Tanto en
facebook como en este blog, han sobrado los que me acusan de tener una visión
ingenua sobre la naturaleza de la ciencia. Una visión, dicen, “saganista”. Con
esto (pienso yo) se refieren a una visión como la que presenta el legendario
astrónomo Carl Sagan en su célebre serie, Cosmos. Una visión en la que la
ciencia es la luz ante la oscuridad de la irracionalidad y la ignorancia; una
visión en la que el conocimiento de la evolución del Cosmos, desde sus orígenes
hasta el origen de la inteligencia humana, despierta un sentimiento de humildad
y sencillez frente a un universo enigmático y caótico, pero comprensible. Una visión
en la que la ciencia y la tecnología son la base para el progreso en la
sociedad.
Para
muchos, estas ideas no son más que una visión utópica de la ciencia. Una visión
romántica y bella, pero que no se aplica al mundo real.
Grandes
intelectuales y estudiosos de la historia, la sociología y la filosofía de la
ciencia, suelen concordar en la idea de que, los divulgadores científicos, en
su afán de hacer entender al público qué es la ciencia y cómo funciona, caen en
reduccionismos que hacen que la ciencia se vea como un evangelio mesiánico,
fácil de entender, en el que existe un método rígido que se puede seguir al pie
de la letra.
¿Qué es el saganismo?
Los
divulgadores científicos a menudo inmortalizan los grandes en la historia de la
ciencia, a la vez que minimizan e incluso ridiculizan a otros personajes que no
tuvieron gran influencia en el avance científico.
Muchas
veces los eruditos de la filosofía de la ciencia
se concentran en criticar las afirmaciones de los divulgadores sobre los
conceptos de ciencia, investigación científica y método científico. Los
divulgadores, dicen, suelen confundir al público haciendo ver estos conceptos
como sinónimos.
Otros
tantos, con perspectivas menos racionalistas y más tendientes a un humanismo
clásico (en el que se mira a la ciencia como algo casi ajeno o distinto a la
cultura), aseguran que la incertidumbre en la ciencia la hace una disciplina
que puede caer en relativismos e incluso (tal como afirman los sociólogos
influidos por anarquistas epistemológicos) en subjetivismos. La ciencia según
esto, sería un asunto o de tiempos históricos o de puras convenciones.
Aquí es
donde notamos varios puntos importantes a destacar:
1º El
“Saganismo” así como las disciplinas que estudian
la ciencia buscan establecer los fundamentos y alcances histórico-culturales
de ésta en la sociedad.
2º En
filosofía y sociología de la ciencia, las
posturas y modelos que explican la ciencia suelen encontrarse divididos. En
muchas ocasiones se cae en posturas que afirman ideas que simplemente no se
sostienen sobre el funcionamiento de la ciencia (como ejemplo el anarquismo
epistemológico).
3º La
mayoría de los teóricos en filosofía, sociología e historiografíade la ciencia suelen mirar a la ciencia como algo separado del resto de
la cultura. Ciencia y humanidades (arte, literatura, filosofía, política…) son
vistas como dos extremos, dos culturas. Cosa
que el saganismo y la divulgación científica actual no hace.
4º En el
“saganismo” se observa un auténtico progreso científico. En filosofía y sociología
de la ciencia se suele ser muy escéptico cuando se oye hablar de progreso
científico.
Ante
todo esto, me surge una duda a destacar: ¿Es en verdad correcto comparar la
perspectiva de las disciplinas que estudian
la ciencia con algo que en redes sociales se suele llamar como saganismo? Tal
vez, antes de contestar a esta pregunta, sería mejor contestar qué es el
saganismo.
¿Es
acaso una doctrina, una postura, una ideología o una disciplina? Si
consideráramos al saganismo como una doctrina entonces significaría que es más
de naturaleza cerrada y dogmática. Tal visión simplemente no podría usarse para
comprender la ciencia o la naturaleza.
Si fuera
una ideología tendríamos el mismo problema. Una ideología, como por ejemplo la
ideología marxista o la ideología neoliberalista, se sustenta en bases
inamovibles, que de ser refutadas simple y sencillamente se viene abajo. Es
posible crear lo que se conoce como ideología científica usando a la misma
ciencia como base, pero para esto, hace falta un claro entendimiento sobre el
funcionamiento de la ciencia y las consecuencias de una ideología que la
utilice de sustento. De modo que si el saganismo es una ideología nos falta
mucho por estudiar entonces.
Si la
viéramos como una disciplina, habría que preguntarnos qué tipo de disciplina es
y como disciplina, cuál es su objeto de estudio. ¿Sería el saganismo una
disciplina o rama de la ciencia? No lo creo, pues de ser así debería ser capaz
de construir hipótesis y modelos teóricos que expliquen su objeto de estudio, el
cual sería… ¿la ciencia misma? Si es una disciplina que, así como la filosofía
y la sociología, puede estudiar la ciencia “desde fuera” tendría que ser capaz
de conocimientos sobre el funcionamiento de la ciencia. Pero hasta donde
notamos en Cosmos, no trata de darnos nuevos conocimientos sobre qué es la
ciencia sino que trata de explicarnos los alcances y beneficios de ésta en la
sociedad (en este punto, tal vez si se parece a la filosofía y la sociología de
la ciencia).
Si el
saganismo no puede definirse como una disciplina, una ideología o una doctrina
(ya sea epistémica o histórica), no veo razones para compararla con filosofía
de la ciencia, sociología de la ciencia o historia e historiografía de la
ciencia. Estas últimas son disciplinas diferenciadas, con todo un desarrollo
histórico y teórico, que ciertamente han sabido explicar (en ocasiones) cómo
avanza el conocimiento científico.
Entonces,
¿cómo podemos definir al saganismo? Francamente, estoy seguro que, si Carl
Sagan siguiera vivo en nuestros días y viera lo que se ha llegado a postular
usando su apellido, se decepcionaría en parte y se reiría a la vez. Tal vez se
decepcionaría al ver que sus palabras han sido deificadas por algunos e
interpretadas como dogmas por otros. Tal vez se reiría, pero no en plan de
burla sino como una risa de alago y nerviosismo, al ver que su amor por el
Cosmos, su curiosidad y su deseo por conocer permanece vivo en millones de
personas.
Pienso
que, si le preguntáramos al propio Sagan sobre cómo definiría al saganismo,
éste nos contestaría que sería la perspectiva o la forma en la que un amante de
la ciencia trata de dar a entender a otros su amor. Así como un enamorado busca
que todos se enteren de su relación, un amante de la ciencia busca que otros le
comprendan y que sientan algo similar a lo que siente al maravillarse con
supernovas, planetas extrasolares, fósiles de hace millones de años o universos
microscópicos dentro de cada una de nuestras células. A la vez, nos diría Sagan
que el saganismo no podría mirar la ciencia como una manifestación humana
alejada de la historia o la cultura.
La
ciencia es parte de la historia y la cultura, y como tal, es parte del propio
ser humano. Así como el arte, la religión, la filosofía o la literatura, la
ciencia es algo que debe mirarse como una obra creada por la inteligencia y la
creatividad humana. No existen “dos culturas”, existe solo una, en la ciencia y
humanidades se pueden mirar como todas esas maneras en las que el humano ha
intentado comprender y expresarse sobre el Cosmos.
El
saganismo, pienso nos diría Sagan, sería una forma de divulgar la ciencia, no
de establecer qué es la ciencia (aunque no habría razón para no pensar en esto también). Creo que
esto es lo que los divulgadores científicos entenderían y verían con ánimo.
Las mayores enseñanzas del saganismo
Una vez
que postulamos un concepto de saganismo, cabría preguntarnos: si el saganismo
es una forma de divulgar, de enseñar la ciencia por el puro placer que causa la
cultura científica, ¿cuáles serían sus mayores enseñanzas?
Aunque
por la misma definición podríamos mirar al saganismo como algo que trasciende
el propio pensamiento y la propia obra de Carl Sagan, considero que no
encontraríamos lecciones más profundas sobre la responsabilidad de la ciencia
en la sociedad que en títulos como Cosmos,
Miles de Millones, Los Dragones del Edén, La Conexión Cósmica, El Cerebro de Broca, El Mundo y sus Demonios o Un Punto Azul Pálido. Para mí, entre
todas sus valiosas palabras (las cuales no deben nunca estar exentas de una crítica
constructiva), las mayores enseñanzas saganistas serían estas:
·
Los seres humanos, a lo largo de
nuestra historia, hemos acumulado un
bagaje evolutivo peligroso. Ha sido capaz de discriminar a sus hermanos, sentir odio por extranjeros,
utilizar su creatividad para la destrucción; pero a la vez, los humanos hemos sido capaces de comprender causas en
los fenómenos naturales, hemos aprendido de nuestros errores del pasado,
adquirimos visiones humanistas y humanitarias en las que miramos a los
otros con el mismo aprecio que sentimos cada uno por nosotros mismos. Somos
capaces de ayudarnos unos a otros, sentimos amor por nuestros hijos y podemos
ponernos en “los zapatos de los demás” y entender la situación en la que otros
viven. Estas características humanas son
las claves para nuestra supervivencia.
·
La historia nos ha mostrado que
el fanatismo y la superstición no son sino amenazas para la humanidad y el
planeta mismo. A
raíz del fanatismo han surgido conflictos, guerras, masacres, genocidios,
destrucción. Mientras que de la superstición surgen racismos, ignorancia,
arrogancia y miedo. La historia muestra la verdad de estos enunciados al
recordar episodios tristes como la destrucción de la Biblioteca de Alejandría,
y el linchamiento salvaje de una de sus más representativas pedagogas: Hipatia. La irracionalidad ha triunfado por sobre
el conocimiento en muchas ocasiones, pero si algo nos enseña el pasado, es que no debemos permitir que esto mismo vuelva a
ocurrir.
·
Si uno quisiera preparar un
pastel de manzana desde el comienzo, uno debe primero, crear un universo. Tan simple como pueda sonar,
esta frase tiene dentro de sí una reflexión profunda a raíz de la cosmología en
la que un pastel de manzana tiene más cosas en común con las estrellas, y con
nosotros mismos, de lo que nos podríamos imaginar.
·
Gracias
a miles de millones de tortuosa y lenta evolución, por fin surgió en el Cosmos
una forma en la que éste es capaz de conocerse a sí mismo: la conciencia. La
conciencia humana ha sido la causante de que ahora mismo, nos encontremos
reflexionando sobre las ideas de un miembro de nuestra especie. Este miembro de
nuestra especie nos enseñó hace unas cuantas décadas que, lo que hacemos al
preguntarnos sobre nuestros orígenes, nuestro desarrollo y nuestra historia, no
es otra cosa más que cuestionar al Cosmos. Un Cosmos del cual surgimos y del
cual surgió todo lo que podemos ver a nuestro alrededor. Un Cosmos en el que
materia reciclada de estrellas ahora se pregunta sobre las estrellas y sobre
más allá. Somos por tanto, la forma en la que el Cosmos se conoce a sí mismo.
·
Hoy
en día somos capaces de responder quién es el representante de cada nación
sobre la Tierra. Hoy en día cada nación puede dar cuentas sobre lo que se ha
hecho en su territorio, lo bueno y lo malo. Pero debemos preguntarnos cada uno
de nosotros ¿quién habla en nombre de la
Tierra? Si llegaran extraterrestres desde otra galaxia solicitándonos un
informe sobre cómo hemos cuidado el planeta, qué cuentas podríamos rendirles.
La amenaza de guerras nucleares, discriminación, irracionalidad, nacionalismos
obsoletos, guerras civiles, fanatismos religiosos, hacen pensar a muchos que la
humanidad puede dividirse. Sin embargo, vista
la Tierra desde el espacio, las fronteras étnicas, nacionales, religiosas o de
raza sencillamente desaparecen. Solo puede apreciarse un planeta azul, uno
solo. un punto azul que empalidece conforme nos alejamos a través del océano
del espacio-tiempo. Un pequeño pedazo de Cosmos en el cual todos habitamos
juntos. No existen las divisiones
humanas, existe solo una especie humana: homo sapiens, y es esta especie la
responsable de preservar la vida en su pequeño y pálido punto azul, ya que ha
sido esta especie capaz de reconocer su propia existencia, y como tal, es capaz
de reconocer cuánto daño puede causar a su ambiente y a sí mismo.
·
Resulta
sencillo engañarnos a nosotros mismos, pero si buscamos el camino del
conocimiento, debemos tratar de ser lo más objetivos posibles, dejando de lado
nuestras creencias y abriendo la mente a nuevos descubrimientos. El equilibrio
entre escepticismo y asombro debe ser tal, que no puedes permitirte el cerrarte
a opiniones distintas a las tuyas; debes
tener una mente abierta porque, de
otro modo serás incapaz de reconocer nuevas ideas. Pero tampoco permitas que tu mente se abra de mas o de lo contrario
se caerá tu cerebro al piso y serás incapaz de distinguir auténticos
conocimientos de autenticas charlatanerías. Se debe tener siempre presente que afirmaciones extraordinarias requieren
siempre de evidencia extraordinaria.
Si
continuáramos, sencillamente lograríamos crear una enciclopedia. Quizás no
exista mayor enseñanza saganista que el hecho de hacernos conscientes que, cada
uno de nosotros somos ciudadanos, sí,
pero ciudadanos del Cosmos.
¿Soy saganista?
La
responsabilidad del cuidado de este planeta recae en cada uno de nosotros.
Hemos sido durante mucho tiempo, la principal causa de extinciones masivas,
cambios climáticos, deforestación y contaminación; sin embargo, aunque fuimos
causantes principales de estos problemas, somos a la vez, la mejor y más rápida
solución. Contamos con una herramienta, que si bien no es perfecta y dista
mucho de otorgarnos verdades absolutas, es sin lugar a dudas la mejor con la
que contamos para lograr un equilibrio entre la naturaleza y la sociedad: esta
es la ciencia.
El
usarla de forma responsable es el mayor legado que podemos dejar a las
siguientes generaciones. Claro está que no todos piensan así, de hecho muchos
ni siquiera piensan en este asunto. Aun falta mucho por hacer, mucho por
conocer, pero sobre todo mucho que valorar y amar. Disfrutar y aprender en el
viaje cósmico a través del espacio-tiempo en esta nave llamada Tierra, sería la
solución a cientos, tal vez miles de problemas que hoy en día aquejan a la
civilización humana. La clave está en querer buscar, en querer cuestionar
siempre con cuestión escéptica, qué podemos hacer para que este mundo cambie.
Muchos
sin duda, encontraran estas ideas por demás idealistas, alejadas del mundo
real. No tendrán ningún escrúpulo en acusarme de ser un saganista hecho y
derecho.
Pero la
pregunta es qué entienden por saganista. Si estas personas entienden por
saganista a un idealista de la ciencia que se deja llevar por fabulosas
historias románticas, perdiendo de vista el mundo en el que estamos parados,
les contestaría entonces que yo no soy saganista.
Pero si entendemos por saganista a una persona
que mira en la ciencia, no solo la humildad y maravilla que despiertan el
placer de conocer solo por conocer, sino que también ve la solución de muchos
problemas actuales; una solución en la que, de ser global se alcanzaría una
verdadera era de la razón y de paz. Si se entiende por saganista a aquel que es
incapaz de decir que el otro es diferente a uno por su color de piel, su
nacionalidad o su creencia religiosa. Si entiende por saganista aquel que no
duda en cuestionar a aquello que parece fantástico, y aquellos que ocupan un
lugar de autoridad.
Si todo esto es lo que se entiende por saganista, entonces
yo contestaría que sí, soy un saganista
hecho y derecho… ¡y a mucho orgullo!
SI TE INTERESA ESTE TEMA
*Cosmos, de Carl Sagan. Serie documental
y libro, simplemente fantásticos.
*La Ciencia por Gusto, de Martín Bónfil
Olivera. Un libro que despierta la curiosidad de conocer de cualquiera, y al
ser una obra divulgativa resulta fácil de leer y comprender en poco tiempo.
El ensayo, en mi humilde opinión, me ha parecido excelente en la medida de comparación con los anteriores. A mi me agrada Carl Sagan, y en general su libro El mundo y sus demonios esta bien argumentado en lo cabe de un científico entrando en la divulgación. Sin embargo, es curioso que Carl Sagan por un lado crítica al CSICOP y por otro lado lo alaba en tanto que tiene el potencial de mejorar. Lamentablemente, es ahí donde esta uno de los problemas con los séquitos del escepticismo científico: Que buena parte de sus seguidores omiten mencionar que Sagan enseña que no tiene caso tratar de idiotas a los "creyentes". Pero que en buena medida sus sequitos si lo hacen.
ResponderEliminarEl otro error, o quizá no sea mas que una confusión, es el hecho de que si bien tu dices en tu ensayo que ser saganista no es hacer ciencia, la propia definición de escepticismo científico (que reivindica incluso Sagan y que en tu entrada no mencionas) es totalmente ambigua, por que si se asume como certera entonces sería seudociencia (si aplicamos el esquema de Bunge o cualquiera otra propuesta). Y eso, que hay algunos divulgadores, como Bonfil, que aluden el mismo derecho de que los divulgadores sean reconocidos en el ámbito científico, aunque no todos sean científicos.
El tema mas espinoso del escepticismo científico, sigue siendo a mi parecer el gámbito de afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria (AEREE), lo que de ninguna manera Sagan, Randi, Dawkins o incluso el mismo Truzzi pudieron argumentar y defender mas allá de lo que intutitavemente parecía ser una herramienta razonable. Por eso digo que Truzzi, la considera mas tarde como un axióma a todas luces incoherente. Como el uso y abuso de una lógica simplona y que en su mayoría de veces se enfoca en la navaja de occam.
Uno de los errores mas críticos en la obra de Sagan es su postura unilineal y unideterminista donde atribuye que las personas son entes pasivos y crédulos maravillados por la magia de la pseudociencia, sin ver otros determinismas causales que no necesariamente tienen que ver con la simple ilusion irracional de las personas. Como el hecho de creer que solo algnos de los científicos interesados en temas "normales" son los que estan marvillados por la ciencia. Cuando la realidad rompe con esos e squemas, por que hay personas que se interesan por la ciencia y el hecho de que les intérese racionalizar la homeopatía no significa que hayan perdido el maravillarse por la ciencia.
Me parece que el principal punto flaco del escepticismo científico no solo esta en la visión idealista que tiene los otros, sino en términos factuales de una mistificación de la ciencia por medio de la divulgación científica donde el discurso se expande a que se piensan en que son lo únicos entes racionales libres de falacias lógicas y sesgos cognitivos, cuando un análisis de su discurso refleja todo lo contrario.
De todas formas, si he dudado no solo de lo que parece fantástico, sino de incluso quienes se rigen bajo el prohibitibo de que eso o lo otro es "implausible" en nombre de que si fuera cierto, entonces tendríamos que rescribir todo lo que sabemos de la ciencia. Como de aquellos que se dicen regir bajo un aura de autoridad en temas de escepticismo.
ResponderEliminarEso me parece que es un tema entre escepticismo científico vs Zeteticismo.
Es triste que aún entre los Saganistas encontremos a personas que no saben respetar la espiritualidad de otros, Carl en sus escritos, entrevistas, etc. demostró que el gran error de la ciencia es volverse elitista porque esto fundamenta más a las pseudociencias que "acercan" el conocimiento a los no-doctos. (Hace poco conocí a una secta llamada Energía Universal que afirmaban que los agujeros negros son causados por la mala vibra del ser humano, el agua absorbía tal vibración, y que los fenómenos de la mecánica cuántica de partículas puede ser aplicado al mundo macroscópico, etc...) Los Saganistas debemos entender que hay que saber tener un punto céntrico en cuanto a nuestras ideas, pues tantas cosas malas se han hecho en nombre de la Religión -Cruzadas, Inquisición, etc.- como
ResponderEliminaren nombre de la Ciencia -Experimentos de Menguele, Detonación de Bombas Atómicas, etc.,
En cuanto a Dogmas la ciencia también tiene sus equivalentes, baste citar cuántos años se ha dado como inapelable el viaje más allá de la velocidad de la luz que enunció Einstein, o la La conjetura de protección de la cronología que formuló Stephen Hawking, o el principio de incertidumbre de Heisenberg, pero muchos neo-ateos militantes (que se dicen ateos y agreden a los creyentes) se llenan la boca de señalar los dogmas de la iglesia como la existencia de la divinidad, la virginidad de María, etc.
Es bueno aprender, enamorarse del conocimiento al punto de querer siempre más, pero es importante respetar a los que piensan diferente a nosotros porque sencillamente la ciencia se ha forjado a partir de discrepancias que la han hecho dinámica pues, ni la ciencia misma, tiene la última palabra. Por cierto, yo soy Saganista.