Luego de varios meses de crear la primera parte de pseudociencias “muertas”, por fin me di el tiempo para
dar a conocer la segunda parte. ¡Gócenlo! Ok no.
Dejando de lado la carrilla y el cotorreo, y recordando este
fenómeno histórico llamado pseudociencia, hay que tener presente que este
artículo, junto con su primera parte, es en realidad anacrónico, es decir que
desde el punto de vista histórico sería incorrecto llamar a cosas como la demonología o la monadología como pseudociencias, ya que cuando estas disciplinas
fueron creadas no existía el término pseudociencia… ni del de ciencia.
Otro punto aclaratorio que hay que tener en cuenta, es que
estas pseudociencias “muertas” están muertas
entre comillas. Los magufos de la new age y
los vendedores de chifladuras devuelven a la vida a cada tontería antes
considerada conocimiento serio, que no es imposible que en nuestros días no
podamos encontrar uno o dos ejemplos de estas formas de irracionalidad siendo
practicadas en algún centro esotérico… o en un centro universitario, ya nadie
sabe.
Con estos puntos
aclarados, les presento un top 10 que estoy seguro no se salvará de la
controversia al meter conceptos propios de la filosofía y la teología (como la
demonología y el marxismo), y tacharlos de charlatanería pseudocientífica pura.
Con esto no quiero decir que corrientes o doctrinas filosóficas sean
pseudociencias, sino que algunas ideas pueden escapar de la filosofía y
venderse falsamente como ciencia, al tratar de interpretar el mundo natural y/o
social, y asegurar que dicha interpretación se contrasta con la realidad. Lo mismo pasa con la religión
y la teología.
Ahora sí, veamos cuáles eran las magufadas que antes de la
segunda mitad del siglo XX se solían vender al público.
10. Demonología.
De acuerdo a la Enciclopedia Católica, la demonología se define como “la ciencia o doctrina sobre los demonios”. Siendo esta análoga a
la teología o “ciencia o doctrina sobre
Dios”. Luego de esta definición tan… “controvertida” (por decir lo menos),
la Enciclopedia nos dice que existe una “demonología falsa”, la cual es el
estudio místico del diablo y los demonios, que solo busca que el individuo se
acerque a las doctrinas de Satanás.
Para nuestra buena suerte, hay una “demonología verdadera”,
es decir, una verdadera doctrina católica sobre los demonios y espíritus
malignos. Hay que ser francos, y adelantarnos, antes de hacer suposiciones; la
Enciclopedia Católica asegura que la teología y la demonología son ciencias,
pero también nos dice en qué sentido definen ciencia.
El concepto ciencia con el cual se entiende a la teología y
la demonología es el concepto clásico, que nos dice que ciencia es “un seguro y evidente conocimiento obtenido a
partir de las manifestaciones.” Esta definición fue dada por el filósofo
griego Aristóteles, la cual es complementada con la definición que dio el
teólogo Tomás de Aquino, quien aseguraba que la ciencia es “el
conocimiento de las cosas de sus causas”. Todo esto tiene poco o nada que
ver con el concepto actual de ciencia.
Si aceptáramos el concepto aristotélico-tomista de ciencia,
no solo nos veríamos obligados a aceptar a la teología y la demonología como
ciencias legítimas, sino que además cosas como la astrología, la metafísica o
las técnicas de artesanías también las consideraríamos ciencias, cosa que
evidentemente no son. Para calificar a la demonología de pseudociencia, tenemos
que mirarla de forma anacrónica y analizar su cientificidad basados en el
concepto actual de ciencia, incluyendo al método científico y al pensamiento
crítico para realizar tal juicio.
Si bien, la creencia en demonios y espíritus malignos es tan
antigua como la creencia en los dioses, el “estudio” de estos seres no es tan
antiguo. La demonología como rama independiente de la teología que especula en
base a la doctrina cristiana y el fundamento bíblico sobre el origen,
descripción e historia de los demonios, data de principios de la Edad Media.
Uno de los análisis más antiguos de este tema es el de Máximo de Tiro, un filosofo griego que en 180 d.C.
calculó que existían 30, 000 demonios. Para este tiempo, la figura del diablo
aun no nacía propiamente. La idea de un único espíritu maligno causante de las
desgracias humanas no llegaría sino hasta varios siglos adelante. Durante el
siglo XVI, el demonólogo alemán Jean Wier afirmó
que el infierno contaba con 72 príncipes
y 7, 405, 926 diablos, divididos en 1, 111 legiones con 6, 666 demonios cada
una. Los principales demonios, según Wier, eran Malfas, Eurinomo, Leonardo y
Ganga Gramma.
En el 447 d.C, en el Concilio de Toledo, 30 sínodos de la Iglesia Católica analizaron, discutieron y
determinaron la forma física del diablo: un ser negro, monstruoso, con cuernos
en la cabeza, orejas de asno, garras y mirada amenazante, enorme pene y olor a
azufre.
La forma física del diablo, el número de demonios que
habitan el infierno, los nombres de los demonios, los cultos que adoraban al
diablo e incluso las razones por las cuales ocurre una posesión demoniaca,
fueron objeto de “estudio” para los demonólogos, que por cierto, nunca vieron
un demonio y seguramente no tuvieron alguno en una mesa para analizarlo y
determinar características físicas ni nada por el estilo.
Si analizamos la creencia en demonios desde un punto de
vista histórico (un punto bastante serio y que sí se basa en la evidencia),
encontramos que gran parte de las características descritas por la demonología
acerca del diablo y sus secuaces, no son más que la compilación de viejos mitos
paganos (como el mito del fauno o los miles de ídolos sumerios que
probablemente inspiraron la forma física del diablo, con el único propósito de
causar miedo a los fieles), especulación carente de sentido (como el decir la
cantidad de habitantes del infierno) y una ignorancia de trastornos mentales
como el síndrome de Tourette, la epilepsia y la
esquizofrenia (en los casos de posesiones y exorcismos).
Hoy en día, aunque aun podemos encontrar exorcistas y alguno que otro pseudocientífico asegurando
que hay una relación entre las técnicas de exorcismo y la psiquiatría, lo cierto es que las especulaciones airadas
de la demonología forman parte de los variados ejemplos en los que filósofos y
teólogos medievales que no tenían nada mejor que hacer, realizaban afirmación
tras afirmación que en nuestros tiempos no parecen más que un montón de chistes
blancos.
Véase más: Demonology, entrada de la New Catholic Encyclopedia; Demon and Demonology,
entrada de RationalWiki; Satan entrada de The Skeptic’s Dictionary.
9. Mancias extintas. Una mancia o mántica se define como una técnica o arte
de poder adivinar el futuro a través de fuentes sobrenaturales. De este modo, la astrología, lalectura del Tarot y la quiromancia representan las mancias o artes adivinatorias más famosas en la cultura
popular. Sin embargo, la necesidad de querer saber lo que ocurrirá antes de que
ocurra ha empujado a los seres humanos a crear cientos de técnicas, muchas de
ellas, bizarras y ridículas. Aquí les presento algunas:
*Aleuromancia:
arte adivinatoria que consiste en adivinar el futuro al leer las formas que se
hacen al azar arrojando harina de trigo.
*Amniomancia:
predicción fundamentada en el líquido amniótico que se arroja durante el
alumbramiento.
*Aruspicina:
adivinación a través de la observación de las entrañas de animales sacrificados
especialmente.
*Axiomancia:
observa e interpreta las formas que produce, en diversas superficies, el golpe
de un hacha.
*Bibliomancia:
técnica adivinatoria que consiste en hacer una pregunta y abrir al azar la
Biblia para encontrar la respuesta.
*Calcomancia:
Parte de sonidos que se obtienen al golpear recipientes de diversos metales,
como cobre y latón.
*Ceromancia:
existen dos variables de este mancia. Por un lado, están los que interpretan la
forma de la cera escurrida de una vela, y por el otro, los que interpretan las
formas de la cera derretida que cae en el agua.
*Cromniomancia: el
arte de adivinar a través de una bola de cristal.
*Dominomancia:
interpreta la posición y el valor numérico de las fichas de dominó al ser
arrojadas al azar.
*Felidomancia:
observa la conducta y aspecto de los gatos, en especial sus ronroneos.
*Hipomancia:
registra la forma en que marchan los caballos durante un desfile.
*Nefalomancia:
Encuentra mensajes ocultos en la forma que presentan las nubes del firmamento.
*Onfalomancia:
Intenta recibir revelaciones a través de la contemplación del propio ombligo.
*Suspiromancia:
método adivinatorio que parte de la duración y melodía de los suspiros de un
ser amado.
*Traumatomancia:
explora la forma que tienen los golpes, heridas y cicatrices para saber el
futuro.
*Uromancia:
considera que el porvenir está oculto en el color de la orina y la forma de las
burbujas que produce.
La lista de mancias no termina aquí,
pero estas son las que me han parecido más chistosas. Existen también técnicas
de adivinación mirando estrías, líneas de expresión, huellas digitales de los
pies, e incluso líneas y marcas en las nalgas de las personas. Si nos
pusiéramos a mirar todas y cada una de estas técnicas tendríamos que hacer un
libro entero (y sí los hay).
Por ahora, vayan al baño o escuchen a su gato o mírense el
ombligo y averigüen por sí mismos si alguno de estos métodos funciona… claro,
luego de que acaben de leer esta cuenta regresiva.
Véase más: An Encyclopedia of Claims, Frauds and Hoaxes of the Occult and Supernatural, de James Randi.
8. Magnetismo Animal Dañino. Si bien, vimos de qué se trataba el mesmerismo y el magnetismo animal en la primera parte de esta serie, el magnetismo animal dañino no tiene mucho que ver, pues es un concepto distinto, creado un rato después de que el mesmerismo se había declarado como fraude. El magnetismo animal dañino se refiere a la acción de manipular "las energías del universo" para causar daño o envenenar una persona.
El concepto, creado a finales del siglo XIX principios del siglo pasado por la legendaria magufa Mary Baker Eddy, fundadora de una extraña religión llamada Ciencia Cristiana, y del curandero magnético Phineas Parkurst Quimby, descansa bajo la idea de que existe un "fluido" en todas las cosas del universo. Este "fluido universal" puede llegar a ser controlado por ciertas personas para causar daño físico.
El magnetismo animal dañino es, la "explicación científica" de cómo los brujos pueden hacer brujería. ¿Cómo es que el vu-dú puede hacer daño? No son demonios, es magnetismo animal dañino. Por supuesto que para ser una hipótesis científica nada más le falta ser verificable, contar con evidencia, explicar un fenómeno auténtico, y tener por lo menos una base teórica bien definida, pero de ahí en más, tiene todas las características de ser una explicación legítimamente científica (sarcasmo).
Tan disparatado como esto pueda sonar, los seguidores de Baker Eddy continúan afirmando hasta nuestros días que el magnetismo animal dañino es parte fundamental de su doctrina .
Como sea, y para no hacerla demasiado larga, en palabras del investigador Robert Todd Carroll, si bien "podría decirse que las ideas de Mesmer representaban la falta de comprensión del efecto placebo, Eddy sería la representante de aquellos que carecen de conocimientos del poderoso efecto nocebo".
Véase más: Malicious Animal Magnetism, entrada del Skeptic's Dictionary.
El concepto, creado a finales del siglo XIX principios del siglo pasado por la legendaria magufa Mary Baker Eddy, fundadora de una extraña religión llamada Ciencia Cristiana, y del curandero magnético Phineas Parkurst Quimby, descansa bajo la idea de que existe un "fluido" en todas las cosas del universo. Este "fluido universal" puede llegar a ser controlado por ciertas personas para causar daño físico.
El magnetismo animal dañino es, la "explicación científica" de cómo los brujos pueden hacer brujería. ¿Cómo es que el vu-dú puede hacer daño? No son demonios, es magnetismo animal dañino. Por supuesto que para ser una hipótesis científica nada más le falta ser verificable, contar con evidencia, explicar un fenómeno auténtico, y tener por lo menos una base teórica bien definida, pero de ahí en más, tiene todas las características de ser una explicación legítimamente científica (sarcasmo).
Tan disparatado como esto pueda sonar, los seguidores de Baker Eddy continúan afirmando hasta nuestros días que el magnetismo animal dañino es parte fundamental de su doctrina .
Como sea, y para no hacerla demasiado larga, en palabras del investigador Robert Todd Carroll, si bien "podría decirse que las ideas de Mesmer representaban la falta de comprensión del efecto placebo, Eddy sería la representante de aquellos que carecen de conocimientos del poderoso efecto nocebo".
Véase más: Malicious Animal Magnetism, entrada del Skeptic's Dictionary.
7. Test de Rorschach. El test psicológico de Rorschach consiste en un conjunto de 10 manchas de tinta distintas sobre hojas de papel, y el objetivo es hacer que el paciente se "proyecte" en dichas manchas. Es decir, se le pide al paciente que interprete, o mejor dicho, que proyecte lo que siente en las manchas. Luego de que el paciente interpreta (o bueno, se proyecta en) las manchas mostradas, debe haber alguien que interprete las interpretaciones (digo, perdón, proyecciones) del paciente, y así "avanzar" con la psicoterapia.
En esta prueba no existen respuestas correctas ni equivocadas (quizás por eso es que se trata de una prueba subjetiva), los intérpretes que interpretan las interpretaciones del paciente sobre las manchas de tinta (o sea, una especie de psicoterapeuta, pues) tienen consigo un conjunto de "respuestas normadas", que es lo mismo que decir "las respuestas más comunes". A partir de este análisis proyectivo, se busca evaluar si el paciente tiene una personalidad "normal" o si padece de alguna enfermedad mental o un transtorno de personalidad.
Ahora, ¿cuál es el problema con este tipo de diagnóstico psiquiátrico? Lo que Herman Rorschach (el creador de este análisis) junto con sus seguidores no pudieron ver en su tiempo, es que la interpretación del psicoterapeuta sobre las interpretaciones que interpretó el paciente sobre las manchas de tinta (demasiado largo, ¿no?) carecen de sustento científico. Dicho de forma simple, este tipo de test no se basa en la evidencia que pueda arrojar el propio test, sino cómo la persona que lo está aplicando interpreta los resultados. De este modo, las interpretaciones que haga el psicoterapeuta no serán más científicas que la lectura del Tarot o el horóscopo del periódico.
Los defensores del Test Rorschach toman como base una falacia, la apelación a la autoridad, pues suponen desde el principio que quien está aplicando el análisis sabe cómo interpretar la personalidad analizada basada en manchas de tinta. Es como decir que confiemos en el astrólogo porque es alguien que sabe interpretar la personalidad de las personas mirando las constelaciones. Los defensores de Rorschach nunca pudieron demostrar la diferencia entre su práctica y la de los adivinadores de circo.
En la actualidad, esta practica es mirada por la mayoría de psicoterapeutas como algo de los libros de historia que ven cuando cursan la carrera. Sin embargo, en tiempos recientes no falta quién siga queriendo interpretar o proyectar las proyecciones que alguien que se proyectó en manchas de tinta. En 2009, por ejemplo, hubo una disputa en la versión inglesa de la Wikipedia sobre si los pacientes podían o no engañar al test, olvidándose por completo de la validez nula de dicho examen.
En esta prueba no existen respuestas correctas ni equivocadas (quizás por eso es que se trata de una prueba subjetiva), los intérpretes que interpretan las interpretaciones del paciente sobre las manchas de tinta (o sea, una especie de psicoterapeuta, pues) tienen consigo un conjunto de "respuestas normadas", que es lo mismo que decir "las respuestas más comunes". A partir de este análisis proyectivo, se busca evaluar si el paciente tiene una personalidad "normal" o si padece de alguna enfermedad mental o un transtorno de personalidad.
Ahora, ¿cuál es el problema con este tipo de diagnóstico psiquiátrico? Lo que Herman Rorschach (el creador de este análisis) junto con sus seguidores no pudieron ver en su tiempo, es que la interpretación del psicoterapeuta sobre las interpretaciones que interpretó el paciente sobre las manchas de tinta (demasiado largo, ¿no?) carecen de sustento científico. Dicho de forma simple, este tipo de test no se basa en la evidencia que pueda arrojar el propio test, sino cómo la persona que lo está aplicando interpreta los resultados. De este modo, las interpretaciones que haga el psicoterapeuta no serán más científicas que la lectura del Tarot o el horóscopo del periódico.
Los defensores del Test Rorschach toman como base una falacia, la apelación a la autoridad, pues suponen desde el principio que quien está aplicando el análisis sabe cómo interpretar la personalidad analizada basada en manchas de tinta. Es como decir que confiemos en el astrólogo porque es alguien que sabe interpretar la personalidad de las personas mirando las constelaciones. Los defensores de Rorschach nunca pudieron demostrar la diferencia entre su práctica y la de los adivinadores de circo.
En la actualidad, esta practica es mirada por la mayoría de psicoterapeutas como algo de los libros de historia que ven cuando cursan la carrera. Sin embargo, en tiempos recientes no falta quién siga queriendo interpretar o proyectar las proyecciones que alguien que se proyectó en manchas de tinta. En 2009, por ejemplo, hubo una disputa en la versión inglesa de la Wikipedia sobre si los pacientes podían o no engañar al test, olvidándose por completo de la validez nula de dicho examen.
Véase más: Rorschach Inkblot Test, entrada de The Skeptic's Dictionary.
6. Craneometría. La historia de la antropología forense tiene ciertos baches en su camino hacia su validación como una ciencia. Uno de estos baches que por buen tiempo se miró como un puente para mejorar la circulación, fue la craneometría.
Influenciados por ideologías racistas, los antropólogos del siglo XIX creían que los rasgos craneales podían determinar la raza, el temperamento, la inteligencia o la posibilidad de ser un criminal de un individuo determinado. De este modo, la craneometría se volvió de vital importancia en estudios de antropología y medicina forense. El supuesto subyacente en esta teoría es que el tamaño y la forma del cráneo de una persona determina aspectos como la capacidad de resolver problemas de racional (inteligencia) o la conducta moral.
Esta idea carece de evidencia alguna, sin embargo, en el siglo XIX nadie pensó que este hecho fuera relevante. Los "estudios" que demostraban que cierto grupo humano (como los británicos, quienes hicieron este tipo de "estudios") era superior racialmente, basados en la craneometría no faltaron en los años 1800s.
Como miembros de una raza superior, no solo los miembros de otros grupos humanos eran inferiores, sino que dentro del grupo de la raza superior también existían "niveles" de superioridad. Por supuesto, el más inferior del grupo que se autoproclamaba la raza superior seguía teniendo más derechos que un individuo de otra raza inferior. A este tipo de disparate se le suele conocer como falacia de la división.
En Francia, el médico y anatomista Paul Broca, llegó afirmar que las mujeres eran inferiores a los hombres, porque el cráneo de las mujeres es más pequeño que el de los hombres. Argumentó que las mujeres no debían recibir educación superior universitaria, porque sus pequeños cerebros no podrían manejar tal demanda de esfuerzo.
A mediados del siglo XIX, el genial arqueólogo August Pitt Rivers inventó el "craneomedidor", con el cuál se podían hacer mediciones más exactas sobre las diferencias raciales en el cráneo de las personas.
Ya en el siglo XX, los nazis, usando craneometría, entre otras pseudociencias, diferenciaban a su población entre arios y todos los demás. Los belgas usaron las mismas teorías para distinguir a hutus y tutsis.
La realidad es que, si bien es posible encontrar ligeras variaciones en los cráneos humanos dependiendo de la zona geográfica de donde se recolecten, lo cierto es que dichas variaciones no demuestran la superioridad de ningún grupo o raza en específico. Esta idea se sustenta en el mito de que, entre más grande tengas la cabeza debes ser más inteligente. La misma falacia se aplica cuando se trata de asegurar que un género es superior a otro. Es cierto que las mujeres, en promedio, tienen un cráneo más pequeño que el de los hombres, pero esto tiene que ver más con la proporción del cuerpo (las mujeres son más bajas, lo que significa que debe de ser un cráneo más pequeño para equilibrar el peso de todo el cuerpo y mantenerlo bien proporcionado) que con la superioridad de uno o de otro.
Hoy en día no es imposible encontrarse a algún craneómetra perdido en la web, pero pasan básicamente desapercibidos.
Influenciados por ideologías racistas, los antropólogos del siglo XIX creían que los rasgos craneales podían determinar la raza, el temperamento, la inteligencia o la posibilidad de ser un criminal de un individuo determinado. De este modo, la craneometría se volvió de vital importancia en estudios de antropología y medicina forense. El supuesto subyacente en esta teoría es que el tamaño y la forma del cráneo de una persona determina aspectos como la capacidad de resolver problemas de racional (inteligencia) o la conducta moral.
Esta idea carece de evidencia alguna, sin embargo, en el siglo XIX nadie pensó que este hecho fuera relevante. Los "estudios" que demostraban que cierto grupo humano (como los británicos, quienes hicieron este tipo de "estudios") era superior racialmente, basados en la craneometría no faltaron en los años 1800s.
Como miembros de una raza superior, no solo los miembros de otros grupos humanos eran inferiores, sino que dentro del grupo de la raza superior también existían "niveles" de superioridad. Por supuesto, el más inferior del grupo que se autoproclamaba la raza superior seguía teniendo más derechos que un individuo de otra raza inferior. A este tipo de disparate se le suele conocer como falacia de la división.
En Francia, el médico y anatomista Paul Broca, llegó afirmar que las mujeres eran inferiores a los hombres, porque el cráneo de las mujeres es más pequeño que el de los hombres. Argumentó que las mujeres no debían recibir educación superior universitaria, porque sus pequeños cerebros no podrían manejar tal demanda de esfuerzo.
A mediados del siglo XIX, el genial arqueólogo August Pitt Rivers inventó el "craneomedidor", con el cuál se podían hacer mediciones más exactas sobre las diferencias raciales en el cráneo de las personas.
Ya en el siglo XX, los nazis, usando craneometría, entre otras pseudociencias, diferenciaban a su población entre arios y todos los demás. Los belgas usaron las mismas teorías para distinguir a hutus y tutsis.
La realidad es que, si bien es posible encontrar ligeras variaciones en los cráneos humanos dependiendo de la zona geográfica de donde se recolecten, lo cierto es que dichas variaciones no demuestran la superioridad de ningún grupo o raza en específico. Esta idea se sustenta en el mito de que, entre más grande tengas la cabeza debes ser más inteligente. La misma falacia se aplica cuando se trata de asegurar que un género es superior a otro. Es cierto que las mujeres, en promedio, tienen un cráneo más pequeño que el de los hombres, pero esto tiene que ver más con la proporción del cuerpo (las mujeres son más bajas, lo que significa que debe de ser un cráneo más pequeño para equilibrar el peso de todo el cuerpo y mantenerlo bien proporcionado) que con la superioridad de uno o de otro.
Hoy en día no es imposible encontrarse a algún craneómetra perdido en la web, pero pasan básicamente desapercibidos.
Véase más: Craniometry, entrada de The Skeptic’s Dictionary.
5. Rayos N. A principios del siglo XX, la investigación en radiación se popularizó, haciendo de esta área una de las más investigadas y más prolíficas de la época. En 1895 (finales del aun siglo XIX), luego de algunas controversias y estudios dentro de la comunidad de científicos, el físico alemán Wilhelm Conrad Rötngen descubrió los famosos rayos X. Tan solo ocho años después, en Francia un nuevo estudio prometía un nuevo descubrimiento (no me digas).
A principios de 1903, el físico René Blondlot descubrió, luego de ciertos experimentos en la Universidad de Nancy, un tipo de radiación única. Blondlot la bautizó como rayos N (en honor a la universidad y la ciudad en la que hizo el descubrimiento); de acuerdo a esto, los rayos N son un tipo de radiación liberada por cualquier tipo de sustancia, excepto (extrañamente) por la madera y los metales "anestesiados" (empapados con éter o cloroformo). Blondlot nunca supo explicar por qué estas sustancias no irradiaban los rayos N.
Sin importar este punto a los físicos franceses de comienzos del siglo pasado, en poco menos de un año ya existían más de 30 estudios que confirmaban la existencia de los rayos N. Todo iba viento en popa para Blondlot y su gran descubrimiento, hasta que a mediados de 1903 la revista Nature envió al físico Robert Wood a investigar las afirmaciones de Blondlot y sus seguidores. La principal sospecha era que había una falla en la metodología por la cuál se buscaba corroborar la existencia de los rayos N.
Blondlot utilizaba un espectroscopio con un prisma de aluminio recubierto con hilo en el interior. Los rayos N se refractaban por el prisma hacia afuera en un espectro. La única forma de detectar los invisibles rayos N era esperar que un hilo tratado (principalmente con sulfuro de calcio) se iluminará luego de que los rayos lo atravesaran; la iluminación del hilo se reportaba entonces como una "detección" positiva de los rayos N. Ya desde hacía un tiempo, diversos laboratorios denunciaban a Blondlot, pues los resultados de sus experimentos eran imposible de replicar de forma controlada. Este hecho pasó desapercibido para los físicos franceses quienes continuaron "experimentando" con los rayos N. Esto cambió luego de la investigación de Wood.
En los laboratorios, cuando las luces se apagaban para comenzar con la detección de los rayos, Wood secretamente quitaba el prisma de aluminio del espectroscopio; se suponía que no era posible "detectar" el fenómeno sin el prisma. A pesar de la pequeña "trampa", los experimentadores aseguraban detectar los rayos N de forma exitosa. Solo podía haber una de dos posibles explicaciones, o los rayos N se podían detectar aún sin instrumentos de detección o simplemente el experimento estaba sesgado.
Wood informó a Nature que los experimentos se encontraban sesgados, los investigadores usaban una metodología muy subjetiva y no se encontró evidencia alguna de la existencia de los rayos N. Luego de la publicación de esta carta titulada The N-Ray publicada en Nature en septiembre de 1903 (y traducida al francés un mes después en la Revue Scientifique), las investigaciones sobre rayos N decayeron casi al 100% Luego de esto, solo se volvió a presentar una última confirmación de los rayos N en la Academia Francesa de Ciencia. El golpe, sin duda alguna fue duro.
Luego de retirarse en 1909, Blondlot continúo buscando, de forma infructuosa, evidencias de los rayos N. Este caso en partícular es recordado por los historiadores y filósofos de la ciencia como un caso que demuestra cómo los prejuicios y sesgos ideológicos (pues los alemanes habían descubierto los rayos X. Francia no podía quedarse atrás) podían llegar a falsear los resultados de la investigación científica. Este fenómeno es conocido como ciencia patológica, en el que el investigador está mas que seguro ante de comenzar los experimentos, de que tendrá resultados positivos. Luego, cualquier anomalía encontrada es supuesta como una confirmación de la teoría ya presupuesta desde antes como verdadera.
A principios de 1903, el físico René Blondlot descubrió, luego de ciertos experimentos en la Universidad de Nancy, un tipo de radiación única. Blondlot la bautizó como rayos N (en honor a la universidad y la ciudad en la que hizo el descubrimiento); de acuerdo a esto, los rayos N son un tipo de radiación liberada por cualquier tipo de sustancia, excepto (extrañamente) por la madera y los metales "anestesiados" (empapados con éter o cloroformo). Blondlot nunca supo explicar por qué estas sustancias no irradiaban los rayos N.
Sin importar este punto a los físicos franceses de comienzos del siglo pasado, en poco menos de un año ya existían más de 30 estudios que confirmaban la existencia de los rayos N. Todo iba viento en popa para Blondlot y su gran descubrimiento, hasta que a mediados de 1903 la revista Nature envió al físico Robert Wood a investigar las afirmaciones de Blondlot y sus seguidores. La principal sospecha era que había una falla en la metodología por la cuál se buscaba corroborar la existencia de los rayos N.
Blondlot utilizaba un espectroscopio con un prisma de aluminio recubierto con hilo en el interior. Los rayos N se refractaban por el prisma hacia afuera en un espectro. La única forma de detectar los invisibles rayos N era esperar que un hilo tratado (principalmente con sulfuro de calcio) se iluminará luego de que los rayos lo atravesaran; la iluminación del hilo se reportaba entonces como una "detección" positiva de los rayos N. Ya desde hacía un tiempo, diversos laboratorios denunciaban a Blondlot, pues los resultados de sus experimentos eran imposible de replicar de forma controlada. Este hecho pasó desapercibido para los físicos franceses quienes continuaron "experimentando" con los rayos N. Esto cambió luego de la investigación de Wood.
En los laboratorios, cuando las luces se apagaban para comenzar con la detección de los rayos, Wood secretamente quitaba el prisma de aluminio del espectroscopio; se suponía que no era posible "detectar" el fenómeno sin el prisma. A pesar de la pequeña "trampa", los experimentadores aseguraban detectar los rayos N de forma exitosa. Solo podía haber una de dos posibles explicaciones, o los rayos N se podían detectar aún sin instrumentos de detección o simplemente el experimento estaba sesgado.
Wood informó a Nature que los experimentos se encontraban sesgados, los investigadores usaban una metodología muy subjetiva y no se encontró evidencia alguna de la existencia de los rayos N. Luego de la publicación de esta carta titulada The N-Ray publicada en Nature en septiembre de 1903 (y traducida al francés un mes después en la Revue Scientifique), las investigaciones sobre rayos N decayeron casi al 100% Luego de esto, solo se volvió a presentar una última confirmación de los rayos N en la Academia Francesa de Ciencia. El golpe, sin duda alguna fue duro.
Luego de retirarse en 1909, Blondlot continúo buscando, de forma infructuosa, evidencias de los rayos N. Este caso en partícular es recordado por los historiadores y filósofos de la ciencia como un caso que demuestra cómo los prejuicios y sesgos ideológicos (pues los alemanes habían descubierto los rayos X. Francia no podía quedarse atrás) podían llegar a falsear los resultados de la investigación científica. Este fenómeno es conocido como ciencia patológica, en el que el investigador está mas que seguro ante de comenzar los experimentos, de que tendrá resultados positivos. Luego, cualquier anomalía encontrada es supuesta como una confirmación de la teoría ya presupuesta desde antes como verdadera.
Véase más: What Ever Happened to N-Ray? por Terence Hines, con el artículo original de Robert Wood, The N-Ray anexado, en eSKEPTIC.
4. Cosmogonía glacial de Hörbiger. Desde hace un tiempo para acá, se ha venido formando un extenso y complejo debate sobre si la ciencia es mejor que la filosofía para resolver las grandes incógnitas del Cosmos: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Si bien, la filosofía ha sido bastante buena en problematizar sobre estos asuntos, lo cierto es que la ciencia ha sabido proporcionar resultados que explican de manera elegante y coherente teorías que explican algunos de estos acertijos mentales.
Sin embargo, la ciencia y la filosofía no han sido las únicas manifestaciones culturales en tratar de explicar el mundo. También han existido cosmologías pseudocientíficas que intentan explicarlo todo (bueno, también la religión ha intentado explicarlo todo, pero por ahora no es el punto). Una de estas visiones universales que no se basaba en nada más que un sueño y una imaginación frondosa, es la cosmogonía glacial de Hans Hörbiger.
¿De qué se trata? Bueno, para no hacerla muy larga, la síntesis que hace Pablo Fernández en Ojo Científico explica bien sus bases:
Lo cierto es que la validez científica de esta hipótesis siempre estuvo en duda y fue denunciada como pseudociencia por grandes científicos de la época, entre ellos el físico Werner Heisenberg.
Sin embargo, la ciencia y la filosofía no han sido las únicas manifestaciones culturales en tratar de explicar el mundo. También han existido cosmologías pseudocientíficas que intentan explicarlo todo (bueno, también la religión ha intentado explicarlo todo, pero por ahora no es el punto). Una de estas visiones universales que no se basaba en nada más que un sueño y una imaginación frondosa, es la cosmogonía glacial de Hans Hörbiger.
¿De qué se trata? Bueno, para no hacerla muy larga, la síntesis que hace Pablo Fernández en Ojo Científico explica bien sus bases:
Esta teoría sostenía que todo el cosmos estaba formado por distintos anillos de hielo y que dicho hielo caía constantemente hacia las estrellas y los planetas, incluyendo al sol y a la Tierra, y era esto lo que permitía nuestra subsistencia biológica ya que, de no ser por este hielo cósmico, la Tierra se habría convertido en un desierto mucho tiempo atrás.
Para Hörbirger, el hielo se encuentra virtualmente en todo el cosmos y cubre tanto los planetas como los cometas y meteoritos. En el espacio se encuentra algo disperso aunque consideró que era fácil percibirlo mediante cálculos matemáticos y la observación de los rayos de luz.
También desarrolló explicaciones a algunos acontecimientos astronómicos mediante la presencia del hielo. Dijo, por ejemplo, que las explosiones en la superficie del sol se producían por el choque de grandes bolas de hielo contra el sol.
En tiempos en los que la ciencia astronómica no había sido completamente desarrollada, estas teorías resultaron impactantes y el propio Hörbiger se encargó de popularizarlas. Si bien en los ámbitos académicos y científicos fue muy resistida y refutada, Hörbiger las lanzó al ámbito público y fuera de los círculos científicos.
Los elementos de su teoría que remiten a la eterna lucha del hielo contra el fuego y algunas consideraciones acerca de problemas que no habían sido resueltos, tanto astronómicos y geológicos, como de la ciencia en general y también algunos de tono espiritual, ayudaron a que la teoría cosmogónica glacial se convirtiera en algo importante y discutido por el público general.Hörbiger era un ingeniero y aficionado a la astronomía. Sus ideas fueron aceptadas por el público ajeno a la ciencia, especialmente fue una cosmovisión promovida por simpatizantes del régimen nazi como una visión del Cosmos que presuponía la superioridad de la raza aria.
Lo cierto es que la validez científica de esta hipótesis siempre estuvo en duda y fue denunciada como pseudociencia por grandes científicos de la época, entre ellos el físico Werner Heisenberg.
Véase más: La cosmogonía glacial de Hans Hörbiger, entrada publicada por Pablo Fernández en Ojo Científico.
3. Eugenesia. No han sido pocos los casos en los que se ha intentado mezclar la ideología imperante de una cierta época con la ciencia de dicho contexto. Así tenemos los intentos del darwinismo social, el lysenkoismo, la antropología nazi (expuestos en la primera parte de esta serie) o los casos ya expuestos como los de la craneometría o la cosmogonía glacial (y lo que viene todavía), como claros ejemplos de este tipo de tonterías.
Muchos no tardan en decir que la eugenesia es otra más de este tipo de pseudociencias que buscan sustentar una ideología política, en este caso, el liberalismo discriminador, consumista e imperial. En realidad, la eugenesia nace como un auténtico intento científico de investigar el funcionamiento y mejoramiento de la sociedad con fundamento biológico, o por lo menos, ese era el objetivo que planteaba Francis Galton.
Galton, primo del legendario Charles Darwin, y un entusiasta de la teoría de la evolución por selección natural, estaba interesado en los estudios de la herencia y en la "idoneidad" de la especie humana (áreas que Darwin casi no tocó). De este modo, a finales del siglo XIX, Galton pensó que la selección artificial podía ser utilizada en el ser humano, para así mejorar la raza. En 1883 en sus Investigaciones de la Facultad Humana y su Desarrollo, Galton bautizó a su idea como eugenesia.
Sin embargo, el entusiasmo que despertaba la libre empresa se mezcló de inmediato con otras ideologías imperialistas y eugenésicas en alza. Tal como nos narra la profesora Janet Browne en La Historia del Origen de las Especies, para los pensadores de esa época "la supervivencia de los más aptos apoyaba la creencia en diferencias raciales innatas y parecía justificar en el plano internacional las continuas contiendas violentas por la conquista de territorios y poder político."
Doctrinas como el darwinismo social y prácticas como la eugenesia justificaban la discriminación de clases, el racismo, el imperialismo, el libre mercado, la represión de pueblos conquistados y la superioridad de algunos grupos humanos (por lo regular, europeos de raza blanca). La eugenesia fue apoyada y practicada por gobiernos europeos variados. En los Estados Unidos, por ejemplo, el biólogo Charles Devenport sentó las bases para el establecimiento de programas de eugenesia.
El movimiento progresista defendía abiertamente la eugenesia, desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX, encontrandose en sus filas destacados personajes como los presidentes estadounidenses Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson, y figuras políticas internacionales como Herbert Hoover y Winston Churchill.
Pero posiblemente la figura histórica con las que más se suele asociar la eugenesia no sea otro más que Adolf Hitler y la ideología nazi. Bajo la idea de crear la raza pura aria, los nazis llevaron acabo un agresivo programa eugenésico consolidado en la Ley para la prevención hereditaria enfermiza, dando como resultado la esterilización forzada de más de 400 mil personas diagnosticadas con discapacidades físicas y/o mentales. No pasó mucho tiempo para que las campañas de esterilización se convirtieran en campañas de exterminio al diagnosticar a las personas con discapacidad como "no aptos para vivir", dando como resultado de estas campañas a más de 200 mil niños y adultos asesinados en instituciones psiquiátricas.
La máxima difusión de esta idea de purificar o perfeccionar una raza sería una justificante "científica" para el aniquilamiento de millones de judíos, negros, homosexuales y todo tipo de humano "indeseable" en los campos de concentración nazi.
Algunos desarrollaron un sentimiento anti-eugenésico por la asociación casi inmediata de esta práctica con el nazismo, pero este sentimiento en sí es falaz pues se sustenta en un argumento ad hitlerum. No se considera que los estudios eugenésicos principales no consideraban en lo más mínimo al nazismo (ciertamente ni Galton, ni Roosevelt o Churchill eran nazis).
Más allá de un prejuicio histórico por apoyar ideologías criminales, la eugenesia carece de sustento científico. "El defecto más evidente con la eugenesia es que combina rasgos fenotípicos con rasgos genotípicos", nos dice la RationalWiki en lo absurdo de la eugenesia.
Otro punto importante es que las teorías evolutivas no pueden aplicarse a una sola especie, sino que se aplican a la diversidad biológica en general. El concepto raza no tiene sentido desde el punto de vista genético, pues un hombre negro no es diferente de un latino o de un hombre europeo blanco. Esto mismo se aplica a las razas de otros animales. También es un sinsentido considerar a personas pobres o de clase baja como "inferiores" en un sentido social o biológico. El concepto de "pureza racial" es una concepción dogmática propia de ideologías obsoletas, no de teorías científicas.
Muchos no tardan en decir que la eugenesia es otra más de este tipo de pseudociencias que buscan sustentar una ideología política, en este caso, el liberalismo discriminador, consumista e imperial. En realidad, la eugenesia nace como un auténtico intento científico de investigar el funcionamiento y mejoramiento de la sociedad con fundamento biológico, o por lo menos, ese era el objetivo que planteaba Francis Galton.
Galton, primo del legendario Charles Darwin, y un entusiasta de la teoría de la evolución por selección natural, estaba interesado en los estudios de la herencia y en la "idoneidad" de la especie humana (áreas que Darwin casi no tocó). De este modo, a finales del siglo XIX, Galton pensó que la selección artificial podía ser utilizada en el ser humano, para así mejorar la raza. En 1883 en sus Investigaciones de la Facultad Humana y su Desarrollo, Galton bautizó a su idea como eugenesia.
Sin embargo, el entusiasmo que despertaba la libre empresa se mezcló de inmediato con otras ideologías imperialistas y eugenésicas en alza. Tal como nos narra la profesora Janet Browne en La Historia del Origen de las Especies, para los pensadores de esa época "la supervivencia de los más aptos apoyaba la creencia en diferencias raciales innatas y parecía justificar en el plano internacional las continuas contiendas violentas por la conquista de territorios y poder político."
Doctrinas como el darwinismo social y prácticas como la eugenesia justificaban la discriminación de clases, el racismo, el imperialismo, el libre mercado, la represión de pueblos conquistados y la superioridad de algunos grupos humanos (por lo regular, europeos de raza blanca). La eugenesia fue apoyada y practicada por gobiernos europeos variados. En los Estados Unidos, por ejemplo, el biólogo Charles Devenport sentó las bases para el establecimiento de programas de eugenesia.
El movimiento progresista defendía abiertamente la eugenesia, desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX, encontrandose en sus filas destacados personajes como los presidentes estadounidenses Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson, y figuras políticas internacionales como Herbert Hoover y Winston Churchill.
Pero posiblemente la figura histórica con las que más se suele asociar la eugenesia no sea otro más que Adolf Hitler y la ideología nazi. Bajo la idea de crear la raza pura aria, los nazis llevaron acabo un agresivo programa eugenésico consolidado en la Ley para la prevención hereditaria enfermiza, dando como resultado la esterilización forzada de más de 400 mil personas diagnosticadas con discapacidades físicas y/o mentales. No pasó mucho tiempo para que las campañas de esterilización se convirtieran en campañas de exterminio al diagnosticar a las personas con discapacidad como "no aptos para vivir", dando como resultado de estas campañas a más de 200 mil niños y adultos asesinados en instituciones psiquiátricas.
La máxima difusión de esta idea de purificar o perfeccionar una raza sería una justificante "científica" para el aniquilamiento de millones de judíos, negros, homosexuales y todo tipo de humano "indeseable" en los campos de concentración nazi.
Algunos desarrollaron un sentimiento anti-eugenésico por la asociación casi inmediata de esta práctica con el nazismo, pero este sentimiento en sí es falaz pues se sustenta en un argumento ad hitlerum. No se considera que los estudios eugenésicos principales no consideraban en lo más mínimo al nazismo (ciertamente ni Galton, ni Roosevelt o Churchill eran nazis).
Más allá de un prejuicio histórico por apoyar ideologías criminales, la eugenesia carece de sustento científico. "El defecto más evidente con la eugenesia es que combina rasgos fenotípicos con rasgos genotípicos", nos dice la RationalWiki en lo absurdo de la eugenesia.
Otro punto importante es que las teorías evolutivas no pueden aplicarse a una sola especie, sino que se aplican a la diversidad biológica en general. El concepto raza no tiene sentido desde el punto de vista genético, pues un hombre negro no es diferente de un latino o de un hombre europeo blanco. Esto mismo se aplica a las razas de otros animales. También es un sinsentido considerar a personas pobres o de clase baja como "inferiores" en un sentido social o biológico. El concepto de "pureza racial" es una concepción dogmática propia de ideologías obsoletas, no de teorías científicas.
Véase más: Eugenics, entrada de la RationalWiki; La Historia del Origen de las Esecies, de Janet Browne, Edit.Debate.
2. Marxismo
científico. Por marxismo se entiende al conjunto de teorías, doctrinas y movimientos derivadas (principalmente) del pensamiento de Karl Marx. Marx, junto a su amigo, el economista Friedrich Engels, inspirados por la dialéctica de Hegel, la crítica filosófica de Feuerbach y las teorías económicas de Adam Smith y David Ricardo, tomaron "lo mejor" de estas filosofías, y sustentándose en el estudio histórico y crítico, refutaron varias nociones en filosofía, economía y política de su época (es decir, refutaron las filosofías y teorías en las que se inspiraron).
El marxismo, junto al darwinismo y el utilitarismo, suele ser visto por los historiadores como una de las grandes revoluciones intelectuales del siglo XIX. El marxismo es la base de la ideología comunista (consolidada por Lennin, Trotsky y Stalin); ciertamente no se puede hablar de filosofía, ideología o historia de la economía si no se habla de marxismo. La crítica al sistema capitalista y la discriminación de clases, la refutación del idealismo hegeliano y la refutación de nociones absurdas de Feuerbach son algunos de los puntos más valiosos que aporta el marxismo para la cultura.
Marx buscaba sinceramente un marco teórico que explicara la historia y predijera el futuro de la humanidad. Esta idea de que la historia no solo nos ayuda a comprender el pasado sino que también puede predecir el futuro (en un sentido teleológico) se le denominó socialismo científico. Este fue el inicio del marxismo como una pseudociencia.
Antes de continuar, hay que dejar en claro que el marxismo es una filosofía y una ideología que en sus inicios (en los estudios de Marx y Engels, antes que existiera la ideología marxista propiamente dicha) trató de ofrecer una teoría histórico-económica (y por tanto científica) que no solo pudiera dar las herramientas para entender la historia, la política y la economía, sino que además, dicha comprensión fuera el punto de arranque para la revolución social que tendería naturalmente hacía el comunismo (aún se discute si Marx realmente pensaba en un comunismo utópico). Por otra parte, la ciencia marxista es una pseudociencia, prácticamente desaparecida, que afirmaba que el materialismo histórico y el socialismo científico son auténticos métodos de investigación que nos dan conocimientos certeros sobre historia, economía y política.
Los críticos tanto del marxismo como de la ciencia marxista no son pocos. Entre los más destacados intelectuales que buscaron refutar estas ideas se encuentran Bertrand Russell, Karl Popper y Mario Bunge. La principal crítica se centra en el socialismo científico, siendo tachado de historicismo sin sentido. En primer lugar, el socialismo científico busca explicar un alto rango de fenómenos con un solo marco teórico, lo que hace que el marco teórico no sea ni científico ni filosófico (ciertamente, una sola teoría científica o filosófica no puede explicarlo todo). El socialismo científico presenta un sesgo de confirmación, pues en vez de buscar refutar y verificar la validez de la teoría, todo lo que busca son resultados que apoyen la teoría que ya se tiene por cierta antes de siquiera investigar.
La idea de que basados en la historia podemos predecir el futuro de la sociedad, como si existiera un patrón progresivo que puede ser detectado en el pasado y extrapolado en el futuro no tienen ningún sustento verificable; más bien, parece una afirmación metafísica fácil de refutar con la problemática social actual. ¿Cómo podría el materialismo histórico ofrecer una refutación a priori de esta posibilidad?
Otra crítica importante es la que se hace a la doctrina marxista económica. Si bien en su momento El Capital (y obras similares) se miró como una revelación en la economía, lo cierto es que mucho de sus fundamentos son obsoletos para el fenómeno económico del siglo XXI. La teoría de valor-trabajo, por ejemplo: "el trabajo de una mercancía está mal definido en presencia de trabajo heterogéneo o tareas heterogéneas de trabajo. Asumiendo incluso que el concepto podría ser definido, no tiene un papel útil que cumplir. Los precios en equilibrio y la tasa de ganancia pueden determinarse sin mencionar los valores-trabajo", afirma el analista Jon Elster en su ensayo ¿Qué vive y qué está muerto en la filosofía de Marx?
Ante críticas tan serias a un sistema teórico que prometía ser una auténtica revolución tanto
intelectual como social, los verdaderos estudiosos que reconocieron estas refutaciones decidieron continuar con el análisis crítico del marxismo. Así, desterrando la falsa idea de que el marxismo está muerto totalmente como filosofía, nace el marxismo analítico. El marxismo analítico, basado en los principios críticos de la filosofía analítica, busca aclarar o, mejor dicho, disolver pseudoproblemas dentro de la doctrina marxista; lo que se ha encontrado es que, si bien teorías y afirmaciones como la teoría de la alienación, las ideas de explotación y crítica a las clases sociales aunque apenas rescatables, la mayoría de las nociones del marxismo y la ciencia marxista son inválidas, contradictorias y deben morir en el pensamiento marxista actual.
Ejemplos de conceptos y teorías muertas dentro de la filosofía marxista se encuentran los ya destacados materialismo histórico y socialismo científico; el materialismo dialéctico, principios teleológicos en el materialismo histórico, la teoría económica marxista del valor-trabajo, la teoría de fuerzas productivas y las relaciones de producción son también visiones obsoletas que presentan datos oscuros y pseudocientíficos.
El marxismo analítico no busca revivir al antiguo marxismo o validar al pseudocientífico marxismo científico, sino que busca aclarar conceptos para así llegar a un "meta-marxismo" que en verdad tenga algo que aportar a la problemática social y filosófica.
El marxismo, junto al darwinismo y el utilitarismo, suele ser visto por los historiadores como una de las grandes revoluciones intelectuales del siglo XIX. El marxismo es la base de la ideología comunista (consolidada por Lennin, Trotsky y Stalin); ciertamente no se puede hablar de filosofía, ideología o historia de la economía si no se habla de marxismo. La crítica al sistema capitalista y la discriminación de clases, la refutación del idealismo hegeliano y la refutación de nociones absurdas de Feuerbach son algunos de los puntos más valiosos que aporta el marxismo para la cultura.
Marx buscaba sinceramente un marco teórico que explicara la historia y predijera el futuro de la humanidad. Esta idea de que la historia no solo nos ayuda a comprender el pasado sino que también puede predecir el futuro (en un sentido teleológico) se le denominó socialismo científico. Este fue el inicio del marxismo como una pseudociencia.
Antes de continuar, hay que dejar en claro que el marxismo es una filosofía y una ideología que en sus inicios (en los estudios de Marx y Engels, antes que existiera la ideología marxista propiamente dicha) trató de ofrecer una teoría histórico-económica (y por tanto científica) que no solo pudiera dar las herramientas para entender la historia, la política y la economía, sino que además, dicha comprensión fuera el punto de arranque para la revolución social que tendería naturalmente hacía el comunismo (aún se discute si Marx realmente pensaba en un comunismo utópico). Por otra parte, la ciencia marxista es una pseudociencia, prácticamente desaparecida, que afirmaba que el materialismo histórico y el socialismo científico son auténticos métodos de investigación que nos dan conocimientos certeros sobre historia, economía y política.
Los críticos tanto del marxismo como de la ciencia marxista no son pocos. Entre los más destacados intelectuales que buscaron refutar estas ideas se encuentran Bertrand Russell, Karl Popper y Mario Bunge. La principal crítica se centra en el socialismo científico, siendo tachado de historicismo sin sentido. En primer lugar, el socialismo científico busca explicar un alto rango de fenómenos con un solo marco teórico, lo que hace que el marco teórico no sea ni científico ni filosófico (ciertamente, una sola teoría científica o filosófica no puede explicarlo todo). El socialismo científico presenta un sesgo de confirmación, pues en vez de buscar refutar y verificar la validez de la teoría, todo lo que busca son resultados que apoyen la teoría que ya se tiene por cierta antes de siquiera investigar.
La idea de que basados en la historia podemos predecir el futuro de la sociedad, como si existiera un patrón progresivo que puede ser detectado en el pasado y extrapolado en el futuro no tienen ningún sustento verificable; más bien, parece una afirmación metafísica fácil de refutar con la problemática social actual. ¿Cómo podría el materialismo histórico ofrecer una refutación a priori de esta posibilidad?
Otra crítica importante es la que se hace a la doctrina marxista económica. Si bien en su momento El Capital (y obras similares) se miró como una revelación en la economía, lo cierto es que mucho de sus fundamentos son obsoletos para el fenómeno económico del siglo XXI. La teoría de valor-trabajo, por ejemplo: "el trabajo de una mercancía está mal definido en presencia de trabajo heterogéneo o tareas heterogéneas de trabajo. Asumiendo incluso que el concepto podría ser definido, no tiene un papel útil que cumplir. Los precios en equilibrio y la tasa de ganancia pueden determinarse sin mencionar los valores-trabajo", afirma el analista Jon Elster en su ensayo ¿Qué vive y qué está muerto en la filosofía de Marx?
Ante críticas tan serias a un sistema teórico que prometía ser una auténtica revolución tanto
Ejemplos de conceptos y teorías muertas dentro de la filosofía marxista se encuentran los ya destacados materialismo histórico y socialismo científico; el materialismo dialéctico, principios teleológicos en el materialismo histórico, la teoría económica marxista del valor-trabajo, la teoría de fuerzas productivas y las relaciones de producción son también visiones obsoletas que presentan datos oscuros y pseudocientíficos.
El marxismo analítico no busca revivir al antiguo marxismo o validar al pseudocientífico marxismo científico, sino que busca aclarar conceptos para así llegar a un "meta-marxismo" que en verdad tenga algo que aportar a la problemática social y filosófica.
Véase más: "¿Es el marxismo científico? Una crítica científica (no política) al marxismo", artículo monumental de José María Gallardo Chemazdamundi; Seudociencia e Ideología, de Mario
Bunge, Editorial Alianza; La Miseria del Historicismo, de Karl Popper, Editorial Alianza; Una
Introducción a Karl Marx, de Jon
Elster, Editorial Siglo XXI.
1. Velikovsky y los
Mundos en Colisión. Desde estudios sobre diablos y demonios, hasta ideologías que se hacen pasar por ciencia, llegamos al número uno del top. Considerado por mí como el número uno de las visiones pseudocientíficas extintas por ser una de las concepciones más fantásticas que conozco, Immanuel Velikovsky es uno de los autores magufos que mayor influencia tuvo en su tiempo.
Las ideas catastrofistas delirantes de este psiquiatra ruso tomaron popularidad con la publicación de su libro Mundos en Colisión, en 1950. De acuerdo a él, Venus no existía sino hasta hace apenas 35 mil años; este planeta sería una parte que se desprendió de Júpiter, convirtiéndose en un cometa por un tiempo indefinido, hasta que la gravedad del sol lo estabilizó en la órbita que actualmente posee.
En vez de basar sus afirmaciones en la observación y la evidencia, Velikovsky usó diversos mitos antiguos para justificar (o demostrar según él) dichas afirmaciones. En la mitología griega, por ejemplo, se habla que la diosa Athena salió de la cabeza de Zeus; Velikovsky interpreta que Zeus es el planeta Júpiter, mientras Athena es Venus, y asegura que el relato mítico en realidad es la interpretación de los antiguos griegos del catastrófico evento. También asegura que eventos como los descritos por el Éxodo bíblico en verdad ocurrieron, pero no como resultado de la intervención divina, sino que las influencias de marea gravitacional que Venus causó al acercarse a la Tierra en su camino hacia su órbita estable, causó que le mar rojo se partiera en dos.
De acuerdo a un capítulo de Mundo en Colisión titulado "amnesia colectiva", Velikovsky "explica" que la separación de Venus del planeta Júpiter y su influencia catastrófica, fue tan traumática que la humanidad "reprimió" estos recuerdos en el subconsciente. De modo que la creación de los antiguos mitos no son otra cosa más que una representación neurótica de aquellos recuerdos reprimidos, recordados en los sueños. Si bien los discípulos de Vewlikovsky piensan que este debería ser reconocido por aportar información relevante a las teorías catastrofistas de la física planetaria, lo cierto es que no existe científico que se le respete que pueda ser capaz de asegurar que Velikovsky tiene una relevancia importante en el castrofismo actual.
Desde sus inicios, las ideas de Velikovsky fueron tachadas de pseudociencia por carecer de cualquier prueba razonable. Sin embargo, Velikovsky logró notoriedad gracias a los grupos de lectura de best sellers. El grupo de los "literatos de Nueva York" reconocía a Velikovsky como un genio de la talla de Darwin, Einstein o Freud. Por supuesto, los científicos lo calificaban más bien de la talla de genio que era Ron Hubbard o Erick von Daniken. Es pues, como los que aseguran hoy en día que en los libros de Jodorowsky o de Cohelo existe genialidad y veracidad.
Al igual que el creacionismo y la teoría del antiguo astronauta, Velikovsky busca basar todo su sistema en la interpretación de mitos antiguos, lo cuál no es en lo absoluto una fuente muy confiable de hechos, solo sirve para enriquecer nuevos mitos. La verdadera evidencia astronómica no apoya los sinsentidos de Mundo en Colisión, pues la composición físico-química de Venus es totalmente diferente a la de Júpiter, siendo este último una bola gigante de Hidrógeno en su mayoría. Además no existe razón física para que un cometa saliera disparado de Júpiter hace 35 mil años, y obviamente, no existe evidencia de tal suceso. En conclusión, no hay nada que demuestre que las afirmaciones de Velikovsky sean algo más que un bonito y seductor cuento de ciencia-ficción... más ficción que ciencia.
Las ideas catastrofistas delirantes de este psiquiatra ruso tomaron popularidad con la publicación de su libro Mundos en Colisión, en 1950. De acuerdo a él, Venus no existía sino hasta hace apenas 35 mil años; este planeta sería una parte que se desprendió de Júpiter, convirtiéndose en un cometa por un tiempo indefinido, hasta que la gravedad del sol lo estabilizó en la órbita que actualmente posee.
En vez de basar sus afirmaciones en la observación y la evidencia, Velikovsky usó diversos mitos antiguos para justificar (o demostrar según él) dichas afirmaciones. En la mitología griega, por ejemplo, se habla que la diosa Athena salió de la cabeza de Zeus; Velikovsky interpreta que Zeus es el planeta Júpiter, mientras Athena es Venus, y asegura que el relato mítico en realidad es la interpretación de los antiguos griegos del catastrófico evento. También asegura que eventos como los descritos por el Éxodo bíblico en verdad ocurrieron, pero no como resultado de la intervención divina, sino que las influencias de marea gravitacional que Venus causó al acercarse a la Tierra en su camino hacia su órbita estable, causó que le mar rojo se partiera en dos.
De acuerdo a un capítulo de Mundo en Colisión titulado "amnesia colectiva", Velikovsky "explica" que la separación de Venus del planeta Júpiter y su influencia catastrófica, fue tan traumática que la humanidad "reprimió" estos recuerdos en el subconsciente. De modo que la creación de los antiguos mitos no son otra cosa más que una representación neurótica de aquellos recuerdos reprimidos, recordados en los sueños. Si bien los discípulos de Vewlikovsky piensan que este debería ser reconocido por aportar información relevante a las teorías catastrofistas de la física planetaria, lo cierto es que no existe científico que se le respete que pueda ser capaz de asegurar que Velikovsky tiene una relevancia importante en el castrofismo actual.
Desde sus inicios, las ideas de Velikovsky fueron tachadas de pseudociencia por carecer de cualquier prueba razonable. Sin embargo, Velikovsky logró notoriedad gracias a los grupos de lectura de best sellers. El grupo de los "literatos de Nueva York" reconocía a Velikovsky como un genio de la talla de Darwin, Einstein o Freud. Por supuesto, los científicos lo calificaban más bien de la talla de genio que era Ron Hubbard o Erick von Daniken. Es pues, como los que aseguran hoy en día que en los libros de Jodorowsky o de Cohelo existe genialidad y veracidad.
Al igual que el creacionismo y la teoría del antiguo astronauta, Velikovsky busca basar todo su sistema en la interpretación de mitos antiguos, lo cuál no es en lo absoluto una fuente muy confiable de hechos, solo sirve para enriquecer nuevos mitos. La verdadera evidencia astronómica no apoya los sinsentidos de Mundo en Colisión, pues la composición físico-química de Venus es totalmente diferente a la de Júpiter, siendo este último una bola gigante de Hidrógeno en su mayoría. Además no existe razón física para que un cometa saliera disparado de Júpiter hace 35 mil años, y obviamente, no existe evidencia de tal suceso. En conclusión, no hay nada que demuestre que las afirmaciones de Velikovsky sean algo más que un bonito y seductor cuento de ciencia-ficción... más ficción que ciencia.
Véase más: Immanuel Velikovsky, entrada del Skeptic’s Dictionary; Top ten Reasons Why Velikovsky is Wrong, de Leroy Ellenberger; La Ciencia, lo Bueno, lo Malo y lo Falso, de Martin Gardner, Editorial Alianza.
Espero en verdad hayan disfrutado este artículo ya que me tomé mi tiempo para que quedara de lo mejor, buscando exponer de forma breve algunas de las pseudociencias que si bien no están totalmente muertas, son las que se encuentran en peligro de extinción. Sin embargo, las pseudociencias pueden ser como zombis, regresando de la tumba para devorar cerebros, así que mantén los ojos abiertos.
También hay que aclarar que la exposición de estas pseudociencias aquí es ridículamente resumida, por lo que te toca investigar más a fondo sobre estas ideas, teorías y concepciones engañosas.
Espero en verdad hayan disfrutado este artículo ya que me tomé mi tiempo para que quedara de lo mejor, buscando exponer de forma breve algunas de las pseudociencias que si bien no están totalmente muertas, son las que se encuentran en peligro de extinción. Sin embargo, las pseudociencias pueden ser como zombis, regresando de la tumba para devorar cerebros, así que mantén los ojos abiertos.
También hay que aclarar que la exposición de estas pseudociencias aquí es ridículamente resumida, por lo que te toca investigar más a fondo sobre estas ideas, teorías y concepciones engañosas.
Gracias por esta segunda dosis de claridad, ya la esperaba con ansias. Es interesante ver como cada "loquito" daba sustento a sus "ciencias" basado en sus prejuicios y esperanzas, sesgo cognitivo, incapacidad absoluta de pruebas y la conciente necesidad de disfrazar y ocultar este vacio, eran sus caracteríticas más despreciables. Afortunadamente van rumbo al olvido.
ResponderEliminarGracias por compartir tu post mi amigo.
Reviviendo a Velikovsky...
ResponderEliminarHace algunos años le presté a un amigo un número de la revista Enigmas y ¡lo perdió! Espero encontrarlo en los puestos de revistas atrasadas porque me gustaría comentarlo en mi blog.
El artículo que me interesa comentar fue escrito por Salvador Freixedo. El ex jesuita lo escribió poco antes del fallecimiento de Carl Sagan.
Entre otras cosas, Freixedo dice que las ideas de Velikovsky han sido corroboradas por la ciencia, que Sagan hizo pasar por suyas ideas de Velikovsky, y que Sagan dio golpes bajos en su debate con Velikovsky (Sagan escribió su versión de lo acontecido en El cerebro de Broca). En resumen, en su artículo (que creo se llamaba El mito de Carl Sagan) Freixedo defiende las ideas de Velikovsky y pone como "lazo de cochino" a Sagan.
Al final dice que hay evidencia contundente de las visitas de extraterrestres a la Tierra, así que Sagan -como negaba que hubiera tales evidencias contundentes- o era un idiota o era parte de una conspiración.
¡Quiero ese número de la revista Enigmas!
Saludos.
Jaja, Freixido fue de los ufólogos españoles más chistosos que he leído (preguntándose cosas como que si lo extraterrestres creen en Jesucristo y que los ovnis son un tema de amenaza internacional que debería ser discutida en todo el mundo, jaja).
EliminarLo chistoso es que a como lo cuentas, no hizo otra cosa diferente a la que haría una paloma jugando al ajedrez, puro escándalo, poca inteligencia. Gracias por el comentario.
soy un entusiasta de la ciencia y un asiduo combatiente de las pseudociencias, pero me sorprende la ingenuidad de este artículo por la cuestión del marxismo, primero ponerlo en "pseudociencias muertas" como si no fuera una de las principales líneas de investigación en el mundo, tanto de filosofía como de ciencias sociales. Lo que más me sorprende aun es la ingenuidad para tratar de refutar al marxismo. Lo peor es querer refutar la teoría del valor con... ¡subjetividad! Decir que el valor es subjetivo es la posición ingenua del subjetivismo axiológico, que cualquier filósofo sabe que fue superada, así como la postura opuesta del objetivismo de Scheler, la solución la da por ejemplo Frondizi con su teoría estructural del valor, o Sánchez Vázquez con su objetividad en valores, incluso Alfredo Araujo, doctor en filosofía por la UNAM hizo su tesis doctoral sobre la teoría relacional del valor. Por eso me extraña que se use una teoría ingenua y superada del valor para pretender superar al marxismo. La teoría del valor del marxismo simplemente dice que un objeto al ser transformado por el trabajo se valoriza, es decir, el trabajo que empleamos se conserva en el objeto, lo cual no es para nada pseudocientífico, es hasta obvio, que un sueter tiene mayor valor que un pedazo de tela por el trabajo objetivado en él. Además, Marx habla de que ese valor objetivado se crea para satisfacer una necesidad (valor de uso) y para intercambiarse en el mercado (valor de cambio), a su vez de acuerdo a la oferta y demanda u otros factores esa mercancía tiene un precio (modo de aparición del valor que vela el trabajo subyacente).
ResponderEliminarPor otro lado, desechar al socialismo científico sin más me parece muy poco científico. Simplemente dice que el modo como nos ganamos la vida determina nuestra conciencia y que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, ambas afirmaciones han sido muy útiles para hacer la historia una ciencia, como ejemplo existen varios libros marxistas que muestran claramente la historia de México: 100 años de lucha de clases en México, Del árbol de la noche triste al cerro de las campanas, La revolución interrumpida. Además la aplicación del marxismo para clarificar la ética, como el libro Ética de Adolfo Sánchez Vázquez, su Invitación a la estética, en fin.
Lo que está de fondo en esta discusión es una ciencia económica burguesa que se acomoda al sistema para no evidencia que el capitalismo es un freno para el desarrollo de la humanidad, en ese sentido es la economía burguesa la pseudocientífica, tanto que se basa en la subjetividad de la valoración para esconder el trabajo objetivado de las mercancías, porque así puede pretender que la miseria de los trabajadores no es su responsabilidad y que su riqueza es generada por "buenos vendedores", como si la mitad de la riqueza del mundo no estuviera acaparada por unas decenas de hombres.
Resultados del socialismo científico: Un país semifeudal como Rusia se convierte en la mayor superpotencia del mundo durante la Guerra fría, un prostíbulo de USA como lo fue Cuba se convierte en el primer país de latinoamérica con cero analfabetismo y seguridad social completa, sin desnutrición infantil. Corea, de ser un país sometido a Japón ahora es el único que se atreve a amenazar a USA y sin importar el bloqueo económico sale avante. China, de ser un país semifeudal logró un impulso que ahora lo convierte en la segunda potencia mundial.
El marxismo como ciencia muestra simplemente que el capitalismo representa un freno para el desarrollo de la ciencia, esto lo explico en mi artículo: Ciencia, capitalismo y patriarcado en: https://www.facebook.com/notes/mau-dimeo/ciencia-capitalismo-y-patriarcado/953407981376763
Primero que nada, no solo con el marxismo, sino con el resto de las pseudociencias en este top se puede apreciar que la información es muy básica. Eso es porque no era mi objetivo concentrarme en ninguna en específico, sino mostrar un panorama muy general de cada una. Por eso, en efecto, este artículo queda muy débil si se busca demostrar que el marxismo es una pseudociencia (no buscaba demostrarlo, sino que se da por hecho que lo es). Si buscas profundizar, consulta los enlaces o los libros a los que hago referencia. Ahora, como yo mismo dije en el artículo, el marxismo es una doctrina filosófica y una corriente que trató de ser científica, sobre todo en lo que respecta a su teoría económica y su teoría de la historia, ambas, inútiles para comprender la realidad social.
EliminarNo digo que no haya ofrecido grandes aportaciones el marxismo a la filosofía y las ciencias sociales. En efecto, fue una corriente que dio mucho a ambas. Marx, en mi opinión, es el filósofo más importante del siglo XIX, y uno de los grandes en la historia de la economía, la sociología y la historia política.
No, lo que está de fondo es establecer que el marxismo carece de una auténtica teoría económica verdadera y viable. La teoría del valor-trabajo hoy día no sirve para explicar nada. Como tu ejemplo lo muestra, ese es el tipo de cosas que dicha teoría explicaba en el siglo XIX, pero hoy día existen otras variables que dan valor a las mercancías. Y no tiene nada que ver con apoyar una teoría económica burguesa, sencillamente es aceptar la realidad. La parte filosófica del marxismo es otro tema distinto: en realidad es una filosofía inconsistente al tratar de conciliar la dialéctica hegeliana y el materialismo, opuestos totalmente. La dialéctica hegeliana, con todo y sus "leyes" que el marxismo da por hecho sin cuestionarlas, nunca ha servido para entender la realidad social.
Los "resultados" que dices del socialismo científico: para empezar, la formación de la URSS, por ejemplo, es un excelente contraejemplo de la teoría de la historia marxista, que afirma que es necesario pasar por todos los momentos históricos para llegar a la dictadura del proletariado. La URSS se brincó del feudalismo a la dictadura "proletaria", sin pasar por el capitalismo ni por la máxima etapa capitalista, según Lenin, el imperialismo. Lo mismo se puede decir de China.
Y sí, Cuba habrá acabado con el analfabetismo y mejorado la seguridad social, a costa de otro montón de derechos básicos (como el pensar críticamente) que sumieron a este país en la miseria. Lo mismo se puede decir de Corea. Creo que hoy en día, ni siquiera autores de izquierda, como Chomsky, o marxistas racionales como Elster, Wallerstein o Hobsbawm, hablarían de esos países como ejemplo ni de cientificidad ni de triunfo sobre el capitalismo. Son ejemplos de la miseria, la dictadura y el retroceso.
Se ve interesante tu artículo, tal vez pueda escribir próximamente una artículo al respecto.
Saludos.