A 20 años del atentado, no se ha presentado ni una prueba contundente para siquiera suponer que el "conocimiento oficial" (como que fue un atentado terrorista perpetrado por Al-Qaeda) tenga que revisarse nuevamente. Y es que, piénselo, vivimos en tiempos en que incluso se pone a debate (político, que no científico) el origen del virus causante de la actual pandemia desde las más altas esferas de poder, tanto en Occidente como en Oriente, pero nadie de seriedad, ni traidores, ni ex-espías, ni activistas, ni profesores, ni testigos ni investigadores independientes, considera que los argumentos esgrimidos por "truthers" ofrezcan pistas de relevancia para desenmascarar una conspiración o revelar algún misterio. Al contrario, hay mucho (en serio, mucho) material que ha desbaratado una y otra y otra... y otra vez, los alegatos conspiranoicos como curiosas formas de ingenuidad mezclada con desinformación y mucho sospechosismo. Por esto mismo, no me molestaré en analizar nuevamente los argumentos conspiranoicos (si quiere, aquí hay buena información, aquí también, aquí igual, por acá, por aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y algo más breve aquí).
Tal vez los conspiranoicos nunca lleguen a aprender nada realmente, pero nosotros hemos aprendido mucho de ellos. Y no me malentienda, que no me refiero a que hemos aprendido algo de importancia sobre el 11/09 o sobre cualquier otro suceso histórico gracias a la conspiranoia, sino que hemos aprendido bastante de la psicología de los truthers, sus perfiles, así como su peligroso y desmotivador impacto en la sociedad.