domingo, 23 de marzo de 2014

¡Que no, el chupacabras no fue un invento de Televisa!

Pareciera que a nosotros, como mexicanos, nos gusta lucirnos en asuntos extravagantes (por decir lo menos). Así, somos primer lugar a nivel internacional en obesidad infantil, ganamos el concurso de la bandera más bonita del mundo (bueno, ¿y?); solo en México es posible ver alianzas dispares, ideológicamente hablando, en elecciones políticas, tal como pasó con los grupos de izquierda y la ultra derecha vs los dinosaurios del PRI  (o sea, como si testigos de Jehová se hubieran unido a ultramilitantes del ateísmo contra los agnósticos); solo en México es posible ver a un secretario de Hacienda asegurando que, en la crisis económica más grande en lo que va del siglo, si para EEUU es como gripa, para México sería "solo un catarrito"; y solo en México es posible asegurar que una criatura mítica fue creada por el gobierno para que el pueblo tuviera una clase de circo con algo de pan mientras que "los de arriba" hacían "sus cosas."


Durante la primera mitad de la década de los 90, México era un país políticamente inestable, con bastantes irregularidades en la administración y con una crisis económica que causaría la devaluación del peso en el 94 (lo cual generó más crisis) a puntos apocalípticos (como pensaron algunos en ese entonces). Eran los tiempos del EZLN, también era tiempo de elecciones presidenciales que ya se miraban con desconfianza. Luego del magnicidio de Colosio las cosas siguieron de mal en peor. El nuevo presidente "electo" Zedillo heredaba una crisis y un pueblo que ya no confiaba en la administración del gobierno y que sospechaba de complicidad de estos con los medios de comunicación masiva, o sea, Televisa.

Como fruto de esta desconfianza, hasta cierto punto justificable (y necesaria), surgieron variadas teorías de la conspiración que hasta el día de hoy, son tomadas como verdades obvias entre los ciudadanos comunes. Una de ellas es la que afirma que el chupacabras o fue un invento del gobierno y Televisa, o fue explotado por el gobierno y Televisa para crear toda una cortina de humo. La idea sigue viva en muchos. Incluso sería interesante sacar una estadística nacional para ver cuáles son las teorías de la conspiración nacionales en las que más cree la gente. (Apuesto que entre los primeros lugares estarían la de Salinas como asesino intelectual de Colosio, la del fraude electoral en 2012, y que la influenza no existió).

Como ya se dijo, hay dos variantes principales sobre la teoría conspiranoica: el chupacabras fue un invento de "los de arriba" o solo fue explotada (aunque no creada) como cortina de humo por "los de arriba." Ambas, sin embargo, hacen referencia al mismo objetivo malévolo: despistar al pueblo mexicano de todos los asuntos que estaban ocurriendo.

Si uno se pone a pensar seriamente el asunto, bien se puede llegar a la conclusión que o los conspiradores eran unos perfectos idiotas o la conspiración no tiene sentido. Piénsenlo: están los que "controlan el país" reunidos, proponiendo ideas para mantener al pueblo comiendo pan y circo, ¿y su mejor idea fue un humanoide con cuerpo de canguro llamado chupacabras? ¿Esperaban que todo el pueblo se lo creyera? ¡Vaya idiotas! ¿no? Digo, es que no esperaban que en México existieran mentes tan brillantes con espíritu detectivesco como lo son las de los teóricos de la conspiración. Olvídense de los analistas políticos o de los politólogos, los conspiracionistas descubren todas las malvadas ideas de los poderosos (sarcasmo).

Ya poniéndonos serios, la idea de que los medios de comunicación son manipuladores que lavan el cerebro al público de forma masiva, no es nueva. Hasta cierto punto, es cierto que los principales medios suelen ignorar las noticias que son contrarias a los intereses de la misma empresa, pero eso no hace culpables a los medios de ser manipuladores. Todo de lo que los podemos acusar es de que no representan los intereses de la sociedad, algo que nadie niega. Las empresas de medios de comunicación, como cualquier otra empresa, buscan el generar ganancias atrayendo clientes y haciendo que estos compren sus productos de forma libre. Si el prospecto a cliente no se ve convencido, tiene la elección de buscar por otra parte (lo cual es lo que hacen los detractores de las grandes empresas como Televisa). O sea, estas empresas pertenecen a eso que conocemos como libre mercado.

No se trata de manipular a nadie, sino que se ofrece lo que genera más audiencia, punto. Así es como tenemos noticias sobre un ovni en el Popo en vez de los últimos hallazgos en astronomía. Obviamente, los que más se anuncian serán los que tendrán mayor clientela. También es posible detectar amarillismo, prácticas monopólicas y defensores de una sola postura en toda la televisora, algo que sin duda acaba en problemas de justicia social y libertad de pensamiento, pero creo que ya nos estamos saliendo del tema.


Muchos siguen asociando el chupacabras con la imagen de Salinas de Gortari, como si este fuera el culpable de la paranoia del chupacabras a principios de los 90. Al igual que con las conspiranoias que dicen que Peña Nieto es un títere del infame "innombrable" (como se le ha llamado al pelón orejudo), Salinas debe continuar riéndose de aquellos que creen semejantes tonterías.

El punto: el chupacabras fue el resultado del sensacionalismo y el miedo colectivo que se originó en Puerto Rico entre 1992-1994, algo que no tenía nada que ver con México, y mucho menos con Televisa. Cuando el chupacabras "llegó" a México, ocurrió que esta paranoia coincidió con otro montón de acontecimientos sociales. Pero acontecimientos sociales de este tipo pasan todos los años en todos los periodos que se les ocurra, y es justamente por eso que muchos ven correlación de estos con casos triviales como el chupacabras, el futbol o el arresto de Gordillo.

No se trata de correlación, sino solo de convergencia. Fenómenos y acontecimientos sociales que no tienen relación alguna convergen, es decir, aparecen en un mismo periodo y ocupan tanta atención del público por igual. Es pues un fenómeno de patronicidad en la que las personas, gracias tanto a la desconfianza, la mala información y la ignorancia, miran acontecimientos aislados como si estuvieran conectados o uno causara el otro.

Sin embargo, ¿sería posible que corporaciones y gobernantes se vean beneficiados con estos asuntos? Desde luego. Y lo que es más, todos aquellos que los conspiranoicos llaman "los de arriba" o "los grupos de poder" se benefician en mayor medida con las conspiranoias que estas personas inventan, pues así es posible hacer conspiraciones auténticas (las que son de pequeño alcance) sin que nadie les diga nada. Seguramente un político corrupto o un canal amarillista se ve beneficiado cuando se le presta más atención a la idea de que Televisa es la creadora del chupacabras. Las teorías de la conspiración venden, después de todo.

El chupacabras, las conspiraciones, la política, los problemas con los medios de comunicación, el negacionismo... todos estos son temas sin duda interesantes, pero al mezclarlos en una sola teoría gigante conspiración es ya demasiado fantasioso, con el potencial de beneficiar, en vez de perjudicar a sus supuestos perpetradores de la conspiración.

SI TE INTERESA ESTE TEMA

*Teorías de la conspiración, de Robin Ramsay, RTM Editores, 2006.

*"El chupacabras saltarín y el ufólogo sensacionalista", artículo de Martín Fragoso.

*"¿Cómo dice que era el chupacabras?", artículo de mi autoría.

*"El problema de las teorías de la conspiración", artículo de mi autoría.

2 comentarios:

  1. Sé que llego tarde, pero siento disentir. Aunque entiendo que algunas personas llevan las teorías de conspiración a límites insospechados, me parece también muy inocente pensar que las ideas que se fraguan como escándalos mediáticos no tienen intenciones de disipar la respuesta colectiva a hechos deplorables. La periodista Naomi Klein ha tratado de documentar esta conducta en La doctrina del Shock basándose en los procesos del Dr. Ewen Cameron con el proyecto MKULTRA.

    Ahora, el desprecio de parte de la comunidad científica por las ciencias sociales les lleva a cometer errores sumamente inocentes, como pensar que el "libre mercado" propuesto por Milton Friedman es un pacto entre caballeros, en los que el gobierno delimita su asociación con los particulares (leáse grandes corporativos) y no existe la complicidad. Digo, inocente porque los científicos se quedarán sentados esperando el contrato que constituya la prueba del delito, pues aún no se tiene medida para saber porque Jesús Reyes Heroles es asociado estratégico de la multinacional financiera Morgan Stanley, Fernando Canales Clariond y Ernesto Martens, son socios mayoritarios de WL Comunicaciones, SA de CV, o por qué Zedillo ingresó al consejo de administración de Union Pacific Corporation dos meses después de dejar la investidura presidencial. No sabemos medir el nepotismo ni la forma en que los políticos brincan de las transnacionales al poder público y viceversa. Desafortunadamente las matemáticas (¡oh, blasfemia!) tienen sus limitantes.

    Pero mientras no lo podamos medir, según los científicos, tendríamos que sentarnos cómodamente a probar una y otra vez nuestras deficientes ciencias sociales, las más de las veces resignados sabiendo que los resultados no aplicaran a todos los casos, por culpa de esos malditos humanos que no se saben comportar homogéneamente. Quizá mi respuesta es demasiado airada, pero creo que por el bien de todos es necesario dejar de pensar que sólo una parte del conocimiento es la respuesta a nuestra realidad.

    P.S. Ojo: no estoy en contra del método científico, pero es molesto que los "dioses" científicos floten en un halo de sabiduría... arrastrando mucha ignorancia. Quizá su burbuja en el laboratorio los deja fuera de la esfera social, aunque no veo cómo.

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    1. Me corrijo. Como dije anteriormente voy tarde. He leído http://elescepticodejalisco.blogspot.mx/2014/04/un-ejemplo-de-cientificismo-del-chafa.html y veo que desarrollas una reflexión sobre el tema y mejor que yo. Dejo esto como evidencia de mis errores y pido disculpas en el tono. La idea en general la defiendo. Mi disgusto se mantiene con respecto a la idea de que no existe colusión, lo cual creo que es muy evidente que si. El investigador Alfredo Jalife Rahme ha documentado en muchas ocasiones los saltos del poder público al corporativo en México y en Estados Unidos. Dicho lo dicho, me retiro.

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