En estos días hemos sido testigos de interesantes noticias internacionales, como el reciente "Plan para la Protección de la Salud frente a las Pseudoterapias", creado por el Ministerio de Sanidad y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universadides, de España, donde por fin somos testigos de cómo un gobierno tomará cartas en el asunto de los fraudes pseudocientíficos contra la salud, algo que muchos magufos y practicantes de pseudoterapias han visto como un ataque opresivo, sin leerse el documento, alegando censura, opresión y autoritarismo, y claro, influencias oscuras detrás de estas medidas contra la pseudociencia por parte de la diabólica Industria farmacéutica (desde aquí, la "Farmafia") y sus tontos útiles, los pseudoescépticos de las asociaciones de pensamiento crítico que por medio de la divulgación han logrado hacer que gobierno, universidades y medios de comunicación donde antes se patrocinaba la primer tontería que sonara kawai y natural, ahora muestran el escepticismo que debían mostrar ante la pseudociencia.
Que los magufos y los estafadores de la salud, como homeópatas, terapeutas tradicionales chinos, psicoanalistas, practicantes de reiki, quiroprácticos o curanderos de la nueva medicina germánica, lloren, tergiversen y calumnien, es una cosa. Algo de lo que muchos nos podemos entretener y divertir, jugando al reto de cuántas falacias se puede encontrar en el primer párrafo de cualquiera de sus escritos victimistas. Pero, ¿qué sucede cuando médicos profesionales, con años de estudio y experiencia, apoyan la pseudomedicina, o peor, la practican abiertamente? Aquí hemos contados algunos casos de médicos que se vuelven curanderos, como los médicos homeópatas, los defensores de la terapia antineoplastos o directores de campus universitarios con diplomados en charlatanería.