen magufo: ¿por qué había personas que parecían ser inteligentes que no creían en lo paranormal cuando era "evidente" que existía "algo inexplicable" por la ciencia? Ese año en especial lo recuerdo porque Muy Interesante siguió sacando temas sobrenaturales, como el fin del mundo, los orígenes del diablo o la historia de los evangelios apócrifos. Me volví un lector y comprador compulsivo de Muy Interesante, al punto que llegué a tener todos los números de la revista desde el 2003 hasta el 2012 (¿o 2013?), junto con ediciones de años anteriores (la más antigua que tengo, si no recuerdo mal, es de 1984); después del 2012, iniciando como estudiante universitario y proletario, dejé pasar varios números, hasta que con el paso del tiempo (y pasando mi poca inversión ahora a los libros) solo compraba Muy de vez en cuando, cada que aparecía algún tema de portada interesante. 

Creo que no compré ninguna en los últimos tres o cuatro años, hasta que este mes, mientras hacía algunas compras del hogar, me conseguí el número de Marzo pasado (costando casi tres veces lo que costaba en 2007) con la esperanza de leer un buen artículo contra una locura que ha sido promovida desde el gobierno mexicano, como por algunas universidades de presunto prestigio (miro feo al IPN): la medicina tradicional indígena. Imaginen mi decepción al encontrar un artículo que, más que divulgativo, parece un panfleto de nuestra impresentable Secretaría de Salud, sin una sola mención a alguna voz que explique por qué los tratamientos precientíficos no son medicina, y pretender que lo sean, es una clara señal de que nos encontramos ante un discurso pseudocientífico.

jueves, 4 de abril de 2024

El "cristianismo cultural" de Richard Dawkins, o la noticia que no es noticia

Actualización 07/04/2024



Notición para los cristianos y todos aquellos que han criticado el nuevo ateísmo: el santo padre del ateísmo, el biólogo Richard Dawkins se ha "reconvertido" al cristianismo cultural. Sí, así como lo oye, Dawkins, el "rottweiler de Darwin" y autor de la "Biblia atea" El espejismo de Dios (2006) se "reconvirtió" al cristianismo, aunque sea con apellido. Un ateo que cambia de religión, ¿no es sorprendente? Bien, suficiente sarcasmo, hora de ponerse serios (más o menos).

La sorprendente noticia se origina en una entrevista del 31 de marzo a Dawkins en el canal británico LBC que en YouTube se encuentra con el título nada sugerente "I'm a Cultural Christian". La entrevista hizo que el tema se volviera noticia de último momento, con portales cristianos orgullosos de compartirla (aquí otro, otro, otrootro, otro, otro, otro más, uno de pilón) y comentaristas ansiosos por demostrar cómo el nuevo ateísmo sencillamente ha sucumbido ante "La" verdad del cristianismo, aún cuando todas las notas aclaran, en un renglón corto perdido entre los párrafos que la mayoría de sus lectores no leerán en realidad, que Dawkins no ha dejado de ser ateo.

Lo cierto es que todos estos portales cristianos se vienen enterando Richard Dawkins es un cristiano cultural... con poco menos de 17 AÑOS de atraso.

lunes, 12 de febrero de 2024

#DíaDeDarwin El creacionista honesto: el caso de Darwin

El título tal vez parecerá una broma para quienes hayan tenido el disgusto de "debatir" con creacionistas. Ya sea que lo hayan hecho desde la computadora o frente a su puerta con un par de misioneras de faldas largas, las estrategias y argumentos creacionistas siguen siendo, en esencia, los mismos que antes que apareciera la teoría de la selección natural en el terreno científico. Sí, desde antes ya eran básicamente los mismos argumentos. Charles Darwin los había adoptado de la teología natural durante su juventud, Jean-Baptiste de Lamarck los había combatido en su Filosofía zoológica (1809) y David Hume los había cuestionado en sus Diálogos sobre la religión natural (1779), y así podríamos seguir retrocediendo en la historia, encontrándonos con eruditos tratados de filosofía y teología (entre más atrás en el tiempo, más indistinguible se vuelve un campo del otro) que ya hablan de los organismos como máquinas. Y si son máquinas, no pueden haberse creado a sí mismas, según nuestra propia experiencia en creación de máquinas. Por lo tanto, alguien las tuvo que haber creado, y dada la cantidad y "perfección" en el funcionamiento y lugar que ocupan en el mundo, sería innegable que ese "alguien" es de una inteligencia sobrehumana. Ese "alguien" lo llamamos Dios, por lo tanto, Dios existe.

¿Cómo podríamos pensar que alguien intelectualmente honesto (consigo mismo y con los demás) podría seguir creyendo en la validez de este tipo de razonamientos después de, entre tantos otros, Hume, Lamarck y sobre todo Darwin? Tal vez, se podría argumentar, los creacionistas actuales no son conscientes de la historia del creacionismo. Hay que tener en cuenta que por "creacionismo" nos podemos estar refiriendo a toda una ontología (o visión del mundo), una pseudociencia (o la forma más conocida de negacionismo de la ciencia) o a un conjunto de argumentos, y aunque están relacionados entre sí, no siempre es fácil de diferenciar una de otra. 

Pero eso no parece tan convincente. Por ejemplo, el teólogo (que no filósofo, no me cansaré de repetirlo) William Lane Craig asegura que el problema con el diseño inteligente es que algunos, como los proponentes del creacionismo del diseño inteligente mismo, piensan en éste como una hipótesis o teoría alternativa a la ciencia, cuando en realidad se trataría de una "inferencia filosófica". No hay que olvidar que Craig en el pasado también ha defendido el diseño inteligente, admitiendo primero que no sabe "si una inferencia de diseño en el campo de la biología está justificada", pero al menos sabe que "los argumentos típicos contra el Diseño Inteligente son, en el mejor de los casos, no concluyentes o, en el peor, falaces". Craig no es un creacionista que ignore la historia del creacionismo (ni la de la biología evolutiva), pero aún así, mantiene un razonamiento prácticamente indistinguible de los manejados por los creacionistas antes y después de Darwin (eso sí, más sofisticado que la mayoría de ellos).

martes, 16 de enero de 2024

La cultura de los monstruos

 Reseña de Así creamos monstruos, de Ignacio Cabria.


"Mientras se le siga buscando, el monstruo existirá."

Un problema persistente del mundo hispanoparlante es que buena parte de las grandes obras de investigación (incluso varias de divulgación) se encuentran en otra lengua (la mayoría en inglés), dejándonos en segundo plano en muchos campos. Entre los estudios sobre la pseudociencia (ese conjunto de campos multidisciplinarios que buscan ayudarnos a entender qué son y por qué las sociedades acaban fuertemente influenciadas por creencias falsas que se venden como parte de una cultura científica auténtica) el problema es aún más notable. Podríamos pasar lista por autores y libros que comparten investigaciones originales de los años 80's (pero que siguen siendo vigentes) hasta el año pasado, sin haber tenido alguna traducción decente. Quizás, en parte por el presunto prestigio de publicar en inglés, es que muchos investigadores de habla hispana prefieren escribir obras en ese antes que en su lengua madre, dejando un enorme hueco de investigación original en español.

Tal vez los temas sobre pseudoterapias, dietas milagro y religión han sido una humilde excepción a esta tendencia (y gracias, en años recientes, a Ediciones Coliseo Sentosa, también es algo que ha cambiado en el estudio crítico de la ufología), mientras que las obras originales dedicadas a la crítica y estudio de la criptozoología son extrañas. Por fortuna, podemos presumir que en nuestra lengua se ha publicado Así creamos monstruos (2023), del antropólogo español Ignacio Cabria, antes que en cualquier otro idioma. La obra de Cabria en calidad documental, argumentativa y expositiva no le envidia nada a ninguno de los tratados de antropólogos, folcloristas y escépticos anglosajones. 

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