Ateísmo y cristianismo cultural
Algunos en verdad no entienden lo trivial que debería ser decir que se es un cristiano cultural. |
No soy de los que quieren detener las tradiciones cristianas. Este es históricamente un país cristiano. Soy un cristiano cultural de la misma manera que muchos de mis amigos se llaman judíos culturales o musulmanes culturales.
Dawkins también aclaraba a su entrevistador de ese entonces que, si es que hay alguien interesado en socavar la herencia cristiana, lo más seguro es que los encuentre en religiones rivales, no entre los ateos. Sus comentarios eran una respuesta al político conservador Mark Pritchard, que aseguraba que había una campaña para minar los valores cristianos de la navidad. Como se puede leer dentro de la nota, el debate sobre la cristianofobia anti-navidad fue algo que mantuvo la atención de sectores completos del gobierno británicos, cuando políticos como Pritchard aseguraban que eran los funcionarios seculares los responsables de tal asalto a la tradición.
Más sorprendente aún para muchos que siguen sin enterarse: el cristianismo cultural es una postura obvia, defendida por otros autores célebres de la no-creencia en dioses, como el filósofo Bertrand Russell, quien aseguró en su célebre obra Por qué no soy cristiano (1927). Para iniciar su legendaria conferencia, Russell explica que "quizás convendría intentar, ante todo, aclararles qué se quiere decir con la palabra 'cristiano'. Hoy en día se usa en sentido muy amplio por mucha gente." Entre esas varias definiciones,
puede encontrarse en el Whitaker's Almanack y en los libros de geografía, donde la población del mundo se dice que está dividida en cristianos, mahometanos, budistas, fetichistas y demás; en ese sentido, todos nosotros somos cristianos. Los libros de geografía nos incluyen a todos, pero eso es un sentido puramente geográfico, del que, supongo, podemos desentendernos. (Subrayado en negritas es mío).
Russell en efecto se desentiende de esta definición el resto de su obra, pero nosotros debemos retomarlo para mirar lo que hoy es un punto importante, mientras él lo usaba como ejemplo de trivialidad: que todos nosotros, por el hecho de estar en una cultura inherentemente cristiana, somos por definición cristianos, en el sentido de pertenecer a esa cultura, y en el mismo sentido en que englobamos comunidades y civilizaciones enteras de otras culturas en "budistas", "hinduistas", "judías" o "musulmanas".
Así que sí, Dawkins es un cristiano cultural, yo lo soy también y probablemente usted también, aún cuando nunca haya recibido una educación religiosa en el hogar, puesto que costumbres que nos parecen tan normales y hasta seculares, están culturalmente enraizadas en tradiciones y valores cristianos. Esta es una definición tan trivial de cristianismo, que solo en el contexto de las llamadas "batallas culturales y de identidad" podría tener alguna relevancia.
La política de identidad de Richard Dawkins (y compañía)
Ese es el punto importante, además de ser una completa ironía. Intelectuales como Richard Dawkins y Ayan Hirsi Ali, han expresado críticas duras ante lo que entienden por "políticas de identidad" por promover alguna clase de racismo oculto dentro de su discurso "woke" y representar una imagen falsa de lo que debería ser, presuntamente, una política secular, liberal y democrática. Pero Dawkins (y Ali aún con mayor fuerza) está pregonando precisamente una política identitaria conservadora, es decir, de "conservar" la cultura cristiana de su nación y de Occidente. Esto no es una interpretación o una especulación sobre sus intenciones. Dawkins es bastante claro:
No soy creyente, pero hay una distinción entre ser un cristiano creyente y ser un cristiano cultural. Por eso, me encantan los himnos y los villancicos, y me siento como en casa en el espíritu cristiano, siento que somos un país cristiano, en ese sentido. ...Estadísticamente, el número de personas que realmente creen en el cristianismo está disminuyendo. Y estoy feliz con eso.
Pero no sería feliz si, por ejemplo, perdiéramos todas nuestras catedrales y nuestras hermosas iglesias parroquiales. Por eso me llamo un cristiano cultural.
[...]
Ciertamente, si sustituyéramos cualquier religión alternativa, sería realmente terrible.
Y si regresamos al 2007, podemos ver que ese conservadurismo ya estaba presente y era la base de ese énfasis al reconocerse como cristiano cultural:
No soy de los que quieren purgar nuestra sociedad de nuestra historia cristiana.
Si hay alguna amenaza de este tipo de cosas, creo que proviene de religiones rivales y no de ateos.
[...]
Reconozco plenamente la importancia histórica y cultural [del cristianismo] en nuestro país.
Todos deberíamos ser conscientes de ello y celebrarlo.
Dawkins solo ha conseguido dos cosas, según observo: 1) alimentar la arrogancia de los más retrógradas conservadores, que están felices de mirar cómo el mayor ateo de nuestro tiempo "ahora" dice aquello que éstos siempre han defendido, un orgulloso y fuerte nacionalismo cristiano, basado en la necesidad cultural (y moral) del cristinismo por encima de todos los demás. Esto ya lo había hecho Dawkins con sus más que lamentables falsedades sobre la inexistente "ideología trans", dando a los transfóbicos de hueso duro mucho material para compartir y viralizar. 2) Volverse un converso auténtico, pero no uno del cristianismo cultural, que eso (grábeselo, amigo cristiano) ya lo era desde antes de publicar El espejismo de Dios; Dawkins se volvió un converso de la tan criticada política de identidad, aunque una claramente opuesta a la que él dice criticar "en nombre de la razón". En efecto, Dawkins apuesta por una identidad cristiana, tradicional, en contra de la "ideología trans", en contra de lo woke y en contra del Islam que, obviamente, se está colando a Occidente por culpa de los inmigrantes. El mensaje que vale reflexionar, entonces, es político y no religioso.
Algo como lo que más o menos encuentra el periodista Madoc Cairns en "Barbarism and religion", para The New Statesman:
Que los Nuevos Ateos estuvieran igualmente enredados con la política de su época es casi un lugar común: el auge y la caída del movimiento siguen casi exactamente la vida útil de la "guerra contra el terrorismo". Los objetivos del conflicto eran tan indefinidos como la guerra misma: el "eje del mal" se extendía desde la Iraq baazista hasta la Corea del Norte marxista-leninista. La frontera estaba en todas partes. También lo estaban los bárbaros. Gibbon, a lo largo de las 1.200 páginas de Decline and Fall, nunca llega a una definición de barbarismo. Solo sabe lo que los romanos hicieron: los bárbaros, los "gigantes del norte", están en todas partes donde él no está.
Ese fue, se podría decir, el punto: el fracaso de los valores universales para operar universalmente es más fácil de culpar que de remediar. El Nuevo Ateísmo podría, en futuras historias, entenderse mejor como una defensa no tanto del descreimiento, sino de un tipo particular de racionalidad.
Si me preguntan, esta guerra cultural que Dawkins y colegas dicen estar librando solo terminará en otro fracaso y en un posible daño a la democracia, los Derechos Humanos y el correcto entendimiento del pensamiento crítico. Mantenerse en la tradición y el tribalismo no son la opción ante nuevas amenazas (reales o imaginarias) contra la civilización, sino la adaptación y eventual evolución de la cultura, con todo y sus imperfecciones siempre mejorables en tanto se rescate lo que realmente tenemos que rescatar (y que el cristianismo, por cierto, siempre quiso aniquilar), como el pensamiento crítico y la aceptación de los demás sin importar nada más fundamental que su condición de persona. Y eso involucra ceder terreno en ocasiones.
"Oponerse a un dogma irracional promoviendo otro dogma irracional sería una traición a todo lo que amo y defiendo", escribía Dawkins hace no tanto. No se ha dado cuenta que eso es lo que, en gran medida, está haciendo.
Epílogo
07/04/2024
Apenas unas horas después de la publicación de este artículo, me topé con varios comentarios que parecen no haber comprendido mi punto principal o que, peor, consideran que se trata de un artículo hecho desde una falta de comprensión.
Quizás el más ridículo de todos haya sido el del físico Luis Fernando Areán, lo que personalmente no sorprende, dado un largo historial de tergiversaciones de varios autores que este personaje ha seleccionado para no estar de acuerdo con ellos. En mi caso, Areán ha tergiversado tantas veces mis palabras, que me parece indistinguible de cualquier otro troll que ha llegado a este blog para defender la homeopatía, los alienígenas ancestrales, la parapsicología y el creacionismo. Es por esto que nunca en mi vida volveré a perder el tiempo intercambiando más de un renglón con argumentos con él, pero siempre estaré dispuesto a responder con todo el sarcasmo y denigración que merece el troll promedio.
Pero algo que diferencia a Areán del resto de trolls que gustan de disgustarse conmigo, es que tiene una carrera cientifica, así como algunas obras de divulgación científica que le han hecho ganarse el respeto de varios contactos inteligentes y bien formados. Creo que ellos también tienen derecho a saber que este autor no es riguroso ni claro en todos los casos, pero sí es un excelente ejemplo del tipo de afirmaciones que son más que cuestionables en otros autores de relevancia, como Richard Dawkins, Ayan Hirsi Ali y similares. Así, tenemos la siguiente "crítica" (por llamarle de algún modo):
Lo primero que hay que decir es que, ¿quién ha dicho que se abjure de nuestro pasado y de su profunda belleza? Areán parece pensar que, o se es un orgulloso identitarista cristiano o se desprecia nuestra cultura inherentemente cristiana, sin pensar en puntos intermedios. Nadie niega que la música de Bach es conmovedora y maravillosa, ni veo por qué mis gustos estéticos (o presunta falta de éstos) tendrían algo que ver con este punto que señalo:
Intelectuales como Richard Dawkins y Ayan Hirsi Ali, han expresado críticas duras ante lo que entienden por "políticas de identidad" por promover alguna clase de racismo oculto dentro de su discurso "woke" y representar una imagen falsa de lo que debería ser, presuntamente, una política secular, liberal y democrática. Pero Dawkins (y Ali aún con mayor fuerza) está pregonando precisamente una política identitaria conservadora, es decir, de "conservar" la cultura cristiana de su nación y de Occidente.
Aún cuando en verdad fuera un completo a-estéticoy no entendiera ningún arte, ¿afectaría en algo esa afirmación? Ciertamente no, a menos que las emociones (estéticas, según Areán) sean privilegiadas por encima de la lógica (oh, dulce ironía).
En realidad, es demasiado fácil armar un argumento decente contra mi tesis en este escrito. ¿Por qué no miramos cómo se define básicamente la política identitarista para empezar? Según la obra editada por la UNAM, Políticas de identidad en el contexto de la crisis de la democracia (2021), compilada por Laura Loeza Reyes:
Las políticas de identidad en las democracias se concibieron como formas de inclusión de los grupos identitarios de población que reivindican reconocimiento como tales, porque no han quedado plenamente incluidos en las políticas públicas ni en los sistemas de representación a través de los canales formales y procedimentales de la democracia. Estas políticas han sido el resultado de la lucha histórica de estos grupos por el reconocimiento de sus derechos, asociados a las identidades que reivindican. Se trata de grupos étnicos, mujeres, población de la diversidad sexual, población migrante, grupos religiosos, grupos de personas que viven con discapacidad y personas adultas mayores, por ejemplo. (Subrayado en negritas es mío).
En otras palabras, los grupos que promueven las políticas de identidad no son aquellos que desde siempre se han reconocido como tales (en términos jurídicos, políticos y éticos, especialmente). También se trata de grupos que, poco a poco, han conseguido tal reconocimiento y aceptación en la sociedad. Estos dos criterios, por sí mismos, excluyen a los cristianos culturales (y cristianos en general) de este lado del charco, dado que nunca han sido un grupo minoritario, no reconocido o aceptado, con una historia por su reconocimiento y aceptación en la sociedad, sino que pertenecen precisamente a la sociedad que no siempre ha reconocido a esos grupos que hoy promueven el identitarismo. El cristianismo cultural, por tanto, no pertenece a estos grupos, luego, Dawkins no es identitarista.
Prácticamente bastaba con mirarse el enlace de Wikipedia para armar este argumento contra la tesis central de mi artículo, pero ninguno de quienes objetaron parecen haberse molestado. Ahora que les he ahorrado el trabajo en construir un argumento, ¿qué puedo responder?
Que tienen razón, en el sentido en que los grupos que promueven las políticas de identidad entienden la política de identidad. Sin embargo, Dawkins y compañía sí llaman a la identidad cristiana como bandera contra aquello que identifican como sus principales enemigos (o sea, la identidad no es monopolio de los movimientos identitarios, de hecho, siempre se ha tratado de un punto esencial también para grupos como los nacionalistas, los religiosos, o los militaristas que siempre han intentado monopolizar la identidad). ¿Reconocer que Dawkins hace esto implica abjurar de la cultura que está exaltando o defendiendo? No. ¿Implicaría no reconocer la belleza o el arte, o se derivaría tal reconocimiento del menosprecio o la ignorancia del arte? Tampoco. Pero los ataques desviados de mi punto central no acabaron aquí.
¿Cómo hacemos para desviarnos completamente del tema? ¡Invocamos a Judith Butler y su defensa del Islam totalitario! Porque, obvio, este hombre desconoce que desde siempre he reconocido a Butler como una infumable impostora intelectual, o porque asume que decir que Dawkins está expresando una forma de identitarismo nos obligaría a defender el Islam totalitario de manera acrítica. ¿Cómo demostramos que Dawkins no ha hecho declaraciones deplorables contra el movimiento trans? ¡Aseguramos que el sexo es binario e ignoramos por completo que, cuando Dawkins habla sobre el tema trans, es él quien confunde sexo y género! O mejor aún, hacemos gala de un reduccionismo ingenuo definiendo el concepto biológico de sexo a las gónadas, cuando el sexo es bastante más complejo (pero por mucho más complejo).
Todo esto habla más de lo que este tipo de personas tienen en su cabeza que cualquiera de las implicaciones de mis afirmaciones en el artículo. Y lo que tienen es un conjunto de temas y autores a criticar en automático cada que su postura es cuestionada, sin importar si esos temas y autores tienen algo que ver con el cuestionamiento a la postura que ellos han decidido adoptar.
Un último punto interesante es el planteado por el filósofo marxista del derecho Sergio M. Tapia Argüello (Sophie Tapia, para los cibercompas):
Tapia Argüello no siempre hace uso de su facebook con el fin de debatir civilizadamente y gusta, como a muchos de nosotros, del comentario sarcástico que molesta a más de uno. Lo que lo diferencia, es que suele hacerlo no contra magufos, sino contra la comunidad escéptica de redes sociales. Es pues, lo que identifico como un anti-escéptico. Que sea alguien razonable y con un gran bagaje en temas sociales con un enfoque distinto al mío son puntos que siempre agradeceré de quienes discrepan conmigo, aún cuando no siempre sea en los intercambios más amables que podamos tener.
Pero en esta ocasión, Tapia Argüello señala algo que deberíamos considerar: el debate contra el Islam y lo woke, así como la identificación de cristianismo y Occidente como partes fundamentales de la identidad, son debates que se están llevando a cabo en un contexto que es, para la mayoría de quienes vivimos en el mundo hispanoparlante, casi completamente distinto al nuestro. Alguien podría decir que la cultura cristiana es igualmente obra de la hibridación cultural de judíos, romanos, griegos, árabes, etc., o que es realmente más diversa de lo que Dawkins parece creer (¿será el cristianismo cultural anglosajón, con influencia centenaria de la Iglesia anglicana, exactamente el mismo que el católico-romano? ¿O que el cristianismo cultural en Rusia o en Etiopía?), pero también tendríamos que aceptar que, pese a sus orígenes y posible diversidad geográfica, el cristianismo cultural presenta un conjunto de características que hace que todo especialista esté de acuerdo en identificarlas como propiamente cristianas.
Esto no ocurre de este lado del charco, donde Latinoamérica no solo ha tenido la enorme influencia cultural del cristianismo, sino que se trata de una región cuya cultura actual surge de una relativamente reciente hibridación cultural entre la cultura cristiana europea, las culturas prehispánicas, así como la influencia (en algunos países incluso igual de relevante que el cristianismo) de la diversidad cultural traídas de los descendientes de esclavos de distintas regiones de África. Todos estos elementos son completamente ajenos al cristianismo cultural que Dawkins adopta, y deberían ser puntos a considerar por cada persona que, desde esta región, piensa que las afirmaciones de Dawkins y compañía son verdaderas. Podría ser que lo sean (lo dudo), pero ¿considerán que tienen igual aplicación y trascendencia en su contexto hispanoparlante?
SI TE INTERESA ESTE TEMA
* "Por qué no soy cristiano", por Bertrand Russell, en Bertrand Russell - Premio Nobel 1950. Escritos básicos 1903-1959, compilado por Robert Egner y Lester Denonn, Editorial Aguilar, 1969.
* "Dawkins: I'm a cultural Christian", artículo de la BBC del 2007.
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