20 años se dicen fácil, aunque su análisis y reflexión no lo sea. Desde
aquel 11 de septiembre del 2001, se han aprendido muchas lecciones, todas conectadas al siempre recordado como impactante y triste ataque a las torres gemelas (y al Pentágono). Fueron muchos los que aprendieron mucho de este suceso, pero hay un grupo de personas que siguen enseñando lo mismo, sin importar cuánto ha pasado el tiempo (y sin importar cuantas veces los refuten): los teóricos de la conspiración paranoica o
conspiranoicos, como los llamamos con cariño.
A 20 años del atentado, no se ha presentado ni una prueba contundente para siquiera suponer que el "conocimiento oficial" (como que fue un atentado terrorista perpetrado por Al-Qaeda) tenga que revisarse nuevamente. Y es que, piénselo, vivimos en tiempos en que incluso se pone a debate (político, que no científico) el origen del virus causante de la actual pandemia desde las más altas esferas de poder, tanto en Occidente como en Oriente, pero nadie de seriedad, ni traidores, ni ex-espías, ni activistas, ni profesores, ni testigos ni investigadores independientes, considera que los argumentos esgrimidos por "truthers" ofrezcan pistas de relevancia para desenmascarar una conspiración o revelar algún misterio. Al contrario, hay mucho (en serio, mucho) material que ha desbaratado una y otra y otra... y otra vez, los alegatos conspiranoicos como curiosas formas de ingenuidad mezclada con desinformación y mucho sospechosismo. Por esto mismo, no me molestaré en analizar nuevamente los argumentos conspiranoicos (si quiere, aquí hay buena información, aquí también, aquí igual, por acá, por aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y algo más breve aquí).
Tal vez los conspiranoicos nunca lleguen a aprender nada realmente, pero nosotros hemos aprendido mucho de ellos. Y no me malentienda, que no me refiero a que hemos aprendido algo de importancia sobre el 11/09 o sobre cualquier otro suceso histórico gracias a la conspiranoia, sino que hemos aprendido bastante de la psicología de los truthers, sus perfiles, así como su peligroso y desmotivador impacto en la sociedad.
La conspiranoia puede ser un arma. Lo primero que podemos decir, es que hemos aprendido (por las malas) que la conspiranoia puede ser una poderosa arma política. Las conspiraciones sobre el 11/09, inicialmente, eran vistas como creencias extravagantes de personas marginales y tristemente desinformadas, del mismo modo a como habían sido vistas otras conspiranoias hasta ese entonces, como la del
supuesto engaño del alunizaje o los
reptilianos. Pero el poder de la conspiranoia se siguió haciendo evidente conforme pasaban los años, y se volvían creencias populares que sostenían edificios completos de opinión sobre cómo funciona el mundo. Así fue como llegamos a absurdos palpables, que tuvieron consecuencias nefastas, como
Pizzagate o
Climategate, y más adelante,
congresos internacionales de terraplanismo, grupos numerosos de
antivacunas que terminaron siendo nombrados como amenazas a la salud pública por la OMS, o los mayores delirios de la
tragicomedia trumpiana de Q'Anon. El malvado gobierno de EEUU que presuntamente perpetraba el ataque del 11/09 era solo el inicio. Con el paso de los años, nos terminaríamos enterando (burrada tras burrada) de toda una agenda de conquista mundial (otra más): estaban la
ideología de género, el
marxismo cultural, el
Estado profundo y el
globalismo encubierto en la ONU.
Y cómo no, hemos llegado a los tiempos en que los más grandes retos del siglo (una pandemia que ha dejado en crisis al mundo y el calentamiento global cada vez más descontrolado) tienen que ser defendidos de la conspiranoia: el año pasado era tema de casi todo los días el uso de cubrebocas (una norma básica para la prevención de contagios que se politizó a puntos nunca antes vistos) por culpa de la viralización de
fake news y memes que llamaban a desobedecer al "Nuevo Orden Mundial" que buscaba controlarnos con bozales (?); hoy en día, aún se lucha contra el mal llamado "
escepticismo a las vacunas" que impide que un importante sector de la población se vacune contra el COVID-19; y somos testigos diariamente de la crisis climática, agravada por el entorpecimiento de acciones mundiales para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, responsabilidad de colectivos negacionistas fuertemente promovidos por grandes industrias.
Desde los tiempos en que nos divertíamos con un documental desmintiendo a los truthers a septiembre del 2021, hemos aprendido que la conspiranoia es peligrosa, que es usada como arma arrojadiza e invocada para justificar cualquier acción motivada por lo que debería ser visto como un mal chiste. Una lección ya presente en la historia del siglo XX que, parece, habíamos olvidado.
La conspiranoia vende. Otra cosa que hemos aprendido es que las conspiranoias son un gran negocio. Tenemos a personas viviendo de ellas por décadas, y otras que ahora aparecen en cada medio interesado en mostrar "controversia". Para empezar, las conspiranoias del 11/09 fueron una de las primeras tonterías viralizadas y asentadas por internet. La web perpetúo no una o dos, sino cientos de teorías disparatadas, con portales como
Arquitectos e Ingenieros por la Verdad del 11/09 (desde aquí AIV), tan activo hoy como cuando inició en 2006, volviéndose la principal fuente truther. Tal vez podríamos pensar en conspiranoicos de tiempo completo, como
David Icke,
Alex Jones o
Richard Gage (supongo que
Donald Trump también encaja bien aquí), que ofrecen conferencias por el mundo, aparecen en documentales y en plataformas, escriben libros, revistas y panfletos, y por supuesto, venden su rostro ante multitudes engañadas y temerosas. No tienen preocupaciones mayores, ya que su estilo de vida se ha basado en hacer que la gente viva en constante temor y desconfíe de todo, excepto de ellos.
Tal vez algunos conspiracionistas, como Jones, han tenido complicaciones porque las redes sociales ya no permiten que las conspiranoias abiertamente perniciosas o discriminatorias sean compartidas. Pero las conspiranoias del 11/09 siguen gozando de buena salud, sin importar si se comparten en facebook o twitter. Las fake news sobre vacunas o sobre el COVID-19 son detectados, señalados y bloqueados (algo que debe agradecerse), y si la página conspiranoica insiste en compartir desinformación, termina cerrada. Pero uno puede mirar contenido falso sobre el 11/09 con total libertad en facebook (por ejemplo, el portal oficial de los
Arquitectos e Ingenieros, con medio millón de seguidores, sin una sola nota que advierta en ninguna de sus publicaciones sobre la desinformación). Esto es de locos, si se pone a pensar en que mucha de
la conspiranoia truther posee un fuerte componente antisemita, e incluso es fácil redirigirse de estar hablando de supuestas explosiones controladas a un "Estado profundo" que miente sobre el COVID-19, tal como hace Richard Gage, fundador de AIV,
ha llegado a sostener. Al fin y al cabo es la misma estrategia de toda conspiranoia: mercadear con la duda o "enseñar la controversia".
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Mick West: Las teorías de la conspiración de la "verdad" del 11/09 (explosivos preinstalados) han estado en constante declive desde los informes del NIST en 2005-2008. El vigésimo aniversario los traerá de nuevo, pero será un pequeño pico. No deberíamos ignorarlo. Algunas personas todavía serán absorbidas. |
La conspiranoia del 11/09 seguirá viva después que nosotros hayamos muerto. Una última lección que me gustaría señalar, tal vez de mayor interés para quienes prefieren estudiar las creencias extraordinarias antes que atacarlas o denunciarlas, es la naturaleza tan peculiar de las conspiranoias del 11/09, solo comparable con las del presunto montaje lunar. Piénselo: existen conspiranoias, como las citadas ideología de género, el terraplanismo o Q'Anon, que tienen "su momento" pero que después comienzan a marginarse, a debilitarse entre la opinión pública y dejan de ser tan sonadas en medios y redes sociales por igual. Los truthers, en cambio, saben que nunca serán olvidados, porque cada 11 de septiembre volverán a ser virales. Fueron virales en 2005 con
Loose Change, y lo son ahora con
la "cancelación" de la "versión heterodoxa" en una docuserie de HBO. La "controversia", como en el caso del Apollo 11, como con el Triángulo de las Bermudas, los fantasmas, la Atlántida, Nessie o los ovnis, nunca morirá mientras exista el 11/09 en el calendario.
En uno de mis shows en vivo, que a menudo doy a las audiencias universitarias, siempre les pregunto a las personas si recuerdan dónde estaban el 11 de septiembre. Pero resulta que he estado haciendo Skeptoid el tiempo suficiente que pronto descubrí que los estudiantes universitarios eran demasiado jóvenes en 2001 para tener algún recuerdo del 11 de septiembre; y ahora lo más común es que tengo público que aún no había nacido nadie cuando sucedió. Así que tuve que cortar esa parte del programa. Es un testimonio de cómo las teorías de la conspiración del 11 de septiembre pueden sobrevivir a casi cualquier otra cosa; ya han sobrevivido a ese programa mío, y en poco tiempo, habrán sobrevivido a mí y a todos los demás que los han investigado, escrito sobre ellos e incluso los han difundido. Tomará nuestro lugar una nueva generación, y creo que podemos esperar que esa generación esté hablando exactamente de estas mismas cosas.
Estas son algunas verdades que podemos obtener del fenómeno de los truthers y otros movimientos conspiranoicos, que hoy son estudiados con absoluta fascinación (y preocupación) alrededor del mundo, mirando su influencia, su alcance, su retórica, así como su supervivencia, sus adaptaciones, su intersección con otras manifestaciones de la irracionalidad (como la religión, la pseudociencia, el negacionismo o el populismo) y buscando aportar mayor contenido a las respuestas aún parciales que tenemos a una pregunta que los escépticos llevan décadas preguntándose, y que hoy resulta tan importante poder responder: ¿por qué la gente sigue creyendo en estas cosas?
SI TE INTERESA ESTE TEMA
* "9/11 Conspiracy theories. The 9/11 Truth Movement in Perspective", por Phil Molé, en la revista Skeptic, vol. 12.4.
* "9/11 Truthers, 20 Years Later", por Brian Dunning, en Skeptoid.
* La sección "9/11 Conspiracy theories" en Popular Mechanics.
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