sábado, 1 de enero de 2011

Qué significa para mí ser escéptico

Corregido y aumentado 14/07/2024

Hora de usar las dudogafas.


Hace tiempo,en facebook me topé con alguien interesante y con interesantes creencias. Esa persona me preguntaba si yo era escéptico de los tratamientos homeopáticos. Le respondí que yo no creía (y no creo) en medicinas alternativas. A partir de esto, comenzamos una entretenida e interesante discusión hasta llegar al punto de cuestionar los conocimientos del contrario. Sin embargo me llamó la atención una reclamación que aquella persona me hacía: básicamente,me pedía que demostrara, como escéptico que soy, que la homeopatía, la naturopatía o la medicina tradicional, eran incorrectas, a lo que le respondí -algo extrañado por el reclamo-, que no era mi obligación como escéptico el demostrar que la medicina alternativa no funciona. Y es precisamente esto lo que intentaré aclarar respecto a lo que un escéptico tiene que hacer y a lo que no está obligado a hacer –y que aun así hace- como escéptico.

Pero para hacer un artículo interesante, antes de saber lo que hace y lo que es un escéptico hay que establecer lo que no es y lo que no hace un escéptico. Y lo que es y no es el escepticismo.

Ciencia y escepticismo


En la ciber-charla la persona con la que discutía también afirmó que el escepticismo es una corriente irracional, una postura que no tiene nada que ver con el conocimiento o la ciencia. Por facebook le pregunté lo que era para ella la ciencia y aunque supo darme una definición buena y comúnmente racional de lo que es, con la afirmación de que el escepticismo no era parte de esta me dejó en claro que aunque entiende el concepto de ciencia, no entiende como la ciencia utiliza el escepticismo como herramienta base. Con anterioridad me he encontrado con muchas personas (la mayoría muy allegadas a mí) que no entienden la relación ciencia-escepticismo.

En el debate, después de mostrarle mi sorpresa de lo que entendía como escepticismo, me puso una referencia sobre los orígenes de esta corriente de pensamiento (el debate no era sobre escepticismo en sí sino sobre la eficacia de terapias alternativas como la homeopatía, pero bueno). Si bien estaba en lo correcto respecto al origen del escepticismo, como duda autoaniquilante que postula la imposibilidad del conocimiento, lo cierto es que a pesar de mi insistencia no encontré más referencias de la historia del escepticismo, ni lo que significa ser escéptico para esta persona.

El escepticismo, aunque "irracional" por sí solo, es indudablemente una teoría del conocimiento y corriente filosófica totalmente válida en el siglo XXI, por una razón simple: este no es el mismo que el escepticismo utilizando como punto de partida al conocimiento científico. El escepticismo, visto de este modo, no perdió la base de su postura. No existe un conocimiento absoluto y si existiera el ser humano sería incapaz de conocerlo y/o darlo a conocer. Y esto es justamente la base de la ciencia. Si la ciencia no estuviera de acuerdo con que la naturaleza está plagada de enigmas y que la humanidad solo conoce una pequeña parte de estos enigmas, entonces no sería ciencia, pues el dogmatismo dominaría su pensamiento. Si en ciencia no se fuera consciente de que el ser humano como organismo con capacidades cognitivas imperfectas, con las que no somos capaces de percibir toda la "realidad" y que en cambio, podemos sesgar nuestras ideas sobre la realidad, no habría ciencia, del mismo modo que si ignoráramos que existen limitantes físicas, tecnológicas, históricas y culturales.

Sin embargo, el dogma no es en ninguna forma parte de la ciencia. En ciencia cualquier afirmación, argumento, teoría e hipótesis está abierta a debate, análisis, interpretación (razonable), error y corrección. Los científicos, además de ser científicos, son humanos y los humanos son capaces de errar, de equivocarse por distintas razones (sesgos, falacias, por la cultura, creencias, gobiernos o época histórica o por falta de conocimientos, entre otras cosas).

En ciencia el escepticismo se vuelve necesario al representar la línea divisoria entre una nueva idea brillante
y un disparate. Mantener unidos la capacidad de mente abierta con la capacidad de crítica racional evita que la ciencia caiga en dogmatismos.

Una vez que una idea es aceptada no significa que sea una verdad absoluta. Podemos asegurar, por ejemplo, que 2+2 es igual a 4 y que no importa en qué parte del universo conocido nos hallemos (también podemos olvidarnos por ahora de los debates filosóficos sobre que la metamética es una ciencia formal, no una ciencia fáctica). Siempre dos unidades más dos unidades dará como resultado cuatro unidades. ¿Es esto un dogma científico? ¿Es una verdad absoluta? La respuesta (contrario al sentido común) es un rotundo y probable NO. Si bien, las matemáticas son incapaces de mentir, esta afirmación puede no ser verdadera en algún otro marco de referencia (o contexto) donde exista un límite de 3 unidades para sumar, en cuyo caso el resultado de la popular suma sería 1 (acá se los explica un matemático si no me entendieron o si no me creen).

En ciencia no importa qué tan antigua o moderna sea un postulado, este siempre podrá ser sometido a más análisis, pues la ciencia, puede equivocarse o estar incompleta. Los argumentos de autoridad, de apelación a la antigüedad y otras falacias que suelen darse en pseudociencia no tienen validez en la ciencia. Por lo tanto la ciencia en sí misma no es dogmática, sino escéptica. No afirma encontrar verdades absolutas, pero sí algo que se le acerca. Las mejores leyes y teorías científicas que hoy son, para fines prácticos, inamovibles en la ciencia, lo seguirán siendo mientras no existan datos nuevos que nos permitan dudar razonablemente de ellas. Y dada las toneladas de evidencias y de la compleja sistematización del conocimiento científico, para decir que se duda razonablemente de estas bases, se tendría que tener una cantidad igual de grande de pruebas en su apoyo, lo que por sí mismo parecer no ser razonable. 

Es por esto que para los escépticos científicos resulta razonable cuestionar la efectividad de la homeopatía, pero no de la biomedicina. Podemos dudar razonablemene de quienes aseguran que el calentamiento global es un fenómeno natural, pero no de quienes nos dicen que se trata de un problema causado principalmente por la actividad humana. Podemos dudar razonablemente de aquellos que pretendern mostrar "modelos" de la Tierra plana, pero no es razonable dudar de aquellos que llegaron a la Luna. Podemos dudar razonablemente de quienes aseguran que la vida en la Tierra se salvó por un arca gigante construida antes de un diluvio universal, pero no es razonable dudar que nuestra especie es una más de las millones de especies animales que pueblan el planeta. Podemos dudar de aquellos que dicen que en el lago Ness aún existe un plesiosaurio, pero no sería razonable dudar de quienes nos dicen que los plesiosaurios se extinguieron hace unos 66 millones de años. La diferencia entre las primeras y las segundas afirmaciones de cada enunciado no radica en que una sea más increíble que la otra (que creamos en gérmenes que causan enfermedades, en la influencia global de la contaminación humana, en la llegada del hombre a la Luna, en nuestra conexión con el resto de la vida, o en la existencia de criaturas que desaparecieron millones de años antes de existir nuestra especie son, en sí mismas, afirmaciones extraordinarias y asosmbrosas, difíciles de creer para cualquiera que las escuche por primera vez en su vida). La diferencia se encuentra en que las segundas son todas afirmaciones públicamente corroborables, que forman parte de un edificio monumental de conocimiento y no se trata de creencias aisladas o inventadas por el vecino que no tenía nada mejor qué hacer. Si quisiéramos ponernos escépticos con verdades del mundo (verdades fácticas o verdades de hecho, como las llaman a veces los filósofos), necesitaríamos a su vez ser escépticos con el enorme edificio de conocimiento al que pertenecen y en el que se basan, lo que hace que nuestro cuestionamiento no sea razonable. 

Es justo por esto que me irrita cada que un medio de comuniación llama "escépticos" a quienes dudan de la verdad o la cientificidad de la evolución biológica, la forma de nuestro planeta, la efectividad de las vacunas o la responsabilidad de la especie humana por el cambio climático. Esos no son escépticos.

Qué es el escepticismo


No, no se trata de nada fuera de lo común. No se trata de una idea abstracta, subjetiva y relativista, imposible de comprender por las personas.

Se trata (tal y como dijo hace años el divulgador científico Carl Sagan) de algo que está en todas partes a las que miramos y está en todo momento de nuestra vida. No lo reconocemos, pero está ahí, cuando alguien duda que una nota de las noticias en la TV no dice la verdad; está ahí, cuando desconfiamos de un amigo, una pareja o un hermano; está ahí cuando pensamos y decimos "¿será cierto esto?" con recelo.

En el mundo moderno podemos definir al escepticismo como la duda respecto a una afirmación, un argumento o un suceso. Esto ocurre siempre, como ya expliqué renglones arriba, y cuando lo utilizamos en la vida cotidiana no es en absoluto irracional, sino que es lo que nos mantiene a salvo (la mayoría de las veces) de posibles engaños y decepciones.

Ahora bien, como podrá deducir de lo dicho hasta aquí, esta duda que nos acompaña todos los días, también acompaña al método científico. Esta duda aplicada a hipótesis y teorías es conocida como escepticismo científico. Este, aunque no tiene un punto fijo en la historia, fue un término más que nada popularizado por el mencionado astrónomo Carl Sagan. El escepticismo científico funciona mediante un principio simple usado ampliamente por el propio Sagan: Afirmaciones extraordinarias, requieren siempre evidencias extraordinarias.


Escépticos: aguafiestas para algunos, pero siempre con un buen mensaje para transmitir.
Ser escépticos es por nuestro propio bien.

El escepticismo moderno, es la base del pensamiento crítico. Los escépticos científicos dudan, basados en el método y el conocimiento científico, de ciertas afirmaciones (ya sea dentro o fuera del mundo de la ciencia). Y al igual que la ciencia, el escepticismo científico no es exclusivo de los científicos, de modo que cualquiera puede aplicarlo y conocerlo.

Como es sabido (y los que no lo sepan, entérense) no soy ningún experto en ciencias. De modo que, debido a mi edad y a mi falta de experiencia, cualquiera con una carrera o con más estudios que yo puede ser escéptico de mí, escéptico de mis conocimientos, escéptico de mis afirmaciones o de mi pensamiento. Pero esto no significa que sea irracional, por eso es que encuentro aberrante la idea de que el escepticismo es una postura (paradójicamente) irracional. Más que una postura de pensamiento el escepticismo moderno es una forma de divulgar conocimiento.

Ahora bien, el escepticismo es totalmente aplicable al análisis de las afirmaciones tan extraordinarias que hacen las pseudociencias, la superstición, el misticismo, los avistamientos de ovnis o de criaturas extrañas, los fenómenos paranormales, la religión, la metafísica, y –por supuesto- las medicinas alternativas. Pero hay una gran diferencia entre ponerse escépticos ante cualquiera de estas afirmaciones y creencias, y el tener que demostrar que dichas afirmaciones son falsas. Hemos llegado pues, a la diferencia entre lo que un escéptico debe hacer y lo que en realidad hacen.

El trabajo de los escépticos


En el debate por facebook esta persona me insistía y reclamaba que debía convencerla de que cosas como la homeopatía o la naturopatía son falsas. Me recalcó que debía tener pruebas para demostrarle que eran falsas. Sin embargo, la realidad debería ser opuesta, pues en ningún momento he dicho (y nadie que sepa de escepticismo ha dicho) que un escéptico es aquel encargado en demostrar que algo es cierto o falso. Es en realidad el que postula la afirmación el que debe demostrarla, demostrando que el escéptico se equivocó.

Un escéptico duda, con duda razonable.

Un escéptico tiene que preguntar, ¿será cierto lo que dices? Preguntar también, ¿qué pruebas tienes de que eso que dices es verdad? Pregunta si no hay otras posibilidades ante los fenómenos que afirmas, como resultado y evidencia de tu hipótesis. ¿Quizás hay alternativas más razonables, acordes con los conocimientos que tenemos en nuestro tiempo? ¿No hay acaso otras explicaciones más simples o lógicas? Las respuestas a cada pregunta deben ser revisadas y basarse en evidencias corroborables de forma pública.

Un escéptico cuestiona la certeza de una experiencia.

Un escéptico busca una respuesta verdadera, pero no busca la que quiere que sea, sino la que es en verdad (aún si eso significa que no sabremos nunca en verdad).

Un escéptico reflexiona sobre las posibilidades que hay, que esté en lo correcto o que esté equivocado. Y siempre intentará basarse en lo que las evidencias dictan (los escépticos son humanos y pueden fallar en esto, porque también son víctimas de sus sesgos, falacias y su limitada comprensión de algún tema. Para eso existen comunidades donde el intercambio racional y libre de ideas debe ayudar a depurar prejuicios y cuestionamientos irracionales).

A todo esto está obligado hacer un escéptico moderno, pero nunca estará obligado a refutar o la afirmación de alguien.

Y sin embargo, los movimientos y asociaciones escépticas modernas se dedican a esto justamente, a desmitificar y desenmascarar las afirmaciones extraordinarias. En este blog yo también me he encargado de aclarar ciertos puntos de la ciencia, la pseudociencia, la religión y la superstición. Pero tal y como en el debate por la web, yo no soy (o no debería ser yo) la persona que tiene que demostrar que la homeopatía (por ejemplo) no sirve. Es la persona que afirma que funciona tal cosa, la que tiene que demostrarlo. El escéptico tiene la obligación de preguntar, de razonar, de reflexionar, de comparar y de dudar ante algo como la homeopatía.

Lo más cercano a un libro "sagrado" del escepticismo científico. 

Las personas creyentes en terapias como la homeopatía afirman que es igual –o incluso más efectiva- que la medicina científica. Utilizan estos tipos de remedios ante enfermedades que van desde un resfriado hasta como una cura contra el cáncer (¡hágame usted el favor!). Esta afirmación es lo bastante extraordinaria como para no dudar de inmediato de ella, pues hasta ahora, la medicina científica lucha por atenuar o eliminar los efectos secundarios de la quimioterapia y otros tratamientos agresivos, sin mencionar la búsqueda de una cura para estas enfermedades letales. Si fuera cierto lo que se asegura, entonces sería uno de los descubrimientos médicos más sobresalientes en la medicina moderna. Pero (y sí, siempre hay un pero) este es un tema lo bastante delicado como para tomárselo tan a la ligera.

Resulta ser que tratamientos como la homeopatía están rezagadas (y difícilmente saldrá de ahí) en el mundo de las pseudociencias, pues esta resulta ser totalmente dogmática, carente de pruebas y abundante en inconsistencias y contradicciones serias con las leyes básicas de la ciencia.

La razón por la que la ciencia (y los escépticos que siguen de cerca sus avances y descubrimientos) están tan seguros de que la homeopatía no funciona y que va en contra de las leyes científicas, es primordialmente el llamado número de Avogadro. Ecuación utilizada y conocida en física, química, y farmacología para saber cuánto debe tener dentro de un medicamento o una droga la sustancia activa que ayudará a curar o frenar algún tipo de enfermedad, o cualquier otro tipo de anomalía física del cuerpo. El número de Avogadro demuestra de manera contundente que las diluciones homeopáticas prácticamente carecen de sustancia activa, la cual debe ser la responsable de curar. De modo que, sin sustancia activa, ¿cómo puede curar o ayudar en algún tratamiento la homeopatía? La creencia en la homeopatía, por lo tanto, es inverosímil y contraria a conocimientos bien establecidos, y por lo tanto, es más que razonable dudar de sus afirmaciones sobre presunta efectividad. Simplemente no puede ayudar más allá del efecto calmante de la fe, es decir, de un placebo.

Ante esto, hoy en día, los adeptos a la homeopatía en vez de corregir y reconocer sus fallas, justifican los resultados de la ecuación de Avogadro con la afirmación que el agua tiene una especie de memoria, y que esta memoria es la que hace que el chochito de azúcar o la gotita de alcohol "recuerde" a la sustancia activa, y de este modo cura al paciente (una versión secular de la explicación más tradicional del vitalismo adoptado como principio de la homeopatía, donde se hablaba del espíritu o "fuerza vital" de la tintura madre quedándose impregnada en la dilución después de horas de golpear frasquitos contra la mesa). Este tipo de afirmaciones ad hoc es un acto de deshonestidad e irresponsabilidad en toda su expresión.

¡Uno simplemente no puede justificar una afirmación extraordinaria carente de evidencia extraordinaria (la homeopatía funciona) con otra afirmación extraordinaria carente de evidencia extraordinaria (existe la memoria del agua)! Además que la primera afirmación no es correcta y está basada en nada, la segunda es una afirmación igualmente carente de pruebas e igualmente basada en nada. Es justamente esta naturaleza contradictoria lo que hace que la homeopatía no pueda ser digna de confianza. Y que hace que los escépticos dudemos seriamente de sus postulados.

Todo esto aunque es una y otra vez puesto a la mesa de debate, los homeópatas (al igual que en otras pseudociencias) prefieren simplemente ignorarlas o tergiversarlas. Si en verdad fuera una terapia científica, sus "expertos" serían capaces de corregir los errores que presentan sus hipótesis. Y en vez de eso, vuelven sus hipótesis en leyes dogmáticas sin evidencia basadas solo en anécdotas sesgadas.

Por esta razón los escépticos se han encargado de desmitificar y descartar las teorías pseudocientíficas: porque sus principales teóricos, una vez demostrado que se equivocan, son incapaces de aceptar sus errores y no cambian o descartan nunca sus afirmaciones por nuevas hipótesis más racionales y sustentadas en pruebas. Lo peor, es que estas afirmaciones falsas se venden a gobiernos, medios de comunicación y público en general como auténticas verdades científicas (o como dicen en los comerciales, "científicamente comprobadas"). Ante tal ataque de pseudociencia, analfabetismo científico e información anticientífica, uno como escéptico no puede quedarse callado. Pero tampoco puede demostrar que toda la inmensa lista de pseudociencias son falsas. No tiene por qué hacerlo, si alguien quiere probar que una afirmación pseudocientífica en realidad es verdadera (o científica) es responsabilidad del que hace la primera afirmación, y solo él tiene la obligación de mostrar razonamientos y evidencias que sustenten dicha afirmación. Los escépticos, con el conocimiento científico adecuado, pueden mostrar por qué campos como la homeopatía no son legítimamente científicos y qué es lo que comparten ese tipo de campos que identificamos como pseudociencias. Pero no deben por qué estar obligados a creer que ciertos campos son verdaderos cuando se carezca de pruebas que los respalden y que hagan que dudar de su efectividad o veracidad no sea razonable.

Ante todo y aunque (en veces) hagamos lo contrario, nunca, jamás un escéptico debe ser el que demuestra la autenticidad o falsedad de algo. Son los promotores de la afirmación los que se encargan (o deberían encargarse) de demostrar sus postulados, especialmente cuando se encuentran en un debate sobre esa cuestión.

Esto es lo que para mí significa ser escéptico. Si esto no es ser escéptico, no sé lo que podría serlo. Si estoy equivocado, tienen el derecho de ser escépticos de mis afirmaciones y pueden dudar de mí, con dudas razonables. No me iré a ningún lado, de modo que estaré esperando cualquier duda, crítica o corrección.

SI TE INTERESA ESTE TEMA

*El Mundo y sus Demonios, por Carl Sagan, Editorial Planeta, 1997.

* "La Carga del Escepticismo", por Carl Sagan, publicado originalmente en Skeptical Inquirer, verano de 1987.

*Misterios a la luz de la ciencia, editado por Luis Alfonso Gámez, Ehu Press, 2007.

*"A Skeptical Manifiesto", por Michael Shermer, en la Skeptic’s Society.

*"Skepticism", por Robert Todd Carroll, en The Skeptic's Dictionary.

*"What Science Is and How and Why It Works", por Neil deGrasse Tyson, en Skeptical Inquirer, septiembre/octubre, 2016.

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