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miércoles, 10 de marzo de 2021

Richard Dawkins, la "verdad científica" y la ciencia como construcción social

Lo he comentado en varias ocasiones, hay dos visiones sobre la filosofía de la ciencia por parte de los no especializados en el campo, que no deja de parecerme interesante: 1) que muchos científicos y amantes de la ciencia recién se enteren de algunas conclusiones de filosofía de la ciencia, que llevan décadas siendo aceptadas como tal entre los filósofos; y 2) que prevalezcan aún confusiones serias sobre el lenguaje que se usa en ciencia, o aún más, que tales confusiones sean sostenidas y perpetuadas por científicos. 

Del primer caso, me topé hace unas semanas con popperianos que no se han enterado que la falsación no sirve como criterio de demarcación entre ciencia y pseudociencia (incluso hubo quiénes se aferraron al falsacionismo hasta el aburrimiento, importando poco si explicaba y compartía referencias, terminábamos donde habíamos comenzado), y que los filósofos de la ciencia aceptaron eso desde los 70's-80's. Y del segundo, me pasaron un tuit del 6 de marzo posteado por Richard Dawkins que dice:

La ciencia no es una construcción social. Las verdades científicas eran verdaderas antes de que existieran las sociedades; seguirá siendo cierto después de que todos los filósofos hayan muerto; eran verdaderas antes de que nacieran los filósofos; eran verdaderas antes de que hubiera mentes, incluso mentes de trilobites o dinosaurios, para notarlas.
Es interesante cuán confundido puede mostrarse alguien sobre la ciencia, como en este tuit. ¡Y es de uno de los científicos más famosos del mundo! Si usted es uno de los que le dieron like a la publicación de Dawkins, tal vez le convenga continuar leyendo.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Mario Molina (1943 - 2020)

"Los científicos pueden plantear los problemas que afectarán al medio ambiente con base en la evidencia disponible, pero su solución no es responsabilidad de los científicos, es de toda la sociedad." 

Me he repetido varias veces a mí mismo que el 2020 no es tan especial como los memes lo pintan. Me he dicho a mí mismo que, si las personas ven en cada noticia una tragedia que magnifica las alarmas negativas de este año, es principalmente porque el aislamiento por la pandemia nos obliga a prestar mayor atención a las malas noticias (un mecanismo conocido desde hace bastante), algo que siempre se hace, pero que hoy parece más notorio cada que se suman las tragedias por el coronavirus. Pero no siempre es fácil convencerse que este año no es especial, mucho menos cuando te enteras de la muerte de personajes ilustres que admiras profundamente. Hace una semana lamentábamos el fallecimiento del psicólogo Scott Lilienfeld, y hoy nos enteramos que el Premio Nobel de Química de 1995 (y de los principales objetivos de ataque de los negacionistas climáticos) Mario Molina recién murió por un infarto.

miércoles, 6 de mayo de 2020

La "invasión" del avispón gigante preocupa, pero tampoco es el fin del mundo

Como lo he comentado en otras ocasiones, soy un amante de los insectos (en general de todos los artrópodos, de hecho), y siempre me emociona saber que los insectos llegan a volverse noticia. Pero en estos días, la atención de los medios de comunicación sobre un insecto ha ido más lejos de lo que cualquiera podría pensar. Y es que hace no tanto se confirmó la existencia de nidos de avispones asiáticos gigantes en Washington, lo que ha disparado las alarmas tanto porque es una especie de importancia médica para los humanos, como por representar un riesgo a los ecosistemas y a la apicultura.

Los avispones gigantes están en mi top de los más bellos y fascinantes del reino de los insectos, tanto por su forma y tamaño, como por la manera en que sobreviven, lanzándose a sus presas directamente (en ocasiones, más grande que ellas) sin importar si se trata de otro insecto, un roedor o un pequeño lagarto. Pero si algo distingue a esta especie para los insectolovers, es su capacidad de hacer la guerra a colmenas de abejas melíferas y a otras avispas por igual. Pero es este último comportamiento el que preocupa a las autoridades norteamericanas, que se vuelva en una especie invasora causante de serias pérdidas económicas y ambientales.

Sin embargo, han salido muchos artículos periodísticos que rayan en el sensacionalismo y asustan a la gente con el mame del "Ahora el 2020 nos trae esto". Que el avispón asiático esté en América es tanto un problema como un enigma interesante, pero está lejos de representar una catástrofe como la que insinúan algunos portales, ya de por sí famosos por su falta de rigurosidad científica.

lunes, 20 de abril de 2020

Dónde informarte sobre el COVID-19 sin morir en el intento

"El miedo es una respuesta protectora, pero también puede generar irracionalidad y, por lo tanto, volverse contraproducente. El miedo también es una herramienta evolutiva contundente que no funciona bien en situaciones complejas que requieren matices y cálculos. Estamos viendo que esto se desarrolla en muchas formas en todo el mundo frente a la pandemia de COVID-19."  Steven Novella.




Actualmente, el mundo sufre el azote de dos pandemias: una es causada por el contagio de un virus, la otra, es el contagio masivo de las mentes de millones con desinformación, amarillismo, conspiranoia y tergiversaciones. En ambos casos, el agente infeccioso (fisiológico y cultural) es potencialmente letal. Es difícil asegurar que una es más nociva que la otra, pues en realidad van de la mano, haciendo que la probabilidad de aumentar el número de contagios de manera exponencial (e irresponsable) sean cada vez más altas. Basta con mirar las manifestaciones en EEUU contra la cuarentena (fomentadas por Donald Trump), que deberían tener el récord del año en ser la acción colectiva más evidentemente estúpida; o la reciente emisión del noticiero estelar de TV Azteca, en México, llamando a desobedecer e ignorar las conferencias que ofrece la Secretaría de Salud todas las tardes, basándose en fake news sobre el subsecretario de salud y en generalidades cuestionables de un gobernador (y con fuertes sospechas de un conflicto de interés por parte de Grupo Salinas); o las afirmaciones del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, alegando que los trabajos deben mantenerse por encima de la seguridad de los ciudadanos.

Los ejemplos de bulos, desinformación, escándalos, medias verdades, amarillismo y oportunismo pueden multiplicarse fácilmente por cientos. Para tener alguna noción del problema tan solo en México, según investigadores de la UNAM, el país es el segundo lugar con más fake news compartidas por redes sociales. Las personas obviamente están deseosas de información, se encuentran preocupadas por la pandemia y esperan que pronto acabe. Pero muchas veces, ya sea por coincidir con prejuicios y sospechas personales o por puro miedo, las personas no distinguen entre notas con información seria y aquellos fraudes que se viralizan causando aún mayor miedo y sospechas que terminan transformándose en las acciones perjudiciales arriba citadas.

Sabemos bien que, entre personas que ya creen en teorías de la conspiración, el presentar datos que etiquetan como "oficiales" será un ejercicio inútil. Pero no podemos dejar de insistir en verificar las fuentes, juzgar críticamente y siempre de acuerdo al mejor conocimiento científico disponible, y por esta razón, les comparto algunas páginas basadas en la ciencia que llevan doble esfuerzo: por un lado, informan sobre lo que científicamente sabemos sobre el COVID-19, y por otro, hacen la titánica labor de desacreditar bulos y fake news.

miércoles, 11 de marzo de 2020

¿Qué pasa realmente con el 3% de los estudios contrarios al consenso del cambio climático?

El consenso científico es el mejor indicativo existente sobre el alto nivel de justificación de un hecho y/o una teoría científica. Siendo así, resulta curioso que éste puede llegar a ser usado por los negacionistas como un ejemplo de dogmatismo en la ciencia, lo que demuestra un preocupante nivel de analfabetismo científico o deshonestidad intelectual por parte de estos detractores. Gráfico de Skeptical Science.
Es bien sabido que el 97% de los estudios científicos confirman una serie de hechos particularmente negados por ciertos sectores, principalmente aquellos relacionados con la industria del carbón y el petróleo, acerca del calentamiento global: el calentamiento global está ocurriendo, de forma más acelerada de lo previsto, y es causado principalmente por la actividad humana. Pero, ¿y qué nos señalan el 3% de estudios marginales que los negacionistas suelen referenciar, incluso señalando que su caso es similar al de Galileo contra el "establishment" de su tiempo?

De acuerdo a una revisión sistemática realizada por Rasmus Benestad y otros, publicada en la revista Theoretical and Applied Climatology en 2016, el conjunto de estudios que componen ese 3% marginal resultaron tener serios defectos metodológicos, de supuestos, de sesgo de selección e incluso demostraban una total ignorancia sobre física básica.

jueves, 20 de diciembre de 2018

Día del escepticismo: el policorrectismo en tiempos del Pioneer

Un día como hoy de hace ya 22 años, moría el astrónomo y gran divulgador de la ciencia, Carl Sagan. Como ya es tradición, aquí recordamos su aniversario luctuoso a la vez que celebramos también el Día del escepticismo contra el avance de las pseudociencias y la superstición, mirando hacia atrás en el trayecto histórico del movimiento escéptico, con algunas historias que, aunque pasadas, siguen siendo relevantes en el presente en que todos vivimos.

Sagan fue siempre un hombre atento para con las dudas de su público, sin importar cuán mal planteadas estuvieran las preguntas, para este astrónomo no existían las preguntas tontas como él mismo lo declaraba. Incluso las acusaciones y ofensas directas, eran respondidas con calma y mucha claridad por el que también fue el rostro de la legendaria serie, Cosmos. Sagan también era un científico, colaborador de la NASA y entusiasta impulsor de las misiones espaciales que exploraban el sistema solar y más allá. Uno de los proyectos que más entusiasmó a Sagan fue el de las sondas espaciales Pioneer 10 y 11. Las Pioneer se encargarían de investigar el sistema solar con un conjunto de aparatos de medición, pero además estaban programas para cruzar las fronteras de nuestro humilde barrio estelar. Aunque las misiones Pioneer  tuvieron buena aceptación en general, Sagan se vio enfrentando una curiosa clase de objeción: las del policorrectismo que alegaban la inmoralidad de las imágenes y el mensaje que transmitían estas sondas a posibles inteligencias extraterrestres.

domingo, 11 de noviembre de 2018

La tontería de la semana: Oumuamua es una nave alienígena

Representación de Oumuamua en base
a los pocos datos con los que contamos hasta ahora. No,
Oumuamua no tiene por qué lucir así, solo
es una posibilidad.
Hemos llegado al segundo fin de semana de noviembre, y con éste a nuestra querida sección de "La tontería de la semana", donde pasamos revista a las últimas noticias del curioso mundillo del embuste paranormal, la venta de misterios y el negocio de las pseudociencia que, como bien sabemos, suele ser bastante redituables para sus practicantes pero dañinos para la salud (física y/o mental) de sus clientes.

A inicios de esta semana fuimos testigos del boom de noticias sensacionalistas que volvían a poner a Oumuamua, el misterioso y fascinante objeto que llegó el año pasado a nuestro sistema solar desde otra estrella, en la mira de todos, asegurando que los científicos habían demostrado que este objeto extrasolar es en realidad una nave extraterrestre. Así lo asegura, por ejemplo, el rey del absurdo ufológico Jaime Maussán junto al "periodista científico" (risas, muchas, muchas risas) Rodolfo Garrido. Como suele pasar, estos maestros del fake news y las medias verdades tergiversan las especulaciones científicas. Pero esta vez también la comunidad científica ha sido bastante crítica con el estudio que originó las noticias del momento sobre este objeto. Oumuamua, sea o no una nave extraterrestre, ha logrado maravillar a todos.

domingo, 14 de octubre de 2018

La tontería de la semana: la NASA descubre a Nibiru... otra vez

Fernando Correa y el honorable ratón
creando sus propios fake news, a ver quién les cree.
 Por un instante pensé que este fin de semana no tendríamos nuestra querida sección de "La tontería de la semana", ya que quería comentar un poco acerca de los cuestionamientos que ha recibido un estudio que hace poco menos de un mes era promocionado como "la mejor evidencia de la homeopatía." Pero la noticia que les traigo el día de hoy era tan especial que no pude resistirme. Así que, aquí estamos de nuevo revisando lo último del embuste paranormal, la venta de misterios y el negocio de la pseudociencia, con frecuencia muy redituables para sus practicantes pero bastante dañinos para sus clientes.

Y nada, el día de hoy tenemos el mayor descubrimiento del siglo: la NASA por fin ha descubierto el planeta Nibiru. Sí, ha encontrado evidencia indirecta de aquel noveno y apocalíptico planeta del que se supone ya hablaban los mayas, los chinos, los hebreos y los sumerios... ¿o será que la NASA descubrió algo distinto? No, según Jaime Maussán, aunque la NASA no lo admita.

viernes, 29 de abril de 2016

¿Cómo hay algo en vez de nada?

Reseña de Un universo de la nada, de Lawrence Krauss


"Se trata de algo tan extraordinario que quiero recalcarlo una vez más. Las fluctuaciones cuánticas, que de otro modo habrían sido completamente invisibles, quedan congeladas por la inflación y emergen después por fluctuaciones de densidad ¡que producen todo cuanto podemos ver! Si todos somos polvo de estrellas, como he escrito, también es cierto -si la inflación tuvo lugar- que todos nosotros, literalmente, salimos de una nada cuántica." Lawrence Krauss.

Lawrence Krauss es un conocido físico teórico y cosmólogo que en los últimos años ha encontrado vocación en la divulgación científica (Historia de un átomo y La física de Star Trek son ya clásicos de este género), así como también uno de los principales defensores del pensamiento crítico desde la bandera del ateísmo militante. Algunos podrían afirmar que Krauss queda perfecto como "el quinto jinete del nuevo ateísmo" (título bastante confuso, pues algunos sugieren también al físico Victor Stenger o al filósofo A.C. Grayling). Pero en los últimos tiempos Krauss también se ha destacado por su arrogante anti-intelectualismo que dejan ver lo mal capacitado que se encuentra este cosmólogo para hablar de áreas de las que no conoce. Sus metidas de pata sobre la filosofía de la ciencia son, tal vez, las más célebres, al convertirse en el primer y mejor ejemplo de un acomplejado anti-filosofía.

En octubre de 2009 Krauss presentó una conferencia en Los Ángeles que, al ser subida a YouTube por la Fundación Richard Dawkins, se convirtió en todo un éxito. Aquella conferencia es, en palabras de Krauss, la génesis del libro que titularía con el mismo nombre y que ahora es objeto de esta humilde reseña: Un universo de la nada. El libro (publicado en 2012) profundiza en los temas y puntos tratados en la conferencia, extendiendo la argumentación y la historia. Igual que su conferencia, el libro de Krauss causó gran revuelo en los círculos de divulgación y pensamiento crítico. Entusiasmo que comenzó a apagarse, primero, por una reseña bastante crítica por parte del filósofo de la física David Albert; segundo, por una entrevista que Lawrence Krauss le concedió a Michael De Dora, titulada "Has Physics Made Philosophy and Religion Obsolete?", en la que este cosmólogo despotrica como adolescente embrutecido contra la filosofía de la ciencia, llegando incluso a tildar de "idiota" a David Albert por su reseña; y tercero, el escrito que Krauss ofreció después de la mencionada entrevista en la que, "regañado" por Daniel Dennett, pide una "disculpa" sobre su valoración de la filosofía, en específico de la filosofía de la ciencia. Esta disculpa, desde luego, parece más de dientes para afuera y solo vuelve a caer en más errores pedantes, como lo dejaría en claro Massimo Pigliucci.

Con todo esto por antecedente, tal vez el lector puede pensar que perder sus ratos libres durante una semana leyendo el libro no sea tan buena idea. Después de todo, uno podría leer a Carl Sagan o, para alguien provocativo, mejor a Steven Weinberg, ¿no? Por un tiempo pensé así, hasta que decidí ver qué tan bueno es el libro en realidad. Hay tres puntos para analizar el escrito de Krauss: 1) su libro como obra de divulgación científica, es decir, ¿qué tan bien ayuda al lega a entender los avances de la física y la cosmología moderna? 2) su argumentación sobre si la ciencia realmente desplazó a la filosofía y la teología como campos del conocimiento, y 3) ¿en verdad nos explica "por qué hay algo en vez nada", tal como sugiere el subtítulo del libro? Todo esto para ver si está realmente justificado el revuelo y las afirmaciones tan exaltadoras, como las de Dawkins, al comparar el libro de Krauss con El origen de las especies, de Charles Darwin. Comencemos.

lunes, 1 de junio de 2015

El universo encerrado en una gota de agua*

Reseña del libro El Higgs, el universo líquido y el Gran Colisionador de Hadrones, de Gerardo Herrera Corral

“Cuando la historia mire el siglo XX, verá la ciencia y la tecnología como su tema; encontrará en los momentos de gran ciencia símbolos de nuestro tiempo de la misma manera como seguramente encuentra en Notre Dame un símbolo de la Edad Media.”
Alvin Weinberg.
Cuando uno habla sobre física cuántica, experimentos con partículas subatómicas, teoría de cuerdas o colisionadores gigantes de partículas, tal vez lo último que nos viene a la mente sean las bellas palabras de un poeta. Pero para el físico mexicano Gerardo Herrera Corral, hablar de poesía y hablar de física de partículas es hablar de las mismas cosas, pero de distinta manera.

En su bello libro titulado El Higgs, el universo líquido y el Gran Colisionador de Hadrones (FCE, 2012), Herrera Corral nos introduce en los temas de actualidad que se estudian en lo que hoy se conoce como la Gran ciencia, concepto que a primera vista parece pedante, pero que hace referencia a los esfuerzos monumentales que se han hecho en las últimas décadas para hacer ciencia pura, investigaciones con el único fin de responder a preguntas trascendentes tales como ¿por qué hay algo en vez de nada? ¿Por qué el universo se comporta tal como lo hace? O ¿de qué está hecho todo lo que existe?

viernes, 20 de diciembre de 2013

Día del escepticismo: las mujeres de Sagan

"A el amanecer glorioso Carl Sagan y Ann Druyan." Acrílico sobre lienzo. Simon Kregar.
Como ya parece tradición en este blog, en el día del escepticismo me ocupo de mostrar una probadita de la vida y obra de Carl Sagan, recordando así el por qué este día merece ser el día para conmemorar la divulgación científica y la lucha contra las vulgares estafas de la pseudociencia, la religión y la superstición. Así el año pasado platicaba por qué soy saganista, mientras que el antepasado veíamos quiénes se perfilan a ser los herederos de Sagan en su puesto de maestro de la divulgación científica.

Pero hoy destaquemos una parte esencial en la vida de Carl. Una parte esencial en la vida de muchos de nosotros: la persona que tenemos al lado de compañía.

domingo, 14 de abril de 2013

El número de Dios. Brevísima historia de la proporción áurea


El siguiente es un ensayo corregido y aumentado que presenté hace tiempo como ponencia en la clase de Fundamentos de las Matemáticas dentro de la carrera en Filosofía. Decidí publicarlo, primero que nada, porque desde mi punto de vista las matemáticas son el ejemplo de la belleza reducida en una ecuación. A través de las matemáticas somos capaces de describir fenómenos impresionantes del Cosmos, y todo desde una hoja de papel. Debo admitir, sin embargo, que aunque soy consciente de la importancia de las matemáticas y sus implicaciones tanto estéticas como epistemológicas, estas nunca han sido mi fuerte, quizás por eso este escrito es bastante escueto en cuanto a cálculos se refiere. Estoy muy seguro que para un matemático verdadero este ensayo divulgativo y ridículamente introductorio le parecerá escrito por un niño de secundaria. En fin, ¿qué se me va hacer?

Cabe señalar que en la última parte del ensayo, dedicado a responder a la pregunta de si phi es prueba de la existencia de Dios, la argumentación es bastante escueta, pues el tema de Dios y las matemáticas no eran el punto central, y viene a verse en este escrito solamente como un dato curioso en el que, en esta ocasión, no profundicé. 

Bueno, esperando lo disfruten, les dejo la brevísima y escueta historia del número áureo, el número de oro, el número de Dios: Phi, una maravilla numérica.

¿Qué tienen en común las semillas de un girasol, una tarjeta de crédito, el Partenón, una concha de nautilo y la Mona Lisa? La respuesta es 1.618033… phi o también conocido como el numero áureo.

 Del mismo modo en que Pi representa el cuerpo geométrico más perfecto (la esfera), phi es el número de la belleza. El número áureo pertenece al conjunto de los números irracionales, esto es, aquellos que no pueden expresarse como cociente de dos números enteros.

Entre la historia, el arte y lo divino

 En el siglo XV el monje Luca Pacioli, influido por la idea de que todo nuevo conocimiento debía adaptarse con las creencias de la iglesia, lo llamó “la divina proporción” dando un porqué. De acuerdo a él, phi “tiene una correspondencia con la santísima trinidad; es decir, así como hay una misma sustancia entre tres personas, de igual modo una misma proporción se encontrará siempre entre tres términos, y nunca de más o menos”.

Se cuenta que fue Leonardo da Vinci quien bautizaría a este número como “el número áureo”. Influido por el humanista Leon Battista y el escultor Antonio Filarete, Leonardo creía que la anatomía y la arquitectura estaban relacionadas. Fue en la década de 1480, mientras trataba de ganarse al duque de Milán y a los arquitectos de la corte, cuando profundizó en esta relación que expresó en su famoso dibujo “El Hombre de Vitruvio” en 1487, basado en la descripción del arquitecto Marcus Vitruvius Pollio, en la que afirma:

“En el cuerpo humano, la parte central es el ombligo. Pues si un hombre se acuesta boca arriba, con los brazos y las piernas extendidas, y se centran un par de compases en el ombligo, los dedos de las manos y los pies tocarán la circunferencia descrita a partir de ese centro. Y también puede inscribirse en una figura cuadrada”. Esto es, si dividimos el lado del cuadrado (la altura del ser humano) por el radio de la circunferencia (o sea, la distancia del ombligo a la punta de los dedos) tendremos como resultado el número áureo.

Leonardo se fue obsesionando con la búsqueda de pautas que relacionaran no solo la anatomía con la arquitectura, sino con la estructura armónica de la música y con la propia naturaleza. La búsqueda de da Vinci por encontrar las proporciones en el mundo que lo rodeaba, al igual que su intento de relacionar la circunferencia de las copas de los arboles con la longitud de sus ramas, fue intensa pero vana.

Algunos siglos antes de da Vinci, en 1202, Leonardo de Pisa, mejor conocido como Leonardo Fibonacci, publicaría su Liber Abacci, donde explicaba cómo sumar, restar, multiplicar y dividir con el sistema decimal. En su obra, que buscaba presentarse solamente como un problema planteado para que sus lectores aprendieran a usar el sistema decimal, aparecería una sucesión numérica que parece más la consecuencia de reflexiones profundas sobre aritmética.

En Liber Abacci, Fibonacci se preguntaba cuán rápido se expandirían los conejos por la Tierra en condiciones ideales. Así, Fibonacci planteó el problema más o menos de la siguiente manera:

 Supongamos que tenemos una única pareja de conejos, que ambos miembros están preparados para procrear al mes de existencia y que dan a luz a una nueva pareja tres un mes de gestación.

¿Cuántas parejas de conejos habrá al cabo de un año? Al final del primer mes la pareja original está dispuesta a procrear, pero sigue habiendo una única pareja. Al final del segundo mes tendremos la pareja original y su primera pareja-hija. Al finalizar el tercero habrá en el campo original, la primera pareja, que ya está a punto para procrear, y una segunda pareja-hija. Al terminar el cuarto mes tendremos la original y su primera pareja-hija, y la segunda pareja-hija, que ya está lista para procrear. La sucesión de parejas de conejos entonces es: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89,144, 233... Esta sucesión de conejos, mas tarde conocida como el código de Fibonacci o números de Fibonacci, es obtenida de la suma de los dos números previos para obtener el número siguiente. ¿Pero que tienen que ver los números de Fibonacci con el número áureo?

Para entender esta relación, hace falta explicar qué es en sí el número phi. Phi, el número áureo, se entiende como aquél que si le sumamos uno sale el mismo resultado que si lo elevamos al cuadrado. Por ejemplo, si tomamos la raíz cuadrada de 5, luego le sumamos 1 al resultado y el total lo dividimos entre 2, resultará el número áureo.

Con este conocimiento, en el año 2,000 y con menos de 3 horas de computar ecuaciones, se encontraron los primeros 1,500 millones de cifras decimales, alcanzando de este modo el récord mundial del mayor número de decimales calculados (récord actualmente superado en cálculos decimales sobre pi).

Pero volviendo a la pregunta anterior, ¿qué tienen que ver los números de Fibonacci con el número phi? Resulta ser que si se toma uno de los números de Fibonacci (cualquiera de la sucesión) y se divide ese número por su inmediato anterior, a medida que se progrese en la sucesión, el cociente se irá acercando mas y mas al número áureo.

En términos matemáticos, esto quiere decir que la sucesión de números creada dividendo un número de Fibonacci por su inmediato anterior tiende, o tiene como límite, el número áureo. Esto quiere decir que la sucesión de números “termina” en el infinito.

Naturaleza y matemáticas

Así cómo es posible encontrarnos con phi en obras de arte y casos idealizados como los conejos de Fibonacci, también podemos encontrar ejemplos de este número presente en la naturaleza misma.

Un ejemplo que suele encantar a los divulgadores científicos es el del árbol genealógico de un zángano de un panal. Los zánganos nacen del huevo no fertilizado de la reina, luego tiene una madre, pero no tienen padre. Por el contrario, tanto la reina como los obreros nacen de huevo, fertilizados por un macho. Tienen, por tanto, padre y madre. Una vez aclarado esto, se tiene en mente que el árbol genealógico de un zángano queda de la siguiente forma: tiene 1 madre, 2 abuelos (macho y hembra), 3 bisabuelos (dos de la familia de la abuela y uno de la del abuelo), 5 tatarabuelos, 8 tatatarabuelos y así sucesivamente. Si lo notamos, la secuencia del árbol genealógico de un zángano es 1, 1, 2, 3, 5, 8… es decir, la sucesión de Fibonacci.

Los números de Fibonacci también los encontramos en el número de espirales a la izquierda de los girasoles y en las piñas de los pinos; en el número de pétalos de las flores (3 el iris; 5 u 8 en ángulos ranúnculos; las margaritas y girasoles suelen contar con 13, 21, 34, 55 u 85), y en el número de flores en las espirales de la coliflor y el brócoli (de hecho, cada una de ellas es una diminuta coliflor en sí). Así mismo, es posible encontrar los números de Fibonacci en el plátano y las manzanas. Incluso las hojas alrededor del tallo siguen este orden.

Si miráramos desde arriba a la molécula del ADN notaríamos que esta se parece a un polígono de diez lados formado, en esencia, por dos pentágonos superpuestos, a uno de los cuales se ha hecho girar 36º. La relación entre la diagonal del pentágono y su lado es el número phi.

Pero tal vez no existe ejemplo más representativo de la proporción áurea que la concha de un nautilo, la cual no es más que la resultante de una espiral logarítmica que puede trazarse con un lápiz y un compás  En este ejemplo, los números son convertidos en figuras geométricas (cuadrados). Primero, se colocan dos cuadrados iguales juntos, de cualquier tamaño, cuyos lados serán tomados como unidad. Encima de ellos, se dibuja un tercer cuadrado cuyo lado sea el doble de los anteriores. A la derecha, se añade otro más, con el triple de lado. Debajo, el correspondiente al número 5 de los números de Fibonacci, y así sucesivamente, de modo que cada nuevo cuadrado tenga de lado la suma de los dos cuadrados anteriores. Después, se dibuja un cuarto de circunferencia dentro de cada cuadrado (empezando por el primero), y de esta forma se obtiene una espiral logarítmica que es, justamente, lo que presenta la concha de un nautilo.

Los ejemplos pueden seguir encontrándose en el sistema solar, en una galaxia o en el propio rostro humano, tal y como da Vinci lo decía.

¿Prueba de Dios?

El número áureo ha sorprendido y maravillado tanto a místicos como a matemáticos por
igual. Las sucesiones de Fibonacci y su resultante tendencia al número phi, hacen que este tema parezca más un asunto de numerología y no de matemáticas. Sin embargo, es fácil demostrar su presencia en las proporciones del universo mismo.

Esto hizo que muchos, tal como era de esperar, supusieran que el Cosmos tenía un orden matemático complejo, solo posible gracias a una mente creadora. Esta mente creadora no podía ser otra que la de Dios. En la tradición filosófica abundan los ejemplos de grandes pensadores que creían justamente en la trascendencia mística de los números y el universo: Pitágoras, Aristóteles, Nicolás de Cusa, Galileo Galilei, Johannes Kepler, Wilhelm Leibniz, Isaac Newton... Incluso en el siglo XX encontramos a grandes pensadores de la talla de Einstein con un sentimiento casi religioso con respecto al Cosmos.

¿Pero son las matemáticas, y más en específico, el número áureo una prueba de la existencia de un diseñador inteligente del universo conocido? Los apologistas y teólogos modernos afirman que sí (tal y como siempre han hecho los hombres de fe), basándose en que los extraordinarios ejemplos del número áureo en la naturaleza no pueden ser explicados sino es “a la luz” de un diseño consciente.

Lo cierto es que hojas, pétalos y semillas se ordenan en las plantas siguiendo un ángulo fijo, pero no necesariamente porque un “alguien” no se le ocurrió otra forma de ordenarlos, sino porque este orden es el mejor sistema de empaquetamiento aunque la planta crezca. Si colocamos el número áureo de hojas por vuelta en el tallo obtenemos el mejor empaquetamiento para que reciban todas ellas el máximo de luz solar sin que unas se oculten a otras y, en el caso de las flores, la mejor exposición para atraer a los insectos polinizadores.
De modo que el número áureo en la naturaleza parece ser más una consecuencia de la teleonomía y no de la teleología, como a muchos les gusta pensar.

Encontrar orden matemático en un universo de aparente belleza caótica es sorprendente, pero no es una prueba de algún diseñador inteligente.

SI TE INTERESA ESTE TEMA 

*The Golden section ratio: Phi, enlace del Departamento de Matemáticas de la Universidad de Surrey

*El sitio The Golden Number posee información divulgativa pero detallada sobre la proporción áurea. En este sitio se asegura que phi es una prueba de Dios.

martes, 12 de febrero de 2013

Día de Darwin: el primer antidarwinista


Primero que nada...
¡FELIZ DÍA DE DARWIN!

Ahora sí..

El debate entre ideas opuestas ha sido parte de la civilización desde sus inicios. Sin embargo, pocas ideas han trascendido tanto en la historia como lo ha hecho la evolución. Y es que no solo revolucionó las ciencias naturales, sino que provocó una sacudida mental a la ética, la filosofía, la política, la religión y a la cultura en general.

Un día como hoy, pero de 1809 nació la mente que causaría esta increíble revolución, tal vez, la más importante del siglo XIX: Charles Robert Darwin. El gran naturalista (reconocido como uno de los grandes genios de la ciencia, comparable con mentes como Galileo, Newton y Einstein), durante su juventud disfrutó de las enseñanzas escritas que había dejado el teólogo William Paley sobre cómo la naturaleza demostraba la existencia de Dios.

Paley bautizó su apología como teología natural. Para Darwin, esta doctrina dejaba muy en claro por qué el mundo natural es bello y complejo, a la vez cómo esta belleza era la obra indiscutible de un creador. El más famoso argumento de Paley es el argumento del relojero; según este, la vida es análoga a una maquina como un reloj. Si uno encontrara un reloj de bolsillo en una pradera, lo último que alguien pensaría sería que éste llegó a existir por casualidad, de forma espontanea y sin ningún relojero que lo creara. Forzosamente tendríamos que concluir que ese reloj es una maquina demasiado compleja como para haber surgido de la nada, y tuvo que haber tenido un creador para existir. Del mismo modo, la vida es demasiado compleja como para haber surgido de la nada y sin ningún creador. Por tanto, la vida tuvo un creador, y ese creador no pudo haber sido otro más que el Dios bíblico. Por tanto, Dios existe.

La teología natural puede verse como el fundamento filosófico
del actual creacionismo del diseño inteligente.
La bella retórica de Paley cautivó al joven Darwin, y muy probablemente influyó en su decisión de volverse naturalista. Sin embargo, Darwin como hombre de ciencia, y a lo largo del tiempo en que formuló su genial idea dentro de su mente, se dio cuenta que la teología natural, aunque bella, estaba equivocada. Comparar la vida con una maquina era solamente una falsa analogía. El proceso por el cual ha pasado la vida durante millones de años es un proceso que prescinde por completo de algún guía o algún diseñador.

Algunas décadas después del viaje en el Beagle, Darwin publicaría su obra magna: Sobre el Origen de las Especies por medio de Selección Natural, o la Lucha por la Existencia. El libro contenía una increíble cantidad de datos sobre naturalismo; una increíble información sobre agricultura, ganadería, entomología, botánica y algo de las entonces nuevas ciencias de la geología y la paleontología. Mostrado con elegancia y coherencia, los datos que mostraba El Origen de las Especies buscaban ser el fundamento de la tesis principal: los organismos vivos actuales, descienden de organismo más antiguos, en su mayoría extintos en la actualidad. Todos los organismos vivos tienen ancestros, y toda la vida tiene un ancestro en común y a lo largo de millones de años la vida se ramificó como un enorme árbol. El mecanismo por el cual todo esto ocurrió (y aun ocurre) lo llamo selección natural.

La selección natural, nos dice, es el mecanismo por el cual se preservan los rasgos favorables de las especies, mientras que los desfavorables o inútiles se eliminan con el paso del tiempo. Así especies adaptadas a ciertos ambientes y ciertas formas de vida pueden sobrevivir con rasgos que favorezcan su existencia o extinguirse si no se adaptan al medio y al cambio.

Darwin sabia que asegurar lo anterior era un asunto tabú, incluso dentro de los círculos académicos. Aunque ya existían posturas evolucionistas (como las ideas de Lamarck o de Erasmus Darwin), y un alto grado de escepticismo sobre el relato bíblico del Génesis, la idea de que existe un mecanismo en la naturaleza que no es guiado por ningún dios y que es el responsable de la existencia de la diversidad biológica, era demasiado escandaloso.

Darwin se aseguró de guardar silencio por años, hasta tener una buena cantidad de información y pruebas que mostrara a la selección natural como una auténtica hipótesis científica. De este modo luego de un largo tiempo de espera y siendo un resumen algo apresurado, se publicó El Origen de las Especies el 24 de noviembre de 1859.

Tal y como Darwin predijo, las críticas no se hicieron esperar. Sin embargo, algo que posiblemente no esperaba el naturalista, es que su teoría trascendiera el dialogo científico y llegara al diálogo político, ético y cultural. La teología natural había quedado atrás, ahora en los círculos científicos se debatía intensamente la teoría de la selección natural.

Un paleontólogo en específico sería el mayor atacante de la selección natural, a tal grado, que sería (hasta donde conozco) el primero en difundir una postura que hasta el día de hoy existe. Aquel paleontólogo no era otro que Richard Owen, y las ideas tan radicales que predicó llevan el nombre de antidarwinismo.
El legendario divulgador científico y escritor de ciencia ficción, Isaac Asimov, nos relata en la introducción de su ensayo Los Lagartos Terribles, que “entre los científicos hay bellacos, como en cualquier otro grupo”.

Richard Owen con un fósil de Moa.
Asimov nos cuenta que su candidato favorito para un puesto eminente en la “bellaquería científica” es Sir Richard Owen. “Fue el último de los ‘filósofos naturales’ de primer orden –nos dice Asimov sobre Owen-, que aceptaban las ideas místicas del naturalista alemán Lorenzo Oken. Creían ellos en el desarrollo evolutivo por vagas fuerzas internas, que guiaban a las criaturas hacia ciertas metas especiales.

Cuando en 1859 Charles Darwin publicó El Origen de las Especies, en que  presentaba pruebas de la evolución por selección natural, Owen quedó horrorizado. La selección natural, tal como la describía Darwin, era una fuerza ciega, que transformaba las especies actuando sobre variaciones casuales de los individuos.

Luego de esto, se desató una polémica, tal y como se desata en ciencia a la hora de poner a prueba una nueva teoría. La teoría, para ser considerada válida debe contar con evidencias que la respalden, sobreviviendo de este modo a las críticas que otros científicos puedan hacer. Y así fue como se trató a la selección natural, buscando sus evidencias extraordinarias ante tal afirmación extraordinaria.

Sin embargo, Owen buscaba destruir por completo las ideas de Darwin. “Owen escogió criticar el libro de Darwin en todos los diferentes artículos que logró publicar –continua narrando Asimov-. Eligió presentar anónimas esas recensiones, citando extensamente sus propios trabajos,  con exaltados elogios, para aparentar que los impugnadores eran muchos. Eligió dar un extracto nada fiel del contenido del libro, ridiculizándolo en vez de aducir objetivamente argumentos adversos. Y, aun peor, incitó a otros a atacar a Darwin, en forma venenosa y anticientífica, ante públicos profanos, proporcionándoles para ello información falsa.”

Darwin, ya sea por sus investigaciones o por su mal estado de salud, no solía enfrascarse en debates públicos. Si acaso, comentaba y respondía a reclamos por correspondencia. Richard Owen y Darwin intercambiaron algunas cartas discutiendo el tema de la evolución, y décadas antes de que se publicara El Origen de las Especies, Owen era uno de los paleontólogos que ayudó a Darwin a identificar los fósiles recolectados tras el viaje del Beagle.

Un dato curioso es que revelaciones posteriores por parte de Owen, demostraría que las criaturas extintas recolectadas por Darwin en su viaje (como armadillos y perezosos gigantes), estaban relacionadas  con las especies actuales de la misma zona, pero no descendían de estas, ni eran parientes de criaturas de similar tamaño en África, tal como Darwin creía.

Lo cierto es que, aunque aceptáramos la acusación que Asimov hace a Owen de ser un “…cobarde, maligno y despreciable”, también tenemos que aceptar (así como el propio Asimov acepta), que Richard Owen fue un gran científico, figura imposible de omitir en la historia de la paleontología.

Otro punto destacable es que, aunque podemos verlo como el primer científico antidarwinista, nunca fue un creacionista. Owen creía que los organismos biológicos surgen como resultado de algún tipo de proceso evolutivo. Para esto, creía que existían seis tipos de mecanismos: el desarrollo de la partenogénesis prolongado, parto prematuro, malformaciones congénitas, atrofia lamarckiana, hipertrofia lamarckiana y transmutación. De estos, la transmutación era el menos probable, según Owen.

Algunos historiadores de la ciencia argumentan que Owen abrazaba el evolucionismo, pero se alejó del asunto cuando en 1844 se publicó de forma anónima Vestigios de la Historia Natural de la Creación (décadas más tarde se sabría que fue obra del periodista y editor Robert Chambers), y con esto se desataría  un militante debate, una polémica sobre evolución y el origen de las especies vivas antes de que se publicara El Origen de las Especies.

Owen había demostrado una secuencia evolutiva del caballo a través de los fósiles  de estos equinos y sus antepasados. En 1852 descubrió las glándulas paratiroideas, al disecar un rinoceronte (no pasó mucho para que también se descubriera en el ser humano).

Pero el mayor éxito de Owen que lo haría saltar a la fama, se la debe a la creación de una palabra. Fue uno de los primeros en estudiar unos extraños fósiles bastante antiguos de lo que parecían ser gigantes monstruos. Fósiles de unos animales inexistentes por varios millones de años, que median hasta cinco veces más que el elefante vivo más grande conocido.

Los enormes esqueletos, reconstruidos por los restos fósiles, eran de una naturaleza netamente reptiliana. Por esta razón, Richard Owen los llamó “lagartos terribles”, “Dinosaurios” por su traducción en griego. Asimov nos dice de forma sarcástica que “realmente esos gigantescos reptiles antiguos tienen más cercano parentesco con los caimanes que con los lagartos; pero yo reconozco de ‘Dinocrocodilia’ hubiese sido un nombre inadmisible.  El nombre arraigó, y hoy yo estoy seguro de que muchos niños saben describir varios dinosaurios, aunque no sepan describir un hipopótamo, ni hayan visto un okapi.”

Los años pasaron; Owen continuó impartiendo tanto conferencias de paleontología como de antidarwinismo. El biólogo, y pupilo de Darwin, T.H. Huxley le haría frente ante los reclamos y debates sobre evolución humana y parentesco con otros primates. Owen, a pesar de ser un evolucionista, pensaba que el ser humano era un “algo aparte” en la naturaleza, es decir, no descendía ni tenía parentesco con los animales.

En sus intentos de desprestigio, Owen trató de manchar el nombre de Huxley por haber sido un defensor de la idea de que “el origen del hombre  es un mono transmutado”. Durante su carrera, Huxley hacia hincapié en que la anatomía comparada del ser humano con primates recién descubiertos como el gorila, demostraba el parentesco entre especies. Evidencia visual de la comparación entre el cerebro humano y el de los gorilas, por ejemplo, demostraba que no existían “estructuras faltantes” (como el hipocampo menor y el cuerno posterior), tal y como Owen aseguraba para probar que los monos no tenían nada que ver con los humanos. Huxley acusaría a Owen de perjurio y charlatanería por mentir en la evidencia.

Tiempo más tarde Owen reconocería que tales estructuras faltantes en realidad sí se encontraban en el cerebro de primates, aunque con menor desarrollo; pero que el tamaño de los cerebros primates (más pequeños que el cerebro humano), era un argumento para diferenciar a los humanos y los primates.
 Las afirmaciones y argumentos de Owen eran cada vez menos escuchadas, mientras que las conferencias de Huxley se volvían un éxito rotundo, dejando de lado al antidarwinismo y al creacionismo; mirando a los seres humanos como una especie de entre miles.

Algo que es interesante observar en el antidarwinismo de Owen es que no solo buscaba criticar la selección natural como teoría científica, sino que le molestaba la idea de que el ser humano, aun con su gran cerebro y su cultura única, fuera un animal. Este es el mismo sentimiento que imperó en el antidarwinismo a través de los años. No es en sí la idea de que la vida evoluciona y se adapta lo que molesta, sino el pensar que un ser tan “perfecto” como el humano haya pasado (y siga pasando) por el mismo mecanismo evolutivo por el cual especies “salvajes” han pasado.

¿Fósil de transición o
solo un "pájaro viejo"?
En enero de 1863 Owen compraría el fósil recién descubierto de Archaeopterix para el Museo Británico. El hallazgo demostraba una de las predicciones de Darwin, un “proto-pajaro” que mostraba características reptilianas (es decir, un fósil de transición), eran ciertas. Owen jamás admitió que el fósil fuera algo más que un pájaro muy antiguo.

Tal vez veamos a Richard Owen como el malo de la historia, pero hay que reconocer que, en gran medida, fueron los debates y críticas que mostró ante la teoría de Darwin lo que impulsó la investigación profunda y la divulgación de esta idea a un público hasta entonces ajeno a la ciencia. Un público que miraba a la ciencia como algo a parte, casi esotérico. Ahora el debate científico se convertía en un debate de interés social.
Darwin, al final de su vida confesaría que “solía ​​tener vergüenza de odiarlo tanto [a Richard Owen], pero ahora cuidadosamente acaricio mi odio y desprecio en los últimos días de mi vida”.

En la actualidad, el antidarwinismo sigue vivo, aunque principalmente avivado por el fundamentalismo del creacionismo y la pseudociencia del diseño inteligente. El antidarwinismo actual, muestra exactamente las mismas características del antidarwinismo de Owen de hace más de 150 años. Una postura dogmática, deshonesta y militante que ignora la evidencia con tal de preservar la creencia o la ideología dominante.
De la historia, estudios y argumentos de Owen tal vez haya que aprender, del antidarwinismo no.

Una vez más...


¡FELIZ DÍA DE DARWIN!


y...


¡Feliz cumpleaños Mamá!

SI TE INTERESA ESTE TEMA

*Historia de El Origen de las Especies de Charles Darwin, de Janet Browne, Editorial Debate, México, 2008.


*El sitio web del Museo de Historia Natural de Londres ofrece una pequeña pero instructiva biografía de Richard Owen.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Día del escepticismo: Saganismo, la filosofía del Cosmos


Tanto en facebook como en este blog, han sobrado los que me acusan de tener una visión ingenua sobre la naturaleza de la ciencia. Una visión, dicen, “saganista”. Con esto (pienso yo) se refieren a una visión como la que presenta el legendario astrónomo Carl Sagan en su célebre serie, Cosmos. Una visión en la que la ciencia es la luz ante la oscuridad de la irracionalidad y la ignorancia; una visión en la que el conocimiento de la evolución del Cosmos, desde sus orígenes hasta el origen de la inteligencia humana, despierta un sentimiento de humildad y sencillez frente a un universo enigmático y caótico, pero comprensible. Una visión en la que la ciencia y la tecnología son la base para el progreso en la sociedad.

Para muchos, estas ideas no son más que una visión utópica de la ciencia. Una visión romántica y bella, pero que no se aplica al mundo real.
Grandes intelectuales y estudiosos de la historia, la sociología y la filosofía de la ciencia, suelen concordar en la idea de que, los divulgadores científicos, en su afán de hacer entender al público qué es la ciencia y cómo funciona, caen en reduccionismos que hacen que la ciencia se vea como un evangelio mesiánico, fácil de entender, en el que existe un método rígido que se puede seguir al pie de la letra.

¿Qué es el saganismo?

Los divulgadores científicos a menudo inmortalizan los grandes en la historia de la ciencia, a la vez que minimizan e incluso ridiculizan a otros personajes que no tuvieron gran influencia en el avance científico.

Muchas veces los eruditos de la filosofía de la ciencia se concentran en criticar las afirmaciones de los divulgadores sobre los conceptos de ciencia, investigación científica y método científico. Los divulgadores, dicen, suelen confundir al público haciendo ver estos conceptos como sinónimos.

Otros tantos, con perspectivas menos racionalistas y más tendientes a un humanismo clásico (en el que se mira a la ciencia como algo casi ajeno o distinto a la cultura), aseguran que la incertidumbre en la ciencia la hace una disciplina que puede caer en relativismos e incluso (tal como afirman los sociólogos influidos por anarquistas epistemológicos) en subjetivismos. La ciencia según esto, sería un asunto o de tiempos históricos o de puras convenciones.
Aquí es donde notamos varios puntos importantes a destacar:

1º El “Saganismo” así como las disciplinas que estudian la ciencia buscan establecer los fundamentos y alcances histórico-culturales de  ésta en la sociedad.

2º En filosofía y sociología de la ciencia, las posturas y modelos que explican la ciencia suelen encontrarse divididos. En muchas ocasiones se cae en posturas que afirman ideas que simplemente no se sostienen sobre el funcionamiento de la ciencia (como ejemplo el anarquismo epistemológico).

3º La mayoría de los teóricos en filosofía, sociología e historiografíade la ciencia suelen mirar a la ciencia como algo separado del resto de la cultura. Ciencia y humanidades (arte, literatura, filosofía, política…) son vistas como dos extremos, dos culturas. Cosa que el saganismo y la divulgación científica actual no hace.

4º En el “saganismo” se observa un auténtico progreso científico. En filosofía y sociología de la ciencia se suele ser muy escéptico cuando se oye hablar de progreso científico.
Ante todo esto, me surge una duda a destacar: ¿Es en verdad correcto comparar la perspectiva de las disciplinas que estudian la ciencia con algo que en redes sociales se suele llamar como saganismo? Tal vez, antes de contestar a esta pregunta, sería mejor contestar qué es el saganismo.



¿Es acaso una doctrina, una postura, una ideología o una disciplina? Si consideráramos al saganismo como una doctrina entonces significaría que es más de naturaleza cerrada y dogmática. Tal visión simplemente no podría usarse para comprender la ciencia o la naturaleza.

Si fuera una ideología tendríamos el mismo problema. Una ideología, como por ejemplo la ideología marxista o la ideología neoliberalista, se sustenta en bases inamovibles, que de ser refutadas simple y sencillamente se viene abajo. Es posible crear lo que se conoce como ideología científica usando a la misma ciencia como base, pero para esto, hace falta un claro entendimiento sobre el funcionamiento de la ciencia y las consecuencias de una ideología que la utilice de sustento. De modo que si el saganismo es una ideología nos falta mucho por estudiar entonces.

Si la viéramos como una disciplina, habría que preguntarnos qué tipo de disciplina es y como disciplina, cuál es su objeto de estudio. ¿Sería el saganismo una disciplina o rama de la ciencia? No lo creo, pues de ser así debería ser capaz de construir hipótesis y modelos teóricos que expliquen su objeto de estudio, el cual sería… ¿la ciencia misma? Si es una disciplina que, así como la filosofía y la sociología, puede estudiar la ciencia “desde fuera” tendría que ser capaz de conocimientos sobre el funcionamiento de la ciencia. Pero hasta donde notamos en Cosmos, no trata de darnos nuevos conocimientos sobre qué es la ciencia sino que trata de explicarnos los alcances y beneficios de ésta en la sociedad (en este punto, tal vez si se parece a la filosofía y la sociología de la ciencia).

Si el saganismo no puede definirse como una disciplina, una ideología o una doctrina (ya sea epistémica o histórica), no veo razones para compararla con filosofía de la ciencia, sociología de la ciencia o historia e historiografía de la ciencia. Estas últimas son disciplinas diferenciadas, con todo un desarrollo histórico y teórico, que ciertamente han sabido explicar (en ocasiones) cómo avanza el conocimiento científico.

Entonces, ¿cómo podemos definir al saganismo? Francamente, estoy seguro que, si Carl Sagan siguiera vivo en nuestros días y viera lo que se ha llegado a postular usando su apellido, se decepcionaría en parte y se reiría a la vez. Tal vez se decepcionaría al ver que sus palabras han sido deificadas por algunos e interpretadas como dogmas por otros. Tal vez se reiría, pero no en plan de burla sino como una risa de alago y nerviosismo, al ver que su amor por el Cosmos, su curiosidad y su deseo por conocer permanece vivo en millones de personas.

Pienso que, si le preguntáramos al propio Sagan sobre cómo definiría al saganismo, éste nos contestaría que sería la perspectiva o la forma en la que un amante de la ciencia trata de dar a entender a otros su amor. Así como un enamorado busca que todos se enteren de su relación, un amante de la ciencia busca que otros le comprendan y que sientan algo similar a lo que siente al maravillarse con supernovas, planetas extrasolares, fósiles de hace millones de años o universos microscópicos dentro de cada una de nuestras células. A la vez, nos diría Sagan que el saganismo no podría mirar la ciencia como una manifestación humana alejada de la historia o la cultura.

La ciencia es parte de la historia y la cultura, y como tal, es parte del propio ser humano. Así como el arte, la religión, la filosofía o la literatura, la ciencia es algo que debe mirarse como una obra creada por la inteligencia y la creatividad humana. No existen “dos culturas”, existe solo una, en la ciencia y humanidades se pueden mirar como todas esas maneras en las que el humano ha intentado comprender y expresarse sobre el Cosmos.

El saganismo, pienso nos diría Sagan, sería una forma de divulgar la ciencia, no de establecer qué es la ciencia (aunque no habría razón  para no pensar en esto también). Creo que esto es lo que los divulgadores científicos entenderían y verían con ánimo.

Las mayores enseñanzas del saganismo

Una vez que postulamos un concepto de saganismo, cabría preguntarnos: si el saganismo es una forma de divulgar, de enseñar la ciencia por el puro placer que causa la cultura científica, ¿cuáles serían sus mayores enseñanzas?

Aunque por la misma definición podríamos mirar al saganismo como algo que trasciende el propio pensamiento y la propia obra de Carl Sagan, considero que no encontraríamos lecciones más profundas sobre la responsabilidad de la ciencia en la sociedad que en títulos como Cosmos, Miles de Millones, Los Dragones del Edén, La Conexión Cósmica, El Cerebro de Broca, El Mundo y sus Demonios o Un Punto Azul Pálido. Para mí, entre todas sus valiosas palabras (las cuales no deben nunca estar exentas de una crítica constructiva), las mayores enseñanzas saganistas serían estas:

·         Los seres humanos, a lo largo de nuestra  historia, hemos acumulado un bagaje evolutivo peligroso. Ha sido capaz de discriminar a sus hermanos, sentir odio por extranjeros, utilizar su creatividad para la destrucción; pero a la vez, los humanos hemos sido capaces de comprender causas en los fenómenos naturales, hemos aprendido de nuestros errores del pasado, adquirimos visiones humanistas y humanitarias en las que miramos a los otros con el mismo aprecio que sentimos cada uno por nosotros mismos. Somos capaces de ayudarnos unos a otros, sentimos amor por nuestros hijos y podemos ponernos en “los zapatos de los demás” y entender la situación en la que otros viven. Estas características humanas son las claves para nuestra supervivencia.

·         La historia nos ha mostrado que el fanatismo y la superstición no son sino amenazas para la humanidad y el planeta mismo. A raíz del fanatismo han surgido conflictos, guerras, masacres, genocidios, destrucción. Mientras que de la superstición surgen racismos, ignorancia, arrogancia y miedo. La historia muestra la verdad de estos enunciados al recordar episodios tristes como la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, y el linchamiento salvaje de una de sus más representativas pedagogas: Hipatia. La irracionalidad ha triunfado por sobre el conocimiento en muchas ocasiones, pero si algo nos enseña el pasado, es que no debemos permitir que esto mismo vuelva a ocurrir.

·         Si uno quisiera preparar un pastel de manzana desde el comienzo, uno debe primero, crear un universo. Tan simple como pueda sonar, esta frase tiene dentro de sí una reflexión profunda a raíz de la cosmología en la que un pastel de manzana tiene más cosas en común con las estrellas, y con nosotros mismos, de lo que nos podríamos imaginar.

·         Gracias a miles de millones de tortuosa y lenta evolución, por fin surgió en el Cosmos una forma en la que éste es capaz de conocerse a sí mismo: la conciencia. La conciencia humana ha sido la causante de que ahora mismo, nos encontremos reflexionando sobre las ideas de un miembro de nuestra especie. Este miembro de nuestra especie nos enseñó hace unas cuantas décadas que, lo que hacemos al preguntarnos sobre nuestros orígenes, nuestro desarrollo y nuestra historia, no es otra cosa más que cuestionar al Cosmos. Un Cosmos del cual surgimos y del cual surgió todo lo que podemos ver a nuestro alrededor. Un Cosmos en el que materia reciclada de estrellas ahora se pregunta sobre las estrellas y sobre más allá. Somos por tanto, la forma en la que el Cosmos se conoce a sí mismo.

·         Hoy en día somos capaces de responder quién es el representante de cada nación sobre la Tierra. Hoy en día cada nación puede dar cuentas sobre lo que se ha hecho en su territorio, lo bueno y lo malo. Pero debemos preguntarnos cada uno de nosotros ¿quién habla en nombre de la Tierra? Si llegaran extraterrestres desde otra galaxia solicitándonos un informe sobre cómo hemos cuidado el planeta, qué cuentas podríamos rendirles. La amenaza de guerras nucleares, discriminación, irracionalidad, nacionalismos obsoletos, guerras civiles, fanatismos religiosos, hacen pensar a muchos que la humanidad puede dividirse. Sin embargo, vista la Tierra desde el espacio, las fronteras étnicas, nacionales, religiosas o de raza sencillamente desaparecen. Solo puede apreciarse un planeta azul, uno solo. un punto azul que empalidece conforme nos alejamos a través del océano del espacio-tiempo. Un pequeño pedazo de Cosmos en el cual todos habitamos juntos. No existen las divisiones humanas, existe solo una especie humana: homo sapiens, y es esta especie la responsable de preservar la vida en su pequeño y pálido punto azul, ya que ha sido esta especie capaz de reconocer su propia existencia, y como tal, es capaz de reconocer cuánto daño puede causar a su ambiente y a sí mismo.

·         Resulta sencillo engañarnos a nosotros mismos, pero si buscamos el camino del conocimiento, debemos tratar de ser lo más objetivos posibles, dejando de lado nuestras creencias y abriendo la mente a nuevos descubrimientos. El equilibrio entre escepticismo y asombro debe ser tal, que no puedes permitirte el cerrarte a opiniones distintas a las tuyas; debes tener una mente abierta  porque, de otro modo serás incapaz de reconocer nuevas ideas. Pero tampoco permitas que tu mente se abra de mas o de lo contrario se caerá tu cerebro al piso y serás incapaz de distinguir auténticos conocimientos de autenticas charlatanerías. Se debe tener siempre presente que afirmaciones extraordinarias requieren siempre de evidencia extraordinaria.

Si continuáramos, sencillamente lograríamos crear una enciclopedia. Quizás no exista mayor enseñanza saganista que el hecho de hacernos conscientes que, cada uno de nosotros somos ciudadanos, sí, pero ciudadanos del Cosmos.

¿Soy saganista?

La responsabilidad del cuidado de este planeta recae en cada uno de nosotros. Hemos sido durante mucho tiempo, la principal causa de extinciones masivas, cambios climáticos, deforestación y contaminación; sin embargo, aunque fuimos causantes principales de estos problemas, somos a la vez, la mejor y más rápida solución. Contamos con una herramienta, que si bien no es perfecta y dista mucho de otorgarnos verdades absolutas, es sin lugar a dudas la mejor con la que contamos para lograr un equilibrio entre la naturaleza y la sociedad: esta es la ciencia.

El usarla de forma responsable es el mayor legado que podemos dejar a las siguientes generaciones. Claro está que no todos piensan así, de hecho muchos ni siquiera piensan en este asunto. Aun falta mucho por hacer, mucho por conocer, pero sobre todo mucho que valorar y amar. Disfrutar y aprender en el viaje cósmico a través del espacio-tiempo en esta nave llamada Tierra, sería la solución a cientos, tal vez miles de problemas que hoy en día aquejan a la civilización humana. La clave está en querer buscar, en querer cuestionar siempre con cuestión escéptica, qué podemos hacer para que este mundo cambie.
Muchos sin duda, encontraran estas ideas por demás idealistas, alejadas del mundo real. No tendrán ningún escrúpulo en acusarme de ser un saganista hecho y derecho.

Pero la pregunta es qué entienden por saganista. Si estas personas entienden por saganista a un idealista de la ciencia que se deja llevar por fabulosas historias románticas, perdiendo de vista el mundo en el que estamos parados, les contestaría entonces que yo no soy saganista.
 Pero si entendemos por saganista a una persona que mira en la ciencia, no solo la humildad y maravilla que despiertan el placer de conocer solo por conocer, sino que también ve la solución de muchos problemas actuales; una solución en la que, de ser global se alcanzaría una verdadera era de la razón y de paz. Si se entiende por saganista a aquel que es incapaz de decir que el otro es diferente a uno por su color de piel, su nacionalidad o su creencia religiosa. Si entiende por saganista aquel que no duda en cuestionar a aquello que parece fantástico, y aquellos que ocupan un lugar de autoridad. 



Si todo esto es lo que se entiende por saganista, entonces yo contestaría que sí, soy un saganista hecho y derecho… ¡y a mucho orgullo!

SI TE INTERESA ESTE TEMA

*Cosmos, de Carl Sagan. Serie documental y libro, simplemente fantásticos.

*La Ciencia por Gusto, de Martín Bónfil Olivera. Un libro que despierta la curiosidad de conocer de cualquiera, y al ser una obra divulgativa resulta fácil de leer y comprender en poco tiempo.

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